Todos los pueblos del mundo tienen historias que los identifican como es el caso de Ciudad Juárez, Nuevo León, mejor conocida como “la capital del tamal”, y doña Teresita Salinas es precursora en esta tradición tan mexicana.
Con más de 50 años de experiencia, tiene en sus manos el poder de atraer a los visitantes a su negocio ubicado en la calle Arturo B. de la Garza 104 oriente. esquina con Emilio Carranza, en el centro de Juárez.
Aunque afuera haya dos o cuatro grados centígrados, el calor que se siente en el establecimiento llena las almas de los presentes al disfrutar de los tamales acompañados por un sabroso champurrado, café, canela o incluso con agua de sabores, dando un toque hogareño.
En Juárez hay mucha competencia, sin embargo, doña Teresita asegura que su negocio es el que inició con la tradición, pues su mamá comenzó a vender desde hace medio siglo.
La historia comenzó cuando debido a una crisis económica llegaron del campo, donde cultivaban maiz, para ofrecer los tamales.
“Mi abuelita vendía chorizo hace mucho, mucho tiempo y le daba la cabeza del cerdo a mi mamá, para que aprovechara e hiciera tamales; yo tenía 18 años cuando me enseñé, no es difícil siempre y cuando te guste.
“Pasaron los años y me casé, entonces puse un negocio afuera de mi casa donde duré alrededor de 15 años, le ofrecía a toda la gente que pasaba por el lugar, unos compraban otros no y era muy difícil porque no alcanzaba para mantener a mis cinco hijos.
“Vendía poquito, nada comparado las ventas de ahora, y la docena estaba en cuatro pesos y mi mamá dejó de trabajar, no-sotros la manteníamos, con el tiempo optamos por poner el negocio en la casa.
“Me acuerdo que un día un señor me dijo, ´señora, ¿me da la prueba?´, le dije sí, cómo no, y él me respondió: ‘señora, sus tamales están muy buenos, déme todos los que tenga’”, recordó.
Doña Teresita tiene pocos años sin hacer tamales debido a que su edad ya no se lo permite, pues cuenta con 71 años; sin embargo, asegura haber pasado su receta (dijo entre risas), ahora atiende muy amablemente el negocio al estar en las cajas registradoras.
“Ya estoy viuda, pero cuento con este negocio que es de mi propiedad y mis hijos son los que me ayudan, porque todos trabajamos unidos para echarlo a andar, la gente siempre ha confiado en mi mano.
“Digamos que mis tamales son ‘la carta del municipio, anteriormente sí los hacía, ahora pasé la receta también por el auge que tuvo y ocupamos más gente quien amasara la masa, quien ponga la carne en el tamal’”, comentó doña Teresita, quien vive en la zona centro de Juárez.
En el establecimiento se puede apreciar de todo: glorias, pan de Bustamante, dulces de tres leches, carne seca y las vaporeras con tamales: de puerco, frijoles, pollo, entre otros, donde la docena cuesta 50 pesos; además vende el típico tamal borracho que tiene un costo de 20 pesos.
“Es un tamal más gordito, lleva la mitad patita del puerco, más carne y una raja de chile. Se venden todos los tamales, pero a la gente le encanta más el tamal de queso con frijol y chile piquín, en una palabra todos los tamales están muy buenos”, dijo.
El negocio se encuentra rodeado por otros establecimientos similares, ya que de un lado se encuentran Tamales 3 Hermanos (que es propiedad de su hermano Guadalupe) y del otro Tamales Salinas, (de su otro hermano Jesús Salinas) enfrente se puede observar un restaurante y a dos cuadras Tamales Tía Chole.
Además mantiene su local muy a doc con las fiestas navideñas, porque cuenta con piñatas pequeñas que le dan un toque especial.
Su empresa antes era conocida como Tamales Teresita Salinas, pero por motivos de competencia el nombre tuvo que ser cambiado hace cinco años a sólo Tamales Teresita, ya que su hermano Jesús Salinas tiene un negocio llamado Tamales Salinas.
El producto se reparte en todos los HEB del Estado, además cuentan con sucursales una en Apodaca y Cumbres, las cuales son abastecidas con 25 botes diarios de 250 piezas, procedentes de la matriz ubicada en el municipio de Juárez, en la cual se producen 50 mil tamales diarios y en diciembre la producción se incrementa a 80 mil.
Actualmente una de sus hijas sigue con la tradición de vender tamales, aunque no los produce, su mamá es quien se los vende al negocio Tamales Anita –nombre en honor a su abuelita- ubicado en el centro de Monterrey.
LA PREPARACIÓN
Pero en esta empresa el ingrediente secreto en sus tamales, es el amor e higiene que se pone en cada pieza, pues con ello han logrado ser reconocidos como los mejores tamales de la región.
“Se necesita tener mucho amor, para prepararlos y que estén más sabrosos, más en esta época de navidad porque es un mes en el cual la gente desea convivir, y que mejor con tamales. Sabemos que hay mucha competencia, pero a nosotros no nos afecta, vamos vendiendo poco a poco”, mencionó Doña Teresita.
Desde antes de las seis de la mañana un grupo de más de 20 empleados dan vida a miles y miles de tamales que salen diariamente, y en esta temporada de diciembre el número de pedidos se incrementa por las tradicionales posadas.
“Todos hacen equipo y siempre cuidan mucho su higiene, porque eso es fundamental, en diciembre tenemos buenas ventas sobre todo el 24, 25 las filas parecen caracol, nunca deja de haber gente, el 2 de febrero pasa lo mismo por el festejo del día de la Candelaria”, comentó la ancianita.
En la parte posterior del establecimiento se encuentran las máquinas en las cuales se amasa la masa y de una sola amasada pueden salir hasta 18 botes de tamales. Además se encuentra una maquina licuadora donde se introducen los frijoles, los chiles para hacer las salsas, y por supuesto las tradicionales hojas de maíz que son lavadas adecuadamente y dan el toque especial a Los Tamales de Teresita y los productos son comprados a proveedores del Estado.
También se encuentran las máquinas manuales en las cuales ya una vez lavadas, se pasan las hojas de maíz para colocar la masa y posteriormente el ingrediente ya sea carne o queso, para pasar al horno y cocerse en un tiempo de tres horas y media, pero también se dejan botes preparados en congeladores (sin coser), los cuales no están más de dos días.
Las empleadas parecen “máquinas”, ya que mueven sus manos rápidamente para lograr obtener una producción de 12 botes cada una.
“Tenemos que ser rápidas, en 20 minutos tenemos que llenar los botes”, comentó una de las trabajadoras.
La crisis económica no ha afectado mucho el negocio, ya que la gente sigue adquiriendo los tamales sobre todo en fin de semana. La planta laboral es aproximada a las 100 personas, además se tiene planes de expander el negocio a otros estados como Coahuila.
Así que en las fiestas, reuniones, posadas y en la cena de las familias regiomontanas no puede faltar un buen tamal, ya sea en hoja de plátano como de mazorca, siempre se disfruta y siguen las tradiciones mexicanas.