Al igual que los vehículos que manejan, “el vocho”, que nació en la Segunda Guerra Mundial esquivando cañonazos y balas, estos choferes sin concesión ahora navegan por las calles más populares de Monterrey y su área metropolitana sorteando pendientes, callejones y baches.
Cuando los taxistas se aferran a no subir a las calles más populosas de colonias enclavadas en las faldas de algún cerro o loma, es cuando la oportunidad llega para los taxistas piratas, mismos que son una bendición, como aseguran algunos de los usuarios.
Si bien es cierto que trabajan a la sombra de la irregularidad, también lo es que son la única opción para los habitantes de esas colonias conflictivas y poco accesibles, donde el transporte público no llega y los taxistas regulados no quieren dar servicio.
Los llaman taxis piratas y son quienes aceptan el reto de maltratar sus vehículos -comúnmente ‘vochos’ o Tsurus- en calles accidentadas, llenas de pozos y cubiertas de agua, sin importar que constantemente tengan que invertir en algunas refacciones.
Por ese servicio que dan a la comunidad, los mismos vecinos los han defendido en reiteradas ocasiones, cuando el personal de la Agencia Estatal del Transporte llega a querer quitarles sus unidades.
En la base de Los Arcos del fraccionamiento Lomas de San Roque en Guadalupe, hay un grupo de taxistas con 28 ‘escarabajos’, todos del mismo color, que son un ejemplo de servicio.
Lo mismo que en el sitio Pájaros Azules, en donde hay casi 200 Volkswagen Sedán subiendo y bajando el cerro, haciendo que la calle parezca un camino de hormigas.
José Luis, uno de los líderes en la base Los Arcos, platicó que, aunque una parte de la población está en contra de ellos, de quienes realmente les importa la opinión es de las personas que los utilizan todos los días para subir o bajar de la Nueva Almaguer.
“La gente nos conoce como los taxis piratas y es la verdad, pero no es algo que nos moleste porque también es un trabajo honrado que saca del apuro a miles de personas que viven en las partes altas de los cerros”, indicó.
A tal grado es la aceptación de la gente, que cuando las autoridades realizan algún operativo en contra de los taxistas sin licencia especial, los vecinos se unen para defenderlos y evitar que los vehículos sean recogidos.
El 30 de marzo del 2015, José Luis estaba esperando pasaje en la base Los Arcos, cuando de repente llegaron elementos de la Agencia Estatal de Transporte, acompañados por policías y operadores de grúas, para decomisar los ‘vochos’.
La resistencia de los operadores llegó hasta los ojos de los vecinos que se encontraban en un mercado rodante sobre la lateral de Eloy Cavazos, y los usuarios no dudaron en unirse a la oposición.
Primero lo hicieron con el diálogo, pero como los elementos estatales se aferraban a cumplir con su trabajo, fue cuando las señoras de la tercera edad invadieron los ‘vochos’ y se treparon sobre los estribos y el cofre, nadie iba a pasar por encima de ellas.
“Una abuelita en silla de ruedas, con ayuda de sus nietos, se metió a un carro, decidida a irse al corralón y permanecer ahí el tiempo que fuera necesario”, recordó.
Así se originó una revuelta que finalmente terminó para beneficio de los taxistas piratas, pues los vecinos lograron ahuyentar a los agentes del transporte, junto a los policías, que nada pudieron hacer contra la población enardecida.
“La gente nos conoce y nos quiere, porque somos los únicos que los llevamos a sus casas.
“Habrá algunos taxistas que sí suben, pero son muy contados, te podría asegurar que de todos los que dan servicio sólo el uno por ciento se atreve a subir”, apuntó.
Ya sea por temor a ser víctimas de la delincuencia o por no querer dañar sus unidades, los taxistas regularizados no quieren proporcionar el servicio en calles de barrios bravos.
El costo para subir hasta las últimas calles -en las partes más altas- ronda entre los 25 y 35 pesos según la zona y la distancia, pero también hay servicios de hasta 15 pesos que se puede hacer menor si las personas comparten el auto.
Para ir al mandado, por niños a la escuela, evitar la fatiga de caminar cuesta arriba o hasta para ir a surtir el gas, los ‘vochos’ de Los Arcos están disponibles desde las 5:00 hasta las 23:00 horas.
Claro que en los casos especiales aumenta el precio, pues son varias vueltas las que tienen que dar los conductores.
“No creas que sólo damos servicio para subir a las personas a sus casas, también nos hablan para ir por los niños a la escuela, surtir el gas y hasta para llevar a los perros al veterinario”, detalló.
En el ajetreo diario no todo es bueno, pues con las calles en malas condiciones, aunado a la antigüedad de los automóviles, las piezas que más se dañan son las de la suspensión y los frenos.
“Mínimo cada seis meses tenemos que dar mantenimiento en suspensión y frenos, comprar bujes, brazos, balatas, tambores o amortiguadores.
“Hay compañeros que se las ven más difícil y ellos de plano le meten mano hasta que truenan sus unidades, no pueden invertir en mantenimiento preventivo”, platicó.
Los cascarones de los ‘vochos’ es en lo que menos tienen que preocuparse, quienes tienen dinero extra le meten a la pintura y el chasis, pero si no, los escarabajos de cualquier manera trabajan como unos “burritos”.
10 litros de gasolina rinden para producir hasta unos 600 pesos, esto quiere decir que por cada 200 que invierten en el combustible recuperan la inversión y la ganancia es de poco más de 400.
