“Ya vamos a terminar la comida”, expresó Arturo García quien labora voluntariamente en la Asociación de Invidentes Unidos de Monterrey, A.C. Él tiene debilidad visual, no puede ver con su ojo derecho y muy poco con el izquierdo. Su ceguera es derivada del sarampión congénito que su madre padeció durante el embarazo y, por increíble que parezca, al daño en la retina se le conoce como “Sal y Pimienta”, nombres que llevan los condimentos que usa diariamente para preparar alimentos.
Aunado a ello, el vecino de la colonia Francisco Villa explicó que al ser prematuro y quedarse en la incubadora por varios meses, el oxígeno de la misma daño su visión.
“Soy el mayor de la familia y el único con la debilidad visual, porque nací prematuro a los siete meses y me tuvieron en la incubadora mucho tiempo, por lo mismo el oxígeno me provocó la ceguera. El problema que tengo de la vista a todos les da risa, porque congenia con lo que sé hacer y me gusta: cocinar; la enfermedad es un virus que se llama Sal y Pimienta”, comentó el hombre de 38 años de edad.
“A simple vista los médicos me checaron y me decían que tenía retinitis, pero me hicieron una valoración más a fondo y se dan cuenta que no es verdad, porque en la retinitis van perdiendo el oído, se les va cerrando el campo visual y batallan para hablar, pero no tengo eso; después me mandaron a una clínica frente al Hospital Universitario, me checaron mucho, pero también me lastimaron, se pusieron a leer varios libros y se dieron cuenta que detrás del ojo tengo muchas cicatrices y ese es el virus llamado Sal y Pimienta, que no es común y a todos los que les digo les da risa, por el trabajo que desempeño”, explicó.
El nombre de la enfermedad como el gusto por la cocina es cuestión de la casualidad, consideró Arturo, ya que su abuelo también era cocinero.
Debido a que el año pasado se presionó mucho al preparar la comida el 10 de Mayo, quedó totalmente ciego de su ojo derecho, por lo que ahora sólo alcanza a distinguir siluetas y colores fuertes con el izquierdo.
Mientras preparaba cortadillo y sopa de arroz, su esposa Norma Patricia Medellín -quien también es débil visual- acomodaba los platos para empezar a servir en el comedor.
Desde hace más de 12 años forman el equipo perfecto, y siempre están en las buenas y en las malas.
“Entre los dos preparamos la comida y se paga una módica cantidad por ella, estamos de voluntario, no percibimos ningún sueldo por parte de la institución, entonces cuando los muchachos traen algo nos dan una gratificación, que es raro cuando traen, pero andamos todos apoyándonos”, comentó la mujer de tez aperlada, de 34 años de edad.
Además de cocinar, tienen otras cualidades, ambos saben repostería, pueden hacer hojarascas, pays, entre otros, los cuales venden en los mercaditos los fines de semana, ya que de lunes a viernes se encuentran en la Asociación.
“Ahorita es temporada baja, a veces vamos y a veces no y como se dice vulgarmente, `cuando nos llega la lumbre a los aparejos nos vamos a los cruceros´, es una de las maneras de solventar los gastos, porque por parte de instituciones de gobierno son pocas las oportunidades laborales, podemos hacer el trabajo, pero lamentablemente la gente no confía en nosotros, tienen un concepto muy diferente, de que si te doy el empleo vas a matarte y para la empresa sale peor”, expresó Arturo.
La lucha es de todos los días, dijo el invidente, por lo que también busca oportunidades en pequeños negocios moliendo madera o empacando productos de cocina.
“Se trabaja en donde se pueda, porque son muy pocas las oportunidades que nos dan por no poder ver; además de hacer repostería también sabemos dar masajes”, dijo.
De los últimos trabajos “formales” que el cocinero ha tenido, es el de “Diálogos en la Oscuridad”, donde laboró como guía por 8 meses. La intención era sensibilizar a los empresarios para que dieran un lugar a las personas ciegas dentro de sus compañías, pero fueron compromisos que no se cumplieron.
