Hasta hace unos meses José Gerardo Rocha Almanza era una persona anónima, trabajaba como cualquier otra, pero el salvar la vida de más de 30 ciudadanos lo llevó a convertirse en héroe.
El vecino del municipio de San Nicolás se convirtió en rescatista la tarde del 25 de agosto cuando las llamas consumían el casino Royale, lugar en el que laboraba y que fue incendiado por delincuentes.
Gerardo actuó con valentía, caso contrario a la mayoría de sus compañeros quienes prefirieron huir de la escena del centro de apuestas que parecía una postal de guerra.
Al ingeniero en sistemas le sirvió de mucho el medir 1.80, y es que gracias a ello pudo haverla de “banquito” y ayudar a los clientes a salir del sitio, quienes en su mayoría eran del sexo femenino; incluso la primera mujer en rescatar tenía 80 años de edad.
Horas después del siniestro, algunos nuevoleoneses agradecían el gesto que el trabajador había realizado, comenzaron a llamar a diferentes medios de comunicación, donde en pocos segundos ya era considerado héroe; sin embargo, a la fecha sólo ha recibió la visita de Carlos Chitoy, hijo de la primera dama que rescató.
El usar su espalda le sirvió para que ahora sea reconocido como el “banquito” del Royale, pero para poder desarrollar las maniobras también fue apoyado por otro compañero, Juan Francisco Ávila.
A dos meses de distancia de aquella terrible tarde de verano, Gerardo nos cuenta su experiencia y parte de lo que considera su nueva vida; ahora trabaja en el municipio nicolaíta y tiene una razón más por la cual vivir, su pequeña hija Elsa Dayanna Rocha Hernández, de sólo unas cuantas semanas de nacida.
“Tenía seis meses sin trabajar, a todos lados mandaba curriculum como si fueran volantes, pero nadie me hablaba, yo creo que porque no tenía experiencia. Un día cuando regresaba de jugar futbol me llamaron del casino Royale para hacerme una entrevista”, contó el ingeniero quien tiene 28 años de edad.
El egresado del Centro de Estudios Universitarios (CEU), en un día aprendió la programación de máquinas y atención a clientes en el casino Royale.
Su horario era de seis de la tarde a cuatro de la mañana, sin embargo, gracias a sus capacidades, en corto tiempo obtuvo un mejor turno; además tuvo la oportunidad de viajar por diferentes estados de la República Mexicana.
“En menos de un mes aprendí cómo funcionaba todo y por eso me cambiaron al turno de día, precisamente el día del incendio entré a las 12 del medio día, mi jefe me mandó alrededor de las tres y media a la fuente de poder que estaba en la planta alta del casino, mi compañero Juan Francisco y yo terminamos de hacer la reparación, cuando un tumulto de gente se dirigió hacia nosotros y nos dijo que estaban asaltando el casino.
“Salen dos compañeros de mantenimiento, empezamos a ver por dónde podían salir, estaban unos extractores y varia gente se fue por ahí, pero los extractores se llenaron de humo; fue como una marejada de humo y no sabíamos por dónde podían salir, hubo gente que incluso pensó en aventarse de la azotea y ¡era una altura de 20 metros! Lo que se me ocurrió fue ayudar con mi espalda a las personas para que brincaran al estacionamiento que estaba del otro lado”, platicó mientras frotaba nervioso sus manos.
Cuando realizaban las maniobras, del otro lado, en el estacionamiento, se encontraba otro empleado del Royale, Juan Carlos Rocha, quien en un carrito de golf trasladó a las personas hasta afuera del inmueble para que fueran atendidas por paramédicos.
En la azotea, lo único que tenían en mente Gerardo y su compañero Juan Francisco era rescatar a las personas que se encontraban ahí, es por ello que los jóvenes que atendían sistemas telefónicos, internet y maquinitas lucharon incansablemente y lograron evitar que más de 30 familias sufrieran la pérdida de su ser amado.
“Logré ayudar a más de 30 personas, recuerdo a una mujer embarazada, sobre todo porque mi esposa estaba embarazada en ese tiempo; y a una persona de la tercera edad, vi cómo pedía que la ayudaran, gente que recuerdo que traía bastón, los cargaba completamente y hasta que al final quedó mi compañero Juan Francisco y yo”, expresó e hizo un silencio… “fue ahí cuándo no sabíamos cómo salir”.
