
Después de dejar atrás la polémica y las dudas sobre sus fallidas fundaciones, Monterrey se ha afianzado en la fecha del 20 de septiembre de 1596 como la de su inicio por los caminos de la historia, al ser validado el dato que consagra a don Diego de Montemayor como el personaje que logró el establecimiento definitivo en esta tierra de las primeras 12 familias llegadas de Saltillo.
Sin embargo, a pesar de su longevidad, la ciudad permaneció olvidada al no contar con algún atractivo que diera lugar a una evolución acelerada, pues San Luis Potosí, Zacatecas, Monclova y Saltillo tenían mayor importancia.
De hecho, al hacer una revisión de la huella arquitectónica de nuestros antepasados, apenas pueden tomarse en cuenta la Catedral, el Obispado, el edificio del que fuera el Colegio Civil así como el antiguo Palacio Municipal (hoy Museo Metropolitano de Monterrey) y el edificio del Banco Mercantil. La razón es que el verdadero crecimiento de la urbe regiomontana tuvo como detonador una serie de acontecimientos casi a mitad del siglo XIX, ya que el censo a principios de 1800 señalaba que había aquí 6 mil habitantes que apenas sabían leer y escribir, pues fue el 2 de julio de 1803 cuando ocurrió la tardía creación de la primera escuela pública y gratuita, y en 1808 la primera escuela particular no confesional.
La condición marginal de la región hizo también que hasta el 15 de diciembre de 1777 ocurriera la erección de la Diócesis de Linares, base de lo que más tarde sería la Arquidiócesis de Monterrey, y en 1793 se fundara el Seminario de Monterrey.
Cada suceso que logró el despertar de Monterrey en el siglo XIX merece un estudio aparte, por su significativa huella en el devenir de la ciudad, pero en este espacio nos concretaremos a hacer una breve referencia de algunos de ellos, resumiendo datos de las fuentes documentales más importantes que nos han heredado los principales historiadores, y probando que no sólo es un factor el que debe tomarse en cuenta sino la concatenación de los siguientes factores cuando se habla de Monterrey y su crecimiento.
1.- Después de la Independencia de México, a la que tanto contribuyó uno de sus hijos, Fray Servando Teresa de Mier, fue firmada el 27 de septiembre de 1821 e hizo que el Nuevo Reino de León, con su reestructuración jurídica, dejara atrás su modorra política e iniciara el movimiento social que elevaría el nivel educativo paulatinamente, logrando la autorización de las clases de Derecho y Jurisprudencia en el Seminario de Monterrey, a partir de 1824. También la primera imprenta que trajo en 1817 el Padre Mier y otras modestas herramientas de éstas harían florecer los primeros medios impresos, empezando por la Gaceta Constitucional el 3 de agosto de 1826, y El Antagonista el 10 de marzo de 1831.
2.- La labor incuestionable del Dr. José Eleuterio González “Gonzalitos”, desde su llegada a Monterrey el 18 de diciembre de 1833, representó el nacimiento del humanismo en esta tierra y el florecimiento de la ciencia y de la historia, ya que en enero de 1835 sentó las bases, con cuatro alumnos, para la cátedra de farmacia, al no contar la región con farmacéuticos, de modo que al graduarse tras cuatro años de estudio, fueron repartidos en el noreste del país: Saltillo, Ciudad Victoria y Linares, quedándose uno para atender la botica del hospital en Monterrey.
3.- La invasión norteamericana en 1846 facilitó el intercambio de prácticas culturales cuya influencia posterior fue in crescendo por la admiración que suscitaba un país que explotaba ya los beneficios de la Revolución Industrial y estaba consolidando su plan expansionista con un liderazgo mundial visible en lo económico, político y militar.
4.- La separación independentista del estado confederado de Texas de México dejó a los 18 mil 759 habitantes regiomontanos muy cerca de la frontera de un país primermundista, e incitó o animó a su posterior desmembramiento interterritorial: Villa de Santiago, Allende, San Pedro Garza García, Santa Catarina, etc.
5.- La antigua Villa del Refugio, bautizada en 1828 como Matamoros en honor de don Mariano, el luchador por la independencia de México al lado de Morelos, vivió la apertura como puerto desde 1920 y cambió radicalmente después de que fue declarada región de comercio internacional o zona de libre comercio en 1858. Y por ser la única puerta de importaciones y exportaciones para y de los Estados Confederados de América durante la Guerra Civil en Norteamérica (de 1861 a 1865), ese beneficio se hizo extensivo también para Monterrey.
6.- Después de la fundación de la fábrica de hilados y tejidos La Fama en 1854, por don Pedro Calderón, don Gregorio Zambrano, don Manuel María de Llano y don Valentín Rivero, floreció el comercio en el gobierno de Santiago Vidaurri, de 1855 a 1864, en medio de la confusión que produjo la lucha por el poder en México, pues varios extranjeros adinerados vinieron a invertir sus capitales en Monterrey, aprovechando la cercanía con Texas, entre ellos el irlandés Patricio Milmo O’Dowl, uno de los terratenientes más acaudalados de la ciudad.
