La psicosis generada por la ola de violencia en la entidad, un supuesto disparo al aire y pocas medidas de seguridad por parte de concesionarios de la Expo Feria Guadalupe provocó que cinco personas murieran aplastadas en mayo del 2010.
A casi un año de distancia, las heridas aún no cierran. Familiares de las víctimas nos cuentan cómo han logrado salir adelante después de pasar el trago amargo y ver que muchas de las promesas de las autoridades quedaron en el olvido.
QUEDARON SUEÑOS TRUNCOS
Cristina García Serrato nos recibe en su domicilio y entre llanto recuerda a su padre Eleazar García Yado, víctima de la estampida humana registrada en las puertas del Jardín Cerveza.
Para la joven ama de casa los recuerdos de aquella noche siguen presentes, lo que parecía un agradable paseo para su familia se convirtió en una pesadilla.
Su madre y hermana se trasladaron desde Hidalgo, Tamaulipas, para estar unos días con su papá quien laboraba en la obra, en Monterrey; emocionados con la feria decidieron ir a pasear sin imaginar el terrible final.
“En esa ocasión mi papá les mando dinero para que se vinieran a la Expo. Se fueron a la feria mis papás y hermana, mi tío con toda su familia, me hablaron por teléfono para que fuéramos, pero teníamos otras cosas que hacer y no podíamos ir.
“Cuando me encontraba dormida cerca de las 3:00 horas de la mañana, me despertó mi tío y me dijo : `hija, no te quiero asustar, pero pasó algo, hubo una balacera en la Expo, yo agarré a mi familia, invité a mi hermano para la orilla y le dije hay mucha gente, si te quedas parado te van a aplastar, pero se quedaron ahí y ya no supe más porque entre toda la gente nos fueron aventando”, contó.
Comentó que ante la gravedad de la situación su tío tuvo que levantar a su hija de 2 años y a otro de 7, pues la aglomeración estaba provocando que les faltara aire, por lo que optó por marcharse de la Expo sin imaginar lo que en esos momentos le ocurría a su hermano.
“A mi papá no se le dificultaba nada, por eso mi tío decidió marcharse, pero asustado a las tres de la mañana y ver que no llegaban a casa, nos fuimos a buscarlos hasta la feria”, dijo Cristina quien anteriormente vivían en la colonia Valle Soleado, en Guadalupe.
“No sabíamos nada de mi mamá, ni de papá, ni de mi hermana, pero en eso llegó mi hermana. Una pareja la trajo luego de que la encontraron tirada en el piso llorando porque no encontraba a mis padres y no conocía Monterrey, a como pudieron llegaron.
“Me contó que entre tanta gente se zafo de papá y ya no supo más, fue entonces cuando emprendimos camino. Llegamos casi a las cuatro de la mañana, no había cuerpos, ni gente, nada, fuimos a la Cruz Verde y preguntamos, pero nos comentaron que las personas que describíamos no estaban dentro de los muertos, ni dentro de los heridos.
“Regresamos a la Expo, la recorrimos y no encontramos nada, los policías nos insistían en que ya no había nada; mi tío nuevamente fue a la Cruz Verde y ahora sí le dijeron que una señora con las mismas características había sido trasladada al Hospital Universitario”, contó Cristina.
Inclinando la cabeza y tocando la frente, la ama de casa notoriamente afectada aún por los hechos comentó que su tío no le quiso decir que su padre había fallecido.
“En ese rato mi tío no me dijo nada, se subió a la camioneta y en el transcurso me dijo: ´no te preocupes mija, están bien, heridos, pero están vivos´, pero tiempo después expresó: `carnal, si me hubieras hecho caso no hubiera pasado nada´y en eso yo pensé no puede ser, falleció mi papá, no podía creerlo”, dijo Cristina mientras escurrían lágrimas por sus mejillas.
Al llegar al nosocomio tenían que identificar el cuerpo de la persona que aparentemente sería su padre, por lo que angustiada dijo que ella pasaría, no obstante su tío fue quien lo identifico hasta las 9:00 horas de la mañana.
En ese momento se enfrentaban a otro problema, ¿cómo lo trasladarían a Tamaulipas si no contaban con recursos económicos?
Por fortuna, el municipio de Guadalupe les ayudó con los gastos médicos y con el traslado del cuerpo, con ello se ahorraron alrededor de 40 mil pesos.
“Una prima fue quien nos contacto al DIF municipal, luego de ver que la alcaldesa estaba diciendo en rueda de prensa que ayudaría a los familiares de las víctimas, y me dijeron que se iban a hacer cargo de todo y sí nos ayudaron”, aseguró.
En tanto, su madre se encontraba con múltiples golpes externos, ojos rojos, moretones en diferentes partes del cuerpo.
Afligida por los hechos, Cristina se encontraba en un dilema, ir a sepultar a su padre quien en sólo tres meses cumpliría 46 años de edad o quedarse a cuidar a su mamá.
