Son las 9:00 de la mañana y el letrero de “abierto” de los negocios ya luce impaciente por atraer clientes. El olor a comida de los bufetes se dispersa por los alrededores y los comercios de muebles, dulces típicos, artesanías y demás exponen sus mejores mercancías sobre las banquetas para llamar la atención de los visitantes o viajeros intermitentes, que para su fortuna, cada vez son más frecuentes.
Tras meses de vivir bajo es estigma de la inseguridad, la zona comercial de Los Cavazos en la carretera nacional ya muestra signos de reactivación: los comercios han comenzado a levantar nuevamente sus cortinas, la carretera vuelve a ser transitada y los paseantes cada vez son más.
Caminar por las banquetas del lugar es reencontrase con el ritual de las invitaciones que se avientan al aire cada cinco metros: “pásele al bufete”, “¿cuál le gusta?” o “¿en qué le podemos ayudar?” son las frases que a más de un año de ser calladas vuelven a gritarse a las parejas, familias o grupos de jóvenes que sonrientes pasean por el área que está recuperando su actividad.
Poco a poco los restaurantes comienzan a recuperar su clientelas y los negocios sus ventas, aunque por lo general sólo los fines de semana.
Así como en el sentido religioso, Semana Santa significó para Los Cavazos el renacimiento económico de una zona que estaba casi moribunda. En esas fechas, la sonrisa regresó al rostro de los comerciantes, cortesía del aforo de paseantes que mejoró casi un 70 por ciento, en comparación con los dos años anteriores, tal y como lo indicó Sergio Pérez, empleado de un local de comidas del lugar.
“En Semana Santa nos fue muy bien, en esas fechas repuntó la venta, vino mucha gente y desde entonces se ha mantenido”, comentó.
Y es que Semana Santa llegó para evidenciar lo que que todos los comerciantes de la zona esperaban con anhelo: los regiomontanos están recuperando paulatinamente la confianza de salir de paseo al sur de la ciudad y el resultado se puede apreciar en Los Cavazos, en donde los domingos después del mediodía el área se satura de paseantes locales y extranjeros.
“Los domingos no hay donde clavar una aguja, los sábados todavía están tranquilos, pero los domingos ya nos reponemos, con lo que sacamos el domingo reponemos lo de toda la semana. La gente platica que quieren salirse los fines de semana y que Los Cavazos son un muy buena opción”, dijo Blanca Rendón, locataria de un puesto de dulces típicos de la región y comida.
Su opinión que es compartida por su compañero Sergio Pérez, quien ve con agrado la mejoría en el aforo de paseantes.
“Al negocio le caben 100 personas y el domingo está lleno todo el día, se ve más gente que anda caminando porque hace años los domingos parecía que era un día entre semana porque no pasaba nadie”, comentó.
Autos van y vienen sobre la carretera nacional que está recuperando, a paso lento, pero seguro, la circulación de paseantes, misma que un día alimentó a las decenas de comerciantes del lugar y que hoy ven con ojos esperanzadores las buenas cifras que están reportando.
Sin embargo, el panorama favorable que viven desde hace apenas unos meses, dista mucho aún de aquellos -años mozos- en los que visitar Los Cavazos un fin de semana era toda un tradición para los regiomontanos; días en los que no se podía ni siquiera caminar por sus banquetas, debido a la cantidad de gente que se congregaba.
De acuerdo a los locatarios, aún falta tiempo para que la zona recobre ese dinamismo que un día la caracterizó, pero confían en que las condiciones mejorarán y los buenos recuerdos que un día impregnaron en el área se conviertan, otra vez, en realidad.
La postal que actualmente se visualiza en aquella comunidad de Santiago es una muy distinta a la que se dibujó a mediados de 2010 y casi todo 2011, cuando lo único que circulaba por el asfalto y el concreto era el silencio y el miedo, que daban muerte a los negocios por la falta de visitantes.
Doña Blanca Esthela Rendón Suárez es una sobreviviente de esa crisis de inseguridad que para los locatarios del área se conviritó en económica. Su negocio llamado Molienda El Edén que vende dulces típicos y comidas estuvo a punto de ser cerrada por la falta de clientes, pero lograron sortear la crisis.“Pensábamos en cerrar, decía mi esposo y mi hijo que si no se componía en cuatro o cinco meses íbamos a tener que cerrar porque eran pérdidas totales. En febrero y marzo estaba acabado todo aquí, no había gente, estaba solo. Muchos negocios cerraron, apenas ahorita están abriendo, unos todavía están cerrados, pero ya se ve como que van a abrir”, dijo doña Blanca.
