por Marilú Oviedo
En muchas ocasiones la gente es egoísta y no ejerce la cultura de la donación, pero cuando una persona se decide a ser donante puede salvar la vida de ocho personas y beneficiar a más de 200.
Para la señora María Elena Rodríguez Hernández, ver a su esposo Roberto Moreno de la Cruz recuperarse del trasplante de corazón realizado el 27 de abril de este año es algo que agradece a la vida y al donador.
La vecina de Frontera, Coahuila, pensó que su esposo iba a morir al no encontrarle un nuevo corazón, pero el destino le tenía deparada otra oportunidad, ahora podrán cumplir el sueño de tener una mejor calidad de vida y trabajar para conseguir una vivienda propia.
Un joven de 20 años de edad, originario de Monterrey, fue quien le regresó la esperanza a Roberto, al sufrir un derrame cerebral espontáneo.
Gracias a la donación apoyada de los familiares se benefició a otros siete pacientes, ya que donó gran parte de sus órganos, entre ellos los pulmones, trasplante que se realizó en el Hospital Universitario; el hígado en el 25; los dos riñones en la clínica 33; las dos córneas en el 35, y además del corazón también donó hueso.
EL APOYO FAMILIAR
ES IMPORTANTE
La señora Elena trabajaba en un juzgado en la ciudad antes mencionada y renunció para apoyar a su esposo, ya que tenían que trasladarse a Monterrey en el mes de enero para ser atendidos en en la Unidad Médica de Alta Especialidad (UAME) 34 del IMSS.
A la familia Moreno Rodríguez los abrigaba la esperanza de la donación de un órgano, querían salir del tormento que padecían ya que Roberto, a sus 38 años de edad, tenía que usar silla de ruedas porque no podía realizar actividad alguna.
El cansancio era extremo por la enfermedad cardiaca adquirida la cual llegó de manera desapercibida a una gran velocidad, lo que le ocasionó un verdadero deterioro de su calidad de vida y capacidad funcional en menos de dos años.
Por este motivo, el padre de familia tuvo que ser pensionado de su trabajo hace 24 meses, donde laboraba como vigilante en una empresa, debido a que no podía realizar ninguna actividad física por el cansancio que sentía, prácticamente se encontraba en reposo absoluto y tenía un corazón débil que amenazaba con causarle la muerte.
“Era difícil la situación por la que atravesábamos, teníamos temor por su vida y era complicado pagar la renta, traslado para venir a Monterrey, al tratamiento que él llevaba antes de la operación.
“Ahora estoy muy contenta, ya era mucho tiempo de estar esperando, es una nueva vida, lástima que tengan que fallecer para que alguien más viva”, dijo, y con lágrimas en sus ojos agradeció al donador. “El muchacho era donador y se lo agradecemos de todo corazón, porque no sólo salvo la vida de mi esposo, sino de más personas”, comentó.
Lo que sigue para la familia es apoyarse unos a otros para que Roberto se recupere totalmente y lograr el sueño de tener casa.
“Ahora sí a trabajar para poder comprarnos la casa, porque no podíamos, porque al estar pensionado él pues no tenía derecho al Infonavit, pero ahora sí vamos a trabajar los dos, porque pagando renta y estudios de mi muchacho era muy difícil”, dijo mientras sostenía la silla de ruedas de su esposo una vez que termino con los ejercicios de recuperación.
Una vez que concluyan las terapias de recuperación regresarán a Coahuila y continuarán brindándose el apoyo que por más de 13 años se han tenido.
El trasplante de Roberto es el número 45 que realiza la Unidad Médica de Alta Especialidad 34 del IMSS, donde tienen 12 años de haber iniciado con el programa de trasplante cardiaco.
FUE MUY AFORTUNADO
Por su parte el director del UMAE, Luis Ángel Elizondo Sifuentes, comentó que Roberto fue muy afortunado porque en los siguientes 15 días de ser evaluado y ver que era candidato para la recepción del órgano, el donador llegó, contrario a otros casos.
“Hubo esa fortuna, hemos tenido mala fortuna en otros casos en los que el donador no llega y el paciente fallece; para él hubo un donador en los siguientes 15 días y la cirugía se realizó con éxito y recupera la esperanza de vivir, porque cuando ya se somete a estas cirugías que son tan extremas que no hay forma de controlarlo con medicamentos.
“La cirugía implica un riesgo muy grande, pero el beneficio puede ser muy grande. En este caso se trato de mantenerle la vida lo más que se pudo con medicamento y cuando fue imposible se consideró la posibilidad de trasplante”, comentó.
Explicó que la enfermedad cardiaca que Roberto sufrió no es congénita,
“Fue adquirida por una infección, un virus, alguna sustancia tóxica a la que haya sido expuesto en su trabajo, hay muchas causas que producen enfermedades, en este caso no se logró identificar qué fue lo que le provocó la debilidad de su corazón”, dijo.
Asimismo, explicó que el padre de familia “empezó a venir a (Monterrey) cada dos meses, revisábamos su corazón, le administrábamos medicamentos como consecuencia de su capacidad física y debilidad de su corazón, pero llegó el punto en que ya no respondía a ningún tipo de tratamiento.
“Entonces fue sometido por parte del grupo de trasplante cardiaco al comité, se evaluó su situación, se vio que era muy buen candidato, y se programó para la cirugía de trasplante, que resultó un éxito y se encuentra en perfectas condiciones”, reiteró.
