Un adulto mayor es muy responsable, valora más su trabajo y generalmente gana los reconocimientos como empleado del mes porque es puntual, responsable, no está distraído con la tecnología y valora mucho el trabajo.
Hace cinco años José Fernando Ovalle López se jubiló con una pensión de 5 mil 500 pesos mensuales, una cantidad que poco le sirve para llevar un retiro digno en Monterrey, catalogada como la ciudad mexicana más cara para vivir en 2017.
Tan solo de renta, el habitante del centro invierte 2 mil pesos al mes, a lo que se suman los gastos de servicio, alimento y vestido.
A sus 75 años, el regiomontano se vio obligado a laborar como empacador voluntario en una tienda de autoservicios al sur de la capital regiomontana, un oficio que comparte con cerca de 35 mil adultos mayores más en la entidad.
Y es que de acuerdo al Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), apenas cuatro años atrás, el 72 por ciento de los adultos mayores en el país padecían vulnerabilidad social, una estadística que afecta a cerca de seis de cada diez abuelitos en Nuevo León, en donde habitan cerca de 540 mil 766 adultos mayores (10.6 por ciento de la población).
Con experiencia en la contaduría privada, Ovalle López dedica cuatro horas al día, seis días a la semana, a empacar las compras de los clientes de un importante centro de autoservicio, recibiendo como pago entre 50 centavos a 10 pesos en promedio.
“Trabajo más que nada porque la pensión que me proporciona el Gobierno no es suficiente para solventar mis gastos, y con tan caros que están los servicios en la ciudad, pues casi no me quedo con nada.
“Me hubiera gustado que mi pensión fuera suficiente para poder descansar sin tener que trabajar”, expresó Ovalle López.
Durante trece años, el septuagenario encontró trabajos temporales que le ayudaron a sortear los embates de la inflación de la canasta básica, pero conforme pasaron los años, su cada vez mayor edad le redujo las posibilidades de un empleo.
“Ya casi en todos los lugares te piden que tengas menos de 40 años, ahora imagínate yo con 75, pues es muy difícil encontrar algo para mí, por eso me vine de empacador”, mencionó don Fernando.
El 21 de abril de 2015, Ovalle López, quien además padece de diabetes controlada, se sumó a las filas de los miles de individuos de la tercera edad que, condenados por las políticas públicas y privadas, buscan sobrevivir como “cerillitos”, término con el que también se le conoce a los empacadores en supermercados.
Sin prestaciones de ley ni salario fijo, el regiomontano prefiere trabajar como empacador voluntario, labor que le reditúa en promedio 150 pesos diarios, en lugar de solicitar apoyos gubernamentales, pues considera que tienden a politizarse.
“Aunque es poquito, esto nos ayuda a solventar gastos en la casa y se nos hace más sencillo todo. No recibimos ningún apoyo de gobierno porque consideramos que son muy políticos y quieren que votes por determinado partido. Como que te obligan a que votes por cierto partido para que te den la ayuda y eso no nos gusta
“El Gobierno tiene que hacer un estudio más profundo para elevar los ingresos de la gente porque de eso depende mucho lo que cotizas y con lo que te pensionas, pero también de los salarios actuales, porque sí te aumentan el salario, pero también aumentan los precios de todo”, señaló el septuagenario.
Ante el cuestionamiento de si las personas de la tercera edad deberían de trabajar o descansar, la respuesta de los propios abuelitos es tajante: mantenerse inactivos los llevaría a la muerte.
El debate social se traslada ahora a las políticas de los empleadores, que en su mayoría solicitan como edad máxima los 40 años de edad, desaprovechando la sabiduría y experiencia de los adultos mayores, que en México se contabilizaron en 12 millones 641 mil 791 en el 2015, de acuerdo con el INEGI.
En Nuevo León, considerado el polo industrial del país, dicho sector solicita como edad límite para sus vacantes las cuatro décadas, por lo que laborar como empacadores voluntarios en el sector servicios se convierte en la mejor opción para los abuelitos.
En la entidad, tan solo el cinco por ciento de los adultos mayores cuentan con título universitario, lo que complica aún más su colocación en empleos formales, a pesar de su experiencia.
No obstante, hay para quienes el mayor pago es la satisfacción de mantenerse útiles a su edad.
Un ejemplo de ello es Alejandro Barbosa Ramos, de 66 años, quien también trabaja como empacador voluntario desde hace dos años.