DISCRIMINACIÓN Y FALTA DE APOYO
La discriminación y falta de apoyo, muchas veces de la propia familia o amigos es doloroso; Arturo fue víctima de ello, especialmente durante la niñez, por lo que a los 15 años se salió de casa.
“Tengo más historia que Don Benito Juárez, cuando era pequeño mi familia no me apoyo, fui el único con el problema de debilidad visual, era muy difícil para mí, me salí de la casa a los 15 años, anduve vagando, entre la basura, pero siempre tuve el afán de fomar un matrimonio, casarme, tener hijos y demostrarle a la gente, sobre todo a mi familia que con ellos o sin ellos podía salir adelante.
“No soy quién para criticar a mis padres, pero no me dieron apoyo y en aquel entonces no había escuelas especiales ni maestros preparados para enseñar a un niño ciego”, dijo mientras se le cruzó un nudo en la garganta.
“Sigue habiendo mucha discriminación y a veces la gente abusa de nosotros porque vemos muy poco o no vemos nada. Las personas no te comprenden, recuerdo que un día en un camión el chofer no nos dejó bajar por la puerta de enfrente, nos dijo molesto: ‘¿no está la puerta de atrás para que se bajen? Me dio mucho coraje porque nos gritó, le contesté que nosotros no podíamos ver, porque iba otro compañero totalmente ciego, todos los pasajeros se enojaron con él; lamentablemente eso nos pasa muy seguido, no hay conciencia para tratar a las personas discapacitadas, quieren que nos bajemos por atrás y muchas veces nos dejan en donde están las alcantarillas y nos caemos,”, dijo.
“Una vez una persona me comentó que los ciegos no somos nosotros, sino que muchas veces por la vida tan difícil o tan ajetreada que llevamos no vemos a nuestro alrededor que hay una persona que necesita del apoyo, no nada más un ciego, una persona anciana, una persona con otro tipo de discapacidad y los ignoramos o mucha gente se queda viendo a ver qué le pasa al cieguito, a ver si se cae, se tropieza o choca, y muchas veces no sabe cómo ayudarnos, nos dicen ¡aguas!, pero no sabemos de qué y en lugar de ayudarte, te desubican, por eso es importante que nos digan: cuidado de tu lado derecho o izquierdo, dependiendo de la situación”, contó.
Actualmente tiene dos hijos, uno acude a primaria y otro a secundaria. Después de un tiempo volvió a frecuentar a su familia; sin embargo, no les pide apoyo, pues él y Paty han logrado salir adelante.
“Siempre estamos en las buenas y en las malas, si está enferma o yo enfermo nos apoyamos mucho y formamos un equipo de trabajo, tal como el que hacemos al momento de preparar los alimentos”, comentó Arturo mientras lavaba unos platos.
Aunque le hubiera gustado estudiar una licenciatura, por cuestiones económicas no pudo, sólo terminó la secundaria al igual que su esposa. Ahora ha encontrado un refugio en Paty, sus diferentes trabajos y en la Asociación.
“Me hubiera gustado estudiar, cuando era niño busqué una escuela para cieguitos, la encontré y ahí conocí a mi esposa. Al igual que en otros casos de personas invidentes, por increíble que parezca, no nos podíamos ver, había un cierto rechazo, fue hasta años después en la Asociación de Retinitis cuando logramos tener empatía”, platicó.
La familia García Medellín recibe un apoyo de 700 pesos mensuales que el gobierno del Estado proporciona a las personas con discapacidad que viven en zonas marginadas, aunque no es suficiente.
Durante mucho tiempo el mayor anhelo era poder comprar una bicicleta para su hijo mayor, después de varios años pudo al fin comprarla, aunque era de segunda mano.
COMPARTE SUS CONOCIMIENTOS
Dentro de la Asociación de Invidentes Unidos de Monterrrey, A. C., Caritas de Monterrey les brinda apoyo, uno de ellos son el de cursos de cocina a los cuales el habitante de Monterrey acude con gusto para después compartir sus conocimientos.
“Cada año nos mandan a tomar cursos de nutrición, de alimentos, higiene, preparar soya, de muchas cosas, chef no soy, pero sí cocino rico”, dijo alegre.
