En la última década del siglo XIX nació un barrio en las faldas de la Loma Larga -en Monterrey- al que llamaron San Luisito, pues la mayoría de sus habitantes provenían de municipios como Matehuala, Charcas, Venados y Real de Catorce; en 1910 adquirió el nombre de Independencia, por el centenario de la emancipación de México, y hoy sus habitantes están en pie de lucha, pues una parte está a punto de desaparecer por el llamado proyecto de Interconexión.
“Desde el río hasta la loma / las casitas se amontonan / como espuma en mi cerveza”, cita una canción que interpretaba la Tropa Colombiana, un conjunto de músicos del género vallenato.
El tema, titulado Mi colonia Independencia, resalta el modo de vivir y la bravura de uno de los primeros sectores habitacionales del Monterrey industrial, surgido en 1890.
La Independencia es una de las colonias más emblemáticas de la Sultana del Norte, reconocida por su populismo y por ser de las más conflictivas del área metropolitana.
Sin embargo, en ella también habitaron los primeros obreros, quienes con esfuerzo y honestidad impulsaron el desarrollo de la ciudad de Monterrey, para posteriormente heredar su patrimonio a hijos y nietos.
En la parte alta de la loma hay cientos de familias que no cuentan con escrituras del terreno en el que habitan, pero tienen un derecho de posesión otorgado por gobiernos anteriores.
Ahora, ese amontonamiento de casas -como dice la canción-, está a punto de desaparecer con el proyecto Interconexión de Monterrey-San Pedro, que pretende unir la Macroplaza con la zona Valle Oriente del municipio más rico de México.
Las autoridades han manifestado la viabilidad de la obra y aseguran que sólo es cuestión de tiempo para que se lleve a cabo, pero los vecinos de la “Indepe” -como muchos la conocen- no están dispuestos a entregar sus viviendas.
“Mi barrio no está en venta”, es la consigna que lanzan los vecinos del sector cada vez que tienen junta para organizar la resistencia que tratará de impedir el paso de las máquinas y los trascabos.
Ellos no están dispuestos a dejar sus hogares para darle paso a la modernidad y la infraestructura urbana.
Aunque no hay un diseño definido de la interconexión, pues aún se encuentra en un anteproyecto y las autoridades no han llegado a un acuerdo con los vecinos, se cree que lo más viable es la conectividad por medio de un metrocable.
Para que lo anterior sea posible, se tendrían que ampliar dos vialidades: las calles Nuevo León y la San Luis Potosí, que son las más factibles para el acceso a San Pedro.
Además, en la parte superior de la loma, de la calle Jalisco a la Nuevo León, alrededor de 45 familias serían desalojadas para rebajar el cerro.
LA OBRA
El secretario de Obras Públicas de Monterrey, Javier Sánchez Sánchez, aseguró que la obra forma parte de un plan maestro de interconexión entre la capital de Nuevo León y San Pedro que se formuló desde hace más de 40 años.
Anticipa que habrá un momento en que haya cuatro conexiones a través de la loma; el primero fue el rebaje del cerro para conectar Gonzalitos y Gómez Morín, el segundo fue el túnel de la Loma Larga, el tercero sería la interconexión de la Macroplaza con Valle Oriente.
Y el último -pero no menos importante-, sería la conexión a través de Cuauhtémoc y José María Pino Suárez, proyecto que rondaría los 12 mil millones de pesos.
La intención de las autoridades es buscar un desfogue para vialidades como Venustiano Carranza y Gonzalitos, arterias que cada vez se vuelven más complicadas, además de regenerar el área habitacional de la Independencia.
“Consideramos que a través de esta interconexión pueda haber un impacto importante en la regeneración de la Independencia, por eso hemos insistido que lejos de afectarles, les va a beneficiar considerablemente”, precisó Sánchez Sánchez.
El secretario de Obras Públicas aseguró que tanto en las calles San Luis como Nuevo León, no habrá reducciones en los terrenos pero que sí dejarán la vía completamente despejada para que se habiliten los tres carriles de circulación.
En la parte superior se haría un rebaje al cerro, dejando una pendiente poco significativa para el paso adecuado del transporte público y de servicios.
