Hace 25 años, Rodrigo Martínez Cardona llegó a México con la intención de iniciar una nueva vida, alejada de la atmósfera de violencia e inseguridad que azotaban a su natal Medellín, Colombia.
Cargando una maleta maltratada por el miedo y la frustración, pero llena de ilusiones, Rodrigo pisó tierras aztecas un 3 de agosto de 1986, en donde con nostalgia comenzó a forjar su futuro.
Pero como si la mala fortuna lo persiguiera, dos décadas más tarde la violencia que un día lo ahuyentó de Colombia aterrizó en un nuevo escenario: México, por lo que la pesadilla fue reavivada.
Hoy, con 55 años de edad y una familia a quien proteger, Rodrigo no sabe si escapar sea nuevamente la solución, pero no está dispuesto a permitir queel terror le robe la paz y latranquilidad, como ya lo hizo en el pasado.
ADIÓS COLOMBIA
Egresado de la carrera de Ingeniero Eléctrico, de la Universidad de Antioquía, en Colombia, Martínez Cardona tenía un negocio propio y próspero que le redituaba bastante bien.
En el ámbito personal la historia era similar, tenía una novia y su familia era propietaria de empresas de ropa y calzado, lo que les garantizaba seguridad económica; parecía que tenía una vida ideal.
Sin embargo, un día todo cambió. Al igual que en México, la situación social de Colombia se salió de control: el nivel de inseguridad aumentó exponencialmente debido al conflicto entre bandas rivales de la delincuencia, la lucha que el gobierno decidió emprender en su contra y la cantidad de población que directa o indirectamente se involucró en ella; la inseguridad comenzó a imperar en las calles.
Asaltos, extorsiones, secuestros, desapariciones forzadas y muertes fueron formando parte de la triste realidad de Colombia, situación que se acentuaba aún más en su querido Envigado de Antioquía, municipio colindante con Medellín.
Poco a poco, Rodrigo se dio cuenta de que todo lo que un día había forjado con esfuerzo se convirtió irónicamente en su propia desgracia, ya que en Colombia, el ser una persona exitosa, automáticamente se traducía a una futura víctima de secuestro o extorsión.
Fue en ese instante cuando Martínez Cardona decidió que era hora de partir, dejar todo atrás a cambio de sobrevivir.
“Llegó el momento en el que la situación social se puso tan difícil que preferí no ver lo que seguía. Yo me vine de Colombia antes porque preveía lo que iba a pasar, empecé a observar c;omo las familias se desintegraban, había mucho dolor. Yo tenía mucho miedo por mi familia, mis hermanos”, indicó el ahora residente mexicano.
México se convirtió rápidamente en su puerta de salida a una vida mejor, alejado del miedo y el terror que le producía habitar en el país sudamericano.
“Fue muy duro para mí dejar mi tierra, dejar a mi novia, a mis hermanos, a mis padres, pero decidí simplemente vivir mejor”, mencionó Rodrigo.
A mediados de la década de los 80, la ciudad de México era catalogada como una ciudad insegura, pero aún con esa descripción para él nada podía ser más riesgoso que su propia patria, por lo que tomando el primer vuelo disponible llegó al país, acompañados solamente de su visa de turista.
“En aquella época se hablaba de que la ciudad de México era muy insegura, pero la verdad cuando llegué al Distrito Federal me sentí el hombre más seguro del mundo, pese a lo que se hablaba de la ciudad de México en comparación con lo que se vivía en Colombia”, dijo.
No obstante, la capital mexicana fue tan sólo el trampolín que lo sumergió en el país, pues el destino de Rodrigo no estaba en el centro, sino en el norte de la nación, en esa ciudad de las montañas llamada Monterrey que tanto le recordaba su terruño.
“Monterrey era una ciudad muy bella, muy noble, de gente muy similar a la de Medellin, me gustó el empuje del norteño, la transparencia y la amabilidad del norteño y por eso escogí esta ciudad”, comentó el colombiano.
MÉXICO: DOLOR
A DISTANCIA
Para poder permanecer de manera legal durante más tiempo en el país, Martínez Cardona decidió estudiar una carrera y solicitar una visa de estudiante, la cual consiguió.