Su historia es la misma a la de muchos en la zona, como la de Sergio Pérez, empleado de un local de comida del área, quien fue testigo del declive comercial de Los Cavazos.
“Más del 50 por ciento cerraron sus puertas, empezaron a cerrar de aquel lado todas las mueblerías y de este lado y aquí los restaurantes, había como 23 y ahorita quedan siete restaurantes”, dijo.
La carretera nacional se había convertido en uno de los focos rojos de inseguridad en el área metropolitana de Monterrey debido a la ola de asaltos, robos y enfrentamientos que ahí se registraron, por lo que el miedo a circularla pegó directamente a los comerciantes de Los Cavazos que se encuentran al ras de la vía.
Los hechos peligrosos orillaron a las autoridades estatales y federales a implementar operativos de seguridad en el área, que trajo consigo una bocanada de oxígeno para los comerciantes de la zona.
El 1 de diciembre de 2011, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) inauguró un punto fijo en Los Cavazos para reforzar la seguridad de la zona citrícola y las comunidades aledañas a la carretera nacional, hecho que de acuerdo a los comerciantes, fue el detonante para que los regiomontanos se aventuraran nuevamente a circular por la importante vía.
“Ya con la Sedena, pues la gente va a agarrando un poquito más de confianza y se animan a venir más, eso es lo que nos ha estado reponiendo”, expresó David Ortiz, empleado de un bufete de comida del lugar.
Además de los militares, la Policía Federal, Estatal y Fuerza Civil refuerzan los operativos en el área con recorridos constantes, lo que se tradujo a tranquilidad para los visitantes y locatarios.
Hoy el área vuelve a despertar, el ritmo del que un día presumió parece estarse activando y tanto los locatarios como los regiomontanos miran agradecidos que la seguridad haya regresado a la zona y con ella la convivencia familiar.
A DISFRUTAR DE LOS CAVAZOS
Hugo Ledezma es originario de Juárez, Nuevo León y junto a su esposa acostumbra a pasear los fines de semana por las cercanías de Monterrey. Uno de sus lugares favoritos es sin duda Los Cavazos, a donde llega un fin de semana cada mes para comprar algún detalle o simplemente comer, desde hace cinco años.
Sin embargo, como la mayoría de los regiomontanos, Hugo y su esposa abandonaron esta rutina un año atrás, cuando el temor a la violencia no les permitió volver.
“Unos meses anteriores dejamos de venir porque la inseguridad estaba más riesgosa, sentíamos algo de temor y como aquí la gente casi siempre trae dinero por lo mismo de que vienen a comprar, si dejamos de frecuentar Los Cavazos”, indicó Hugo.
Escasas fueron las veces en las que circularon por la carretera nacional con dirección a Linares y con tristeza observaron cómo el lugar había enmudecido: los negocios estaban cerrados, no había gente comprando y el bullicio del que un día presumió desapareció.
“Llegó un momento en el que los bufetes los llegaron a bajar hasta 20 o 30 pesos, pero seguían solos”, señaló.
Pero hace un par de meses, la joven pareja vio con agrado que la situación de Los Cavazos mejoraba, gracias a la presencia de más elementos de seguridad.
“Hasta hace poquito que empezó a entrar el ejército y los federales fue cuando ya agarramos más confianza para venir aquí. Nosotros hace como un mes vinimos a comer a la Presa y vimos más soldados”, expresó.
Tal situación les inspiró confianza y motivó a que su tradicional visita a la zona regresara a su estilo de vida.
Hoy ven con agrado que poco a poco el área va recuperando su esencia y aunque aún le falta por reponerse, les emociona el hecho de que pronto puedan disfrutar de aquellos añorados Cavazos que un día enamoraron a los regiomontanos.
“Sí ha cambiado bastante, hace años para esta hora, ya había mucha gente y ahorita está un poco más tranquilo, como que la gente apenas está comenzando a agarrar confianza. Los domingos como al mediodía es que está más lleno, pero más o menos, pero todavía no está como antes. Invitamos a todos los regios a que se animen a venir”, puntualizó el joven.