Las enfermedades hacen que la vida de una persona dé un giro de 360 grados. Como es el caso de Rutilio López, quien antes se desempeñaba como campesino y músico tocando el saxofón por calles de la Sultana del Norte, pero la amputación de la pierna izquierda le ha impedido continuar.
El desarrollo de la diabetes lo llevó a que en el mes de julio de 2010 perdiera una de sus extremidades y durante cinco meses estuvo buscando los recursos para poder comprar una prótesis.
Al salir del Hospital Universitario, acudió al Departamento de Somatoprotesis, de la Facultad de Medicina de la UANL, donde le hicieron la valoración del aparato ortopédico y le ayudaron con 6 mil pesos, ya que el costo era de 32 mil.
Rutilio es originario del poblado de San Juan Huastepec, municipio de Silacayoápam, Oaxaca, y llegó junto con su familia a tierras regiomontanas hace 11 primaveras, en ese tiempo ya tenía la enfermedad, pero se fue agravando con el paso de los años.
“Llegamos hace mucho tiempo a la ciudad, mi esposo ya estaba enfermo, primero le pusieron un clavo, estuvo un año con Él, pero la planta del pie se le empezó a dañar y tuvieron que amputar la pierna izquierda, no hubo más remedio”, expresó su esposa Agripina Zurita, con voz de tristeza.
“Batallamos mucho para comprar la prótesis, me ayudaron en Cáritas, Bienestar Social y Desarrollo Social, pero no llegó el apoyo rápido se tardaron muchos meses, y como no teníamos trabajo para conseguir dinero se nos complicó”, expresó la mujer de 52 años de edad.
Cáritas los apoyó con 10 mil pesos, y con 4 mil Bienestar Social y mil 500 el DIF estatal, mientras que el resto fue aportado por la familia.
“Muy despacio conseguimos el dinero, duramos cinco meses en poder reunir todo. Las dependencias se tardan mucho para dar el dinero, pero al fin nos lo dieron. En el Departamento de Somatoprotesis nos dijeron que hasta que reuniera todo el dinero nos iban a entregar la prótesis y así fue”, dijo la madre de familia.
Desafortunadamente en Nuevo León, no han encontrado oportunidades, sin embargo, están en pie de lucha para conseguir el pan de cada día.
“Antes de que me quitaran mi pierna trabajaba en mi pueblo sembrando la tierra, y en Monterrey, tocando por las calles, la gente me daba un peso, tres pesos y con eso sacaba para comer, pero ahora con lo que me pasó no me puedo mover mucho, entonces en ocasiones sólo voy y pido limosna a ver quién me quiere dar”, dijo el hombre de 52 años de edad, quien también habla mixteco.
Junto a su esposa y sus hijos de 13 y 16 años viven en una casa la cual es prestada en la colonia Topo Chico, en Monterrey. El único sustento es su hija de 18 años de edad quien labora como empleada doméstica y sólo va al hogar los fines de semana.
Rutilio no puede caminar sin andador o sin muletas, ya que no se siente seguro, sus compañeros desde hace ocho meses han sido los aparatos, pero se siente inútil al no poder ayudar a su familia.
“Con las muletas a veces salgo caminando, pero uso más el andador, debo de tener cuidado porque ya me caí en una ocasión, tengo que apoyarme de algo, me gustaría ayudar a mi familia, pero no sé cómo.
“Las primeras veces me lastimaba la prótesis porque no estaba acostumbrado a usarla, pero tuve rehabilitación durante un mes en el departamento donde gastábamos 200 pesos por semana en el traslado del taxi”, comentó.
Como su pierna se hizo pequeña, Rutilio necesita cambiar la prótesis, algo necesario en estos casos, pues las extremidades pueden adelgazar o engordar.
“No tenemos dinero y todavía no vamos a cambiarla, fui adelgazando y me fue quedando grande, cuando camino se me sale y me lastima. En el departamento nos dijeron que iba a adelgazar y se iba a tener que hacer el cambio. Hace un mes fuimos porque cuando me siento se me sale la prótesis. No hemos ido porque no sabemos si nos van a atender y no tenemos dinero para andarnos trasladando en taxi y en camión es muy complicado, necesitamos 6 mil 200 pesos para hacer el cambio”, platicó el hombre de estatura media.
“Ya nos ayudaron en Cáritas y no sabemos si nos van a poder dar ayuda”, agregó.
Por si fuera poco, la visión del ojo izquierdo de Rutilio ha empezado a fallar, cada mes acude al Hospital Universitario al oftalmólogo a realizarse limpia con láser el cual tiene un costo de mil pesos.
“Tengo dos meses acudiendo con el médico para que me vean mi ojo porque se está poniendo enfermo por cuestión del azúcar que tengo”, expresó.
La familia López Zurita, no tienen el apoyo de Oportunidades ni de otro tipo, por lo que les gustaría que algún gobierno pudiera apoyarlos.
“Mi hija estudia la secundaria y el menor de 13 años que va a cursar el segundo año de la secundaria y tengo que conseguir el dinero para el pago de la escuela que es de 800 pesos, no contamos con programas de ayuda; no tengo nada de dinero”, dijo.
“Lo bueno es que mi hermano nos prestó la casa y no pagamos renta, mi papá vive con nosotros, pero él está enfermo porque está lastimado de la cintura”, contó.
En tanto su esposa Agripina preparaba unas tortillas de maíz en un comal, y para ello estaba cocinando con leña.
Viven en condiciones precarias, aunque tienen servicio de gas, prefieren usar leña porque no tienen dinero para pagar los recibos.
Para aportar algo a su casa, Rutilio obtiene recursos de algunas ocasiones que sale a los cruceros a pedir; sin embargo en municipios como San Nicolás le es complicado, pues le solicitan un permiso.
“Si hay algún alcalde, diputado o algún funcionario que quiera ayudarme a conseguir la otra prótesis, porque así no puedo trabajar. Salgo muy poco, sólo doy la vuelta a la manzana, porque es difícil caminar y no tenemos dinero, se los agradecería de todo corazón”, comentó.
El futuro para la familia no es alentador, la única esperanza será esperar a que sus hijos crezcan y les ayuden en los gastos. v