Por Emanuel Suárez
A 17 meses de la tragedia del Casino Royale los escombros volvieron a removerse, las heridas a abrirse y la indignación se hizo presente.
Un grupo de trabajadores se encargó de pintar la fachada y recoger los restos de ese centro de apuestas, pero la remoción más importante fue la de las ofrendas fúnebres que durante casi año y medio los familiares de los fallecidos atesoraban como la única manera de mantener el vínculo con sus madres, hijos, hermanos, tíos y padres.
La furia se apoderó de los afectados. Y es que desde el 25 de agosto de 2011 las cruces blancas se han convertido en recuerdo constante de una de las peores tragedias que ha vivido Nuevo León y la exigencia palpable de justicia a las autoridades de los tres niveles de gobierno.
“Para mucha gente pueden parecer sólo trozos de madera, para nosotros significan nuestros familaires, las lágrimas, el dolor y el trabajo que hemos estado realizando desde el 25 de agosto hasta la fecha”, dijo Samara Pérez, representante de los familiares de las víctimas.
Desde el día en que el Casino Royale fue escenario de un ataque criminal que arrebató la vida de 54 personas: 10 hombres y 42 mujeres, entre ellas dos embarazadas, el mismo número de cruces en el exterior han sido los guardianes sigilosos de un inmueble que aún encierra dolor bajos sus escombros.
Por tal razón, el haberlas retirado para iniciar labores de limpieza acarreó el descontento de un sector de la población que aún no puede calmar el dolor provocado por el atentado.
FLOR JIMÉNEZ
En el rostro de Flor Jiménez se refleja una sonrisa, luego de que apoyada por sus compañeros, el nombre de su cuñada Rosa María Ramírez se alzó una vez más sobre la barda del Casino Royale.
La indignación que mostró minutos atrás se transformó en una mueca de tranquilidad. Sabe que la cruz de madera que acaba de reinstalar no permitirá que el olvido se convierta en la verdadera tumba de su familiar, antes de que se haga justicia.
“Es un alivio que se hayan reinstalado porque la gente pasa por aquí se persigna, la gente siente el dolor que tenemos tantas familias”, comentó Flor, quien agregó: Lo mejor es que a la gente no se le olvide, que es a lo que le está apostando el gobierno al olvido. Por eso queremos las cruces para que sea un recurerdo palpable par el gobierno.
No es de sorprenderse que el enojo la haya inundado tan pronto se dio cuenta que las ofrendas a las víctimas habían sido retiradas por órdenes de sus propietarios, en un acto “insensible”, como lo calificó.
“Realmente fue una grosería, falta de tacto, de sensibilidad y de amor al prójimo. No es posible que no le importe el dolor que sufren los familiares”, expresó.
En su sentir, los dueños del edificio sólo están viendo por su bien económico y se han olvidado del incidente que se suscitó en el lugar y marcó la vida de muchos regiomontanos.
“Lo único que le interesa al propietario es su dinero, sus rentas, arreglar su local para cobrar el seguro para componer su propiedad y volver a sus rentas. ¿Y nosotros?, ¿mi cuñada?, ¿mis dos sobrinas que se quedaron sin mamá?, ¿sus nietas que se quedaron sin abuela? Hay seis muchachas que trabajaban aquí que dejaron a dos niños cada una, desde tres meses hasta 11 años, son 17 huérfanos, ¿él se preocupó por ellos?, ¿les mandó regalos en Navidad? claro que no”, puntualizó.
MARÍA GUADALUPE ALONSO
No hay palabras para describir el dolor y enojo que María Guadalupe Alonso sintió al ver por televisión que las ofrendas en honor a su hermano Juan Manuel y otras 53 personas habían sido removidas por los propietarios del inmueble.
Ver las cruces en el suelo fue como ver pisoteado el recuerdo de su familiar, lo que la llenó de indignación.
“No es fácil, el recuerdo y el dolor de la muerte de mi hermano siguen. Por eso cuando vi en la televisión que quitaron las cruces me indigné, sobre todo, porque no era la primera vez”, señaló
“Sería bueno que tuvieran un poquito de empatía como seres humanos hacia nuestra situación. No se vale porque todavía nosotros, la mayoría, emocionalmente no estamos bien”, agregó.
