
Para algunos la solución a la violencia que aqueja a la entidad está en el uso de militares, armas y aplicación de leyes más rigurosas, pero para otros la mejor fórmula está en un simple acto: la evangelización.
Desde su llegada a Nuevo León como nuevo Arzobispo de Monterrey, Monseñor Rogelio Cabrera López hizo patente su intención de convertir a la oración en el arma más poderosa contra la inseguridad.
Y es que de acuerdo al pastor, ningún mal está por encima del poder de Cristo.
“Estamos convencidos de que el mal no tiene la última palabra. El único antídoto para la irracionalidad del mal y la violencia es el amor de Cristo depositado en nuestros corazones”, mencionó el Arzobispo.
Es innegable que en los últimos años Nuevo León ha vivido una espiral de violencia que amenaza con profundizarse; sin embargo para Cabrera López la tarea de recuperar la paz en el estado es posible gracias al acercamiento con Dios, ya que “anima a los católicos a llevar una vida digna, una vida conforme al mejor humanismo y conforme a la fe católica”.
En palabras del prelado, el deterioro social en Nuevo León y el resto del país podría debilitar la fe de los ciudadanos, por lo que resulta urgente comenzar la cruzada de evangelización.
“Ante el debilitamiento de la fe de muchos hermanos tenemos hoy la necesidad imperiosa de reactivar la fe que corre en riesgo de oscurecerse en los contextos actuales”, dijo el pastor.
Proveniente de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, el Arzobispo está consciente de la situación de inseguridad que se vive en el norte del país, misma que ha causado dolor y sufrimiento a las familias de la región, por lo que hoy más que nunca es imperante acercarse a Cristo para cambiar el panorama actual.
“Sabemos que hay situaciones dolorosas para muchas familias. Me uno al dolor de aquellos que han sufrido por la violencia, me uno a la preocupación que tienen muchos ciudadanos debido al estado actual que acontece en el norte del país”, puntualizó.
SU LLEGADA
“Por este medio queremos anunciar con mucha alegría que el Señor Jesús, Pastor Eterno, a través del ministerio Petrino de su Santidad, Benedicto XVI, ha nombrado en este día 3 de octubre, como nuevo Arzobispo de Monterrey al Excelentísimo Señor Don Rogelio Cabrera López, hasta ahora Arzobispo de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas”, fue el mensaje que el 3 de octubre se leyó en el portal electrónico de la Arquidiócesis de Monterrey, la más importante del norte del país.
Y desde aquel momento la comunidad católica comenzó a detallar los preparativos para recibir al sucesor del cardenal Francisco Robles Ortega, enviado hace más de 10 meses a Guadalajara.
Los días transcurrieron y el fervor comenzó a sentirse cada vez más en las calles de la ciudad, la llegada del nuevo líder católico era ya una realidad.
El 5 de diciembre las porras y los aplausos se convirtieron en la banda sonora que ensordeció a la Arena Monterrey, en donde cerca de 11 mil regiomontanos se dieron cita para dar la bienvenida al nuevo Arzobispo de la ciudad.
Aquel día fue una fecha de fiesta para los fieles católicos de Nuevo León, pues con el arribo del prelado, también llegó una esperanza de paz para una tierra fuertemente castigada por la inseguridad.
Desde temprana hora, Cabrera López tomó posesión como máxima autoridad de la Arquidiócesis de Monterrey, en una ceremonia solemne celebrada en la Catedral de la ciudad, en donde la frescura de las primeras horas del día fue disuelta por la calidez de sus palabras.
El Cardenal Norberto Rivera, Arzobispo Primado de México; Francisco Robles Ortega, Arzobispo de Guadalajara; José Horacio Gómez, Arzobispo de Los Ángeles; Gustavo García Siller, Arzobispo de San Antonio; Christophe Pierre, Nuncio Apostólico en México; Jorge Cavazos, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Monterrey; Raúl Vera López, Obispo de Saltillo; Alberto Suárez Inda, Arzobispo de Morelia y Luis Felipe Gallardo Martín, Arzobispo de Veracruz fueron algunos de los líderes católicos que dijeron presente en la bienvenida de Cabrera López.
Al evento tampoco pudieron faltar el gobernador del estado, Rodrigo Medina y su esposa, Gretta Salinas.
Los miles de fieles católicos que se congregaron en la Arena Monterrey le hicieron conocer al nuevo Arzobispo que en la ciudad tiene una tierra que lo aprecia y que espera con ansia su apoyo espiritual para salir adelante.