
La elaboración de artesanías no es tarea fácil, es un trabajo en donde la creatividad, el ingenio y la calidad que la persona le pone a lo que realiza se ve premiada con la preferencia del consumidor.
Sin embargo, tomar el riesgo de crear cosas distintas a lo convencional es un reto extra para el artesano.
Claudia Aguilar García tiene más de 20 años en esta labor y actualmente se dedica a hacer flores y bailarinas pero con hojas de maíz, un trabajo poco común que implica mucha dedicación.
“Como donde vivíamos en Oaxaca trabajábamos en el campo y salía mucha hoja de maíz, para no desperdiciarlo hacíamos algunas cositas y un día en la ciudad una señora nos dijo que si podíamos hacer figuras con hojas de tamal”, recordó Claudia.
“Le preguntamos a un señor y nos enseñó cómo se trata la hoja y cómo se maneja todo esto”.
Es un proceso que tarda semanas para que se lleve a cabo, trabajo que comienza desde que se siembra la semilla de maíz hasta que se elabora la flor o bailarina que se pretende hacer.
“Se ocupa mucho trabajo para hacerlo, se tarda como una semana para tratar las hojas porque la hoja de maíz como no se da en tiempo, es muy difícil, es muy escaso porque cuando no hay lluvia no se da y tampoco cuando hay mucha lluvia”.
Pero la recompensa es mucha al ver la reacción de la gente cuando ve la artesanía ya terminada.
“Mi esposo y yo empezamos porque como se nos hace muy bonito este trabajo, es pura cosita así de hoja de maíz, puras cosas mexicanas y que a la gente le gusta y la gente dice que están muy bonitas, que no pueden creer todas las cosas que se hacen con el tamal”, expresó la artesana.
A pesar del trabajo que cuesta realizarlas, un factor que muchas veces ocasiona que el producto no se venda es el precio.
El costo de una flor hecha con hoja de maíz oscila entre los 20 y 30 pesos la más cara y una bailarina desde 50 hasta los 200 pesos.
“A mucha gente el precio no les parece, se les hace muy caro, pero las bailarinas se tardan mucho más tiempo para hacer, es lo más trabajoso, se hacen dos bailarinas al día”, afirmó la oaxaqueña.
Son las temporadas de vacaciones cuando las artesanías se venden más, pues es cuando los turistas llegan, las ventas suben por querer llevar un recuerdo del lugar al que visitaron.
UNA TRADICIÓN FAMILIAR
Proveniente de una familia de artesanos, Claudia Aguilar García sigue el ejemplo de sus padres, quienes siempre le enseñaron a conservar las tradiciones familiares.
“Desde chiquita aprendí por mi mamá, cómo hacer bolsas de tejido y de ahí ya fuimos tratando de hacer más cosas, como bolsas, collares, todos hacemos pura artesanía”.
Originaria de Huajuapan de León, Oaxaca, Claudia siempre sintió esa motivación por hacer artesanías y es así como desde hace cinco años se dedica a la elaboración de flores y bailarinas hechas con hojas de maíz.
Un trabajo de generación, en donde la creatividad, el gusto por hacerlo y la aceptación de la gente son los factores que permiten que la familia Aguilar García continúe con esta labor.
La señora Antonia Aguilar Vázquez es la mamá de Claudia y también es artesana, oficio que aprendió de su madre y que ahora predica con el ejemplo a sus hijos.
“Desde que tenía 10 años le ayudaba a mi mamá a acabar los tejidos; de barro también sé, mi mamá me daba bolitas de barro para que hiciera comalitos, platitos, cazuelitas. Como mi mamá hace de todo y me enseñó a mí, así yo también con mis hijos, les digo que también hagan algo”.
Aguilar Vázquez menciona que para ella el ver que sus hijos hagan artesanías es gratificante porque así no pierden el gusto por hacer lo que ella les enseñó.
“Les digo que lo hagan, no importa, que aunque estudien la carera algo así, pero que sepan hacer quehacer, hacer cosas así, artesanales, para que no pierdan la cultura, la tradición de hacer cosas artesanales”.
POCO VALOR
La actividad artesanal se ha convertido en una de las principales fuentes de autoempleo para muchas personas.
En México existen un sinfín de artesanos, personas que se dedican a demostrar las habilidades naturales que cada uno sabe hacer y todo elaborado con las manos.
Estados como Oaxaca, Chiapas y Puebla son un ejemplo de que en el país la cultura artesanal aún predomina.
Pero uno de los problemas a los que día a día se enfrentan los artesanos es que su trabajo es poco reconocido y valorado.
“El chiste es que la gente sepa valorar el trabajo hecho a mano, el trabajo echo a mano siempre sale más caro, la gente no valora lo que muchas veces hacemos.
“La gente se sorprende cuando hacemos nuestra labor, no pueden creer cómo no nos equivocamos con las cosas que hacemos, pero no lo valoran”, puntualizó Antonia.
Es común ver productos hechos con barro, collares elaborados con semillas o bolsas de palma, artesanías que la gente compra pero no imagina el difícil proceso de elaboración.
Son tradiciones, cultura o el gusto por hacerlo, lo que motiva a los artesanos a seguir con este oficio.