Serio, como sinónimo de formalidad y disciplina en el trato y no como el equivalente a distanciamiento o seco, de pocas palabras, Roberto Gómez Junco Livas (Rogoli) se presenta puntual en el sitio de la entrevista. Saluda con una cordialidad rayana en lo fraternal, como si ya conociera a cada uno de los que tiene enfrente. Y con su amabilidad de siempre rompe el prejuicio de quienes puedan malinterpretar su fuerza de carácter y su independencia de criterio a la hora de analizar una situación o al no entender su personalidad única en el mundo de los deportes cuando nos ofrece una mezcla rara de alta cultura y explosión de pasiones encendidas alrededor de un pronóstico o resultado en una competencia.
El futbol soccer profesional, en el que debutó hace 40 años exactamente, le dio al hoy columnista de Grupo Reforma y comentarista televisivo, no sólo pan y sustento para sí y su familia, sino también la franca amistad con los libros, cuya simiente de erudición ya habían sembrado en él sus padres, Roberto Gómez, un hombre que descollaba en 1946 por su amplia cultura en el 350 aniversario de la fundación de Monterrey, y Nora Inés Livas Villarreal, hija de Antonio Livas, hermano del prestigiado cardiólogo Enrique C. Livas y del Lic. Eduardo Livas Villarreal, gobernador de Nuevo León en la década de 1960.
Pero la herencia literaria del ex futbolista también bebe en las raíces del talento de su abuela Aurora, hermana de Rodolfo (1894-1983), el fundador de El Sol y El Norte, puntales del hoy Grupo Reforma, pues ella desde niña establecía animados juegos de versificación con su ilustre padre, el poeta y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, don Celedonio Junco de la Vega (1863-1948), a quien el historiador Héctor González llama “el último neoclásico regiomontano” y el escritor Nemesio García Naranjo le dedica un gran espacio en sus Memorias, subrayando cómo este gran hombre que llegó de Matamoros a Monterrey en 1889 se sentía sumamente orgulloso del hijo que siguió sus pasos en las letras, Alfonso Junco (1896-1974), también poeta y escritor de altos vuelos a nivel nacional e internacional.
Así es que los orígenes literarios de nuestro entrevistado están bien claros. Sin embargo, el futbol soccer profesional contribuyó aún más a acrecentar una vocación muy distante del mundo de los balones y las patadas, pues él mismo acepta que se refugiaba en los libros durante los viajes, las pesadas concentraciones en hoteles y la estancia en casa después de los partidos o en las vacaciones. Y de eso en primer término, además de futbol, ha aceptado platicar para Hora Cero, advirtiendo que todo lo que tenga que ver con el deporte más popular de México y el mundo lo registran sus columnas en los periódicos y sus comentarios en la pantalla televisiva.
–Ya leía desde niño lo más apropiado a mi edad, pero la verdadera ocasión de profundizar en obras clásicas me la dio el futbol profesional –comenta con la enorme satisfacción de tener un libro de cabecera desde hace 17 años. Y enseguida, con toda naturalidad, suelta la retahíla de autores y temas que recuerda con una agilidad meridiana desde que se topó con el ruso Dostoievski o Salgari o Javier Marías, y no se diga con el uruguayo Eduardo Galeano, el catalán Eduardo Mendoza o la sirio-francesa-mexicana Ikram Antaqui y tantos más.
– Termino uno por semana o dos si es ligerito, y ya tengo el relevo, por esa necesidad que siento de estar en contacto con alguna buena novela, por ejemplo, o un autor que valga la pena. Y más ahora que el famoso Kindle y el sitio Amazon me permiten aprovechar el tiempo en los aeropuertos durante mis viajes semanales a la ciudad de México como analista en la televisión.
Aprovecha la coyuntura de la plática para recomendar a quien desee cultivarse con los libros para recomendar el Kindle y leer en la pantalla, pues inclusive, dice, se repone fácilmente si se llega a romper el aparato como le ocurrió a él cuando se le cayó, estrellándose en el cemento; de inmediato lo reportó y le enviaron otro sin costo.
> ¿Entonces por qué los jóvenes de hoy son tan poco adictos a la lectura?
