Pese a los esfuerzos de las autoridades por remodelar las bibliotecas para mantener cautivos a los usuarios, el Internet y los buscadores en la red que están a tan sólo un clic hacen que la gente poco a poco se olvide de esos recintos.
Pasaron de ser centros del conocimiento a guaridas de la delincuencia o, en el mejor de los casos, cuarteles de seguridad pública. Se trata de las bibliotecas públicas, que cada vez son menos visitadas por los estudiantes y la comunidad en general.
El Internet y la gama de opciones que hay en buscadores como Google, han contribuido enormemente a que en esos centros de estudio de la entidad cada vez registren menos visitas.
Si bien es cierto que algunos de esos espacios son acondicionados con nuevas tecnologías para no quedar obsoletos, también lo es que otra buena parte se encuentra en el abandono, al punto de tener que cerrar sus puertas a los escasos usuarios que las frecuentaban.
Ahora es más fácil conectarse a Internet y buscar específicamente lo que se necesita saber, ya sea de historia, geografía, ciencias naturales o hasta cómo tocar un instrumento.
Los tutoriales en You Tube y los millones y millones de sitios web que alberga Google, son una herramienta que facilita la búsqueda y el aprendizaje de las personas.
Aunque la gran mayoría de los datos que circulan en la red no son de fuentes confiables o se trata de documentos falsos, tienen la aceptación de la mayoría de los usuarios.
Lo anterior lleva a los estudiantes o personas que se alimentan de dicha información a estar expuestos a un mundo virtual, en donde no todo lo que se publica es verdadero.
Por esa información inmediata es que las puertas de las bibliotecas se han ido cerrando poco a poco, dando paso a casetas de vigilancia para erradicar la delincuencia y en el mejor de los casos se abren espacios donde se oferta Internet gratuito para los ciudadanos.
Tal es el caso de ciudad Guadalupe, donde para encontrar un mejor uso a esos lugares abandonados, los habilita como subestaciones de policía para prevenir la delincuencia.
Así evita que las construcciones, que se encuentran en desuso, sean utilizadas como guaridas de delincuentes.
Tan sólo en este año, el alcalde Francisco Cienfuegos convirtió dos bibliotecas abandonadas en subestaciones de policía, en donde unos 40 elementos vigilan sectores habitacionales para disminuir los robos.
Aunque las librerías públicas no fueron descuidadas en la administración de Cienfuegos, luego de un consenso en las colonias Santa María y La Herradura, los vecinos acordaron convertir las viejas instalaciones en subestaciones de seguridad pública.
En la calle Alhelí de la colonia Santa María, el pasado 8 de febrero, el alcalde Francisco Cienfuegos inauguró la cuarta subestación para erradicar los robos a comercios y a casa habitación.
Lo mismo sucedió el pasado 20 de marzo en la colonia La Herradura, donde el edil cortó el listón de la sexta subestación de Policía en lo que antes fue la biblioteca Salvador Treviño.
Caso contrario sucede en la calle Juventino Rosas, de la colonia Bueno Aires, en donde están los vestigios de lo que alguna vez fue una biblioteca pública y que ahora luce vandalizada.
Según un vecino, quien se identificó sólo como “Wicho”, la vida de ese sitio se terminó hace más de 10 años, primero compartiendo el espacio como módulo del Instituto Federal Electoral (IFE) ahora Instituto Nacional Electoral (INE), y después siendo utilizado como bodega de Liconsa.
Ahora los estudiantes del nivel básico primero recurren a Wikipedia u otras páginas de información para realizar las tareas que les encargan sus maestros.
Poco a poco se han olvidado de cómo buscar un cuaderno a través de la ficha bibliográfica.
El silencio en las bibliotecas ya no es porque los encargados de las mismas exhorten a que los estudiantes a que no hablen, sino porque ya casi nadie acude.
Otras más corren con suerte y son equipadas por los gobiernos con Internet, y con ello aún retienen a los estudiantes entre los estantes llenos de libros.
Como ejemplo está la biblioteca Serafín Peña en la colonia Los Lermas, donde el gobierno municipal instaló un módem para que los estudiantes de los alrededores que no cuentan con recursos acudan a realizar tareas.
En el municipio de San Pedro la suerte no es diferente, a pesar de que se crearon nueve kioskos cibernéticos y se remodelaron algunas bibliotecas, la afluencia de usuarios no es de mucho volumen.
En la administración de Mauricio Fernández Garza, cuatro kioskos fueron modificados como cibercentros, en donde se instruye alguna especialidad en idiomas, diseño, marketing y robótica.
Actualmente se encuentran cerradas las bibliotecas de la colonia Los Pinos -que será remodelada- y la de Rincón Colonial, que será reubicada en la colonia Santa Elena.
De esa manera, los municipios buscan mantener a los estudiantes en espacios recreativos trabajando con las nuevas tecnologías para así alejarlos de las calles.
Cada vez son menos quienes acuden a desempolvar un viejo libro en alguna biblioteca pública por placer o en grupo.
Cada día los libros de registro tardan más en terminarse, pues contraria a la afluencia de hace 20 años, en la actualidad los estudiantes sólo acuden de manera esporádica.