
Entre la fascinación y el repudio. Así pueden calificarse los sentimientos que despierta la exhibición de artículos pertenecientes a la Alemania nazi, una etapa en la historia de la humanidad que trae, a muchos, los más atroces recuerdos: Genocidio provocado por el racismo e ideas políticas poco flexibles.
Pero por otro lado, objetos como uniformes militares y símbología nazi también ejercen un encantador poder para quienes interesa la historia, más como un documento sobre una era en el mundo, que como una ideología personal.
A miles de kilómetros, en otro continente, y varias décadas después de El Holocausto, en una tienda especializada en compra venta de antigüedades ubicada en el centro comercial Plaza La Silla, propiedad de José Francisco Franco, resaltan artículos de la Segunda Guerra Mundial comprendida desde 1939-1945, enfocada especialmente en la Alemania nazi, durante la cual más de 6 millones de judíos perdieron la vida en un periodo lleno de dolor, sangre, guerra y muerte.
En Alemania, la muestra de este tipo de objetos es casi nula, pero en Monterrey se exhibe lo que allá se oculta.
En ocasiones, han habido altercados entre el propietario del establecimiento y paseantes quienes al ver los artículos expuestos lo toman como una ofensa.
Aunque Franco asegura no estar a favor ni en contra de la ideología política nazi, mencionó que sólo busca promover una nueva área de coleccionismo: la militaria.
Pues en Estados Unidos y el continente europeo abundan los coleccionistas de milicia, mientras que en Monterrey aún no se tiene mucha oferta.
“Nosotros no estamos a favor ni en contra, vendemos historia… Es como ir a un museo, si está de acuerdo la gente o no con lo que pasó, pues fue una realidad, es parte de la historia del ser humano”, aclaró.
Recordó que en una ocasión un cliente le reclamó y le dijo: “Si realmente supieran quién fue Hitler, no tendrían nada de eso aquí”.
Pero el dueño del negocio está documentado, conoce la historia de cada uno de los objetos que adquiere para comerciar, sin embargo, reitera que es algo que pasó.
Su negocio también incluye piezas de la Primera Guerra Mundial y demás artefactos militares, pero se especializan en la Segunda Guerra Mundial.
Sección militaria
Al observar las piezas, una identificación de un joven de 14 años destaca de la vitrina, su cara de inocente, su corta edad, la situación que vivió sensibiliza a los compradores, incluso al dueño.
La historia detrás de ese artículo es lo que le da un alto valor, pero no económico, sino más bien sentimental.
Casi al final de la guerra, el joven trabajaba en una fábrica de armamento, pero los rusos estaban por llegar, por lo que los alemanes tuvieron que desocuparla.
Desafortunadamente el desenlace de la historia se desconoce y no se sabe si el joven sobrevivió o murió en el desalojo.
Para Francisco Franco, la identificación no sólo es un artículo, sino una representación de los millones de jóvenes que fueron separados de su familia, que estuvieron solos y bajo las órdenes de los nazis.
“Me imagino todo lo que sufrió el adolescente, sin sus padres, solo…”, dijo.
Y aunque en la mencionada sección se especializan en los artículos de la Segunda Guerra Mundial, también tienen piezas de la Primera Guerra Mundial, además de uniformes de la Fuerza Aérea y del Ejército estadounidense.
Para que los clientes conozcan la historia detrás de cada objeto, se les coloca un pequeño texto para que reconozcan el valor de cada pieza.
Además se les brinda una pequeña charla acerca de la pieza de su interés, información que se obtuvo con el proveedor.
Adquirir los artículos nazis, no es tarea sencilla, por lo que el experto en antigüedades realiza tres viajes anuales al continente europeo para conocer nuevos coleccionistas.
Por otra parte, también acude a subastas y contacta a nuevos proveedores, con ayuda de su hijo quien es residente en Alemania.
“En conjunto buscamos nuevos proveedores, pero pues es tiempo, es buscarlos, es un gusto y además es acudir a las exposiciones.
“Es muy difícil conseguirlas (las piezas) porque no sólo soy yo, probablemente 5 mil 100 distribuidores en el mundo, más los coleccionistas que buscan directamente y las personas que las buscamos para comercializar”, comentó.
Se ayudan mediante coleccionistas, subastas, especialistas y aunque ya tiene sus canales de compra, siempre buscan nuevos proveedores que sean de confianza.
Aunado a que en Europa, especialmente en Alemania, todo lo concerniente al Führer y al Partido Nazi está mal visto, entonces los artículos no están expuestos a la vista del público, es algo casi prohibido.
“Las tiendas no tienen nada en exhibición que tenga la suástica impresa, bordada o marcada, pero no quiere decir que no cuenten con objetos de la Segunda Guerra Mundial, sólo hay que saber a quién preguntar”, dijo.
Para conseguir las piezas, comenta que lo primero es hacer una relación de amistad porque no se las venden a cualquier persona.
Por lo general, menciona que los coleccionistas de Alemania ya tienen a sus clientes establecidos.
Recuerda que en algunas de sus visitas lo han corrido de tiendas en las que pregunta por los artículos nazis, al estar totalmente en contra de esa época.
Cada viaje representa un reto para el comerciante, pues no es garantía que regresará con un objeto nuevo para venta.
De los elementos más recientes que adquirió está un juego de cucharas bañadas en plata cuyo mango tiene la SS, conseguida en una exposición a la que acudió el pasado noviembre.
Artículos originales
Entre los clientes las preguntas que abundan son acerca de la originalidad de los objetos, porque algunos incluyen el certificado de su país natal.
Para los que no lo tienen, los clientes deberán depositar su confianza en los 15 años que Francisco Franco ha vendido cada uno de los objetos que ofrece.