– Por fallas del sistema educativo actual y por los maestros que tratan de imponer como obligación tal o cual texto. Eso, lejos de atraer a un futuro lector, lo ahuyenta y jamás quiere que le vuelvan a hablar de “El Quijote”, por ejemplo, si en su memoria está el peso del deber cuando se lo encargaron de tarea o que hiciera un resumen. Eso es fatal, porque el verdadero placer es el único que puede conseguir lectores, es decir, que los muchachos hallen entretenimiento y explosión de emociones. Que digan este libro me gustó y lo voy a recomendar, pues hay que reconocer que La Odisea y la Ilíada no son fáciles de entender ni siquiera para una persona entrada en años.
Roberto Gómez Junco ataja de inmediato una réplica en labios del interlocutor: –Las telenovelas por eso tiene tanto rating: por las emociones que despiertan en la audiencia, aunque esas emociones son baratas, basadas en la frivolidad que exaltan las imágenes. Luego suelta un apotegma que valida su experiencia: cada lector es distinto. Y eso también debemos de tomarlo en cuenta.
El ex futbolista es tan adicto a la alta cultura y al aprendizaje constante del idioma, que desde hace casi 20 años inició reuniones semanales con amigos en un restaurante y otro para hablar de todo pero en especial de libros, películas, música, palabras nuevas y contenido de medios informativos que merecen un buen análisis. Y a partir de entonces no ha dejado de lado las lecciones con Ángel Robles Cárdenas, con Ricardo Espinosa y otras personas que han desfilado últimamente en el Sanborn’s de Plaza Fiesta San Agustín.
– Es muy agradable conversar con todo aquel que tiene algo provechoso que decir, y pasar un buen rato conviviendo para aprender algo nuevo o distraernos de la rutina diaria –dice.
> ¿Hay alguna anécdota que recuerde de estos encuentros con sus amigos?
– Muchas. Pero ya que hablamos de libros recuerdo una en especial, cuando alguien citó una frase que comúnmente se le atribuye a Don Quijote al hablar con Sancho Panza: “Los perros ladran, Sancho, señal que cabalgamos”, y su variante: “La caravana sigue, aunque los perros ladren”. No sé ni por qué se hizo la discusión de si ese diálogo venía o no en la obra de Cervantes, y ante la duda me propuse volver a leer El Quijote para ver quién tenía razón. Efectivamente comprobé que algo tan citado no está en el libro. Pero no se descarta que en algún guión para una obra de teatro o del cine se pueda encontrar.
> Es muy frecuente el error de atribuirle a quien no corresponde lo que otro dijo o escribió –le advertimos.
– Cómo no – recalca y evoca otro caso– . “Elemental, mi querido Watson” da materia para un comentario idéntico.
La anécdota retrata la sed de saber y de trascender más allá de lo cotidiano o trivial. Pone el acento en la necesidad de los profesionales de la prensa, la radio, la TV e internet de cultivarse más allá de las incidencias de un partido de futbol. Porque lo merece la sociedad. Y porque las audiencias finalmente son los que salen ganando. Así es Roberto Gómez Junco modelado tempranamente por el futbol y así lo valoramos quienes sus seguidores a la hora de escribir o hablar de este deporte de masas.
40 AÑOS EN EL FUTBOL PROFESIONAL
Nacido el 12 de marzo de 1956, jugó como muchos de sus compañeros en el futbol amateur soñando con llegar a la máxima categoría y enfundarse en la playera de un equipo profesional. Y muy pronto se le cumplió su aspiración al debutar con los Toros del Atlético Español el 9 de mayo de 1976, cuando acababa de cumplir 20 años. “Ya traía el hábito de los libros, pero fue en ese momento en que busqué la alternativa de leer, para no aburrirme ni platicar con quien no quería platicar en los viajes y concentraciones”, evoca.
– No olvidemos que somos producto de lo que hemos vivido y de las lecturas con que nos hemos alimentado –sentencia–. Y recupera del programa televisivo de Big Brother una lección que orienta su conclusión: “Fue una especie de experimento del comportamiento humano, aunque luego lo contaminaron y le dieron en la torre, pero lo que nos dejó muy clara esa primera emisión es la limitación de los jóvenes para comunicarse, porque ahí encerrado, sin contacto con el mundo exterior, no sabes definir tu situación y los sentimientos entran en conflicto o confusión. Es entonces cuando no encuentras las palabras adecuadas porque no las conoces. Y surge la incapacidad para definir lo que te pasa”.
