
En la explanada del comité de campaña ya se vivía el ambiente de fiesta. Aún no se filtraban los primeros resultados de las elecciones, pero los seguidores de César Garza Villarreal ya daban por un hecho que su “gallo” obtendría un triunfo contundente.
El escenario estaba listo, los músicos se paseaban nerviosamente y la gente, a las 19:00 horas del 1 de julio, empezaba a llenar el lugar. César Garza Villarreal, quien era candidato de la Coalición Compromiso por Nuevo León, no aparecía por ningún lado y eso incrementaba la ansiedad de su gente.
“¿Dónde está César? ¿Viene de rodillas o qué?”, se preguntaban algunos tratando de mitigar el nerviosismo.
Los televisores encendidos en las instalaciones del comité de campaña comenzaron a arrojar las primeras cifras. Garza Villarreal tenía una ligera ventaja sobre su más cercana rival, Judith Díaz, del PAN.
De pronto, el candidato llegó. Garza Villarreal venía acompañado de su esposa e hijo, de su coordinador de campaña, Tomás Montoya Díaz, y de la dirigente del PRI en Ciudad Guadalupe, Lucy Campos. Todos, afuera de la sala de prensa contenían la emoción, esperaban cualquier indicativo de que se proclamaría triunfador para echar a andar la fiesta.
Sin embargo, fue cauteloso y, aunque sabía que tenía ventaja, no quiso echar las campanas al vuelo. Pidió tiempo, dos horas más (eran las 20:30).
Entre ese momento y la hora de proclamar su triunfo, el tiempo voló. Súbitamente la voz de Tomás Montoya Díaz se escuchó a través de las bocinas y dijo lo que todos querían escuchar: “¡César Garza, alcalde electo de Ciudad Guadalupe!”. Estalló el júblio. Hubo porras, vivas, gritos y llanto.
Agobiado por el calor húmedo que prevalecía, emocionado, pero triste al mismo tiempo, Garza Villarreal subió al escenario junto a su mujer, Carmen Arredondo y su hijo César. Luego se les unió Epigmenio Garza Villarreal, secretario general del PRI en Guadalupe.
Todas las emociones que manifestó estaban justificadas. Feliz por su victoria y por el regreso del PRI a Los Pinos, pero triste por la derrota de compañeros de partido que aspiraban a otros puestos de elección.
“Soy irremediable e irreversiblemente triunfador en las elecciones para alcalde de Ciudad Guadalupe”, expresó ante más de 400 personas. “Por un lado es evidente y contundente a nivel nacional que el próximo Presidente de México será Enrique Peña Nieto. El primer motivo de alegría es que después de 12 años el PRI regresa a Los Pinos.
“Pero tenemos que reconocer que en el ámbito metropolitano nuestro partido, el PRI, no obtuvo los resultados que esperábamos. Aunque en municipios como Monterrey y Santa Catarina teníamos fundadas esperanzas de obtener una victoria se ha reconocido la desventaja por parte de mis compañeros candidatos”, añadió Garza Villarreal en alusión a Felipe Enríquez e Irma Adriana Garza, ex candidatos a las alcaldías de esos municipios.
Indicó que su triunfo fue producto de un trabajo arduo y constante, sin embargo, no fue esto lo que emocionó a sus partidarios, lo que verdaderamente encendió los ánimos de la multitud fue el cierre de su discurso: “A partir de este momento seremos la fuerza de la gente. Vamos a crear un gobierno que hará historia”.
Bajó del escenario dispuesto a dirigirse a sus oficinas, pero cientos de personas le impidieron el paso, querían saludarlo, felicitarlo y abrazarlo.
Pasaron los minutos y Garza Villarreal apenas avanzó unos minutos. Era el equivalente político a una estrella de la música o de televisión, casi como un ídolo.
“Va a tardar, le gusta quedarse hasta que atiende a la última persona… va para largo… para muuuuy largo”, dijo una persona de su equipo de campaña.
Tenía razón, casi 50 minutos después, el alcalde electo de Guadalupe todavía estaba rodeado de gente. ¿Y él?, feliz.
El virtual nuevo alcalde de Guadalupe añadió que hasta las 22:28 horas de anoche tenía una ventaja de más de 12 mil votos sobre sus contrincantes después de haberse contabilizado más del 40 por ciento de las actas.
Tras el mensaje de Garza Villarreal, la fiesta estuvo amenizada por grupos musicales como La Banda Carrillera, además se ofrecieron antojitos mexicanos, tamales, dulces y aguas frescas.