Explicó que la potencialidad de vida de alcanzar un estado sano para Roberto es del 70 por ciento.
“Va a poder trabajar, hacer ejercicio, es cercano a ser completo, salvo pequeños detalles de disciplina que él debe tener con sus medicamentos, controles periódicos. Lo que se espera de él es que alcance un estado de funcionalidad muy bueno, normal e incluso reincorporarse al campo laboral”, dijo.
Explicó que se tendrá que realizar biopsias durante un mes para ver que no haya algún rechazo, en caso de que se muestre los medicamentos serán ajustados, posteriormente se realizan cada tres, seis meses y luego cada año.
EL BENEFICIARIO
Desde hace 16 años la calidad de vida de Roberto era mínima, su salud poco a poco se iba deteriorando, sus pasos no alcanzaban ni dos cuadras cuando el corazón estaba extremadamente agitado, pero el 13 de abril recibió la noticia de que tendría un nuevo corazón.
“No podía caminar, me cansaba, me faltaba el aire, iba al trabajo y no aguantaba, mejor me regresaba del trabajo a la casa, era muy incómodo, ahorita ya tengo 40 minutos sin parar en la caminadora”, comentó al realizar ejercicio de recuperación.
El padre de familia, de complexión delgada y estatura alta, recordó cómo el martes 27 de abril fue sometido a la operación a muy temprana hora y aunque tenía nervios, eran más las ganas por seguir viviendo. Ahora está entusiasmado y agradecido con el donador y con los médicos que lo atendieron.
“Gracias a todos porque ya tenía 16 años sufriendo con esta enfermedad y gracias a Dios instalaron este hospital. En mi tierra no se da abasto de atención médica, no hay tecnología, buenos doctores, me dijeron que ya no se podía hacer nada y perdí las esperanzas, pensé que me iba a morir”, recordó tristemente.
Sin embargo, las cosas cambiaron al solicitar en su ciudad que lo enviaran a Monterrey, donde por cinco años estuvo bajo tratamiento hasta que lamentablemente empeoraron las cosas y su corazón ya no respondió al medicamento, fue entonces cuando resultó candidato para transplante.
“Investigué si había hospitales especializados, encontré y pedí que me mandaran para acá y me dieron mejor vida durante cinco años, y ahora más”, señaló.
Aunque lamenta el fallecimiento del joven donador, está agradecido con él y sus familiares.
“Agradezco por tentarse el corazón en donar, porque yo sé que fue un dolor para ellos perder a un familiar, les doy muchas gracias por la donación”, expresó Moreno de la Cruz.
El proceso para el trasplante fue de 14 horas, 4 de ellas para el acto quirúrgico y el resto los preparativos, desde que la ambulancia salió de la clínica 34 del IMSS para tomar el órgano que se encontraba en el hospital 33.
Para esta operación se contó con la participación de 20 personas, entre enfermeras especialistas, instrumentistas, chofer de la ambulancia y 4 cirujanos.
Iniciaron a las ocho de la mañana y concluyeron el proceso minutos después de las 10 de la noche.
Aún débil, Roberto dijo que el siguiente paso es seguir adelante trabajando e inculcando a la gente la cultura de la donación que tanta falta hace entre la población.
“Quiero pedir a la gente que tome conciencia a ser donadores, no hay que ser egoístas, porque al donar nuestros órganos podemos salvar muchas vidas; ahorita que ya hay tecnología y los médicos están preparados, todos los que están en lista de espera no pierdan las esperanzas de tener una mejor vida, pero hay que donar”, señaló.
FALTA CULTURA DE DONACIÓN
Del mismo modo, los médicos coincidieron en que hace falta promover la cultura de la donación, ya que es mínima en todo el país; en esta ocasión gracias a la forma altruista de la familia del joven donador, se salvó la vida de ocho personas, pero se pueden romper listas de espera si es aceptada.
“Desafortunadamente la gente no dona, queremos que la comunidad esté enterada de que hay una gran necesidad de órganos, no solamente de corazón, sino de riñones, hígados, corneas, pulmones”, comentó el director del UMAE, Luis Ángel Elizondo Sifuentes.
El médico dijo que una tragedia en una familia se convierte en alegría para siete hogares al salvar la vida.
“Si bien para una familia que en un momento crítico pierde a un ser querido, así súbitamente, algo inesperado sobre todo cuando es una persona joven, se abre la posibilidad a seis o más gentes de verse beneficiadas y transformar su vida por completo”, mencionó.
La cantidad de trasplantes al año varía, ya que depende del número de donadores, es poco, la meta es realizar entre 6 y 8 cirugías cada dos meses.
Hasta el mes de mayo se encontraba un paciente en lista de espera de un corazón y el trasplante de Roberto es el número dos en lo que va del 2010.
La Unidad Médica de Alta Especialidad 34 del IMSS, sigue de manera continua realizando trasplantes, dijo el médico, ya que existen otros hospitales en México que realizan trasplantes de corazón, pero lo hacen en promedio cada dos años, “no hay una productividad continua”.
El tiempo de trasplantar un corazón ha ido disminuyendo con el paso de los años, anteriormente se realizaba en 24 horas y ahora es de 14.
Ahora Roberto se encuentra en recuperación realizando ejercicio para fortalecer ese corazón, que aunque originalmente no es suyo, forma parte de la nueva oportunidad de vida que el destino le ofrece.