Ya en el club Tigres, de 1977 a 1980, la lectura lo proyectó mucho más en el medio porque sus colegas decían entre sí: “No lo interrumpas, porque este cuate se la pasa leyendo”. Convivía con colegas que difícilmente se pegaban a la letra impresa como no fuera al repasar las páginas deportivas de los diarios. Tomás Boy y Osvaldo Batocletti eran los líderes a las órdenes de Carlos Miloc cuando obtuvieron el campeonato en mayo de 1978. Y ahí estaban Pilar Reyes, Barbadillo, Mantegazza, Héctor Hugo Eugui, Sergio Orduña, Gadea, Mario Carrillo, “Alacrán” Jiménez, etc.
También fue intensa la vivencia de Gómez Junco en el club Monterrey de 1980 a 1982 y al defender los colores de México en ese primer año. Los Rayados fueron para Roberto un reto al destacarse en primera plana de los diarios Luis Montoya y sus pases a gol para que se lucieran Milton Carlos y Rubén Romeo Corbo. Y el desafío significaba ganar un espacio en la memoria colectiva del club surgido originalmente en 1945 que por algo guarda en la memoria los nombres de Javier Quintero Morones, Magdaeno Cano Ferro, Guaracy Barbosa, Musante, Vicente Álvarez, “Dumbo” Rodríguez, Alberto Guerra y, por supuesto, Ignacio “El Gallo” Jáuregui, además de los históricos Claudio Lostanau, Alberto Guerra, Daniel Haro, José Luis Álvarez, “Alacrán” Jiménez, Francisco Avilán y Milo Cruz.
De la temporada 1982 a la 84 pasó a las Chivas del Guadalajara, pero tuvo una salida intempestiva de este club por decisión propia, al no coincidir con el punto de vista expresado por el nuevo entrenador Alberto Guerra en las razones para formar la alineación en cada partido, y como todavía le faltaba un año de contrato, el jugador se comprometió a pagarlo de su bolsa si se iba, pero resulta que al firmar con Toluca inmediatamente quedó saldada la deuda en la negociación final entre clubes. Hasta que en 1986 regresó a Tigres y se despidió de las canchas en 1988.
El futbol, no obstante, siguió atrapando a Gómez Junco, pero como columnista de El Norte de Monterrey al ser contratado por el entonces director editorial Ramón Alberto Garza el 27 de enero de 1989, en tanto que también formó parte de la primera etapa de Los Protagonistas en Imevisión, antes de que la comprara Ricardo Benjamín Salinas Pliego y la convirtiera en TV Azteca, donde permaneció por espacio de 1 años, teniendo como jefe a José Ramón Fernández.
En 2007 fue “fichado” por Televisa, entre dudas de si un hombre tan independiente y dueño de una fina libertad de criterio, aguantaría que le sugirieran irle al América como supone el público que ocurre en la empresa de los Azcárraga, pero Gómez Junco reitera con énfasis que jamás le insinuaron una línea de este corte, aunque podría haber ocurrido que no le dieran más tiempo para hablar de lo que el jefe de deportes, Javier Alarcón, tenía marcado. “Fuera de eso, no hay queja alguna en mis cinco años ahí, excepto que me incomodaba que quisieran que fuera parte de los que tienen a su cargo la sección cómica en el programa de deportes, y como no soy payaso, no me prestaba a sus farsas”.
Pero al advertir que en el 2012 las cosas empezaron a cambiar en el segmento deportivo y, por otra parte, Televisa decidió que los analistas no fueran a los Juegos Olímpicos en Londres, aprovechó el descarte para hablar con su jefe y hacerle ver que si no lo necesitaban, lo mejor era dejar la empresa. “Para pronto me atajó e inclusive ofreció hablar con quien fuera para que me incluyeran en el grupo, y yo le dije que no era por el viaje, sino porque ya había tomado la determinación de irme”. Y otra vez los antecedentes de su trabajo y su responsabilidad a carta cabal le abrieron inmediatamente las puertas con José Ramón Fernández, quien lo llamó para integrarse a ESPN.
LA FAMILIA
Casado desde hace 33 años con María Eugenia González Casas, es padre de Roberto (32) y de Rodrigo (30). “Y si llego a noviembre, voy a ser abuelo”, recalca con una pícara sonrisa.
– Mi mujer me apoya mucho. Me conoció como futbolista y es increíble su comprensión y el impulso que me sigue dando para seguir en el medio, porque sabe que, además, de aquí comemos –y esboza de nuevo una sonrisa que encubre la malicia con la que trata de subrayar lo que no dice con las palabras pero quiere decir con el gesto–. No hay como la unidad con los tuyos, y a nosotros nos viene de familia porque en casa de María Eugenia y en la mía se respira es armonía que les hemos inculcado a los hijos, con quienes llevo una excelente relación y me siento muy identificado a pesar de no coincidir en muchas apreciaciones cuando vemos futbol en la televisión porque los dos son Rayados de corazón.
