
por Víctor Gómez.
Desde sus inicios, el periodismo ha sido parte primordial de la sociedad como memoria del pasado, registro del presente y esbozo del futuro.
Un papel fundamental de esta tarea ha sido forjado por mujeres, quienes comenzaron a figurar en este campo como impresoras de folletos y hojas informativas, heredando el oficio de sus esposos.
En este ámbito, durante mucho tiempo el trabajo de las mujeres permaneció en el anonimato ya que era común encontrar análisis o criticas amparadas bajo un seudónimo.
En un primer acercamiento a la prensa regiomontana, ellas han sobresalido en diferentes ámbitos. Desde reporteras de la nota roja, conductoras y cronistas de prensa, radio y televisión, así como en géneros de opinión.
Myriam de León, una de las primeras reporteras y conductoras en la historia de la televisión en el Estado, es un ejemplo claro de la capacidad emprendedora del género femenino en el ejercicio de este oficio.
Entre fotos y reconocimientos puestos sobre la mesa de su casa, esta comunicadora evoca sus inicios y su trabajo posterior en programas de interés humano.
“Conocí al ingeniero Américo Urrial Villarreal, y bueno me ofreció un lugar en el canal. Fui la primera mujer reportera, tiempo después tuve un programa donde hablamos de lo mejor de la persona”, indicó la periodista.
Encaminada a temas sociales, esta yucateca consiguió su licencia de locutora y aprovechó la oportunidad de ser una de las pioneras en los noticieros en lo que hoy es Televisa Monterrey.
“Para obtener mi licencia de locución me preparé, estudié idiomas, leyes de la comunicación y presente el examen en la ciudad de México. Antes para entrar a algún medio de comunicación se tenía que estar muy bien preparado”, mencionó Myriam.
Y es que el trabajo de las primeras mujeres en diversos canales frente a las cámaras consistía sólo en leer la nota, sin hacer algún tipo de valoración o comentario.
“Nosotras nos presentábamos de la forma más natural como fuera posible, sin mucho maquillaje, pues la reina del programa era la noticia, no tanto los conductores” continuó.
“Ahora vemos todo lo contrario y aunque me alegra que la mujer ya tenga un buen lugar en los noticieros locales, son ellas quienes acaparan las pantallas de los principales programas”, comentó De León, también activista social.
Otra mujer que ha roto paradigmas en la participación en el espacio público a través de la prensa, por ser una de las primeras en reportear en la sección policiaca desde los 90, es Dora Irene Rivera.
“En Tribuna de Monterrey inicié como practicante cuando aún estaba en la facultad, después llegó una oportunidad, cuando había solo un reportero que cubría la nota roja”, dijo la reportera.
Acostumbrada a estar en la sala de redacción de Tribuna Monterrey, desaparecido diario local, nunca imaginó sus inicios en una secciones poco ocupada por las mujeres hace 20 años.
“Cubrir la fuente (policiaca) es muy fuerte, antes no tanto como ahora, pues las condiciones han cambiado mucho. Además yo no estaba acostumbrada, nunca me imaginé cubriendo accidentes”, comentó Irene Rivera.
Reportear la nota roja y desplazarse a bordo de las patrullas de la Policía Estatal era poco común y más para una mujer. Ahora, el clima de inseguridad ha empeorado drásticamente las condiciones de trabajo, dijo la comunicadora.
“Lo más fuerte que podía encontrar en esos tiempos, era un muerto por riña. Con decirte que los reporteros viajábamos en las unidades de la policía pública del Estado para andar detrás de la nota”, señaló Dora Irene Rivera.
Desde su trinchera crítica, Rosaura Barahona ha sobresalido entre las páginas de opinión de diferentes diarios locales. Inició en la década de los 60 en el diario interno del Tecnológico de Monterrey, Panorama.
“Inicié en el Tec de Monterrey, ahí había un periódico interno que se llamaba Panorama, posteriormente se abrió El Diario, ahora Milenio, y me invitaron a colaborar”, dijo la articulista.
