
Myriam Eugenia Fraire Villarreal enfrenta no solamente el prejuicio de una sociedad que no aprueba el lesbianismo: también debe luchar contra instituciones oficiales que le dieron la custodia de sus dos hijos a su esposo, “y todo por que soy lesbiana”, asegura.
Además, vive con el temor de perder la custodia de su tercer hijo, nacido fuera de su matrimonio, pues a pesar de llevar 3 años separada de su esposo, éste se niega a darle el divorcio.
La joven madre de familia asegura que Dalia Piña, delegada del DIF Capullos (institución estatal encargada de evitar el abuso contra menores), le dijo que por su relación amorosa con otra mujer no le iban a dar la custodia de sus dos hijos.
“La delegada me dijo: ‘¿en qué cabeza cabe? ¿cómo se le ocurre que le vamos a dar a usted los niños? A los niños les va a causar un fuerte conflicto tener dos mamás, ¿cómo les van a decir que dos mujeres los hicieron?’, y desde entonces no he hablado otra vez con ella, no me toma las llamadas”, explicó Myriam.
Actualmente, la mujer vive en el municipio conurbado de Apodaca con su pareja y con su tercer hijo, Angelito, quien nació en octubre de 2008 y aún no está inscrito en el Registro Civil porque su aún marido, José Luis de la Rosa Jaramillo, la amenazó con quitarle la custodia en cuanto lo registre.
“Mi matrimonio nunca estuvo bien cimentado y después de varias separaciones finalmente abandoné a mi marido. Me llevé a mis hijos, Ricardo y Sara (actualmente de 8 y 6 años de edad), pero cuando él se enteró de que yo estaba viviendo con otra mujer decidió quitármelos”, cuenta Myriam.
La relación con José Luis nunca fue fácil. Se casaron jóvenes (ella tenía 17 años) y él sabía de la bisexualidad de Myriam, “pero yo te voy a ayudar a que te cures”, le dijo. Él no tenía estudios y ella cursó una carrera técnica pero se las arreglaron para salir adelante.
“Teníamos problemas como todas las parejas pero ahí la llevábamos. Lo malo fue cuando su mamá (Sara Jaramillo Marín) se empezó a meter en nuestro matrimonio, porque ella lo manipula y él se empieza a portar muy diferente conmigo cuando está ella”, recuerda la joven ama de casa que vivía en el municipio de San Nicolás.
Al año de casados tuvieron la primera separación; Myriam se decidió a dejar la casa cuando José Luis la golpeó estando embarazada y le ocasionó un aborto. Enamorada, lo perdonó y entre peleas y reconciliaciones procrearon a Sara y a Neftalí (actualmente de 8 y 6 años) y se fueron a vivir al municipio Ciénega de Flores, donde ella empezó a trabajar como policía. En otra de sus peleas, José Luis la acusó ante Capullos de dejar solos a sus hijos, golpearlos y beber y drogarse con desconocidos en su casa.
“Me inventó lo peor que pudo y en marzo de 2006 el personal de DIF Capullos fue por los niños para hacerles exámenes. El expediente es el 559/06 y luego de seis horas de revisarlos me los regresaron porque vieron que no tenían nada malo”, recuerda Myriam.
DESPRESTIGIO
A partir de entonces, la estrategia de José Luis de la Rosa fue desprestigiar a su mujer levantando denuncias en su contra. El 31 de marzo de 2006, cuando el DIF Capullos determinó que era infundada la acusación en su contra, la madre de familia no imaginaba que era apenas el inicio de un camino largo y agotador.
En mayo de 2007 su marido volvió a acusarla de abandonar a los menores y en la dependencia estatal volvieron a desestimar la acusación, pero los cónyuges llegaron a un acuerdo: él tendría a los niños el fin de semana a cambio de mil 280 pesos mensuales como pensión.
Myriam ganaba mil 250 pesos semanales como policía, con horarios de 12 horas de trabajo por 12 de descanso, y José Luis no trabajaba… pero contaba con el apoyo de su madre.
Al segundo fin de semana, el hombre se quedó con los niños y desde entonces no le permite a Myriam verlos, por lo que ella puso una demanda por sustracción de menores que no ha prosperado porque el matrimonio sigue vigente.
Fue cuando Dalia Piña, delegada del DIF Capullos, le dijo que por tener una relación amorosa con otra mujer la custodia de los hijos sería para su esposo y su suegra. Fue un 5 de agosto, día del cumpleaños de Myriam.
En 2008 la madre de familia tenía ya un año sin ver a sus niños pero eso no impidió que José Luis de la Rosa la volviera a acusar de golpearlos, según consta en la demanda 1797/2008 levantada en el Centro de Desarrollo Comunitario (Cedeco) del municipio de San Nicolás. Tampoco procedió.
En febrero de 2010 otra denuncia, la 2201/10 interpuesta ante la Agencia de delitos Sexuales y Violencia Familiar de la Policía Ministerial, De la Rosa acusó a Myriam de abusar de su hija, que en ese entonces contaba con 5 años de edad.
Y aunque la delegada del Primer Escritorio de Delito Sexuales determinó la falsedad de la acusación, Myriam recuerda la experiencia con lágrimas en los ojos. Más que haber sido acusada, le dolió ver a su pequeña en ese ambiente, sometida a exámenes para determinar si había sufrido abuso sexual y constatar que le estaban causando un daño psicológico innecesario.
TEME POR SU OTRO HIJO
Myriam Eugenia Fraire Villarreal ha acudido a diversas instancias y en ninguna ha obtenido ayuda. Apesadumbrada, hay veces que se resigna a no tener la custodia de sus hijos y se conforma con que la dejen verlos.
“Tengo una demanda en el Cedeco, me atendió el defensor público Roberto Javier Villalba pero no ha avanzado nada el caso. También fui al Instituto Estatal de las Mujeres en 2009, ahí me atendió Jonathan Martínez y primero me apoyaron pero después me dieron largas y ya no pasó nada”, cuenta la madre.
Desde hace más de un año, el padre de los pequeños se los llevó del domicilio de su madre en San Nicolás, a un lugar que Myriam desconoce y su angustia crece porque Ricardo, el menor, estaba en un tratamiento para el corazón que seguía en el Hospital Universitario gracias a un apoyo de Cáritas que ella consiguió.
“Y estoy segura de que no lo están llevando al doctor y él tiene que tomar unas pastillas para el corazón y un spray porque su estado es delicado, así me dijo su cardiólogo, el doctor Esteban Luis Reyes Cerezo”.
Otro temor se suma a las preocupaciones de la joven: su esposo la amenazó con quitarle la custodia de su tercer hijo, Angelito, si llega a registrarlo.
“Seguimos casados porque él me pone una demanda de divorcio y cuando va avanzando la retira y luego la vuelve a poner y así me trae. Ahora me dijo que si yo registro a Angelito con sus apellidos me lo va a quitar y lo va a dar en adopción porque tiene coraje porque el niño no es suyo. Y no puedo registrarlo a mi nombre porque no estamos divorciados”.
El pequeño tiene casi tres años y el único documento con que cuenta es la cartilla de vacunación, “y eso porque se la sacamos por debajo del agua, pero el acta de nacimiento no ha procedido”, explicó su madre.
Ahora, Myriam ya no sabe qué esperar. Lo que quería era criar a sus dos hijos y alejarse de la mala vida que le daba su esposo, pero terminó perdiendo a los pequeños e imposibilitada para darle al menor una situación legal estable.