Minutos después de las 16:00 horas del jueves 25 de agosto, Héctor Lomelí recibió una llamada que lo desconcertó: el Casino Royale de San Jerónimo fue atacado y como consecuencia un gran indendio estaba consumiendo el lugar.
La noticia del suceso en sí ya era escalofriante, pero tuvo una mayor preocupación cuando Héctor recordó que su madre, Nora Elia Ortegón de Lomelí, acostumbraba a distraerse cada jueves en esa casa de juegos, antes de continuar con sus labores del hogar.
“Yo me imaginaba que ella estaba en el casino, los jueves durante la tarde acostumbraba a jugar un poco al casino, mientras le daba la hora para que ella realizara ciertos pendientes, entonces, aprovechó ese tiempo y ya esperábamos nosotros que ella estuviera ahí, debido a que cuando iba a los casinos ese era el de su preferencia”, indicó Héctor, quien es el hijo mayor.
Fue en ese momento que la familia Lomelí Ortegón comenzó a vivir los momentos más angustiantes de su vida, por no saber el paradero de su madre. Héctor y su padre acudieron inmediatamente al lugar del siniestro para poder obtener alguna informción, pero aún no era posible.
“Son momentos muy angustiantes de mucha incertidumbre, no necesariamente tristes en ese momento, pero sí muy angustiantes, la falta de información, la falta de flujo de información mata, mata a uno por dentro y se siente muy feo”, mencionó con serenidad Héctor.
Los minutos corrían, las horas se hacían largas y nadie les informaba sobre su familiar. La búsqueda se extendió a los alrededores del casino, en clínicas y finalizó en el Hospital Universitario, cuando una lista de nombres de personas rescatadas sin vida les fue mostrada.
“Desde el acontecimiento llegamos al hospital y ellos tenían ahí una lista de gente que había sido identificada, afortunadamente persons muy allegadas a mí tuvieron acceso por medio de una investigación a esas listas, ellos me informan, minutos después yo estoy corroborando esa lista y probablemente minutos después llega mi papá y logramos hacer una identificación por medio de fotografías”, comentó el joven.
El nombre de su madre Nora apareció en el segundo renglón de la lista, por lo que una corriente de sentimientos los inundó, por un lado la tristeza de saber que su madre había perecido en el fatal incendio, pero por otro, una ligera tranquilidad por finalmente haberla localizado.
“El encontrarla, el saber en dónde estaba, el saber y punto. El simple hecho de saber en dónde está, independientemente del estado, la condición y demás, es muy tranquilizante, el saber que estaba ahí fue muy tranquilizante; al mismo tiempo, sí entristece mucho, pero hay muchas situaciones en las que las familias no lograban dar con sus seres queridos y eso es lo más frustrante de todo”, comentó el hijo.
Aquel fatídico jueves, Héctor no tuvo la oportunidad de ver a su madre, sólo logró escuchar su voz cuando se despidió de casa.
Aún así, el rostro de este joven se muestra tranquilo, al igual que el de su padre y dos hermanas. En el fondo existe la tristeza e indignación, pero no se dejarán vencer porque finalmente era toda una guerrera, una mujer llena de vida que siempre predicó con el ejemplo su gran filosofía, que era “vive tu vida y vive tu día como si fuera el último porque no sabes si realmente lo va a ser”, esa sabiduría es la que los ha mantenidos de pie, aunque en ocasiones el dolor se apodere de su pensamiento.
“Creo que las enseñanzas de ella para toda la familia fue esa, siempre estar fuertes y es ahorita una frase de mucho apoyo para mí en lo personal. No hay marcha atrás, le doy gracias a Dios porque ya la tiene con él y porque nos ha regalado un angelito más que nos está cuidando”, mencionó con una sonrisa Héctor.
Y es que Nora era una mujer que amaba la vida y divertirse. Irónicamente su futuro fue truncado en uno de los lugares que durante mucho tiempo le dieron grandes momentos de alegría.
“A mi mamá le gustaba divertirse, casino, cenas, salir. Ella vivía en la calle, era una persona muy social, era una persona muy alegre, era una persona que siempre tenía algo que hacer, no soportaba estar encerrada y siempre tenía con quién salir a divertirse, ya sea en un restaurante, en un café, en una merienda, inclusive en los casinos. Qué suerte que tuvo la oportunidad de que se nos haya escapada divirtiéndose en lo que a ella le gusta”, indicó el hijo.
Su carisma y forma de ser la llevaron a cosechar gran cantidad de amistades, mismas que con una frase de aliento acompañaron a la familia Loemlí Ortegón a las Capillas del Carmen, a dar el último adiós a ese ser que en vida fue una excepcionl madre, esposa, hermana e hija.
“Era my sociable, muy directa, muy honesta y por lo mismo la gente le encontraba el aprecio porque nunca iba a guardar rencores, nunca iba a guardar comentarios, todo lo iba a hacer saber y era una persona muy especial que poco a poco fue tocando a mucha gente”, comentó bajo un rostro de satisfacción el hijo mayor.
El perder a un familiar querido, es un golpe duro que siempre resulta difícil de asimilar, pero cuando en vida se expresó cada sentimiento, cada emoción y se difrutó cada segundo, la muerte sólo viene a convertirse en una etapa más, así es como la familia Lomelí Ortegón ha tomado con filosofía el deceso de Nora Elia, ese ser que no se fue, sino que simplemente se adelantó en el camino. v