Constatando la riqueza humana de los indígenas, su lucha, la manera en que han sido desplazados de su espacio, la forma en que fueron explotados, esclavizados por el invasor, es como describe Raúl Vera López su aprendizaje en San Cristóbal de las Casas.
Su labor como obispo coadjutor durante cuatro años en Chiapas, a lado del obispo Samuel Ruiz García, fue la de trabajar en el proceso de paz que se abrió tras el movimiento zapatista en 1994.
Con el movimiento, los indígenas se levantaron en contra del Gobierno, tras el tratado de Libre Comercio (firmado por Estados Unidos, Canadá y México), ya que estaban siendo despojados de su tierra y su trabajado, dejándolos en la pobreza.
En ese entonces, el obispo de la Diócesis de Saltillo conoció a una sociedad deshumanizada, a la que describe con falta tolerancia, de respeto a la historia y a la identidad de un pueblo, que sin ambos factores no podría proyectar su cultura.
“(Los indígenas) son pueblos organizados que tienen toda una identidad cultural, significa tener una manera de comprender su lugar, entender su adoración por la creación, por la naturaleza.
“Debemos entender su relación entre ellos, sus formas de gobierno, sus formas de administración de la tierra, todo es algo que tiene una aportación para la sociedad en la que nosotros vivimos”, aseveró el fraile.
En su participación en el Décimo Congreso por los pueblos indígenas denominado: “Procesos de Paz”, Raúl Vera López habló de su experiencia y aseguró que los indígenas son una sociedad en la que sí se piensa en los demás.
La charla realizada en el Centro Estudiantil del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, se llevó a cabo el pasado 26 de agosto.
El obispo recalcó, “nosotros tenemos que devolverles el lugar que es de ellos, además son parte de nuestra historia, no podemos negar como deudores de una herencia que nos identifica, es nuestra matriz como buenos mexicanos”.
En el tema de los derechos humanos, Raúl Vera López recordó que los derechos de los pueblos indígenas de acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas, es el derecho a la autonomía y a la autodeterminación, pero que hoy en día no son válidos, ya que todos pasan por encima de ellos.
Sin embargo, explicó que los indígenas se esmeran por conservar su territorio, sus nombres, el agua.
Los describió como personas que saben apreciar la naturaleza, con lo que toda una nación se beneficia de sus acciones.
“Somos vistos como criminales”
De acuerdo al defensor de los derechos humanos, México es un país que no progresa, en su lugar, retrocede.
Y es que comparándolo con Chiapas, asegura que se ha convertido en un país cada vez más pobre, un pueblo más violentado, un país sin posibilidad de progreso.
Esto lo notó, después de servir en San Bartolomé de las Casas y ver cómo los indígenas son un pueblo que tiene mucho que ofrecer al país.
Además de ser una comunidad que siempre busca luchar de forma pacífica por conservar sus orígenes y la forma en que son tratados.
Aseguró que México es un país donde abunda la pobreza, la inseguridad, un grupo donde cada vez hay más excluidos de cualquier posibilidades.
“Hoy puedo decir que a 20 años del surgimiento de un movimiento de lucha por la reivindicación de los derechos del pueblo indígena, vemos que por lo que ellos pelearon se extendió por todo el país”, explicó.
Según los expertos, el poder adquisitivo del salario ha decaído en un 70 por ciento en los últimos 30 años, aunado al aumento de la inseguridad.
Por lo que mencionó que la esperanza que existe en la gente, es en sí misma, en la sociedad civil de un pueblo.
“Ya no con el grupo indígena, sea un diálogo nacional, nosotros reconstruyamos nuestro Constitución incluyendo todos los tratados y darle consistencia a nuestra Carta Magna”, dijo.
El Obispo de la Diócesis de Saltillo explicó que México es un país en el que se le ha perdido la soberanía y la autonomía, pues ahora cualquier persona que sea capaz de defender los derechos humanos es visto y tratado como criminal.
“Vivimos en un país en el que las cosas están al revés, los criminales somos los que trabajamos por la justicia”, comentó.
Pues de acuerdo al fraile, en lugar de capturar a quienes lavan dinero o a los capos del crimen organizado, ahora ellos son objetos de supervisión y de seguimiento.
“Ahora los criminales somos quienes les estorbamos para impedir los abusos que se cometen”, enfatizó.
Lo anterior haciendo referencia a los defensores de migrantes, como el padre Alejandro Solalinde, a Fray Tomás González, a el padre Pedro Pantoja en el Casa del Migrante, quienes coinciden en decir que todo el tiempo son objeto de vigilancia, ya que Fray Tomás fue a dar a la cárcel, al igual que Solalinde.
Durante su estadía en Chiapas escuchó la voz de todas las víctimas, de las faltas de respeto, de los derechos a los trabajadores, de la devastación ambiental, de la libertad sindical, de la persecución, de los comunicadores, de la represión, la guerra sucia y los migrantes.
Con esto, es como ha logrado conocer a fondo los problemáticas que engloban a una comunidad y ahora a toda una nación.
Pues gracias al capitalismo neoliberal, mencionó, es como las durezas económicas que llegaron con el Tratado de Libre Comercio afectan al pueblo y se da una desviación del poder.
“El poder se pone a servirse del dinero, con las modificaciones que le hacen a la Constitución, es una manera de gobernanza que se arrecia.
“Es una desarticulación de justicia en el país, de las posibilidades de progreso”, explicó.
Un pueblo democrático
Exponiendo las costumbres indígenas de ejemplo, donde las decisiones se toman en conjunto, sin omitir la voz de ninguno de los pertenecientes a la comunidad, comparó la forma en que gobierna el país, en el que se benefician unos cuantos.
“Por ejemplo si los indígenas tienen un arroyo que viene de un manantial, esa agua abastece a 20 comunidades, cualquier obra que quiera realizar en ese cauce, se hace una reunión de todas las comunidades para considerarlos, en caso de que no les afecte se hace, pero sin autorización no lo hacen”, explicó.
Asegurando que son personas que piensan en el bienestar de todos. El concepto que tienen de sustentabilidad y desarrollo es lo que ha ayudado a los indígenas a proteger lo que les pertenece: sus tierras.
Con esto es con lo que le han dado de comer a generaciones de su familia, siempre teniendo en mente también a las generaciones futuras.
En relación a la reforma energética, en la que hizo especial énfasis, mencionó: “la gente se cree que le van a bajar la gasolina o la luz, pero qué le van a dejar a las futuras generaciones.
“Les han quitado las fuentes energéticas del país, le han quitado la soberanía a este país”, expresó.
Recordó que su levantamiento fue para pedir superficie, no para tomar el poder de un gobierno; buscaban que se reconociera su dignidad, su capacidad de construir.
Son personas y comunidades enteras que buscaban paz y tranquilidad para los pobres de México.
Hasta la fecha, según el obispo de Saltillo, los indígenas siguen siendo objetos de derechos, no sujetos de derechos.
A pesar de que tienen derecho a vivir de manera digna, a su educación, a vivir sus valores, a aplicar su conocimiento, y todo lo que tiene su cultura, no respetan sus espacios.
De acuerdo al candidato del Premio Nobel de la Paz en el 2012, las comunidades indígenas han peleado por años para prevalecer, porque saben que tienen con qué enriquecer a la nación.
“Si los pueblos indígenas están pidiendo un lugar en México, es porque saben lo que le pueden dar a este país, no están pidiendo limosna, ellos saben lo que le pueden aportar a este país, esa es su conciencia”, puntualizó el fraile.