Además, se contempla la creación de un mirador y establecimientos comerciales, así como la reactivación del proyecto Cruz y Luz, un monumento gigante en la cúspide de la loma como nuevo ícono de la ciudad.
La conexión iría acompañada con un proyecto de movilidad en ambos municipios, por parte de Monterrey se analiza la conexión con avenidas como Cuauhtémoc y José María Pino Suárez, así como el transbordo del metro -en Padre Mier- a otro transporte público.
En la zona de Valle Oriente se contempla la distribución de personas a través del transporte público y evitar el uso del coche, ya que actualmente San Pedro recibe unos 250 mil vehículos diarios que no son de ese municipio.
La interconexión daría un flujo de entre 15 mil y 17 mil vehículos por hora, lo que representaría un desfogue para vialidades como Gonzalitos y Venustiano Carranza, sobre todo en “horas pico”.
El costo total de la obra rondaría los mil 200 millones de pesos, con aportaciones repartidas entre los dos municipios involucrados y el Estado.
A DEFENDER EL BARRIO
Se habla de que los municipios repartirán 20 millones de pesos entre 45 familias y demás afectados que pudieran resultar de alguna adecuación; sin embargo, los colonos aseguran que nadie les ha hecho un ofrecimiento formal.
Si los 20 millones sólo se repartieran entre las 45 familias, a cada una le tocarían unos 440 mil pesos, sin considerar que no todas las casas tienen la misma construcción y dimensión de terrenos.
Pese a la cantidad, que podría ser cuantiosa para algunos y para otros una miseria, las personas se niegan a dejar sus hogares, esos que les han dado calor en los días más gélidos.
El secretario de Obras Públicas de Monterrey dijo que aun a los posesionarios se les contempla para asignarles viviendas con escrituras en otros fraccionamientos, pero la gente se niega a abandonar su pedazo de tierra.
“Mi barrio no está en venta”, es lo que la mayoría de los vecinos de “Tanques” responden cada vez que son cuestionados sobre si están dispuestos a abandonar sus casas para dar paso a la modernidad y la infraestructura.
Yolanda Ramos Arias, vecina que habita en San Luis y Lago de Pátzcuaro, aún recuerda las historias de su abuelo de cómo fue que se pobló aquella loma, en donde sólo había arbustos y gran cantidad de magueyes.
“Aquí hay toda una historia que no puede terminar así como así, nos dicen que no nos afectará en nada, pero sabemos que nuestros políticos no hablan con la verdad”, expresó.
Con pancartas en mano, más de cien vecinos se han pronunciado en contra del proyecto, primero en el multimodal de Zaragoza y luego en la calle Castelar, a escasos metros de la Basílica de Guadalupe.
Entre las consignas advierten que nadie de los habitantes se va de la zona, y exigen respeto al hogar que les heredaron sus padres.
“La colonia Independencia es un barrio histórico, el único mencionado en el corrido de Monterrey; exigimos respeto a nuestro barrio, a nuestro hogar”, es la frase que va acompañada con la imagen del puente San Luisito, mejor conocido como el Puente del Papa.
En la última junta, donde se reunieron con gente del gobierno del Estado sin llegar a un acuerdo, asistieron más de 140 personas que denunciaron la colusión de los jueces de barrio con las autoridades.
“Otra de las cosas que no permitiremos es que derrumben la secundaria número dos, Jesús M. Montemayor, pues es la segunda que se construyó a nivel estatal y es parte de nosotros”, acentuó Yolanda Ramos.
Mientras que Bertha Rojas, quien tiene más de 45 años viviendo en Tanques de Guadalupe, aseguró que tendrán que sacarlos por la fuerza o derrumbar sus viviendas con ellos dentro.
LA HISTORIA SE REPITE
Era el año de 1985, empezaba la administración del entonces alcalde Luis Marcelino Farías Martínez, cuando se anunciaba la extensión de la Macroplaza hacia la colonia Independencia.
Entonces, Asención Bocardo Gaitán, mejor conocido como “Don Chon”, tenía un negocio próspero de carnes y abarrotes, el más popular de la zona, un negocio que había hecho crecer a un costado del extinto arroyo El Indio.
Cuando escuchó la noticia de que la Macroplaza se extendería hasta las faldas de la Loma Larga, sobrevino una tragedia que hasta el día de hoy recuerdan sus vecinos.
