En la actualidad pocos negocios pueden presumir una larga fila de comensales que en ocasiones se marchan con el antojo de probar sus alimentos, como sucede en un mágico lugar llamado Chiki’n Blues.
Fue hace más de tres años cuando en un viaje familiar por el estado de Lousiana, Estados Unidos, Omar Aguilar y Gabriela Morales tuvieron la idea de montar un negocio de pollo frito.
Como habían estudiado gastronomía juntos, su sueño era iniciar un negocio de comida en donde además de llevar a cabo su pasión, pudieran satisfacer corazones y barrigas.
Fue así que el 25 de noviembre de 2015 inició operaciones un lugar mágico llamado Chiki’n Blues Estilo Luisiana.
“En una ocasión visitamos a un hermano de Omar que vive en McAllen, de ahí viajamos a Louisiana y fue donde conocimos la cultura de esa ciudad, sus edificios, su cultura y algo muy especial, la comida”, relató Gabriela.
Esa ciudad estadounidense es reconocida por una sazón peculiar -llamado cajún- que le dan al pollo frito, mismo que Omar y Andrea se encargaron de traer a Monterrey, Nuevo León.
“Nos gustó mucho la ciudad, cómo están decorados los edificios y sobre todo el pollo, entonces se nos vino la idea y nos dimos cuenta de que aquí en Monterrey no había el pollo estilo cajún”, recordó.
La idea de hacer algo artesanal, sumada al bajo presupuesto con el que contaban Omar y Gabriela, hizo que ellos fabricaran su propio mobiliario, cuestión que le dio un toque más casero a su idea.
Antes de abrir las puertas al público estuvieron ensayando seis meses la receta del pollo, a la vez que armaban el mostrador, exhibidor, letreros y demás mobiliario.
“Teníamos un presupuesto limitado y como éramos estudiantes no teníamos gran cosa, sólo un ahorro y no la íbamos a poder hacer con los equipos profesionales.
“Nos dividimos, Gaby se dedicaba a perfeccionar la receta del pollo y mientras estaba haciendo la carpintería, me decía: ‘¿qué tal esto?’, luego invertíamos los papeles y así nos apoyamos”, platicó Omar.
Hicieron su adaptación de la receta con su toque personal, pero sin perder la esencia del estilo Louisiana, y montaron un modesto local en la calle José Alvarado de la colonia La Florida.
Al principio sólo sacaban 10 piezas de cada producto, y a pesar del empeño y delicioso sabor que imprimían en cada uno de ellos, el inicio fue difícil, pues en ocasiones tenían mucho desperdicio.
No obstante, Omar y Gabriela acordaron una regla desde que nació la idea, jamás entregarían al cliente una pieza del día anterior, ante todo se anteponía la calidad y el sabor.
En su arranque también ofrecían waffles, chimichangas, papas fritas, nuggets, y curiosamente todos esos productos que no elaboraban -no por comodidad, sino por falta de tiempo- no se vendían.
“La gente se da cuenta de la calidad de las cosas, uno puede creer que no, pero las cosas que ofrecíamos que eran alimentos congelados, siempre se nos quedaban”, apuntó Omar.
LA EXPLOSIÓN DEL SABOR
Transcurrieron los días y poco a poco la gente iba regresando a ese pequeño local a degustar el pollo estilo Louisiana, pero no fue hasta una publicación en un periódico local cuando el Chiki’n Blues agarró fama.
“Era un producto totalmente nuevo y la gente nos empezó a conocer aquí (en el local), volanteamos un poco y aunque muchas cosas nos fallaron al principio, los que venían y nos visitaban seguido, nos empezaron a recomendar.
“Luego vinieron de un periódico y nos preguntaron que si no tenían algún inconveniente para hacer una publicación, que ellos se dedicaban a apoyar negocios locales con una reseña, y nos gustó la idea”, rememoró Omar.
Para entonces sólo lo acompañaba Gabriela por ese viaje de sabor.
Sin saber las repercusiones, aceptaron y recibieron la instrucción de sacar más producción de la acostumbrada, pero no se imaginaron que el incremento sería muy significativo.
“Después de la reseña era común que la gente se quedaba sin comer pollo, y en una ocasión un señor se molestó demasiado y nos dijo que para qué nos anunciábamos si no íbamos a venderle a todos”, recordó Gabriela.
La verdad es que Chiki’n Blues nunca ha pagado un solo centavo por publicidad, fue el sabor y el empeño de sus creadores los que hicieron de ese pollo estilo Louisiana algo mágico.
