por Emanuel suÁrez
El martes 5 de marzo una vida universitaria más se vio truncada por las garras de la violencia. La noche de ese día Gabriela Pineda Aguilar, una joven de 22 años y estudiante de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Nuevo León, tuvo la desgracia de ubicarse en “el lugar equivocado, en el momento equivocado”, ya que la estudiante perdió la vida al ser arrollada por una patrulla de Monterrey.
Tan sólo unos segundos antes, a las afueras del área médica de la UANL, en la colonia Mitras, pistoleros dieron muerte a un uniformado que tripulaba el vehículo 383 de la Policía Regia, quien intentó escapar inútilmente de sus atacantes y de manera involuntaria terminó con los anhelos de Gabriela, ante los ojos atónitos de algunos compañeros de escuela.
El primer martes de abril la facultad de Psicología perdió a más que a una excelente alumna, perdió las risas de una compañera y los consejos de una amiga, pues Gaby, como la llamaban sus amigos y maestros, era una chica excepcional: llena de vida, de sueños y siempre con una sonrisa que adornaba su rostro.
“Ella era una persona muy sonriente y noble. Era muy estudiosa, muy inteligente y con un corazón muy grande. Como madre era excelente. Yo siempre la quise mucho, fue una muy buena amiga, fuimos muy unidas”, comentó Índira Bello, amiga de Gabriela.
“Son de esas personas que te impactaban con su alegría, siempre estaba sonriendo. Es el recuerdo con el que me queda de ella, su sonrisa. Con cualquier sonrisa es como recordar a Gabriela”, mencionó Erick Garza, cuyas palabras no pueden ocultar la impotencia y tristeza que le ocasionó el deceso de su amiga.
El 5 de abril, la mala fortuna tocó a Gabriela, quien además de universitaria era madre de un pequeño de tan sólo 2 años, al cual adoraba y era su principal motivo para salir adelante. El cariño hacia su hijo era tal que incluso sus profesores fueron testigos del amor que le tenía.
“Era una muchacha muy inteligente, muy abierta al diálogo, permitía la discusión y el diálogo, no se cerraba. Era muy sociable con sus amigos, muy estimada y muy querida y una gran persona. Me tocó verla también como madre cuando asistía con su niña al grupo, entonces, ver todo ese rol de alumna, madre, amiga, compañera era admirable (…) como todo alumno quería desarrollarse como psicóloga y más porque tenía familia, porque tenía un motivo, que era principalmente por su bebé, pero sí tenía muchos planes”, mencionó Bernardo Martínez Guevara, profesor en séptimo semestre de Gabriela.
Un día después de la tragedia
El miércoles 6 de abril la facultad de Psicología se vistió de luto: la mayoría de los estudiantes vistieron de negro y gigantescos moños se colocaron en diferentes puntos del plantel para demostrar la tristeza que los embargaba.
Ese día Gabriela visitó por última ocasión la facultad, pero sólo en recuerdo, pues su nombre hizo eco en los pasillos callados de la facultad, mientras su imagen era homenajeada en la plaza central de la institución.
Compañeros, amigos y personal docente fueron llamados al centro de la facultad en donde un altar fue montado en honor a la alumna que estaba a punto de graduarse.
Las lágrimas de sus compañeros no se hicieron esperar y el silencio de sus rezos gritaba un ¡ya basta! cargado de impotencia y melancolía.
“Con dolor te decimos hasta luego, con la esperanza de volvernos a encontrar, mientras tanto dejas tu esencia intacta en nuestras almas”, fueron algunos de los mensajes que compañeros le dejaron a Gabriela, mientras un mural de fotografías complementaba los palabras.
Pétalos de flores y veladoras que formaban una cruz cubrieron el altar de Gaby, mismos que trataron de vestir la memoria de la ausente.
La noche cayó y con ella una fila de de compañeros arribaron al centro de la facultad, encabezados por el director, José Armando Peña Moreno, que dirigió unas palabras a Gaby; sin embargo, su mensaje no fue terminado, pues el dolor cortó su voz.
“Somos psicólogos, necesitamos apoyarnos entre nosotros mismos. Debemos recordar a Gaby como una persona que estaba muy comprometida con la paz. Que la familia de Gaby sienta esa solidaridad de la facultad de Psicología y que se sientan sumamente apoyados, cobijados por nosotros. Nos duele, se los digo de todo corazón”, fueron las palabras que pudo pronunciar el director Peña Morena.
Decenas de amigos acompañaron a Gaby en su último pase de lista que con un “presente” finalizaron su emotivo homenaje.
Sus restos fueron velados en las Capillas Valle de la Paz del municipio de San Pedro, en donde amigos y familiares se congregaron para darle el último adiós.
Gabriela Pineda Aguilar se convirtió en una víctima más de la violencia que azota a Nuevo León. Pero más allá de ser una cifra, el deceso de la joven se convirtió en un grito de reclamo y hartazgo por parte de la comunidad estudiantil, que cada vez está más vulnerable.