“Mi abuelo trabajó arduamente para tener todo esto -la carnicería Santa Fe-, y cuando el alcalde Farías anunció el proyecto, le dio un infarto fulminante”, recordó su nieto José Asención Galavís Bocardo, “Don Chon” segundo.
Ahora “Don Chon” se resiste a abandonar su hogar y negocio, aquel por el que trabajó tanto su abuelo y por el que hasta entregó la vida.
“Dicen que esto es para regenerar el área y que sea más atractivo para los inversionistas, pero lo que deberían de hacer es arreglar la seguridad y verán como todo será más productivo”, dijo “Don Chon”.
Otra de las inconformidades es que al retirar los vehículos de las puertas de sus hogares, serán blanco de la delincuencia con mayor facilidad.
“Nos dicen que nos van a poner un estacionamiento para nuestros carros, pero ¿quién se encargará de cuidarlos?, si así son comunes los cristalazos en frente de nuestras casas, imagínate en un estacionamiento alejado, les van a poner buffet a los rateros”, renegó.
También se opone a que Nuevo León y San Luis sean convertidas en calles de alto flujo vehicular pues, con el tránsito veloz, considera que las ventas se desplomarán de manera considerable.
“La gente no va a bajar a menos de 50 kilómetros por hora, eso te lo puedo asegurar, y eso nos va a pegar en la economía porque la gente ya no se podrá parar a consumir en la tienda”, auguró.
Los comerciantes que año con año se instalan en los alrededores de la Basílica también prevén que sus negocios se vayan en declive.
ASI FUE CON EL TUNEL
Sentado en una silla desplegable con una bocina a un costado, en la que se escuchan cumbias de Los Corraleros de Majagual, es como Armando Arizpe González pasa las tardes, contemplando la vialidad de Venustiano Carranza.
Desde hace siete años se sienta bajo la sombra de una manta y con un vaso de agua a escuchar la música colombiana, que considera clásica y folklórica; otros días se va con sus amigos a recordar la vida de antaño.
“Cuando tenía ocho años llegué a este lugar, mi padre vendió un terreno que tenía en la Independencia y nos vinimos aquí”, recuerda con precisión.
Era el año de 1952 cuando recorría por primera vez las calles de las denominadas Nuevas Colonias, pues eran barrios recién fundados en otro punto de la Loma Larga.
Así creció, entre el populismo y la vida de parranda; entonces vivía en un tejabán de madera con lámina, junto a sus padres y hermanos. Luego cambiarían esas falsas paredes por las de concreto, pero a costa de abrir paso a la infraestructura vial.
“Aquí había dos cuadras, estábamos nosotros y más arriba los posesionarios; fue un ‘despapaye’ porque nadie quería dejar sus casas, ya teníamos más de 40 años viviendo en este lugar”, comentó.
Las autoridades ya tenían un plan de interconexión entre Monterrey y San Pedro, la primera obra fue la conexión de Gonzalitos y Gómez Morín, y aunque la segunda era el túnel, en principio estaba planeado para continuar con Cuauhtémoc y José María Pino Suárez a San Pedro.
Sin embargo, la afectación social hubiese sido mayor que el despojo de las familias de la calle Venustiano Carranza.
“Nadie quería dejar sus casas, los vecinos se oponían, pero al final los obligaron a vender; a nosotros nos quitaron 12 metros del frente y nos dieron 50 mil pesos, con eso construimos la casa”, platicó.
Aunque constantemente tenían reuniones para pronunciarse en contra del proyecto, los vecinos no lograron convencer a los gobernantes y finalmente el 20 de agosto de 1998 fue inaugurada la obra.
“Ahora sólo nos queda el ruido de los autos, la contaminación y una carpeta asfáltica que aumenta el calor en esta zona; parece que no, pero sí se siente más caliente”, dijo.
La historia se repetirá en los próximos meses con los vecinos de la Independencia, quienes se niegan a abandonar sus hogares, pero que finalmente, asegura Armando, tendrán que doblar las manitas para que la obra se lleve a cabo.
“A los gobernantes no les importa nada, ellos los van a sacar sólo porque pueden, esto ya tiene muchos años y más adelante van a sacar a los que viven entre Colima y Tlaxcala, donde piensan hacer otro túnel”, auguró.