A pesar de ser pensionado, el habitante de Apodaca decidió buscar trabajo para mantenerse activo.
“Me pensionaron por invalidez por un derrame interno en la retina central del ojo derecho. Me siento bien trabajando, no quiero estar de ocioso aquí en la casa. Mientras mi cuerpo aguante, me gustaría seguir trabajando”, expresó el sexagenario.
Aunque lo que le dan de pensión le alcanza para cubrir sus gastos y los de su esposa, los cerca de 150 pesos que gana diario le ayudan a cubrir gastos imprevistos.
Sin salario fijo, el pago seguro que recibe Barbosa Ramos es el de seguir laborando. Sabe que a su edad será difícil encontrar otro empleo, por lo que aprovecha cada minuto de las dos horas que trabaja por día para sentirse útil.
Por ahora es difícil responder hasta cuándo seguirá laborando como “cerillito”, pero mientras tenga energía para levantarse, continuará.
Su pensamiento es compartido por Jaime Javier Sánchez Fonseca, de 63 años, el habitante del municipio de Monterrey que recién entró a la llamada “tercera edad” y conoció la complejidad de conseguir un empleo.
Tras laborar por nueve años como taxista, decidió dejar el volante y buscar un nuevo trabajo; poco tiempo pasó para que las tiendas de un supermercado le abrieran las puertas como empacador voluntario.
“Se me estaba acabando el dinero que tenía en mis ahorros. Salí a caminar, pasé por un centro de autoservicios y me acerqué a pedir información porque ya me habían comentado que daban oportunidad a las personas de la tercera edad”, mencionó.
Aunque asegura que preferiría un trabajo fijo donde tenga prestaciones, está contento de desempeñarse como “cerillito”, pues al menos se mantiene activo.
“Me gusta porque me mantiene activo, porque de verdad estar inactivos a nuestra edad nos acaba más rápido”, aseguró.
Actualmente, Sánchez Fonseca sólo tiene como ingreso las propinas que recibe en el autoservicio, que al mes pueden llegar a los 7 mil 500 pesos, una cantidad incluso mayor a las pensiones de otros miembros de la tercera edad.
A pesar de que la Secretaría del Trabajo del Estado no promueve este tipo de empleos al considerarlos informales, el Instituto Nacional de las Personas de Adultos Mayores (INAPAM) sí aprueba la vinculación de adultos mayores con empresas “socialmente responsables”, al ofrecerles la oportunidad de mantenerse activos.
De acuerdo a la delegada del INAPAM en Nuevo León, Sonia González Quintana, las políticas públicas y privadas están en deuda con la tercera edad, al no permitirles seguir desarrollando su potencial.
“Hemos comprobado que el adulto mayor que se mantiene activo, que se encuentra en el período de madurez activa, que es de 60 a 75 años, se siente útil y previene las depresiones, los malestares y las enfermedades.
“Entonces, nosotros buscamos todos los foros en donde nos inviten para hacer ver a la sociedad que los adultos mayores tienen su etapa productiva y que tenemos que pensar en eso, porque un estado que ya está catalogado como longevo es el que tiene el 10 por ciento de su población adulta y en Nuevo León ya se tiene esa cantidad”, mencionó la funcionaria federal.
Para González Quintanilla resulta inaceptable que se fijen edades productivas en las empresas, por lo que aseguró que la dependencia seguirá pugnando para que se amplíe el espectro de edad en las vacantes, y que las ofertas de empleo para las personas de la tercera edad no se limiten al empacador voluntario.
“Tenemos que exigir como sociedad y como país para vincular más a los adultos mayores, porque no es posible seguir con esa mentalidad
“Es cierto que el oficio del empacador voluntario es loable, pero aquí nos percatamos de que llegan adultos mayores en búsqueda de trabajo con currículos impresionantes. A veces es un desperdicio el tener a un adulto mayor con ese historial”, pronunció González Quintana.
La problemática se acentúa al saber que Nuevo León y México en general está envejeciendo.
En base a las cifras del INEGI, se espera que en 2050 la nación azteca sea la más longeva de América Latina.
Y es que la tasa de crecimiento anual de adultos mayores es de 3.8 por ciento, el doble que la tasa de crecimiento media del país.
Lo anterior se traduce a que en 18 años se duplicará el número de habitantes mayores de 60 años en México.