De ser un ingeniero exitoso en Colombia, pasó a ser un modesto venderdor de artesanías en México, así de radical fue su cambio, pero no importó, ya que en este país no buscaba riqueza sino paz.
“Cuando llegué a Monterrey, Monterrey era un paraíso. Era muy diferente mi modo de vida al de Colombia, allá era un ingeniero, tenía una empresa próspera, tenía 40 trabajadores y aquí llegué a vender artesanías, es muy diferente, pero había una cosa muy bella, había paz. Entonces, ya no me importaba el quien era allá, sino el c;omo estaba viviendo aquí, me sentía pleno”, mencionó.
Pero Rodrigo tenía un pasado doloroso, una historia bañada por el sufrimiento que no podía negar y que con frecuencia se convertía en presente cada vez que se comunicaba con su familia para conocer la situación de su patria. Desafortunadamente, la respuesta de los suyos siempre era la misma: las cosas están empeorando.
“Cuando yo veía cómo avanzaba la situación quería que todos se fueran de ahí. Nosotros teníamos en Colombia empresas que mis hermanos menores continuaron manejándolas. Yo le decía a mi hermano que ya era hora de salir de Colombia, que sacara el dinero del país, que invirtiera en otra parte, pero él me decía que no tenía que hacerlo porque esa era su tierra”, dijo Martínez Cardona.
Desde lejos, Rodrigo fue viviendo la pesadilla que sacudió a todo su país. Cada llamada a su tierra natal se traducía a un recuento de muertes, secuestros y extorsiones.
El número de vecinos, compañeros, amigos y familia se reducía cada día más.
“Tuve primos en Colombia que murieron en fuegos cruzados, mi hermano menor fue secuestrado por cuatro días. Desde aquí me empecé a dar cuenta de las cosas tristes que pasaban en mi país, amigos que eran inocentes murieron, también murieron vecinos, familiares, mucha gente murió. Mi otro hermano ya no quiso seguir pagando las extorsiones, tuvo que salir huyendo de Colombia y refugiarse en Miami”, mencionó el colombiano.
En los momentos más crudos de la violencia en Colombia, Rodrigo asegura que todos quisieron escapar, pero fueron pocos los afortunados que lograron hacerlo.
Él se encuentra dentro de esa privilegiada lista, gracias a que tomó la decisión de emigrar.
Aproximadamente 10 años de violencia constante fueron necesarios para que el país sudamericano pudiera estabilizarse finalmente.
Fue una década digna de olvidar y eso fue precisamente lo que Rodrigo Martínez decidió hacer.
A kilómetros de distancia y con años ya transcurridos, la paz regresó a Colombia y también a su espíritu, ya no había nada que lo perturbara.
Martínez Cardona no podía pedir más, la tranquilidad había regresado relativamente a su país, y su renacer ya tenía sello regiomontano, pues había encontrado en esta ciudad la oportunidad que tanto deseó: estudiar una nueva carrera, iniciar pequeños negocios y formar una familia.
Sin embargo, Rodrigo nunca imaginó que la violenta inseguridad cambiaría de casa y ahora sería huésped del país que lo adoptó, México.
CRUELES COINCIDENCIAS
Con las heridas emocionales aún sanando, hace siete años Martínez Cardona comenzó a revivir el terrible recuerdo que pensó ya estaba enterrado: la inseguridad convertía en sus rehenes a la población, las calles, las ciudades y al país entero, pero ahora en su nuevo hogar México.
“Yo vi desde hace como 15 años que empezó a evolucionar la delincuencia, pero la situación de inseguridad que me empezó a preocupar de verdad fue hace como siete años, que empecé a ver cosas que me preocupaban y relacionaba con Colombia”, mencionó el ahora vecino del sector Cumbres de Monterrey.
Aunque su mente quisiera negar la realidad, los signos de malestar en la sociedad ya eran evidentes y le indicaban que algo similar a lo que vivió en Colombia se incubaba en el país azteca.
“Yo aquí me di cuenta de que la situación se iba a poner más grave cuando vi que las pandillas empezaron a desaparecer, fue cuando dije: ya no hay pandillas en las calles, esos son los nuevos delincuentes y así fue. En mi mente dije vamos a vivir algo similar a lo de Colombia”, comentó.
