Son sacerdotes pero se han liberado de las ataduras morales, tienen un acercamiento directo, más humano y ameno con la gente que hasta se involucran en la defensa de causas sociales.
Así son algunos de los curas de la Diócesis de Saltillo que se han atrevido a modificar la percepción de la sociedad hacia su persona y la forma en que predican el Evangelio durante sus misas o encuentros con los feligreses.
Romper con esos esquemas tradicionales de la iglesia no ha sido un capricho o iniciativa propia. Ese cambio de lo convencional a lo innovador tiene una fundamentación.
Durante su papado, Benedicto XVI instruyó renovar la vida del cristiano al crear un modelo integral basado en el Concilio Vaticano II con el fin de restablecer la unión de la iglesia con la sociedad.
“Hay que cambiar los métodos, el lenguaje y las herramientas aunque a veces a la iglesia le ha dado miedo hacer esa innovación. El Concilio Vaticano II nos dio esa parte creativa, el papa Benedicto insistió en esa frescura y ese nuevo lenguaje que no hacemos otra cosa que seguir esos lineamientos”, expresó Humberto Álvarez, sacerdote de la Iglesia Ojo de Agua.
En ese sentido, los curas, Jesús Pedro Oyervides, conocido como el padre Chuy Pedro, así como Adolfo Huerta Alemán, el padre “Gofo”, que comparten su testimonio con Hora Cero y sus lectores, argumentan que las modificaciones en su oficio y en las misas no son “ocurrencias” y se apegan a la leyes del clérigo.
Los presbíteros saltillenses se han enfrentado a las críticas pero no por ello dejan a un lado su objetivo de dar a conocer la doctrina religiosa de una manera diferente para que la gente la comprenda y la viva.
No han estado solos en ese proceso de renovación. Durante su sacerdocio y desde el 2001, los padres han contado con el respaldo de Raúl Vera, Obispo de Saltillo, quien se ha distinguido por defender a los mineros fallecidos en Pasta de Conchos, así como por alzar la voz contra injusticias sociales.
El padre Pedro Pantoja, defensor de los migrantes, hace su tarea; mientras que Robert Coogan, coordinador espiritual del grupo San Elredo, apoya a la comunidad homosexual.
Pero no son los únicos que han realizado cambios y tratan de mantener un equilibrio entre lo tradicional de los ritos eclesiásticos e implementar estrategias diferentes para promover la Sagrada Escritura.
Pues al ser una disposición del Concilio Vaticano II, existen más de 100 diócesis en América Latina en las que los sacerdotes que las integran han puesto un granito de arena con su creatividad para lograr el cometido.
‘Fiesta’ litúrgica para chicos y grandes
Eran las 11:00 horas. La misa dominical con niños comenzó en la iglesia de Fátima al son de las campanadas y de un cántico armonioso que los infantes acompañaron con una coreografía, en cuanto Mickey Mouse, el Hombre Araña, Tigger, Campanita, “Lola”, Bella, Pablo y Stephanie -botargas de personajes animados- seguidos del padre Chuy Pedro, entraron al recinto religioso.
Entusiastas los menores tomaron su lugar en los escalones frente al altar, mientras la imagen de la Virgen de Fátima y Cristo postradas en él, fueron testigos del inicio de una gran fiesta católica. Atentos, los pequeños escucharon al sacerdote y participaron junto con sus tutores en los diversos momentos de la celebración.
Desde hace cinco años, dijo el cura a Hora Cero, la respuesta ha sido positiva por los asistentes. El haber implementado una estrategia fuera de lo tradicional para que se acerquen a Dios de una manera divertida, les ha causado motivación para asistir a este templo. Prueba de ello es que se abarrotan los lugares e incluso hay personas que se quedan de pie.
“Es una liturgia convencional, sólo que yo metí botargas como elementos, estudiados desde la pedagogía infantil, así como de la estimulación temprana para saber qué era adecuado. Las botargas y colores de éstas no son cualquiera, se introdujeron para que la misa la disfrute desde un bebé en brazos, hasta un niño de 10 años y les ayude a encontrar ese amor a Dios”, expresó el presbítero.
