El escultor Cuauhtémoc Zamudio de la Fuente es un ejemplo de que no importa dónde naciste, siempre y cuando tengas presente quién eres y a dónde quieres llegar.
Aunque actualmente radica en otro sector de la ciudad, Zamudio no olvida el barrio que lo que vio nacer.
“En la colonia Independencia vivimos un ambiente mágico, inclusive lleno de encanto, yo digo que era como una película, así lo veía yo de niño”.
Oriundo de la calle Libertad 405, entre Jalisco y San Luis Potosí, el escultor recuerda cómo eran aquellos años en la colonia Independencia.
“En mi colonia se veía el montón de niños jugando en las calles, la gente se salía en las mecedoras a tomar el aire y a platicar. La gente hacía de su oficio un arte, era gente creativa, con mucha imaginación, gente que estaba trascendiendo”, destacó.
Las tradiciones, las fiestas y la devoción que tienen los habitantes de “La Indepe” a la Virgen de Guadalupe, es algo que aún predomina y que los vecinos tratan de conservar.
“Las fiestas guadalupanas eran una maravilla, inclusive estábamos esperando a que llegara diciembre para saborear el aguamiel.
“Siento orgullo y eso es lo que me gusta trasmitirle a la gente, esa identidad, que debemos sentirnos orgullosos de haber surgido en una colonia tan hermosa como la Independencia”, subrayó el escultor.
Recuerdos, satisfacciones y anécdotas vienen a la mente del escultor quien no olvida lo mucho que le ha dado el seguir ayudando a su colonia.
A pesar que la colonia Independencia siempre ha destacado por su inseguridad y pandillerismo, Cuauhtémoc Zamudio tiene la esperanza que todo volverá a ser como antes.
“Ahorita ya no vemos a los jóvenes de aquellos tiempos, de luchar y sobresalir de la colonia, ahora ya los vemos con las miradas perdidas o con un arma en la mano, la inseguridad le ha pegado muy fuerte a mi colonia.
“Yo pienso que el arte y el deporte es la mejor manera de bajar el índice de pandillerismo, de drogadicción en mi colonia”, apuntó.
El REGRESO A SUS RAÍCES
Años han pasado desde que el escultor Cuauhtémoc Zamudio salió de la colonia Independencia, pero su mayor satisfacción es haber dejado su primera obra en su barrio.
El amor y apoyo de sus padres es lo que lo motivó a seguir por el camino de la escultura y ahora lleva más de 50 años en este arte.
“De alguna manera siempre he dicho que mi mamá estaba loca porque ella me platicó que, siendo muy joven, le solicitó a un pajarito de los que llevaban los pajareros a la colonia que le adivinara su futuro y en el papelito decía que iba tener un hijo artista.
“Yo siempre he dicho que por decreto de la suerte yo tenía que ser artista y actualmente le doy gracias al pajarito”.
Fue a través de una visita a la escuela de artes de la Universidad Autónoma de Nuevo León donde Zamudio descubrió lo que años más tarde lo haría un hombre de éxito: la escultura.
“La escultura es mi pasión, todo lo que hago durante los siete días de la semana está relacionado con la escultura. Soy un apasionado de lo que me dedico y me considero un hombre de éxito porque hago lo que me gusta hacer”.
Sus obras han dado vuelta al mundo, Rusia, Argentina, España, Estados Unidos, son sólo algunos países donde Zamudio ha dejado huella.
Tratar con presidentes, gobernadores, artistas, deportistas, luchadores y hasta realizar la primera escultura al Papa Juan Pablo II, son legado que Cuauhtémoc va dejando al paso de los años.
“Por eso soy profeta en mi tierra y además soy millonario en amistad. Me gusta ser popular, porque me gusta que la gente me conozca”, afirmó.
Actualmente Cuauhtémoc Zamudio combina su labor de escultura con conferencias y cátedras que imparte a los jóvenes en todo el estado de Nuevo León.
“Los jóvenes son mi inspiración, mi familia, la escultura, los animales, el dibujo, es lo que me da vida para seguir adelante. Tengo 76 años y como que tengo más ánimos que cuando tenía 20”, concluyó.