
Es en las calles de Jalisco, San Luis Potosí y Nuevo León, en su cruce con Castelar, Libertad y 2 de abril, todas aledañas a la Basílica de Guadalupe, se concentra esta ya tradicional zona comercial decembrina que tiene más de medio siglo instalándose.
Desde el 12 de octubre hasta el 12 de diciembre, las calles de Jalisco y Castelar, en la colonia Independencia, lucen repletas de fieles peregrinos que visitan la Basílica de Guadalupe como parte de las tradicionales peregrinaciones en honor a la Virgen de Guadalupe.
Pero al caminar por este sector de la popular colonia, no sólo se puede apreciar a las personas con vestimentas llamativas y penachos repletos de coloridas plumas danzando al ritmo del tambor, ni los cientos de familias apreciando esta tradición o en misa, sino también las decenas de pintorescos comercios que año con año se instalan en los alrededores del templo.
Es difícil establecer la fecha exacta en que estas vendimias iniciaron, pero distintos residentes de estas calles coinciden al no recordar haber pasado una sola temporada decembrina sin el tradicional mercado.
“Esto es de toda la vida; tengo 53 años, todos ellos viviendo aquí y siempre se han puesto”, señaló doña Alba, residente de la colonia.
Y aunque fue ya hace unos cuantos ayeres que se vivió el “boom” del comercio informal en el Santuario, el cual llegó a alcanzar hasta seis cuadras de extensión a sus alrededores, en la actualidad estos negocios se niegan a dejar morir la tradición de años.
UNA TRADICIÓN COMERCIAL
Es en las calles de Jalisco, San Luis Potosí y Nuevo León, en su cruce con Castelar, Libertad y 2 de abril, todas aledañas a la Basílica de Guadalupe, donde se concentra esta ya tradicional zona comercial decembrina.
Mínimo dos patrullas de la policía municipal permanecen en la zona, además de otros tantos elementos y los rondines realizados por Fuerza Civil, para salvaguardar la seguridad de los asistentes.
Unos negocios ya están previamente establecidos, algunos otros están bajo toldos en terrenos baldíos; incluso, algunos habitantes de la zona se ponen “vivos” y rentan sus cocheras para su uso como local de paso.
“Aquí rentamos desde hace tres años”, indicó “Saúl”, “sí está caro, pero si sacamos ganancia”.
De acuerdo con el vendedor, el costo de la renta, que no se especificó, incluye el pago de servicios y el espacio; la limpieza del lugar y su adecuación para convertirlo en negocio temporal corren a cargo de él.
Al recorrer dichas calles, llama la atención las múltiples lonas con publicidad de cada local, los colores de los caramelos perfectamente acomodados y el papel brillante de las piñatas. El olor a dulce es prominente.
Sin duda es el principal atractivo de la zona comercial es la gastronomía.
Churros de todos tamaños, precios y rellenos son el postre que más abunda en los negocios gracias a la gran demanda de los comensales.
“Si viene mucha gente, y los domingos ni se diga… es lo que más se vende por aquí”, señaló una de las locatarias.
Buñuelos, pan de elote, de pulque y de dulce, caramelos y elotes preparados también figuran.
Para comidas más elaboradas, también hay múltiples opciones, como antojitos mexicanos, camarones a las brasas, tacos, cabrito, hasta pizza.
Comerciantes de todas partes del país se congregan en este lugar; sus voces al anunciar sus productos los delatan.
“¿Quién quiere llevarse un juego de platos? Para que se anime ‘seño’, le pongo uno, le pongo otro, le pongo otro, y para que vean que soy generoso, le pongo también cuatro tazas para que hagan juego ¿Quién da más? A ver, a la una, a las dos… se lo lleva la señora de allá por cien pesos”, dice un enérgico subastador de trastes.
Y a unos cuantos pasos, una voz similar se escucha, pero subastando cobertores y almohadas. Los más populares entre los compradores son de los personajes de Frozen y Star Wars.
El entretenimiento no sólo gira alrededor de las compras. En un lote baldío, Rodolfo tiene su local de renta de ‘maquinitas’ de videojuegos.
Desde Pinball hasta Pac-Man, pasando por juegos de carreras y maquinas tragamonedas, son algunos de los juegos que desde hace 20 años el hombre trae al Santuario.
“Cada año se mantienen (las visitas de) los clientes, hay veces donde no vienen, pero apenas entra diciembre y no dejan de venir”, señaló.
Entre la mercancía no podía faltar las figuras religiosas, los escapularios y rosarios, así como los vendedores ambulantes con flores.
EL DOLOR DE CABEZA DE LOS VECINOS
La temporada decembrina no sólo trae consigo las peregrinaciones, los locatarios y familias paseantes, sino también un sin número de dolores de cabeza para algunos vecinos de la zona.
Si bien diferentes habitantes le han sacado provecho a este lugar rentando sus viviendas para negocios, para algunos otros estas fechas solo resultan un problema que les impide vivir tranquilos.
“No me gusta esta temporada porque siempre hay muchísima gente, vienen y se estacionan afuera de tu casa, hay mucho carro, mucho ratero”, señaló una mujer habitante del sector.
Pero todo terminará el 13 de diciembre, cuando ya terminados los festejos de la Vírgen de Guadalupe, los locatarios comenzarán a retirarse ante la baja d visitas.