“Me fui a Tamaulipas, regresamos el mismo martes y para esto mi madre aún no sabía la terrible noticia; no se acordaba en ese momento que pasó el accidente, recordaba que anduvieron cenando, viendo puestos, en los juegos, pero justo de la estampida no, fue un tío quien le dio la noticia”, mencionó la habitante de la colonia Valles de Santa María en Pesquería, NL.
AYUDA
Durante el tiempo que la madre de Cristina estuvo internada, una licencada del DIF municipal llamada Karla siempre estuvo al pendiente y fue muy amable.
“Nos ayudaron mucho, nos dieron terapia psicológica, sobre todo a mi hermana la menor porque quedó afectada, decía que si no hubiera soltado a papá quizá él estuviera vivo”, dijo.
Contó que para recibir el apoyo se trasladaban hasta Guadalupe, donde poco a poco fueron saliendo del problema.
Dentro de la ayuda que la familia García Serrato recibió se encuentra una despensa mensual que le dieron a su mamá por 6 meses.
Asimismo le ofrecieron una beca para que hermana Karina de 16 años de edad terminara de estudiar la secundaria.
“La verdad yo no fui a hacer los trámites, porque vivo muy lejos y era mucho andar pagando camiones”, platicó.
Además recibieron una indemnización por parte de la Unión Ganadera como reparación del daño.
“Con ello se pagaron algunas deudas de papá y también se está pagando el estudio de mi hermana”, dijo.
Para compartir gastos ahora que su padre no está, su hermana de 21 años y esposo viven con su mamá en Tamaulipas y Cristina ayuda a su hermana quien emigró a la ciudad para terminar sus estudios de nivel básico.
LOS CULPABLES
Para Cristina los culpables de la estampida humana fueron los encargados de la Expo Feria, pues el Jardín Cerveza no contaba con puertas de salida suficientes.
“Cómo va a ser posible que para la gran multitud de gente que acude a esa feria sólo se tengan dos puertas en el Jardín Cerveza, les faltó seguridad y prevención”, manifestó.
Indignada por los hechos expresó que jamás volverá a ir a la Expo.
“Menos como está la situación ahora, si el año pasado no estaba tan feo, ahora qué se puede esperar”, dijo.
Cuando el cuerpo de Eleazar estaba tirado frente a una de las puertas del Jardín Cerveza, fue victima también de los amantes de lo ajeno, pues en pleno escenario le quitaron la cartera en donde llevaba dinero, credencial de elector, tarjeta del seguro y también se llevaron el celular.
“Le robaron la cartera, incluso en algunos medios salió la foto, donde se veía a un agente de seguridad metiendo la mano y dijeron que trataba de resucitarlo, pero no fue así”, contó.
Motivo por el cual en los primeros reportes no se mencionaba su nombre. Él era la persona que vestía prendas vaqueras y fue el último en ser identificado.
“No acostumbraba a ir a la Expo, nosotros habíamos ido el año antepasado, pero no, él no acostumbraba a ir, lo que acostumbraba era visitarnos los fines de semana y el domingo se regresaba con su hermana a Santa Catarina”, platicó.
Dentro de los sueños de Eleazar era el construir una casa grande y una granja, donde pudieran criar animales.
“Voy a hacer mi casa bien, juntar para hacer una granja y ya de ahí vamos a vivir tu mamá y yo, porque después tu hermana se casa, ya cuando estemos viejitos ya de eso vamos a vivir. A él le encantaba el rancho, pero vivía aquí porque allá no había trabajo y por eso iba seguido para allá”, concluyó.
LAS AUTORIDADES OLVIDAN
Para Jesús Berlanga Oyervides, la muerte de su hermano Juan Alberto de 41 años de edad no se olvida. Durante este tiempo ha luchado para que a sus padres de más de 80 años de edad no les falte nada, ya que el supuesto apoyo que el municipio de Guadalupe prometió, no llegó.
“Me quedé así que no podía creerlo, fue con lo del apoyo de la ayuda psicológica y con la despensa, ellos decían que sí iban a ayudar y al final fue esa despensa que a todo mundo le dan del programa 70 y más que antes del accidente ya les daban. Dijeron que ayudarían a mis papás con la ayuda psicóloga y nunca llegó.
“Mi hermano no tenía por qué morir de esa manera, él ni siquiera tomaba, cómo es posible que haya muerto en un accidente donde estaban involucrados Protección Civil y los concesionarios de la Expo, era una responsabilidad compartida y no tuvieron consideración siendo que el incidente se dio por la falta de seguridad en ese tipo de eventos.
“Algo que era muy importante para nosotros, para mis papás, mi familia era el apoyo psicológico, pero ni siquiera nos dieron eso, que nos hubieran dado esa ayuda cada quince días o cada mes, para ir pasando ese trago amargo, pero no fue así, todos quedamos muy afectados, más por la forma en que murió”,expresó el habitante de la colonia 21 de enero en el municipio de Guadalupe.
Aclaró que como indemnización de la muerte, la familia Berlanga Oyervides recibió alrededor de 80 mil pesos por parte la Unión Ganadera.
