por Emanuel Suárez
Forjada en el seno de una familia tradicional, Margarita Arellanes Cervantes, alcaldesa electa de Monterrey, siempre tuvo una visión del servicio público diferente al de la mayoría. Su madre le inculcó de pequeña que la política se puede hacer desde el hogar y que no se necesita estar detrás de una curul o escritorio para desarrollarla.
“Mi mamá nos enseñó que cuando abres la puerta de tu casa y ves que la luz mercurial está apagada y hablas por teléfono para reportarla, eso es hacer política. Que hacer que tu parque esté arreglado, eso es hacer política. Que cuando no pasa la basura o no hay agua y llamas para reportarlo, eso es hacer política. Mi mamá nos enseñó que la política era algo bueno, que la política era para servir a tu comunidad”, dijo la abogada.
La lección fue bien aprendida por la regiomontana, quien de gestora ciudadana comenzó a involucrarse en la función pública hasta llegar al sitio en donde se encuentra actualmente: a cuatro meses de convertirse en la primera mujer en gobernar la capital de Nuevo León.
Soñadora desde chica, Arellanes Cervantes siempre mostró interés por defender a los demás. No gratuitamente su abuelo la llamó “la abogada del pueblo”, pues en donde veía una injusticia, ahí estaba ella oficiando. Años más tarde, esa denominación pasó a ser toda una realidad cuando se graduó de la Facultad de Derecho y Criminología de la Universidad Autónoma de Nuevo León.
“Soñaba con ser abogada, mi abuelo siempre me decía que yo iba ser abogada porque siempre estaba en asuntos en donde veía alguna injusticia o algo que no me gustara y ahí iba de oficiosa. Desde niña yo soñaba mucho con ser abogada y con trabajar, no específicamente en algún espacio, siempre soñé con trabajar y con tener una familia”, mencionó emocionada.
Una vez graduada, la panista obtuvo su primer empleo en la dirección de desarrollo político de la Secretaría General de Gobierno, en donde inició su carrera en la función pública de manera oficial, pues desde los 14 años había estado involucrada en el ámbito.
La primera vez que Margarita tuvo contacto con la política fue a la edad de cinco años cuando acompañó a sus padres a las casillas durante un proceso electoral.
Ya han pasado tres décadas desde aquella fecha y la niña que un día visualizó su futuro en la función pública hoy ve cristalizados sus sueños al recibir más del 50 por ciento de los votos que la colocan al frente de uno de los municipios más importantes del país.
SOPORTE FAMILIAR
Una gran sonrisa se dibuja en su rostro y su mirada no puede evitar perderse en el baúl de los recuerdos que se filtra con aires de nostalgia al preguntarle sobre su infancia, una etapa que resume en dos palabras: muy feliz.
“Convivía con mis hermanos, primos, vecinos, tuve una niñez muy feliz, en donde mis padres me garantizaron ese derecho a la inocencia y la verdad fui una niña muy amada”, comentó la funcionaria.
Margarita creció siendo la menor de los Arellanes Cervantes, un familia conformada por cuatro hermanos y sus padres, con quienes comparte sus más gratas memorias, desde jugar al “bebeleche” hasta el grito de “gol” en un clásico de futbol.
Como para la mayoría en la Sultana del Norte, el balompié era para la panista y su familia un escaparate de entretenimiento, un espectáculo que los reunía a convivir sanamente, a pesar de la rivalidad entre clubes.
“En mi familia había de todo, yo soy Rayada y mi hermano mayor es súper Tigre. La regla era que no se vale enojar, se vale festejar cuando hay un gol de tu equipo, pero no se vale burlarse del otro, eso es lo que nos ha ayudada. Yo soy Rayada, pero no soy anti tigre”, señaló entre risas.
El gusto por el futbol lo heredó de su padre, el hombre que llegó de tierras chihuahuenses para formar una familia en Monterrey a través de una empresa constructora.
Desde pequeña Margarita siempre se caracterizó por ser una mujer independiente, pero en lo emocional siempre fue muy apegada a sus papás. Por tal razón, el fallecimiento de su padre, cuando ella tenía apenas 14 años, fue un duro golpe que la obligó a madurar rápidamente y a comprometerse aún más con sus ideales.
“Cuando yo tenía 14 años mi papá falleció de una enfermedad del corazón y entonces esa familia tradicional en donde yo había crecido cambió completamente; mi mamá jamás había trabajado en su vida. Fueron momentos muy difíciles, pero fueron también momentos muy formativos. Yo empecé a trabajar desde los 14 años, yo trabajaba en verano, buscaba tener recursos para mis cosas”, señaló la funcionaria con una voz de añoranza.
Originario de Camargo, Chihuahua, un terruño blanquiazul en el inmenso desierto tricolor del estado, el padre de Arellanes Cervantes comenzó a involucrase como ciudadano en la política de Nuevo León, así como su madre, ambos con simpatía panista.
