Jesús Alcocer Gómez, José Ángel Reyna y Juan Carlos Zuazua son los nombres de aquellos rescatistas que de la noche a la mañana se convirtieron en un rayo de esperanza para la comunidad japonesa que aún no puede mitigar el dolor que les causa los más de 11 mil muertos y poco menos de 20 mil desaparecidos ocasionados por el temblor y tsunami.
Ellos son los elementos de Protección Civil del estado que hace apenas unas semanas viajaron a Japón como parte de la delegación mexicana de rescatistas.
Si algo caracteriza a los mexicanos es su espíritu de solidaridad que siempre sale a relucir en los momentos de mayor adversidad y esta ocasión no fue la excepción. Por tal motivo, a pocas horas de haberlos convocado, los tres rescatistas tomaron un vuelo con destino a Narita, Japón.
“Fuimos convocados cinco elementos por el comandante Jorge Camacho y teníamos que estar en el aeropuerto de México a la una de la tarde, fue una cosa rápida. En lo que nosotros íbamos por algunas cosas a nuestras casas el resto del personal cargó el equipo”, mencionó el comandante operativo, Jesús Alcocer.
Dos de los cinco elementos convocados tuvieron problemas para viajar, por lo que sólo tres se embarcaron en este reto que tenía como objetivo principal rescatar el mayor número de personas con vida.
La noticia de su viaje fue repentina, pero eso no importó, ya que en su mente los elementos contaban con las habilidades para ayudar y en su corazón el deseo de hacerlo.
“Nos dio gusto de que fuéramos convocados para ir a apoyar a un país tan lejano. Miedo no sentimos porque estamos capacitados. Sí teníamos nostalgia de dejar a la familia porque sabíamos que íbamos, pero no sabíamos cuándo regresábamos”, comentó Jesús Alcocer.
“Fue más que nada gusto el ir a representar a Nuevo León, ir a representar a México, ir a ayudar a nuestros hermanos japoneses, fue una satisfacción muy grande de que el comandante nos haya elegido a nosotros para poder participar en la ayudas de rescate que hicimos allá”, dijo José Ángel Reyna, comandante operativo de Protección Civil Nuevo León.
Junto a ellos viajaron 500 kilos de equipo de rescate que incluía: canastilla, generadores de luz, plantas de luz, reflectores, planta hidráulica, rompedora de concreto, gatos mecánicos, escalera y herramienta diversa, todo lo necesario para desempeñar su labor.
Sin embargo, al llegar a Sendai, la capital de la prefectura de Miyagi, el equipo se percató de que no sería una labor sencilla, que el panorama de destrucción era bastante desalentador.
“La impresión fue grande, no era lo que nosotros íbamos maquilando en el camino. La realidad era otra, era peor”, dijo Jesús Alcocer.
“Nosotros traíamos el reto de tratar de salvar el mayor número de vidas posibles, pero al ver la escena de que estaba totalmente devastada fue un poco desalentador para nosotros porque prácticamente pensamos que no íbamos a encontrar personas con vida”, comentó Ángel Reyna.
A las maniobras de rescate se le sumaron el accidentado relieve de la región, así como la nieve y las bajas temperaturas que descendían hasta los 14 grados bajo cero.
No obstante, poniendo en práctica lo aprendido en el curso denominado “Búsqueda y Rescate en Equipos Colapsados (BREC)”, estos tres rescatistas lograron recuperar entre 16 y 20 cuerpos.
Aunque la intención del equipo era quedarse cerca de dos semanas, las condiciones riesgosas originadas por el escape de radiación de las plantas nucleares, obligó a que se pidiera que los cuerpos de rescate regresaran a sus países de origen.
Por tal motivo, inmediatamente los tres neoloneses y los ocho mexicanos restantes de la delegación regresaron al país, en donde fueron recibidos como héroes.
“Pues fue un honor el reconocimiento que nos dio el gobierno del estado. Mis amigos están muy contentos de que pertenezca a esta corporación” indicó Juan Carlos Zuazua.
Pero el reconocimiento no sólo lo recibieron por parte de los mexicanos, las muestras de afecto de la comunidad japonesa fue dada dentro y fuera de territorio nipón, en donde con un “arigato” agradecían a los rescatistas su colaboración.
Japón significó todo un reto para Jorge, Ángel y Juan, quienes a pesar de ya haber atravesado por situaciones complicadas, nunca se habían enfrentado a una de esta magnitud.
La reciente experiencia les dejó un gran aprendizaje, pero sobre todo un gran entusiasmo para continuar apoyando a quien lo necesite.
“Fue una experiencia muy grande, no había visto un desastre de esta magnitud y trabajar con diferentes grupos de rescatistas nacionales e internacionales me dio mucho. Sí, pienso seguir colaborando cuando se requiera”, puntualizó Juan.
La naturaleza se encargó de enviar un mensaje a la humanidad a través de Japón: no hay nada ni nadie que la pueda detener. Sin embargo, la comunidad nipona ha hecho lo propio y hoy se ha convertido en todo un ejemplo de fortaleza y organización.
Ya una vez el país demostró que puede levantarse ante la adversidad y llegar a ser una potencia mundial; esta vez no será la excepción.