Hablar del Royale es referirse al dolor de decenas de familias, que aún no han podido superar la pérdida del ser querido.
Por tal razón, aunque para algunos parezca insignificante, una simple cruz al exterior de la casa de apuestas representa tranquilidad y esperanza de que algún día llegará la justicia. Ese sentimiento que regresó a ella el 8 de enero, día en el que nuevamente erigió el recuerdo su hermano en el lugar que lo vio morir.
“Es una gran tranquilidad. Dentro de todo lo malo el ver su cruz otra vez aquí me da una gran tranquilidad”, puntualizó.
SAMARA PÉREZ
Para Samara Pérez, sobreviviente del ataque y madre de una de las víctimas, una imagen bastó para que la herida del Royale volviera a abrirse.
Con indignación vio como las cruces que honran a sus fallecidos eran retiradas como simples objetos del altar, al que tanto le han llorado.
Y es que al igual que sus compañeras, el significado que Samara le da a las ofrendas es emocional y espiritual, pues además del recuerdo simbolizan una lección de vida para los ciudadanos de Nuevo León.
“Es un recordatorio de que debemos recuperar la humanidad, que debemos recuperar la seguridad, trabajar como ciudadanos pendientes y vigilantes que todo lo que pase en nuestro entorno es responsabilidad también de los ciudadanos, no nada más del gobierno”, indicó.
La indignación fue el motor que alimentó su coraje para regresar a la casa de apuestas y con valentía volver a colocar las cruces en la barda del inmueble, una acción que le reconforta y la hace sentir “más aliviada”.
“Es un descanso para todos nosotros, es reconfortante para nuestras familias, es justo y humano”, mencionó.
La madre y vocera de las familias de víctimas del ataque no aprueba las acciones emprendidas por el dueño del local, ya que las considera “arbitrarias”, sin embargo, reconoce el gesto que tuvo al permitirles reinstalarlas.
Y aunque alzar las cruces nuevamente sobre el Royale fue un respiro para esta mujer, su mayor logro sería el ver cristalizado el fideicomiso para Alejandro Martínez Sáenz, hijo de uno de los empleados que perecieron en el ataque, quien padece distrofia muscular y al que no le han cumplido la promesa de ayudarlo.
Otra victoria sería “ayudar a las familias de los trabajadores que fueron vulnerados y pisoteados todos los derechos que se puedan imaginar, algunas familias de estos trabajadores fueron indemnizados de una forma ridícula por 3 mil 500 pesos”
Es por eso que la lucha por las víctimas de la barbarie continúa, ya sea levantando sus ofrendas o apoyando a las familias, lo que se busca es alzar la voz y que sus peticiones se escuchen.
LOS DUEÑOS OFRECEN APOYOS
Entre la inconformidad de los familiares apareció un hombre con etiqueta de responsable, se trataba de Francisco Fernández, abogado del propietario del edificio del casino, Carlos Salinas, quien de inmediato abordó a las allegados de las víctimas.
A pesar de que días atrás habían retirado las cruces, sin previo aviso, el representante legal pidió disculpas por los hechos y ante la mirada renuente de los afectados justificó la remoción de las ofrendas debido a que el lugar tiene que ser limpiado para poder cuantificar los daños y reclamar el seguro.
“Les pido una disculpa por la manera en la que se hizo, no teníamos los teléfonos. Yo estoy dispuesto al diálogo y al tratar de arreglar en la medida posible y de las capacidad a todas las personas que están afectadas”, expresó.
De acuerdo a Francisco Fernández, el dueño del local está en toda la disposición para entablar conversación con los afectados y llegar a un acuerdo, entre los que no se descarte el uso del suelo del casino para la creación del memorial en honor a las víctimas.
Las heridas del Royale volvieron a abrirse, pero cada golpe a los familiares es un estímulo para levantar la voz más alto y dejar en claro que no se van a dar por vencido.