Explicó que en la dinámica que aplica cada domingo, no se trata de que una botarga dé la misa o que la utilización de esta se preste a una mala interpretación, de lo que Dios es. Al contrario, este “elemento”, como él lo llama, se convierte en un medio para captar la atención del niño, conozca a Jesús y entienda su mensaje.
“Yo no uso botarga, traigo mi túnica normal y que haya personajes animados junto a mí, es una guía para que el niño esté a gusto, vea y aprenda, que también se persignan, comulgan y todo”, argumentó el sacerdote ante los comentarios negativos que quizás algunas personas han emitido al respecto. Pues hay gente, señaló, que quiere ver lo tradicional.
En ese sentido, Chuy Pedro se mantiene firme en el objetivo que se planteó; “en Fátima tratamos de renovar la comunidad, tenemos misas temáticas y el mensaje es diferente de acuerdo al público que va desde niños, jóvenes hasta adultos. Hacemos una variedad de cosas para que reflexionen la palabra de Dios”.
“No hago esto porque la gente se esté yendo del catolicismo, porque no se va, menos en México y mucho menos los niños. Se trata de tener y brindarles una conciencia más clara de lo que es el Evangelio y de cómo puede vivirse en base a los tiempos actuales”, reiteró el presbítero.
“Yo no hago la misa, la dirijo, yo consagro pero está compuesta por coros, botargas, los feligreses, quienes nos ayudan, cantan, bailan y oran, pues se hacen partícipes de la celebración en todos los sentidos, y más que todo, se llevan el mensaje para aplicarlo a la vida diaria”, manifestó.
Reconoció que se genera un “desorden” pero “muy controlado”, ya que da indicaciones precisas a los menores sobre cómo comportarse durante la ceremonia y los padres de familia contribuyen para guiar a sus retoños.
Los niños se divierten, sus padres también y con sonrisas en el rostro, así como con su presencia en el recinto religioso, avalan la estrategia que el presbítero maneja para oficiar el rito católico. Aunado a esa aprobación de los feligreses, Chuy Pedro se apega a las normas del clero.
“El Obispo- Raúl Vera- ha venido y queda encantado con la misa pero la misma iglesia y el Concilio Vaticano II nos dice que culturicemos. Yo lo hago de esta forma y con estos elementos porque vemos que le gusta a los niños”, concluyó el sacerdote.
Durante la Eucaristía los niños permanecieron en el altar; al saludo de paz, le dieron la mano al padre y a los personajes animados. Cantaron y bailaron de acuerdo a los momentos de la liturgia, y al final, luego de la bendición, hicieron fila para tomar un dulce de manos del Hombre Araña, Mickey Mouse o Campanita.
Felices de haber acudido a misa, escuchado el Evangelio y haberse divertido, las familias salieron de la parroquia, ubicada en el bulevar Venustiano Carranza, satisfechos de cumplir con el primer mandato de la iglesia… oír misa entera los domingos y fiestas de guardar.
Chuy Pedro se ordenó en junio de 2000. Conserva su jovialidad a sus casi 40 años de edad y proyecta su sentir a los demás, en base a los tiempos que se viven para promover la palabra de Dios sin faltar a la iglesia.
El ‘súper sacerdote’
Las campanadas de las 12:00 horas sonaron, la celebración de la parroquia de Ojo de Agua, al centro de la ciudad, inició. Los niños se mostraron a la expectativa de la aparición del padre Humberto Álvarez, pues querían ver a los súper héroes en la casulla del sacerdote, además de vivir la liturgia de una manera divertida, como lo hacen cada domingo.
El presbítero no usó una túnica completamente blanca. Batman y Superman son las dos figuras que el presbítero traía impresas de manera dispersa sobre la ornamenta y, aunado a eso, al final de la misa dio la bendición con una pistola de agua -juguete-. Desde hace cuatro años hace una misa diferente que ha dado resultados y no altera lo que dicta la iglesia, respecto a la liturgia.
“Mi intención es lanzar un mensaje con esas dos figuras no por ser héroes, sino por las historias y acciones de lucha, justicia, paz y perdón que demuestran pese a las adversidades que se les presentan. Yo trabajo en base a una cultura del perdón y la reconciliación y estoy trabajando en mi barrio con esto porque tenemos mucha violencia”, expresó Álvarez.