Con sus ojos chispeantes que denotan estar a gusto con el tema y su facilidad de palabra para explayarse, agrega:
– Es curioso que mis dos hijos se casaron hace poco con siete semanas de diferencia, pero no hubo más que adaptarse a las circunstancias porque así lo decidieron ellos. Y también es curioso que el más chico es el que nos va a hacer abuelos.
> ¿Y no es curioso que ninguno haya sido futbolista?
– Sí, es curioso, ¿verdad? Porque Rodrigo a lo más que aspiró es a ser basquetbolista pero no llegó a jugarlo profesionalmente.
OPINIÓN Y POLÉMICA
Roberto tiene plena conciencia de que el futbol profesional despierta pasiones y por eso debe partirse de la base de que nadie entre los comentaristas de los medios tiene toda la verdad, pero sí la convicción de defender su verdad. Por eso se disparan las opiniones de un extremo a otro. Y ante esta tesitura, lo mejor que él hace es decir lo que miró aunque haya quien lo juzgue un día partidario de un equipo y al otro, partidario del rival de ese equipo o de favorecer a equis colores por lo que expresó en un programa y al rato lo tachan de contradecirse porque criticó lo mal hecho por los jugadores enfundados en esos colores.
– Lo mejor es no tratar de quedar bien con nadie sino conmigo mismo y mi honestidad profesional. Ni hacer caso a directivos que, como el dueño del Pachuca Jesús Martínez, se molesta cuando señalo que no está bien que reciba dinero del erario estatal ni estoy de acuerdo con la multipropiedad y por tanto su equipo y el León quebrantan ese principio, igual que Puebla y Jaguares de Chiapas y ahora Morelia y Atlas.
> ¿Se presta para la transa o los amaños de partidos?
– Por lo menos levanta sospechas en algunos casos y creo que lo mejor es no poner en tela de dudas un resultado, aunque no es cosa de todos los días ni se da en todos los enfrentamientos entre sí. Sin embargo, sí creo que, por ejemplo, cuando un mismo dueño se da cuenta que puede perder 10 millones de dólares si su equipo desciende de categoría y le toca enfrentar al otro equipo del que es propietario, claro que va a defender su dinero y, conociendo como conozco a los directivos, en una circunstancia así, el posible afectado va a hacer todo para que gane el club que le represente la salvación de su negocio. Porque el futbol profesional es un negocio.
> ¿Problemas con entrenadores y jugadores?
– También los he tenido y me han borrado de sus listas muchos que se decían amigos o me escriben y llaman otros para reclamarme, como últimamente Tomás Boy, a quien no le pareció que dijera que lo mejor era que lo destituyeran como técnico del Cruz Azul por sus malos resultados. Pero quien defiende su verdad no debe doblegarse ni siquiera ante amenazas o insultos.
> Pero tiene su precio, Roberto.
– Claro que tiene su precio y hay que pagarlo. Pero te quedas tranquilo porque tú no eres porrista de un club sino comentarista de las incidencias en un partido o de las decisiones que afectan o benefician al futbol profesional y a los aficionados a este deporte así como de lo que se hace bien dentro o fuera de la cancha, sin invadir jamás la vida privada de los protagonistas. Tampoco tienes por qué convertirte en promotor para llevar gente a los estadios. Y ni siquiera cuando juega la Selección Mexicana hay que claudicar a ese principio y no se debe hacer caso a los que dicen “estamos en el mismo barco”. Nada de eso. El periodista no trabaja para ayudar a la Selección, pues no le corresponde. Para lo que está ahí es para narrar lo que ve, analizar lo que pasó y decir clara e imparcialmente lo que vio. En una palabra el comentarista deportivo debe decir o escribir lo que piensa, fundamentar lo que dice y destacar el aspecto positivo de un hecho o de un personaje para luego cuestionar lo negativo.
Otra postura de Roberto que causa polémica es negarse a aceptar que el público que asiste a los estadios debe apoyar a su club “en las buenas y en las malas”. Y más en las malas, cuando más se necesita, según la versión común.