Además la tienda brinda un certificado de autenticidad a cada objeto.
“Nosotros les otorgamos un certificado de que son originales, hay unas que sí lo traen con el sello del águila y la suástica… pero a los que no lo tienen pueden confiar en mi estudio y experiencia”, afirmó.
Personas que visitan su negocio llegan a cuestionar los conocimientos del vendedor y que se creen expertos por haber ido una vez a Europa.
Sin embargo, los constantes viajes, la investigación y su respaldo en el estudio de anticuario respaldan su trabajo, asegura.
“Algunos proveedores decían, tal pieza que no es original porque no traía cierto sello, pero la guerra duró casi 6 años y hubo diferentes proveedores.
“Un ejem-plo, si bombardearon la fábrica o había menos dinero cada vez que avanzaba la guerra, entonces los materiales se hacían de menor calidad, y por eso no es que sea falsa”, recalcó.
Los precios de dichos objetos varían dependiendo de si la pieza se utilizó al principio o al final de la guerra.
La venta de estos artículos son a paso lento, un coleccionista busca piezas específicas y los artículos nazis o de milicia aún no forman un estilo en Monterrey.
A pesar de esto, el comerciante continúa su búsqueda para ampliar la cantidad de objetos que se ofertan y tal es su compromiso que ya esperan nuevas adquisiciones.
“Nos van a llegar unas piezas originales nazis y de la fuerza aérea, artillería y fichas militares que nos adjudicaron en una subasta”, expresó.
Una de sus fascinaciones es acudir a las exposiciones militares, con charlas avocadas desde el siglo XVII y narrando la transformación de armas, desde lo más rudimentario a lo más moderno.
Casi un museo
Algunos visitantes de otros países o estados acuden a la tienda que en ocasiones es percibida como museo, cada pieza tiene una historia expuesta en un pequeño papel muy similar a la dinámica de una exposición.
Por la ubicación de la plaza (avenida Eugenio Garza Sada) muchos de los residentes de la zona son estudiantes y es por eso que los visitantes que predominan son los foráneos.
Comedores pequeños, medianos y grandes, candiles, lámparas, salas, sillas, piezas de cerámica, porcelana, vajillas de todo el mundo, instrumentos musicales y gran variedad de muebles antiguos componen otro de los locales de Francisco Franco.
La mayoría de los objetos provienen del continente europeo. Los compradores que vistan el local, en ocasiones acuden al negocio para adquirir una pieza que les gustó en alguno de sus viajes.
“Me preguntan que cómo puedes saber si es antigua o nueva, pero pues eso es muy sencillo, son 15 años que tengo aquí, más los estudios, la práctica, ver la pieza, entre otros factores”, enfatizó.
Aunque el dueño explica que, sobre todo los coleccionistas, van detectando, conociendo al acudir a exposiciones, viajes, vistas a museos, subasta, entre diferentes actividades, por lo que los poco conocedores deberán confiar en el prestigio de la tienda.
El proceso de detección no es sencillo, en base a información se va descartando país, años.
En el caso de los muebles, el año y origen se identifican por medio de bisagras, ensamblados, tipo de tornillos, si fue hecho a máquina o a mano, el tipo de madera.
Con esa información se analiza en qué partes del mundo se utilizaron los cortes, la madera que variaba de acuerdo a la época y se va descartando, hasta que se llega al resultado final.
Francisco Franco está certificado por el Estado, por la Suprema Corte de Justicia, como perito valedor en arte y antigüedades, por lo que la confianza que depositan sus clientes tiene fundamentos.
Con tres locales ubicados en la misma plaza comercial, intenta expandir y renovar constantemente los objetos que ofrece, incluyendo nuevas secciones a su venta.
A pesar de que nos son artículos de primera necesidad, a la gente que le gusta y aprecia las antigüedades, acude esporádicamente a comprar una nueva pieza.
“No son ventas de todo los días, pero son como temporadas, a veces nadie quiere bronce y en una semana todos quieren artículos así, al igual pasa con las lámparas o candiles”, explicó.
Pero para dar facilidad a sus clientes, cuenta con sistema de separado que no puede ser menor al 20 por ciento, como mínimo.
Aunque además de la sección de milicia y antigüedades, también ofrece objetos de marca como de Coca Cola, aviones escala de línea comercial, entre otros artículos coleccionables.
De pasatiempo
a oficio
Un comerciante que ofrece piezas para coleccionistas, pero que no colecciona, sólo resguarda los artículos por tiempo para que los demás las disfruten.
Con 20 años de experiencia se siente satisfecho de haber creado un oficio de lo que inició como pasatiempo.
Aunque estudió administración de empresas, en la edad adulta (30 años) encontró, en un anuncio publicitario, a lo que más tarde se dedicaría a tiempo completo.
“Un día vi que se promocionaba un curso de anticuario en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey que constó de tres semestres y lo tomé… Así empezó mi inquietud y sed de conocer más y más”.
Recuerda que en su época de estudiante, entre la teoría y la práctica, se fue envolviendo en un mundo diferente a lo que él conocía, saber apreciar y darle un valor, económico como sentimental a cada objeto.
La memoria que tiene más presente, fue cuando en una visita a Europa, él y sus compañeros se hospedaron en un castillo, lo que fue para él de las mejores experiencias.
Lo describió como dormir entre la antigüedad, “dormías y despertabas en uno de los espacios llenos de antigüedades del siglo XVII y siglo XVIIII”.
Aunque es una búsqueda constante, un estudio e investigación diaria, José Francisco Franco se siente satisfecho de lo que realiza.
Y a pesar de lo que es mal visto o no, en cada uno de sus locales él seguirá innovando su negocio que, reitera, sólo vende historia.