Por lo tanto, agregó el sacerdote: “la misa no es simplemente misa con niños. De hecho, no es una estrategia de querer sólo llegar a los más pequeños, es un formato más íntegro que nos está dando resultados con las personas de todas las edades porque se desarrolla un ambiente fresco, de reflexión y con un discurso denso”.
“Es un contacto cercano a los presentes, una convivencia cargada de historietas y chistes para comprender el Evangelio, donde la gente sale con algo para llevarse a la vida cotidiana. Los asistentes cantan, bailan, sienten lo que escuchan y es lo que se busca porque nosotros nos centramos en los resultados, en la alegría, la chispa, en el juego con los niños”, añadió.
Al momento de las lecturas u homilía, Álvarez utiliza un lenguaje adecuado para los infantes e incluso, durante la reflexión de la palabra de Dios, ejemplifica con algunas escenas de caricaturas o actos de personajes animados que hacen el bien a su prójimo. Pero eso no es todo, al final de la ceremonia, el grito de “agua, agua” por parte de los niños se deja escuchar porque quieren que el cura les bendiga con el juguete.
“Los niños, la gente, esperan ese proceso. Es increíble ver cómo se amontonan alrededor de mí, mientras otros observan con cautela a los súper héroes en la casulla. Así, con el rocío de agua proveniente de la pistola de juguete, termino con el protocolo que nos ha dado resultados. Sólo la gente que está en ese contexto, sabe lo que realmente pasa”, manifestó.
Álvarez reiteró que la liturgia, en cuanto a la misa se refiere, se respeta como se tiene estipulado en la iglesia. Las modificaciones o lo nuevo, “es el lenguaje y la presentación que hacemos. Es parte de un programa y no una ocurrencia mía”, enfatizó ante los resultados positivos que se han generado al respecto.
“El Vaticano surge con tres palabras importantes, hay que cambiar los métodos, el lenguaje y las herramientas aunque a veces a la iglesia le ha dado miedo hacer esa innovación. El Concilio Vaticano II nos dio esa parte creativa, el papa Benedicto insistió en esa frescura y ese nuevo lenguaje. No estoy haciendo otra cosa más que seguir esos lineamientos. Estamos dándole soporte, contenido y no apareciendo imágenes sólo porque sí, sino con una teología y respuesta profunda de lo que se hace”, argumentó.
Sin embargo, mencionó que si en determinado momento el Obispo le pidiera que dejara de utilizar ese signo- juguete e imágenes en casulla-, “lo dejo de hacer, pero mientras no tenga una llamada de atención por parte de mi superior, yo seguiré con esta dinámica. Al final de cuentas es un juego que rompe con la liturgia”, afirmó.
Señaló que esas diversas maneras de hacer la liturgia se permiten, la diferencia es que muchos se acostumbraron a lo tradicional pero no por ello está mal lo que hace. “Respeto la expectativa de las personas que no están de acuerdo con las modificaciones, pero también tengo claro que como yo hay otros sacerdotes en Saltillo que hacemos el esfuerzo por hacer nuestro trabajo en distintas modalidades”.
El trabajo del padre Humberto Álvarez es “íntegro”, pues además de ser sacerdote, desde 1999, como ciudadano ha participado en movimientos sociales y protestas contra el gobierno de Coahuila al ser parte del grupo Yo Soy 132. Se involucra con las causas de la sociedad para luchar por la justicia, tal como lo hizo Jesús.
Cura, rockero y activista político
Su imagen no es nada convencional a la de cualquier sacerdote. Él es diferente porque lleva el cabello largo hasta el hombro con las puntas de color rojo. Generalmente se viste de negro y anda en moto. Durante la misa cuenta chistes, relaciona la palabra de Dios con alguna película, canción de rock o se apoya en todo tipo de literatura. Además, participa en manifestaciones sociales para exigir justicia.
Ese es Adolfo Huerta Alemán, mejor conocido como el padre “Gofo”, quien hace dos domingos inició una nueva etapa en la iglesia El Señor de la Misericordia, ubicada al noreste de Saltillo, en la colonia El Toreo. No teme a las críticas que pudieran hacerle los feligreses por su forma de vestir o ser, pues su función se avoca a promover el Evangelio por los medios que se adecuen al auditorio.
