A Cinthya Mayté Velasco Martínez su enfermedad no sólo le trajo sinsabores, sino también beneficios. De amplia sonrisa y tierno mirar, la jovencita de 15 años de edad cuenta que gracias al mal detectado en agosto 2008, su familia se hizo más unida.
Las peleas con sus hermanas, una mayor y otra menor, eran constantes; sin embargo, cuando comenzaron a vivir con ella las complicaciones de su osteosarcoma nacido en su fémur de la pierna derecha, el acercamiento entre ellas fue inminente.
“Con mi familia sí cambió pero como que para bien, por que antes cuando todavía no me pasaba nada yo peleaba mucho con mis hermanas, ya cuando me diagnosticaron nos llevábamos mejor y platicábamos más, con mi mamá empecé a platicar más y todo, por que esperábamos las consultas”, afirma sin dejar de sonreír.
Aunque Sandra Martínez, su mamá, aún tiene muy presentes las dificultades y complicaciones que tuvieron que vivir para salir adelante de esta enfermedad.
“Al principio bastante por que me dijeron muchas cosas, mi mamá acababa de fallecer en mayo, y luego en agosto pasa esto y pues a mi otra hija la saqué de la prepa. Batallamos en acomodarnos, pero pues ya está estudiando la otra niña”, señaló la madre de familia.
Las primeras manifestaciones de este mal fueron durante el mes de agosto de 2008, un dolor repentino hizo que en poco tiempo ya no pudiera apoyar la pierna, después vino una protuberancia en su extremidad que registraba una temperatura más alta que el resto del cuerpo.
Las radiografías, los estudios no tardaron en llegar, hasta que una biopsia finalmente dio el diagnóstico de osteosarcoma. Tras una operación realizada en junio de 2009 y 14 sesiones de quimioterapia, los doctores le han asegurado que está limpia de la enfermedad desde el mes de febrero del presente año.
Actualmente, su tratamiento únicamente contempla un espaciador, mismo que ayudará a que dentro de un año exista la posibilidad de colocar una prótesis que le permita caminar de manera normal, ya que ahorita no puede flexional su pierna.
El tiempo para llegar a este favorecedor diagnóstico no sólo trastocó el día a día de Cinthya Mayté y su madre, sino que también sus hermanas tuvieron que cambiar el ritmo de vida.
La jefa de familia se ganaba la vida vendiendo en los mercados, tras la detección de la enfermedad de Cinthya cada vez era menos el tiempo que tenía libre para poder dedicarlo a esta actividad; sin embargo, los gastos en el hogar no esperaban, por lo que su hija mayor tuvo que salir al quite en la venta.
Debido a esto, tuvo que dejar sus estudios de preparatoria para también dedicarse a cuidar a la más pequeña de sus hermanas, mientras su madre se concentraba en la salud de Cinthya.
Aunque esta situación cobró factura, doña Sandra admite que los celos entre sus hijas comenzaron a fluir, pero el apoyo de los especialistas de Amanec influyeron en que esto no pasara a mayores. Además, el ánimo que Cinthya Mayté traía consigo le ayudó a contagiar a los suyos, incluso minimizando lo grave de su enfermedad.
“Lo más difícil es aceptar que es cáncer lo que tiene, pero pues ella me ha dicho que hay que tomar las cosas positivamente, ella misma dice ‘estoy bien, no tengo nada’.
“Al principio yo era muy negativa, le decía pues va a pasar lo peor, me decían que le iban a amputar su pierna, y era lo que más me dolía, no por tener una hija sin pierna, sino por que ella se me podía decaer”, aseguró.
Pero las ganas de salir adelante de Mayté quedaron comprobadas cuando ni siquiera en los momentos más difíciles de su enfermedad quiso dejar sus estudios de secundaria. Doña Sandra recuerda que por momentos al verla débil, le sugería dejar la escuela si se le complicaba, pero ella hizo el esfuerzo por cumplir con esa obligación.
Aunque admite que los dos primeros años de educación simplemente pasó, cuenta con orgullo que este tercer grado se le ha facilitado mucho el estudio, por lo que hasta llegó a pensar que “algo le estaban inyectando en el hospital”.
El proceso y superación de su enfermedad no sólo le dejó una familia más unida, la quinceañera admite que esto también le hizo crecer en su manera de pensar, ya que al convivir con sus compañeros de escuela, se ha dado cuenta que la madurez ha llegado a ella.
Los movimientos de la jovencita son lentos al caminar, apoyada en sus muletas avanza poco a poco, pero esto no es impedimento para que deje de sonreír a cada paso. De esta forma comprueba que este padecimiento más que tristezas, dejó alegrías y enseñanzas en su vida. Con el apoyo de padrinos ya está lista para festejar por sus 15 años de vida en el mes de noviembre, además de que será este mismo mes cuando se cumpla una de sus sueños: ir hasta la Basílica de Guadalupe a dar gracias por la recuperación de su enfermedad.