En el 2008, dos jóvenes mexicanos se preocuparon por que la arquitectura del país siguiera intacta y decidieron crear una empresa a la que llamaron Restáurika. Su objetivo es “curar” los bienes muebles e inmuebles de México antes de que la mancha urbana termine por desaparecerlos del mapa.
Hay una frase que dice: “El orgullo de quienes no pueden edificar es destruir”. En la arquitectura moderna pasa algo parecido: existen quienes, en su intento por transformar la ciudad en una metrópoli, deciden acabar con aquello que no encaja con lo que consideran el nuevo entorno.
La arquitectura antigua representa el pasado de las ciudades que hoy en día son “monstruos” de la urbanización y hace homenaje a los mexicanos que con esfuerzo fundaron pueblos en medio de la nada, con la esperanza de vivir felices con sus familias.
Monterrey es una ciudad que se formó a las faldas del Cerro de la Silla hace 421 años. Los indicios de qué hubo en ella en sus primeros años de vida están desapareciendo.
En el 2008, dos jóvenes mexicanos se preocuparon por que la arquitectura del país siguiera intacta y decidieron crear una empresa a la que llamaron Restáurika. Su objetivo es “curar” los bienes muebles e inmuebles de México antes de que la mancha urbana termine por desaparecerlos del mapa.
Todo comenzó cuando la regiomontana Selene Velázquez, egresada de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), se propuso participar en proyectos de conservación y restauración de museos, iglesias y casas que se encontraban en condición de deterioro.
Su deseo de proteger la arquitectura del estado la llevó a estudiar la maestría de Restauración de Sitios y Monumentos en la Universidad de Guanajuato.
Durante su estancia, Selene conoció a Ricardo Mejía, especializado en Restauración de Bienes Muebles egresado de la Escuela Nacional de Conservación Restauración y Museografía en la Ciudad de México, con quien creó la empresa especializada en la reconstrucción de templos, museos, construcciones, pinturas, murales y piezas paleontológicas en todo México.
Selene y Ricardo concuerdan en que todos los proyectos requieren de especialistas y cada equipo de trabajo es diferente según sea el caso.
“Cuando hablamos de la restauración de un bien mueble nos referimos a todo lo que tiene la capacidad de moverse, es decir las esculturas, lienzos, documentos, pinturas murales o decoraciones adosadas a los inmuebles.
“Entonces dependiendo del tipo de proyecto es como armamos los equipos para poner manos a la obra, son distintas disciplinas dentro de la misma restauración. Por ejemplo, cuando se trabaja con pintura mural recurrimos a técnicos en pintura, cuando se trata de cuestiones arquitectónicas recurrimos a gente que está familiarizada en construcción”, explicó Ricardo.
“En algunas obras requerimos de la ayuda del Laboratorio de Análisis y Diagnóstico del Patrimonio en Michoacán y así es como otras profesiones colaboran con nosotros. También trabajamos con químicos, ingenieros, analistas y asesores de materiales”, describió Selene.
Entre los proyectos más importantes que ha realizado Restáurika se encuentran las obras en la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores, en el centro de Monterrey, donde por primera vez utilizaron un escáner que toma fotografías en tercera dimensión, ahorrándoles horas de trabajo manual. El objetivo de utilizar este aparato fue conocer el grado de conservación del templo y las medidas exactas de los murales en las paredes.
“Le comentaba a Ricardo que incluso aunque se cayera la parroquia, nosotros la podríamos reconstruir de manera idéntica gracias a esas fotografías que sacamos.
“No siempre utilizamos el escáner porque es costoso rentarlo, aunque claramente te da mucha información necesaria de los sitios arquitectónicos hay casos en los que no se requiere”, explicó Selene.
Durante los trabajos en dicho templo -que cuenta con más de 4 mil metros de pintura mural-, el equipo de Restáurika descubrió técnicas arquitectónicas que hoy en día ya no se ven ni se utilizan.
Los restauradores laboraron en la cúpula de la iglesia incluyendo el cupulín, que al estar a 38 metros de altura representó un reto especial, donde fue necesario que el equipo laborara con arneses.
“Al estar arriba vimos que la cúpula tenía una estructura de acero que probablemente haya sido hecha por la Fundidora de Monterrey que ya funcionaba en ese entonces. Lo que nos sorprendió mucho fue descubrir que adentro habían ollas de barro, que es una técnica arquitectónica de la época de los romanos y se lo trajeron los españoles a México en el Siglo XVl.