“El único apoyo que nos dieron y fueron los encargados de la Expo fue lo que para ellos valió la muerte de mi hermano que fueron alrededor de 80 mil pesos, pero por la situación en la que se dio pensamos que nos iban a dar más por la responsabilidad que tenían los organizadores de la Expo y el municipio”, expresó inconforme Jesús mientras lavaba su coche afuera de su domicilio.
“Quería que me ayudarán a pagar el nicho, pero me trajeron dando vueltas y mejor mi papá con ahorros que tenía lo compró, le costó alrededor de 8 mil pesos”, dijo.
Por ahora, Jesús está tramitando la pensión de su hermano por los años que laboró como empleado en un laboratorio dental.
EL RECUENTO
Jesús recordó con tristeza cómo sucedieron los hechos de aquella madrugada del 2 de mayo del 2010, donde desafortunadamente su hermano perdió la vida en un sitio al que no le gustaba ir.
“Juan era de las personas que no acostumbraban a ir a la Expo, no le gustaba, prefería ir a otra parte, juntarse en casa con los amigos porque él no tomaba, ese día un amigo le insistió mucho hasta que lo convenció, en la feria duraron poco y en un momento ocurrió todo.
“Su amigo me llamó como a las dos de la mañana, me dio la noticia de que mi hermano había muerto aplastado, cuando llegué a Expo ya estaba el forense, ya nada se podía hacer”, dijo sollozo.
El director de Protección Civil de Guadalupe en ese tiempo, Rubén Artemino Loaiza Martínez; Alma Escalante Gutiérrez, quien era jefa de seguridad del Jardín Cerveza, y José Edelmiro Silva de León, administrador de este negocio, enfrentaron el delito de homicidio a título de culpa.
Sin embargo, días después quedaron en libertad tras ampararse y pagar una fianza. El proceso no continuó, pues familiares de las víctimas desistieron a una demanda.
“Mi mamá fue la que no quiso que siguiéramos peleando y que perdonáramos al señor, pude haber peleado, pero no lo hice porque no quiso, estaba muy, muy lastimada y desistimos demanda en contra de la Expo, no porque yo no quisiera o mis hermanos ya no quisieran, sino porque mi madre nos lo pidió”, contó Jesús.
Loaiza Martínez, consternado por los hechos al salir del juzgado en mayo de 2010, sólo se limitó a decir que hizo lo que le correspondía dentro de sus funciones para la autorización del Jardín Cerveza.
Los restos de su hermano fueron cremados, gastos que corrieron a cargo de la Expo.
Los padres de Juan Berlanga Oyervides, de 81 y 82 años de edad, reciben una pensión modesta por los años que el padre de familia trabajó como obrero.
Jesús recomendó no entrevistar a sus papás, pues por su edad, el hacer recordar aquellos escenarios podría resultar contraproducente para salud.
Ahora viven con el trágico recuerdo, pues nada ni nadie hará que puedan olvidar a su hijo que no tenía vicios; su error fue haber acudido a la Expo.
QUIERE TRABAJO
Actualmente Jesús no tiene un trabajo fijo, por lo que pide a la alcaldesa de Guadalupe Ivonne Álvarez que le cumpla con lo que le prometió hace 10 meses.
“En aquella ocasión yo le pedí a la alcaldesa que me diera un trabajo porque tenía un mes sin laborar, quería el empleo para ayudar a mis padres ahora que mi hermano había partido, me prometió que me ayudaría y es fecha que sigo esperando porque así como va la cosa está complicado”, dijo.
Anteriormente trabajaba como gerente administrativo en un hotel, pero por reajuste de personal ahora labora de manera independiente dando algunas asesorías administrativas, de las cuales no hay un sueldo fijo y tiene que dar alimento y vestido a sus padres y familia.
“Lo que quiero es un trabajo, no estamos pidiendo nada regalado, tengo experiencia en todo lo fiscal y contable, la ejercí y soy licenciado en administración de empresas”, comentó.
De los 6 hijos que tuvo la familia Berlanga Oyervides, ahora sólo quedan 5, pero con sus vidas hechas y la mayoría vive en colonias lejanas a la casa de sus papás, Juan era quien estaba soltero y vivía con sus padres.
DICEN NO VENDERáN ALCOHOL
En fechas recientes el cabildo de Guadalupe aprobó que no se permitirán permisos para la venta de alcohol dentro de las instalaciones de la Expo, ni presentación de grupos musicales principalmente por el fatídico acontecimiento del año pasado.
No obstante, con el paso del tiempo las autoridades olvidarán la verdadera unión familiar y volverán a permitir la venta del enervante.
“Van a empezar diciendo que no van a vender cerveza, pero con el tiempo van a olvidad el accidente, así lo van a hacer y vamos a ver cómo después van a comenzar a los permisos para la venta de bebidas”, comentó Jesús.
Los restos de Juan ahora descansan en la capilla de Nuestra Señora del Roble, ubicada en la colonia 21 de enero, lugar que lo vio nacer y crecer.
El laboratorista se sumó circunstancialmente a las víctimas de la violencia en Nuevo León y eso que apenas estaba comenzando.