“Creo que el verdadero cristiano no está llamado a hacer lo convencional, Jesús no lo hizo y yo tampoco lo haré. La iglesia aquí me deja ser libre, traer el pelo largo, respeta mi vestimenta y forma de ser aunque en ocasiones considero a la gente para no regarla. Sin embargo me conocen, y al fin de todo soy yo, ese que busca la evolución del pensamiento y la humanidad a través de Dios”, dijo el padre.
Su quehacer lo efectúa en base a la constitución del Vaticano: “hay que culturizar el Evangelio a la cultura contemporánea”, y es triste que no todos captemos ese mensaje. Por ello, además del gusto personal, el sacerdote utiliza las ideas o historias, nada ajenas a la realidad, que lee en los libros, que ve en las películas y escucha en la música, que se apila en una mesa de su habitación.
“No es que quiera cristianizar todo pero esas herramientas son y muestran parte de la realidad que vivimos y de lo que viene en el Evangelio. Combino esas facetas de mi vida para ayudar a hacer un cambio social porque siempre he tenido la sensibilidad de que la propuesta del reino de Jesús se tiene que vivir aquí y no en el más allá: tu vida es el cielo o el infierno, según la vivas”, explicó.
Reiteró que el objetivo no es de acarrear más gente la iglesia o a un partido político, “sino que vivan el Evangelio, lo comprendan, con una fe renovada y se convenzan de ello, aunque sean una, dos o tres personas, como empezó Cristo. Lo que se pretende es hacer el bien a toda la humanidad”, dijo el presbítero.
“Eso necesario y se está buscando. Pugno por una fe adulta, más humana y razonable, hay que desmitificar la fe, la figura sacerdotal porque piensan que el padre no fuma, no baila, cuando la realidad es otra. Hay que respetar las preferencias de otros sin condenar para ser libres y debemos de racionalizar la fe para encontrar a Cristo en todas partes”, manifestó el presbítero.
“Gofo” descubrió la presencia de Dios en el rock, en los bares, en las prostitutas o enfermos de sida, con quienes tuvo la oportunidad de trabajar hace algunos años, cuando se especializaba en Filosofía en la Universidad Pontificia de México, Distrito Federal. Como creyentes, añadió, “debemos de llevarlo en la vida cotidiana, no en los mitos”, aseveró el padre.
“No se trata de condenar al mundo, se trata de ayudar a un ser vivo. Yo busco renovar la fe de acuerdo a la realidad social y cuento chistes, uso palabras altisonantes en la misa para hacerla más liviana, más amena. Es una estrategia con el fin de dar el mensaje del Evangelio, sin ser cuadrado, pero sin faltar a las leyes eclesiásticas”, reafirmó.
Porque en estos tiempos, el cura ya no ve una iglesia conservadora, aunque reconoce que hay sectores en que sigue vigente. Así que invita a la gente a que conozca la variedad de maneras que existen para acercarse a Dios y con las que algunos sacerdotes hacen su labor sin cometer faltas a los mandatos de la curia.
“La creatividad para hacerlo es variante y hay apoyo entre los sacerdotes. No hay celo ni protagonismo pero tenemos como proyecto el bien de la comunidad porque en nuestro campo católico podemos formar personas, no individuos, y desde esta plataforma trato de hacerlo. Ya no podemos esperar que la Virgen nos haga el milagro o que el gobierno arregle las cosas”, apuntó.
Por lo tanto, su labor va más allá de la religión, y desde la perspectiva político-social, el sacerdote se ha unido al movimiento saltillense Indignados y Yo Soy 132, que han puesto de manifiesto su desacuerdo contra la megadeuda en Coahuila entre otras causas que perjudican a los habitantes del Estado vecino y de todo el país.
“Eso me lleva a mí a vivir el mensaje de las bienaventuranzas, de construir una ciudadanía informada, organizada y más participativa. La iglesia es la plataforma más idónea para hacerlo porque nuestra religión no nos debe alejar de la realidad. Nuestra fe nos exige, nos compromete y lo combino con mi personalidad y el Evangelio, si se puede”, finalizó.
Adolfo Huerta Alemán se ordenó como sacerdote hace seis años y desde su comienzo en este rubro ha roto los esquemas de los sacerdotes tradicionales, pues afirma que independientemente de la forma en que lo hagas, “servir a Dios no tiene precio”.