No tardó mucho tiempo para que Rodrigo comenzara a alertar a sus amistades de la inseguridad que se germinaba en el país, pero en un inicio pocos le creyeron.
“Yo le platiqué hace años a unos amigos que esto se iba a poner más difícil y ahora veo la problemática avanzar en todo el país y con tentáculos por todos lados y ahorita me siento acorralado. Ahora ellos me hablan y me dicen que tenía razón”, dijo.
Una vez que el fenómeno de inseguridad estalló en el país, Rodrigo se convirtió en un tipo de profeta para sus conocidos, más que por su conocimiento, por su experiencia. Años atrás predijo la salida del capital económico de las familias adineradas de México, lo que el tiempo vino a confirmar.
“Todo lo que se está viviendo en México, los secuestros, las amenazas, desapariciones, extorsiones, todo eso lo vivimos en Colombia. La gente de mucho dinero se empezó a emigrar, el capital colombiano se fue a otros países y el inversionista no quiso quedarse en Colombia, eso trajo mucho desempleo, mucha hambre y eso trajo más violencia, que ahorita mismo lo estamos viviendo en Nuevo León. Yo hablo bajo mi experiencia en Colombia y a veces me gustaría pensar que no va a pasar aquí en México, pero lo que he visto es lo mismo que pasó en Colombia, el comportamiento del delincuente es el mismo, la violencia, muertes, secuestros y más”, mencionó el colombiano.
EMIGRAR DOS VECES
Tras el aumento de la violencia e inseguridad en Colombia, Martínez Cardona se planteó buscar un futuro mejor en otro lugar y aunque esa añoranza prometedora llegó sobre suelo mexicano, sólo duró 15 años aproximadamente.
Hace pocos meses sus oídos volvieron a escuchar el sonido de la extorsión, hecho que le dejó un claro mensaje: había llegado la hora de partir nuevamente.
Ahora que el pasado parece acorralarlo, Rodrigo se siente preocupado de que sus hijos corran con su mismo destino, por lo que huir parece ser otra vez la solución a su angustia.
“Hay un temor cuando los hijos no llegan temprano, ya no se vive la ciudad como se vivía antes. En aquella época era joven y podía tomar decisiones de partir, no tenía a nadie a quien cargar, ahora tengo una familia a quien cargar, tengo hijos y me preocupa y sé que esto no va a ser fácil”, platicó.
El primer paso ya fue dado, sus hijos fueron enviados al extranjero unos meses atrás, mientras que su futuro se debate entre España, Estados Unidos e incluso Colombia.
“Tengo contemplado irme, incluso regresarme a Colombia. Son circunstancias de la vida que uno no quisiera vivirlas y ahora me pregunto, ¿será conveniente salir de aquí, seguir huyendo o enfrentar la situación?, pero también me doy cuenta que mis amigos valientes que se quedaron en Colombia murieron, entonces yo pienso si será conveniente buscar otro país o quedarme, nada más que ya no tengo la misma edad de hace 26 años, pero sí siento que ya no tengo la paz que tenía antes, ya no duermo con la tranquilidad que dormía antes, no conduzco por la ciudad a horas que conducía antes y todo es producto de esa descomposición social que se está viviendo”, dijo.
La moneda aún está en el aire, pero ya fue lanzada. El camino de su supervivencia está una vez más ligada al escape.
Decir adiós a México no es una decisión sencilla, pero finalmente Rodrigo se unirá a la lista de ciudadanos que huyen del país por miedo a la inseguridad, pues motivos ha tenido y por partida doble.
“Los 25 años que viví aquí los viví plenamente en un bello país, con gente muy bella, con paisajes hermosos, un país que me cobijó, que hice hermanos a todos los mexicanos, que hice patria, que mis hijos aquí nacieron, aquí crecieron, esto doloroso quisiera borrarlo, me duele ver a mis ammigos con cara de anguistia.Es una frustración porque quisieras que los hijos vivieran la tranquilidad que uno vivió. Duele ver que los hijos no disfruten su país, su cultura, sus calles, sus paisajes, sus pueblos por temor a ser violentados en alguna parte del país, es una fruestración, pero yo me quedo con lo bello que me ha dado México, es con lo único que me voy a quedar”, puntualizó. v