“Ésta técnica ha sido vista en bóvedas en el centro del país, pero nunca en cúpulas. La función de las ollas era aligerar la propia estructura y dar la forma. Es algo muy raro de ver y posee un valor histórico impresionante”, relató la regiomontana.
AL RESCATE DE LO NORESTENSE
Las obras que hace Restáurika no se centran únicamente a embellecer, también van encaminadas a estudiar la estructura y el comportamiento de los materiales para preservar los muebles e inmuebles.
La documentación de la arquitectura norestense es una de las muchas actividades que realiza Restáurika, por esta razón recorren gran parte de Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas para conocer las construcciones.
En San Roberto, en Galena, Nuevo León, se encuentra una construcción del Siglo XlX hecha de adobe (construcción de tierra) y a pesar de estar en malas condiciones, es posible salvarla.
“Muchas veces las personas cuando ven algo deteriorado piensan que ya no es posible arreglarlo, más en estos tiempos que todo lo queremos desechar, la pertenencia es algo que se ha perdido”, recalcó Selene.
El mes pasado, una casa ubicada en la calle Matamoros del Barrio antiguo de Monterrey estuvo a punto de caerse debido a su mal estado, lo que de acuerdo a los arquitectos sucede porque sus dueños no invierten en darles el mantenimiento adecuado y al final terminan por derrumbarlas.
“Hay ocasiones en la que pasamos por la zona y vemos que están demoliendo construcciones de sillar de caliche, entonces Ricardo y yo nos paramos para preguntar porqué lo hacen y nos dicen que es porque ya están muy viejas las casas y representan un peligro.
“Los muros de las casas antiguas siguen en pie, pero las cubiertas de terrado se colapsan y lo que no saben es que poner de nuevo el terrado es algo muy fácil, el problema radica cuando erróneamente reconstruyen las casas poniéndoles lozas de concreto sin saber que la arquitectura tradicional y éste material no se llevan bien”, explicó la arquitecta.
En el año 1980, el mexicano Luis Barragán ganó el premio Pritzker -considerado el galardón más importante de la arquitectura en el mundo-. El oriundo de Jalisco ganó dicho premio precisamente al basar su trabajo en el estilo de las haciendas, conventos y templos que se encontraban en la época de los ochentas, esto lo llevó a tener el reconocimiento internacional.
“El único Pritzker es Barragán y su trabajo no fue basado en ningún país. Él plasmó lo que vió desde niño en la zona rural de Jalisco. Es un ejemplo claro del porqué debemos retomar nuestras raíces y no dejarlas en el olvido”, comentó Ricardo.
HASTA PALEONTóLOGOS
En el 2009 los restauradores fueron partícipes de un caso de paleontología en la localidad de Nuevo Chupícuaro en Guanajuato, donde fue encontrada la cabeza de un mamut por un campesino que pretendía hacer una fosa séptica en sus tierras.
Al ignorar por completo la procedencia de la criatura que estaba desenterrando, el campesino se dejó influenciar por un vecino que le contó una leyenda rural que dice que el cráneo era de un gigante y en su interior había oro. El señor comenzó a romper la cabeza y los colmillos sin encontrar nada.
“Los restos maltratados del mamífero llegaron al Museo de Nuevo Chupícuaro como patrimonio paleontológico. Posteriormente nos invitaron al rescate, se hizo la extracción de lo que había quedado del cráneo y defensas. Más que restaurar fue conservar y limpiar la tierra que estaba en el fósil, además de que se tuvo que recubrir la estructura con un consolidante para evitar que se deshiciera.
“Al terminar montamos los restos para que la gente lo apreciara. Lamentablemente sí hubo pérdidas porque no se llevó a cabo la extracción adecuada y porque el descubridor en su afán de querer encontrar oro lo maltrató considerablemente. Fue un trabajo de varios meses, como armar un rompecabezas”, expresó Ricardo.
El pasado 22 de septiembre Restáurika participó en el marco del décimo aniversario del Museo del Noreste con una conferencia llamada “Arquitectura Norestense”, donde mostraron un poco de lo que la entidad tiene que ofrecer.
“Fue un viaje por así decirlo, mostramos la arquitectura que tenemos, desde pequeños tejabanes, hasta las grandes haciendas y hablamos de que muchos sistemas constructivos.