“Mis papás se empezaron a involucrar como ciudadanos en la política. Mi papá tenía una constructora en ese entonces y yo veía cómo trabajaba, pero también cómo de repente el peso no valía nada, cómo la inflación se daba en números extraorbitantes. Él fue el que tenía simpatía con Acción Nacional, nunca fue miembro activo, fue ciudadano identificando al partido”, dijo la albiazul.
Por tal motivo, cuando el pilar paterno falleció, la familia Arellanes Cervantes tenía ya una ideología política bien cimentada en los principios del panismo. Sus padres, hermanos y abuelos han sido su mayor inspiración, a ellos agradece cada logro obtenido en su carrera por siempre motivarla a no desfallecer.
LO COTIDIANO
La política es una carrera demandante que exige mucho tiempo y sacrificios, por eso, una vez que se baja el telón de la función pública hay detalles que sacuden el estrés de Margarita. Cuando llega a casa le gusta escuchar a Julieta Venegas o caer presa de uno de sus placeres culposos: la Coca Cola Light, el pay de plátano con zarzamora o un buen documental en televisión.
Pero sin duda, su método más revitalizante es estar acompañada de sus tres pequeñas hijas y esposo, a quienes les tiene destinado el sábado para compartirlo sólo con ellos.
En ocasiones la funcionara procura acompañarse de sus hijas a eventos políticos para pasar mayor tiempo con ellas y como parte de la formación que busca inculcarles.
“Es parte de la formación que les quiero dar a mis hijas, yo quiero que vean que nuestra ciudad tiene necesidades y que hay que trabajar porque todos podamos tener las mismas oportunidades”, mencionó la blanquiazul.
Aunque podría pensarse que la complejidad de la profesión orilla a que se toquen otros temas en el hogar, lo cierto es que en casa se habla de política, pero “hay que aguantar vara” como indica la panista, pues no siempre todos coinciden en pensamiento, a pesar de ser de la misma familia.
“Los domingos vamos a comer con mi mamá y en la noche cenamos con mis suegros, en los dos lados se habla de política y -hay que aguantar vara- no todos trabajan en el servicio público y ellos tienen una visión muy distinta. La verdad es que lejos de enojarme, cada quien da sus argumentos”, mencionó Arellanes Cervantes.
Margarita no imagina un escenario diferente al que actualmente vive; de no haber ingresado a la función pública seguramente ejercería la abogacía, aunque aclaró, hubiera terminado en una organización de la sociedad civil o litigando en una junta de colonos, finalmente haciendo política.
Pero ahora, frente a sus ojos se erige un nuevo reto, el desafío de gobernar una de las ciudades pilares del país, una responsabilidad que no todos están dispuestos a tomar, pero ella se declara preparada.
LISTA PARA GOBERNAR
Cuando Margarita era pequeña recuerda salir a la calle a jugar con sus hermanos, primos y vecinos en un sector de la ciudad tranquilo en donde la única preocupación de los padres era que el niño hiciera la tarea antes de salir. Hoy, ese Monterrey es una utopía, la inseguridad se ha apoderado de las calles de la capital y el temor acompaña a cada ciudadano.
Es una cruda realidad, pero que la funcionaria está dispuesta a cambiar, a través de la unificación de la ciudad, en donde se reduzcan las desigualdades.
“Estoy empeñada en regresarle la seguridad a la ciudad, también estoy empeñada en tener un solo Monterrey, no podemos seguir viviendo y teniendo varias realidades en Monterrey, en donde unas colonias no tienen ni infraestructura, ni tienen parques, ni tienen la misma accesibilidad.
“Hay una brecha de desigualdad muy grande en nuestra ciudad y tenemos que entender que nos está generando un problema de inseguridad”, dijo.
De acuerdo a la panista, lo único que el regiomontano necesita es tranquilidad y servicios de calidad, pues del resto se encargan ellos mismos, gracias a su cultura emprendedora y de trabajo.
La responsabilidad que los ciudadanos le encomendaron el 1 de julio va más allá de una cuestión de género, pero en nombre de las mujeres, Arellanes Cervantes se compromete a desempeñar su mejor papel para que cada vez más damas se involucren en la política y se ganen la confianza de toda la población.
“Esta puerta no la abro para mí, la abro en nombre de todas las mujeres que ya han trabajado por Monterrey, de todas las mujeres que están en casa o que están en el trabajo buscando mejores oportunidades para su familias.
“Yo sé que tengo que hacer todavía un mejor papel del que se espera de mí porque quiero que los regimontanos se sientan con un mejor sabor de boca, con una satisfacción y que le den la confianza a muchas mujeres más, quiero que haya muchas alcaldesas más en Monterrey”, puntualizó con orgullo.
Pocos meses separan a Margarita Arellanes de convertirse en la primer alcaldesa de Monterrey, un desafío que involucrará la sensibilidad de la mujer y la capacidad de la profesionista para encarrilar al municipio al camino de la seguridad y desarrollo.