“Le dije que él se fuera: ´fue un gusto conocerte y estar contigo y pasamos un turno completo trabajando juntos, si pasa algo más ya nos despedimos´, en eso me relajo y empiezo a recordar todo lo de mi vida y le digo: ‘¿sabes qué?, te voy a sacar, pero con la condición de que vayas con mi esposa y le des un beso en el vientre y que le digas que luché hasta el final’; en eso le agarro las piernas para cargarlo y ayudarlo a salir, cuando un bombero baja una escalera… y nos dice ‘¡vámonos mijos!’ Volteé a ver si ya no había gente y luego me salí.
“Pensé que era una segunda oportunidad y que no la quería desaprovechar, nos fuimos corriendo por las privadas, llegamos a un Súper Siete a comprar agua, nos sentamos en la banqueta y mi compañero me dijo que mi espalda estaba toda roja. Estábamos que no creíamos lo que estaba pasando, le hablé a mi esposa, le dije que ya iba para la casa, pero no le platiqué nada, también le llamé a mi jefe y le pregunté que qué había pasado, no sabía, me fui en el camión a la casa con mi camisa del casino Royale, me quito la camisa en la casa y ven mi espalda cómo estaba toda molida”, contó.
Gerardo no se considera héroe, sino una persona a la que le gusta ayudar a los demás, pues aseguró que su reto más grande es ser un buen padre.
“Héroe seré cuando le dé todo lo que ella desee, ahí si me voy a sentir muy bien, se siente muy bonito que te digan que eres un héroe, pero se siente más bonito, el sentir cada día que esa gente que salió del Royale está bien.
Al quedarse sin empleo, el ingeniero se sintió desesperado, la casa de apuestas sólo le dio una cantidad significativa por el tiempo en que prestó sus servicios.
Sin embrago, el destino le sonrió y tres días después se incorporó a la lista de trabajadores del municipio de San Nicolás.
“El sábado (27 de agosto) llegó a mi casa Sergio Muñiz, lo había enviado el alcalde Carlos de la Fuente y el lunes 29 de agosto tuve una cita con edil y me ofreció trabajo dentro de la presidencia, le agradecí mucho porque no tenía empleo en ese momento y mi niña estaba a pocos días de nacer”, dijo.
Ahora trabaja en el área de sistemas cubriendo todo el municipio, la gente en la calle lo reconoce y le preguntan “¿eres el chavo que ayudó a la gente en el casino Royale?”, un gesto que Gerardo agradece.
En cuestión de seguridad en la casa de apuestas, el vecino nicolaíta prefirió no opinar, ya que dijo no estar enterado de la situación, pues él sólo se dedicaba al área de sistemas.
NECESITA UNA VIVIENDA
Una preocupación para Gerardo es no haber alcanzado los ocho puntos que le faltaban para obtener su vivienda, ya que en el municipio no cuenta con seguro social y por ende no puede seguir cotizando.
“Quisiera ver quién me puede ayudar con eso, no me gusta andar pidiendo cosas, pero me faltaba muy poco para que liberaran mis puntos”, manifestó.
Es por ello que solicita la ayuda de las autoridades competentes para que lo auxilien en ese tema, pues qué mejor que tener su propia vivienda.
Por el lado psicológico aseguró estar bien, dice que será el tiempo el que borre la imagen del tumulto de personas y aquella nube negra; lo más gratificante es que pudo salvar vidas.
“A veces sí te da miedo porque ves cómo está Monterrey, y sabes cómo ahora te ve la gente, entonces sí te da pendiente, porque no nada más te conoce la gente bien, sino también la mala, lo que quiero es ser un buen papá, obviamente te queda daño psicológico, porque no sabes qué te pueda pasar, pero seguimos trabajando y viviendo, haciendo las cosas bien”, comentó.
La experiencia que Gerardo vivió es inolvidable, quizá para algunos signifique poco lo que el vecino del municipio de San Nicolás hizo, pero a quienes les salvó la vida debe representar un orgullo y mostrarle un gesto de agradecimiento, al poder darles una segunda oportunidad. v