El amor por el prójimo es algo que se le da a Arturo, y es que también apoya a la Asociación La Divina Providencia, donde da pláticas y cursos de preparación de soya e incluso ayuda a repartir despensas que llevan a algunos municipios como los Rayones y Linares.
“Se trata de ayudar, como se dice: haz el bien y te irá bien. En la Divina, son personas que ven, pensaban que yo iba a ser una carga, pero no, yo me acoplé a ellos porque trato de servir en lo más que se pueda, además de dar pláticas, les ayudo a bajar las despensas, lo que yo les dije fue: ustedes no se van a adaptar a mí, yo me voy a adaptar a ustedes, porque ustedes son la mayoría, es lo que debemos hacer nosotros como ciegos y hasta nuestras ciertas limitaciones podemos apoyar”, platicó.
“A las personas que les entregamos las despensas, es una gente tan pobre que no saben cómo agradecerte. Yo no voy por que me den apoyo económico, sino por lo que me dan: un abrazo, un saludo, un gracias, un Dios te bendiga y aquí estamos, es parte de mi vida y todavía hay mucha más”, dijo siempre motivado.
Dentro de las anécdotas que recordó, fue una en la cual confundió a su esposa con la suegra y otra a la cuñada.
Por otro lado, agregó que los platillos que preparan se realizancon amor, paciencia y dedicación; además con la ilusión de que todos puedan convivir en armonía.
Para esta pareja de invidentes, los obstáculos tienen que vencerse y aunque pueden ver sólo sombras, su vida está llena de bendiciones, únicamente les falta la vista, pues tienen a su familia, amigos y un gran corazón el cual dejan ver a través de sus buenas acciones, su amor por vivir va más allá de esa oscuridad.
Por su parte el diputado del Partido Acción Nacional, Alfonso Robledo, informó que presentó una inciativa en el Congreso local, para que los taxistas y empresarios del transporte respeten a los invidentes.
“Sería un buen apoyo para las personas que no pueden ver, porque no respetan los derechos de los invidentes e incluso les cobran más y no se vale”, comentó.
Agregó que seguirá trabajando para que las personas con discapacidad visual tengan mejores oportunidades.
EN NUEVO LEÓN HAY MÁS DE 40 MIL INVIDENTES
Hasta diciembre del año 2010, en Nuevo León existían 41 mil 179 personas invidentes, de las cuales 20 mil 051 son hombres y 21 mil 128 mujeres; sin embargo, la cifra puede ir en incremento.
Para que puedan tener una vida más digna, existen diferentes opciones como el uso del sistema braille, el del perro-guía, el de nuevas tecnologías con programas como el Jaws, el zoom te, Asociaciones, entre otros.
La población invidente económicamente activa en la entidad es de 13 mil 200, y un total de 12 mil 430 trabajan; en tanto las personas con discapacidad visual que han estudiado hasta nivel medio superior está conformado por 8 mil 626 ciegos, de los cuales 4 mil 712 son hombres y 3 mil 914 mujeres.
Según el Comité Internacional Pro Ciegos (CIPC), existen alrededor de un millón 800 mil invidentes a nivel nacional, y se calcula que 6 de cada 10 son hombres.
A nivel mundial, se estima que existan al menos 37 millones de personas ciegas y otros 124 millones tienen una baja visión. Para el 2020 se calcula que habrá 76 millones de invidentes y de dicha cifra el 90 por ciento viven en países en vía de desarrollo.
La Ley: Según la Ley de personas con discapacidad del Estado de Nuevo León, en el título segundo de los derechos y garantías para las personas con discapacidad, capítulo I de la Salud, Artículo 7.- Las personas con discapacidad tienen derecho a servicios públicos para la atención de su salud. Artículo 10.- Ninguna persona con discapacidad deberá ser sometida sin su libre consentimiento, a ningún tipo de experimento, y en ningún caso a los prohibidos por la legislación aplicable, a explotación, trato abusivo o degradante, en nosocomios y clínicas de salud mental. Artículo 11 señala que: Se reconoce la ceguera legal como una discapacidad y por lo tanto quienes la enfrentan son beneficiarios de los derechos que confiere esta Ley.