7.- Otro factor de superación se centró en la creación del Colegio Civil, el cual comenzó sus actividades el 15 de octubre de 1859 para la enseñanza de alumnos de secundaria y preparatoria, que entonces se denominaban latinidad y filosofía. También se integró la carrera de Jurisprudencia y enseguida a este Colegio se le agregó la Escuela de Medicina, permaneciendo juntas ambas instituciones durante 18 años, hasta el 12 de diciembre de 1877, pues, al separarse, la Escuela de Medicina se estableció en el Hospital Civil. Y otra vez la figura de Gonzalitos es sobresaliente en este impulso cultural de la urbe.
8.- La guerra fratricida de La Reforma enfrentó a las autoridades civiles y religiosas, pero además Nuevo León sufrió la pérdida de territorios y a su gobernador Santiago Vidaurri por su encono contra el Presidente Benito Juárez, en 1864, en tanto que la invasión francesa y el imperio de Maximiliano (1864-1867) sembraron la incertidumbre por la inestabilidad política en el país y la adhesión de varios hombres relevantes de aquí a la causa del emperador.
9.- Ya con el despegue económico en puerta y tras el nacimiento de El Blanqueo (1870), una industria blanqueadora de telas en La Fama, así como la fábrica de hilados El Porvenir en Villa de Santiago (1871), La Leona Textil (1874) en San Pedro Garza García y la fábrica de casimires La Fronteriza (1877) se consolidó el espíritu comercial con el establecimiento de la Casa Milmo y de un banco, aprovechando la infraestructura que le vino a dar a partir de 1882 la luz eléctrica y la introducción de las líneas telefónicas y el telégrafo, además del tendido de las primeras vías ferroviarias.
10.- Ese año de 1882 es clave en el crecimiento de la ciudad, pues con la llegada del ferrocarril ésta empezó a toda velocidad con su vocación industrial, según el historiador Isidro Vizcaya Canales (1917-2005) en su libro Los Orígenes de la Industrialización de Monterrey (1867-1920). Asimismo, en sus apuntes Monterrey 1882, crónica de un año memorable, el investigador señala por qué ese año fue contundente y determinante para la ciudad que vio trastocado su rostro y su vida cotidiana a partir del silbato de las máquinas del tren en enero de 1882.
Monterrey era una ciudad chiquita y silenciosa hasta entonces, con 41 mil 145 habitantes. El área propiamente urbana se extendía unas 10 cuadras de sur a norte hasta la calle de Silvestre Aramberri, y como 15 cuadras de oriente a poniente hasta el templo de La Purísima.
La ciudad contaba con 10 escuelas primarias públicas, cinco para varones y otras tantas para mujeres.
LA CERVECERÍA
Mención especial han merecido siempre la Cervecería Cuauhtémoc y la Fundidora de Fierro y Acero como símbolo del desarrollo industrial de Monterrey, pero éste no se hubiera explicado sin la llegada del ferrocarril en enero de 1882 y los antecedentes referidos en esta síntesis histórica.
Tampoco hubiera sido posible sin la visión política del enviado del presidente Porfirio Díaz a Nuevo León, en 1885, es decir, el general Bernardo Reyes, y del entonces gobernador Lázaro Garza Ayala quien expidió un decreto de exención de impuestos y donación de terrenos a las fábricas de nueva creación en la metrópoli, y que en 1888 refrendó en 1890 el General Reyes ya como gobernante en el Estado.
Fue así como hombres de empresa y comerciantes detonaron el rumbo que habría de tomar la ciudad regiomontana. Uno de ellos, don José Calderón Penilla (Monterrey 1843-1889), tenía un almacén de abarrotes en el centro de la ciudad y de inmediato le compró a don Lorenzo Garza Treviño la única fábrica de hielo que existía aquí para iniciar en la calle Diego de Montemayor la fabricación local y venta de cerveza, en sociedad con don Isaac Garza, al mismo tiempo que continuaron la distribución de la cerveza Schanider, de St. Louis Missouri.
Finalmente don José Calderón Penilla creó la Cervecería León en 1886 y fue a St. Louis Missouri a contratar a don José María Schnaider para la fabricación del producto, teniendo como socios a don Isaac Garza y a don José A. Muguerza Crespo, hermano de su esposa doña Francisca, con quien había contraído matrimonio el 1 de agosto de 1876. Y al llegar el norteamericano a establecerse en Monterrey en 1889 el grupo planeó crear otra planta cervecera.
Pero al morir sorpresivamente don José Calderón Penilla el 25 de marzo de 1899, a los 46 años de edad, su viuda, doña Francisca Muguerza Crespo, heredó la famosa Casa Calderón que funcionó con gran prestigio por casi medio siglo. Y de inmediato apoyó a su hermano don José A. Muguerza Crespo y a don Isaac Garza, para contar con el apoyo de don Francisco Sada Gómez y emprender la fundación de una planta cervecera que les había propuesto don José María Schnaider. Y así fue como nació la Cervecería Cuauhtémoc el 8 de noviembre de 1890, en el centro de Monterrey, con la mira puesta en utilizar pronto los amplios terrenos en donde hoy sigue operando al amanecer el nuevo siglo.