A 30 años de uno de los peores huracanes que han azotado a la zona metropolitana de Monterrey, la sociedad regiomontana poco ha aprendido de la tragedia que mató a cientos de personas, especialmente en lo que concierne a su relación con el río Santa Catarina.
Con el paso de los años, las escenas de un río desbocado y destructor de todo lo que encuentra a su paso siempre encuentran la forma de ser olvidadas por grupos sociales y económicos, que omiten el hecho de que basta una lluvia fuerte para que el cauce reviva.
El más claro ejemplo de cómo “Gilberto” no enseñó nada vino en el año 2010, cuando el huracán “Alex” azotó la zona metropolitana de Monterrey, con una corriente máxima de 2 mil 700 metros cúbicos de agua por segundo.
Esa cantidad fue suficiente para llevarse por delante todas las obras instaladas en 100 hectáreas del río, que fueron concesionadas a la empresa Parque Siglo XXI, una subsidiaria de TV Azteca.
Bajo el agua quedaron canchas de futbol, estacionamientos, helipuerto, un campo de tiro de golf y mercados ambulantes. Nada sobrevivió a la furia del río renacido.
A ocho años del desastre natural que destruyó parte de las avenidas Constitución y Morones Prieto, obligando a rediseñar, con un costo multimillonario, la circulación en esas vialidades, la tentación de hacer algo con el río sigue presente.
Desde hace meses, la sociedad regiomontana ha escuchado todo tipo de propuestas que buscan “domar” al lecho del río Santa Catarina, aprovechando que la mayor parte del tiempo está “inactivo”.
Entre estas propuestas, está la creación de “un corredor sustentable en Morones Prieto y Constitución, así como darle uso ecológico y recreativo al lecho del río Santa Catarina” que, incluso, logró que fuera considerada dentro de una consulta pública estatal.
Sin embargo, las presiones de organismos y ciudadanos, expuestas en las redes sociales, lograron que la medida fuera cancelada por sus organizadores.
Otra de las ideas que han surgido es la de Acuavía, un proyecto impulsado por un grupo de empresarios inmobiliarios quienes, con el apoyo de varias firmas de arquitectos, promovieron la creación de una ciclovía y varios parques temáticos sobre el lecho del Santa Catarina.
Tras meses de circular la idea, no ha logrado el apoyo que esperaba.
Otro de los efectos que han tenido estos huracanes es el intento de las autoridades por “rectificar” el cauce del río Santa Catarina por medio de la construcción de diversas obras de infraestructura.
Por medio de una canalización, se buscó modificar la trayectoria del río haciéndolo más “amable” a las necesidades del crecimiento de la ciudad.
El problema fue que estas obras desaparecieron muchos de los meandros (curvas naturales que describen el curso de un río) provocando que la velocidad del agua en una crecida fuera mayor y, por ende, más destructiva.
No todas las lecciones han sido ignoradas. Tras el paso del “Gilberto”, se le dio una verdadera importancia a la cultura de la Protección Civil en la entidad, fortaleciendo el equipamiento de los cuerpos de emergencia.
Incluso se creó lo que se conoce como el Comité de Contingencias Hidrometeorológicas, que está conformado por organismos de todos los niveles de gobierno que trabajan de manera conjunta antes, durante y después de un fenómeno de este tipo.
Entre las recomendaciones que han sido atendidas están la reubicación de las personas quienes vivían en el cauce del río, especialmente en los municipios de San Pedro Garza García y Santa Catarina.
Con el avance de la tecnología también se han mejorado de manera sustancial los sistemas meteorológicos, que monitorean y analizan los riesgos que puede tener en la población la llegada de un fenómeno de este tipo.
Al final, el saldo de “Gilberto”, aunque no es tan positivo como algunos esperarían, sí ha ayudado a que la sociedad regiomontana esté más preparada para enfrentar el próximo gran huracán que, seguramente, azotará la región.