“En fin de semana es cuando hay más trabajo, porque es cuando las personas aprovechan para ir al mandado o simplemente salen a pasear.
“Entre semana nuestro pasaje comúnmente son las personas mayores que ya se cansan para caminar o les pesa subir cargadas de bolsas; los fines son las familias completas”, explicó.
En viernes, sábado y domingo los conductores no se dan abasto, y casi al momento que llegan a la base, ya los están regresando a la parte alta; sin embargo, el resto de la semana tienen que esperar hasta media hora para poder llevar a una persona.
A pesar de ello, no todo es tiempo muerto, porque cuando el trabajo está tranquilo, los choferes aprovechan para cocinar en la vía pública y degustar sus alimentos, antojando a los transeúntes del lugar.
Sólo basta con que alguien haga la ‘cooperacha’ y se lance a comprar lo necesario para hacer discada, mojarras fritas o cualquier otro antojo de los ruleteros.
“Algún compañero se trae un disco o parrilla y aquí hacemos botana, no creas que todos los días, sólo cuando hay un billetillo extra o celebramos algún cumpleaños”, comentó.
Cuando no hay excusa de una reunión o simplemente se quieren quitar el frío, juntan leña y hacen una fogata que rodean mientras cuentan chistes o recuerdan anécdotas, como la de sus compañeros caídos a causa de la delincuencia.
Y es que el 10 de abril de 2012, cuando imperaba el crimen organizado en Monterrey y el área metropolitana, tres de sus compañeros fueron ejecutados por una banda de criminales.
“Ese día no me tocó estar aquí, pero ya iban varios días que nos pedían cuotas y nosotros no queríamos darles dinero.
“De repente llegaron unos hombres y abrieron fuego contra los compañeros, algunos alcanzaron a correr y otros quedaron tirados en el suelo”, recordó.
Don Lolo, Ramón Salazar y Rubén Guerrero, fueron a quienes alcanzaron las balas ese 10 de abril y quedaron tendidos sobre el camellón de la calle Lomas de San Roque.
En su memoria hay tres altares que adornan con flores y veladoras en cada aniversario luctuoso o Día de Muertos.
“Lamentablemente por algunas personas la llevamos todos, algunos nos catalogan como parte de la delincuencia, pero te aseguro que aquí todos somos honrados y lo único que ofrecemos es un servicio que muy pocos quieren dar”, enfatizó.
Llegó la competencia
El pasado 30 de enero, el gobierno del Estado, a través de la Agencia Estatal de Transporte, lanzó una convocatoria para que personas de entre 30 y 65 años puedan adquirir mototaxis, transporte al cual denominaron Trans-Barrio.
El comunicado no causó incertidumbre entre los operadores de taxis irregulares, pues aseguran que el medio de transporte no es tan efectivo como sus vehículos, donde pueden llevar varios pasajeros con maletas y bolsas.
El titular de le dependencia, Jorge Longoria, explicó que entregarán mil unidades para dar servicio en zonas de difícil acceso y que el precio del viaje se estima en cinco pesos por persona.
Aunque es más económico que la asistencia que ofrecen los conductores irregulares, la diferencia es que en las motocicletas sólo pueden viajar hasta tres personas, sin equipaje o bolsas de mandado.
Longoria detalló que la oportunidad de autoempleo es para las personas que vivan en los sectores en donde se ofrezca el servicio, mismo que no se propagará a otras colonias, pues crearán cuencas territoriales, proporcionando traslados en un solo punto.
Tal y como ya se lleva a cabo en algunos sitios de taxis piratas, los usuarios podrán ponerse en contacto con los conductores del Trans-Barrio y solicitar los viajes desde el domicilio.
Las personas preautorizadas contarán con crédito directo de una financiera para la adquisición de la unidad, que incluirá seguro de daños a terceros.
Los requisitos para los nuevos conductores son: no tener concesión de taxi, comprobante de domicilio no mayor a tres meses, constancia de residencia certificada e identificación oficial vigente.
Una vez reuniendo esos documentos, los interesados tendrán que acudir a la Agencia Estatal de Transporte, en donde tendrán que aprobar un certificado médico, tramitar la licencia especial y acreditar un curso para operar el Trans-Barrio.
Aunado a la convocatoria del gobierno estatal, está la posible regulación que planean gestionar los legisladores, encabezados por José Luis Garza Ochoa, quien fungía como presidente de la Comisión de Transporte en el Congreso.
Aunque ahorita el diputado local cuenta con una licencia para su reelección en el mismo cargo, entrando de nuevo en funciones -si es que eso sucede- pretende modificar la ley de transporte, para que se tenga que regular a los taxistas piratas.
Al cuestionar a los taxistas sobre las medidas que se implementarán, sólo respondieron que esperan que el trabajo se lo den a ellos o al menos dejen elegir a las personas sobre qué servicio desean utilizar.
De lo contrario se prepararían para una guerra con el gobierno para defender su única fuente de ingresos, que no afecta a los taxistas regulares, pues ellos sólo ofrecen servicio en ciertos sectores y no salen a las grandes avenidas.
“Si nos van a entregar las motos a nosotros estaría muy bien, pero si nos van a quitar nuestro trabajo, ahí es donde empezará el problema”, sentenció.
Ahora los conductores trabajarán con la incertidumbre de no saber hasta cuándo terminará el viaje por esas calles de concreto o terracería y ya comienzan a idear de qué manera sostendrán a sus familias.