– De ninguna manera. El aficionado que paga su boleto está en su derecho de exigir buenas actuaciones y mejores resultados y puede no apoyar a su equipo si no le cumple. Pero solamente en el futbol profesional se piensa lo contrario, porque no sé de un director de cine que le pida a los espectadores que aplaudan su película aunque esté muy mala, o un director de teatro tampoco tiene cara de recomendar su obra si sabe que no tiene la aprobación general. Imagínense que un novelista le dice a sus lectores: “Compren mi último libro, aunque no sirva”.
Crítico punzante y certero, no lo detiene ni siquiera la admiración por los logros de Hugo Sánchez y ha acuñado a costillas de él un término muy particular: “El Hugosíndrome”, que consiste en hablar de sí mismo en tercera persona para recrearse a sus anchas, y pide no caer en el “Hugocentrismo”.
DIRECTIVO, ¡NUNCA!
Como una aportación muy valiosa, el medio ha recibido los textos de Roberto referentes a la “Teoría del Círculo” para explicar cómo se ubica el crítico del futbol ante las audiencias, e igualmente su “Futbolario” y principalmente su “Decálogo del Periodista” (conocido también como “Decálogo Futbolero”) o sus frases y pensamientos, con el fin de elevar la cultura para que el que consume futbol no caiga en la mercadotecnia del negocio que inculca no pensar en otra cosa ni consumir otra cosa más que futbol.
Asimismo, vive recalcando su rechazo al fanatismo en el futbol que expresa en una ecuación: “A mayor pasión y menor educación se multiplica la agresión”. Lo ideal es el respeto a la rivalidad deportiva, porque se trata nada más de una competencia, para después saludarse y seguir siendo amigos como lo hacen (o lo deben hacer) los mismos futbolistas después de un partido.
– Que el mal resultado de un juego no pase de la desilusión y que el deseo de que tu equipo gane y el otro pierda no te lleve a la violencia y la intolerancia.
De modo que una personalidad así de definida ha llamado la atención a quienes le ven posibilidades de dirigente, como en 1994 el Rector de la Universidad Autónoma de Nuevo León, Manuel Silos Martínez, quien le ofreció el cargo de presidente del Club Tigres.
– Sí, sí he tenido también ofrecimientos, hace cinco años, del Ing. Alejandro Rodríguez, del mismo Club Tigres para integrarme a la directiva, y últimamente de Rayados de Monterrey. Pero no es mi vocación. Y por eso me apego a un silogismo que repaso casi a diario: “No me interesa ganar el doble y trabajar el triple haciendo lo que no me gusta ni la mitad”. Si aceptara me encerraría en una postura. Y a mí me gusta disfrutar el futbol sin ponerme una camiseta.
Finalmente Gómez Junco fijó su preferencia sobre los cuatro mejores jugadores del mundo: “Pelé, Maradona, Johan Cruyff y Messi”. Y aunque no vio jugar a Alfredo Distefano, por los videos que ha revisado, no le convence incluirlo como una figura a la altura de los cuatro citados, además de que le tocó una época de otra clase de futbol. Ahora se juega mejor que cuando lo jugaba el argentino naturalizado español.
– Sin embargo me parece muy simplista y subjetiva esa selección, y algo injusta, porque el futbol es colectivo y se toma en cuenta cómo juega y no sus logros. ¿Alguien que jugó cinco copas del mundo debe ser incluido entre los mejores? ¿O el brasileño Dunga por qué no está en la lista si fue dos veces campeón del mundo?
> ¿Y de México quién es el mejor?
– Sin duda alguna Cuauhtémoc Blanco. Puedo decir que es el más grande ridículo como político, ahora metido a alcalde de Cuernavaca, pero también debo subrayar que nadie llena sus zapatos a la hora de brillar en la cancha.
> ¿Hugo Sánchez no?
– Como futbolista tan completo como Cuauhtémoc, ¡no! Hugo Sánchez es el mejor rematador. Y no sólo de México sino del mundo. Nadie como él a la hora de los disparos a gol. Pero para levantar la admiración de cómo jugaba, nadie como el Cuau, según mi punto de vista.
En el cierre de la charla se transparenta la cultura de los libros en el cerebro de Gómez Junco. Y podría decirse que él mismo ya es un libro. Una antología, no de futbol sino de valores éticos alrededor del futbol para trascender en la vida. Y el colofón de ese libro está resumido en una frase: “Este hermoso deporte se ve más de lo que se practica”. Y otra cosa sería si de las canchas saltáramos a la educación de las masas para acabar con tanto fanatismo.