Entre los 14 lesionados que dejó el granadazo frente al Palacio Municipal de Guadalupe, se encuentran los cinco integrantes de la familia Castillo Rodríguez. Postrada en cama y a la espera de noticias de sus hijos que aún convalecen en el nosocomio, doña Claudia Marisol Rodríguez recuerda que en cuestión de segundos la vida dio un giro de 180 grados a toda su familia.
“Eran como las 10 de la noche cuando llegamos, estuvimos dando unas vueltas y fuimos a comprar unas nieves, por que estábamos en comprar unas nieves o un pollo, pero pues como dijimos ya los pollos los cerraron, nos fuimos por las nieves, ya cuando veníamos caminando y de repente escuchamos la explosión y nosotros nos caímos, vimos el humo negro y toda la gente gritando.
“Veo a los niños llorando, a mi esposo lleno de sangre y mi pierna también sangrando, lo único que hicimos fue cambiarnos a una banca mientras llegó la ambulancia a atendernos”, señaló de manera pausada.
Su rostro aún refleja la incredulidad de los hechos, pero la herida en la pierna le recuerda el terror que atrapó aquel sábado familiar. La primera imagen de aquel día que viene a la mente de la joven madre de familia, es una plaza llena de dolor y sangre.
“Estaba desconcertada porque no creía lo que veíamos, estaba impactada de lo fuerte que se escuchó y ver a todas las familias sangrando”.
Todos sus niños resultaron con lesiones, el pequeño Ossiel de ocho años que la acompaña en su hogar tiene una herida en la nuca que aún le provoca mareos y dolores de cabeza, Josselyn de 3 y José Carlos de 10 aún siguen en el hospital, la niña presenta cuatro heridas, mientras que su primogénito es de los más delicados al tener esquirlas en la pierna, estómago y cabeza.
Su marido, Juan Carlos Castillo, también tiene dos lesiones por las esquirlas que ahora habitan en su cuerpo, mismas que le causan dolor al moverse y que le impedirán trabajar en la instalación de tubería de gas por un tiempo.
Sin embargo, el daño psicológico es mayor, ella ni los suyos tendrán la misma confianza en salir a la calle cuando estén recuperados.
“Ya va a estar el temor en uno de que pueden pasar estas cosas, pero también esta fuera de control de las autoridades, yo creo que (las autoridades) hacen lo que pueden, ya ve que pasa de repente como esto que nos sucedió a nosotros fue en cuestión de segundos.
“Los niños están asustados, la niña por ejemplo lloraba cuando mi esposo prendía el aire, decía que la sangre, ya cuando llegó la asistente de Ivonne le decía que los balazos sí duelen”, comentó.
Las cicatrices que a partir de ahora los acompañarán, así como las esquirlas de granada que se han vuelto parte de ellos, harán que los Castillo Rodríguez recuerden de ahora en delante la inseguridad que ahora atraviesa Nuevo León, esa que incluso afecta a quienes nada tienen que ver, como fue su caso.