En 2013 había un adulto mayor por cada 3.4 jóvenes, pero para 2030 habrá un adulto mayor por cada dos jóvenes.
LA VIDA DESPUÉS DEL RETIRO
Décadas atrás, cuando el trabajador mexicano se jubilaba pocos años le restaban de vida, pero con los avances médicos la longevidad ha llegado hasta los 79.8 años en el país, lo que se traduce a vivir de una pensión por casi 15 o 20 años.
Actualmente, el costo de vida y las condiciones del retiro mantienen a la población adulta en supervivencia, ya que de cada diez jubilados, sólo dos gozan de alto nivel económico y los ocho restantes están en situación de medio o alto grado de vulnerabilidad.
En Nuevo León, un importante número de abuelitos busca retomar su vida laboral para seguir pagando cuentas, pero el estigma de “no mayores de 40 años” les ha pasado factura, según la delegada del INAPAM.
“Constantemente estamos incitando a las empresas a que aumenten su padrón laboral, que lo enfoquen más a los adultos mayores. Lo hacemos mediante conferencias y casos exitosos.
“Hacemos a un lado la creencia de que el adulto mayor implica mayor costo por sus enfermedades. Y no, nosotros pugnamos para que adulto mayor se le vea como una persona que tiene toda la experiencia de una vida de trabajo”, detalló González Quintana.
Para la funcionaria federal, los abuelitos pueden llegar a ser más productivos incluso que los jóvenes.
“Un adulto mayor es muy responsable, valora más su trabajo y generalmente gana los reconocimientos como empleados del mes porque son puntuales, son responsables, no están distraídos con la tecnología y valoran mucho el trabajo.
“El adulto mayor se siente comprometido porque no completa con la pensión y presenta el síndrome del nido vacío, porque ellos se tienen que hacer autosustentables porque los hijos ya se fueron y ellos siguen con los mismos gastos de servicios y alimento”, aseveró la funcionaria.
Al día de hoy existen empresas como Comex, Starbucks, Best Buy, Kidzania, Modatelas, Parque Fundidora, y algunos call centers, empresas de seguridad y tiendas de autoservicio que se han sumado a la iniciativa de crear vacantes para personas de la tercera edad, y así beneficiarse de la condonación del 25 por ciento del Impuesto Sobre Nómina (ISN).
Pero con el afán de que más empresas se integren, González Quintana señaló que ya negocian la reducción del 100 por ciento de dicha contribución para compañías socialmente responsables que abran puestos para abuelitos.
“El INAPAM atiende por semana cerca de 15 solicitudes de empleos formales y 45 de empleos informales”, aseguró la delegada.
A la carencia financiera se le suma otra problemática: la inactividad, que puede ser aún más letal que el hambre.
Y es que muchos abuelitos además de trabajar, también buscan otras actividades para mantenerse vivos.
Es así que el INAPAM también funciona como centro gerontológico que atiende, de base, a más de 400 personas de la tercera edad.
En el lugar se les dan clases de arte, deportes, manualidades, autoempleo o simplemente un espacio para conocer y convivir con otros adultos mayores.
“Queremos que el adulto mayor disfrute de una vida digna, que tengan actividades culturales, deportivas y laborales. Que tengan empleos dignos con prestaciones, que tengan acceso al deporte, a la cultura, a socializar con gente de su edad.
“En las casas club o centro gerontológicos tienen acceso a dichos beneficios. La delegación funciona como centro gerontológico, es decir, que nosotros tenemos clases de todo tipo, de danza folclórica, de pintura, de envoltura de regalos, de autoempleo.
“Pero también tenemos bailoterapia, danza tropical y en conjunto con otras instituciones nos enfocamos mucho a que el adulto mayor tenga actividades deportivas. Anualmente se hacen competencias estatales, deportivas y los juegos nacionales del INAPAM”, mencionó González Quintanilla.
De igual forma, la institución realiza campañas de sensibilización constante para “dar visibilidad” a los neoloneses de la tercera edad.
“Los carniceros de hoy serán las reses de mañana”, es una frase del exgobernador de Nuevo León, Alfonso Martínez Domínguez, y que la delegada del INAPAM parafrasea en sus pláticas con universitarios con el único fin de recordarles: “Todos vamos para allá y por eso hay que tratar a nuestras personas de la tercera edad con dignidad”.