Su labor como periodista se remonta hace 50 años, como docente, pues dice, ha representado una parte importante en su trayectoria.
“Con certeza te puedo decir que es la actividad que más me ha gustado, ser docente es fundamental y en mi vida, y si volviera a vivir volvería a ser maestra”, indicó Barahona.
Catedrática también y con vocación por el periodismo, Hermila Martell fue una de las primeras reporteras que ingresó a El Porvenir en los 70. Allí descubrió su pasión por la cultura y el arte.
“Mi experiencia en la cátedra fue de 25 años en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la autónoma, me llena el saber que puedo dar conocimiento a muchísimos jóvenes”, continuó.
“Yo misma he aprendido muchos de ellos, todos a cualquier edad encontramos ventanitas de conocimiento, creo que voy a morir abriendo ventanas y aprendiendo”, comentó Marttell.
En sus inicios como reportera, una de las barreras con las que se encontró, fueron las políticas poco flexibles de la empresa, pues la labor de las mujeres sólo se limitaba a los horarios de oficina o cubrir notas en sociales y cultura.
“Las mujeres en ese tiempo eran cronistas, no reporteras, pues al dueño del periódico no le gustaba que las mujeres anduvieran en la calle a ciertas horas de la noche, por eso mismo sólo cubríamos social o cultura”, dijo la catedrática.
La diferencias entre el quehacer periodístico de ayer y hoy, son contrastantes, y sin embargo la ética profesional debe ser la misma a pesar del contexto, sugiere.
“Yo creo que el periodismo en su raíz siempre ha tenido mucho de ética, mucho de respeto y amor al prójimo. Creo que debemos rescatar ese periodismo, que en sus cimientos estén en la ética”, indicó Myriam de León.
Es por eso que para Hermila Martell, trasmitir sus conocimientos ya sea en la cátedra o a través de una nota es de suma importancia en el periodismo.
“La prensa nos abre un abanico de posibilidades, el periodismo es fundamental para que la comunidad aprenda, crezcan y nosotros también con ellos”, dijo la periodista.
Quienes están en activo, ya sea en la nota diaria como Dora Irene o colaborando en prensa como Rosaura Barahona saben que la responsabilidad con el público televidente o lector es de correspondencia.
“A míw mucha gente me dice que por qué no doy talleres de cómo escribir correctamente, pues tienen como referencia mis artículos, pero yo les digo, escribes con el corazón y la visión del mundo, hay que sentir lo que se escribe”, dijo Rosaura.
Todas en diferentes áreas, pero siempre con la finalidad de formar e informar a la sociedad del acontecer diario, estas mujeres llevan el sello distintivo del quehacer periodístico y la satisfacción de haber servido.
“En cualquier lado, en particular en el ejercicio del periodismo aportamos muchas cosas porque tenemos una percepción y una sensibilidad distinta de las cosas, creo que hombres y mujeres somos complementarios”, comentó Rosaura Barahona.
Después de haber dejado las aulas y la sala de redacción, el periodismo he dejado a Hermila una enseñanza de vida.
“Me ha dejado enseñanza de hablar con la verdad con objetividad sin rodeos sin adjetivos, y ver así la vida, a través de la verdad”, indicó Martell.
Por su parte, Dora Irene dice que su labor periodística deja una experiencia distinta al final del día y la satisfacción de informar.
“Al final de cada día me deja la gran satisfacción de informar, tengo la fortuna de estar aquí y eso te va dejando más admiración, no de la gente, sino de ti misma, por lo que haces”, comentó la reportera.
De la misma manera, a Miriam le queda el orgullo de haber servido a la sociedad regiomontana y ser una de las primeras en las pantallas de televisión.
“En aquellos tiempos muchas de mi grupo no se realizaron y en mi caso fue muy bonito saber que los medios de comunicación se abrían a las mujeres, creo que las mujeres somos comunicadoras por naturaleza”, comentó Myriam de León.
Estas mujeres que iniciaron su formación desde la práctica del oficio o bien en la docencia, han ido configurando la imagen en esta profesión: La imagen de la mujer periodista.