“Con la publicación comenzábamos como a las 5:30 de la mañana y nos íbamos como a las 9:00 de la noche; ni así podíamos con la fila, entonces le hablamos a Xavi para que nos ayudara”, precisó Gabriela.
Fue así que Xavier Salinas se unió al equipo de Chiki’n Blues, para aligerar la carga generada en esos momentos.
“Con las ganancias que nos generó la publicación compramos la primera freidora industrial, pues al principio todo nuestro equipo de cocina era casero”, recordó Xavier.
En esos días en que justamente había mucho trabajo, porque la gente que probaba el pollo regresaba al siguiente día, llegaron unas personas del famoso Blog del Gordo.
La dinámica era la misma, apoyar a los pequeños negocios con una reseña para incrementar el flujo de gente, lo que nadie se imaginó es que después de esa publicación explotaría el sabor de Chiki’n Blues.
“El día después de esa publicación, la fila de la gente se fue hasta la esquina, y ahí le dijimos a Xavi que ya se quedara de planta con nosotros, pues hubo personas que vinieron ocho días seguidos después de la reseña.
“Estábamos realmente en un problema de producción, porque la gente quería pollo y no teníamos la capacidad para dar de comer a tanta gente”, señaló Gabriela.
El paso fue agigantado, de un día a otro pasaron de vender uno a cien pollos, pero la estrategia de los tres socios fue que no arruinarían la calidad por la cantidad.
“La estrategia que decidimos fue no hacer pollo para todos, queríamos que los pocos que lo fueran a probar se llevaran un producto bien hecho, es lo que hacemos lo mejor posible”, acentuó el líder del grupo.
Antes de abrir contaban el pollo, y Omar salía para hacer un estimado de hasta donde podría alcanzar y no hacer que toda la gente hiciera fila; sin embargo, algunos se quedaban.
LAS ESPECIALIDADES
Cada producto tiene un esmero excepcional por parte de sus creadores, pues ellos tratan que cada día el sabor sea único, utilizando ingredientes de calidad.
“El precio es accesible, decidimos venderlo por pieza para que todos puedan comprar lo que gusten.
“Ahora ya estamos en otra cosa, tenemos muchos clientes y aun así se nos acaba nuestro producto”, comentó Omar con gran agradecimiento hacia sus clientes.
Las piezas de pollo van desde los 12 a los 15 pesos y el ticket promedio de consumo es de unos 50 pesos, pues la gente puede elegir qué cosas adquirir, sin necesidad de comprar un combo.
“Tenemos puré con gravy, ensalada de col y zanahoria, muffins, fajitas de pechuga, pierna y muslo, también tenemos fajitas especiales con queso y tocino, que es la receta de nosotros.
“También la papa Louisiana, que es un rico puré de papa revuelto con queso y jalapeño y va empanizado con la receta del pollo”, explicó Omar.
Lo que más se vende son las chicken tenders y las piezas de pollo, pues sazonadas con el toque de la casa, las tiras de pollo, envueltas en tocino y rellenas de queso, vuelven loco a cualquiera.
“Una de las cosas que le llama la atención a la gente es que lunes y martes está cerrado, y los demás días está la fila muy larga”, platicó.
Sin embargo, no es una cuestión de estrategia, pues el lunes lo utilizan para descansar, mientras que el martes se dedican a hacer compras o arreglar detalles en su local.
Respecto a la idea de abrir otra sucursal en otro punto de la ciudad, ésta no le gusta a Omar, pues quiere hacer de Chiki’n Blues un lugar especial donde sólo ahí se encuentre ese pollo.
“Queremos que aquí sea el punto donde la gente venga por su pollo y tenga una experiencia diferente, que conozcan a otras personas en la fila, que hagan una amistad; tal vez hay quienes se han hecho amigos”, replicó Omar.
Chiki’n Blues recibe clientes desde Reynosa, Matamoros, Laredo, Saltillo, China, García, Cadereyta, Santiago, Apodaca, San Pedro, y otras zonas alejadas al punto de venta.
“Hay gente que después de formarse tres o cuatro veces, por fin alcanza a comer nuestro pollo y se ponen bien contentos, eso también nos da mucha felicidad”, coincidieron.
LAS CURIOSIDADES
Chiki’n Blues no tiene un mercado definido, en la fila hay desde niños sin compañía de un adulto hasta señoras, jóvenes, oficinistas, obreros, estudiantes, trabajadores de la construcción, camioneros, entre otros.
En ocasiones, algunos choferes de la ruta 42 Realito se bajan a formar para adquirir su pollo, mientas los usuarios los esperan sin importar el tiempo que sea.
Es común que las personas que no alcanzan a comprar una orden, regresen después de cuatro o cinco intentos fallidos.