
De cada 100 personas menos del 1 por ciento muestra una tendencia transexual, por ende, las operaciones de “cambio de sexo” -llamadas así de manera coloquial- son escasas. El doctor Félix Soriano Fonseca, cirujano urólogo, lo asevera.
“En cinco años sólo he realizado dos cirugías a dos hombres que ahora son mujeres, y esto refleja que no es común este tipo de procedimientos en Monterrey porque es una operación irreversible”, reveló el especialista.
En ese sentido, el médico hizo una comparación con lo que sucede en España, donde 1 de cada 30 mil varones solicita el cambio de sexo o reasignación sexual y 1 de cada 100 mil mujeres se somete a ese proceso.
“Es una cirugía de reconstrucción genital que se realiza en personas transexuales para adecuar la apariencia y metabolismo de su sexo biológico a su género psicológico”, explicó.
Argumentó que hacerse la resignación sexual es una decisión que se tiene que pensar con cautela, porque no hay marcha atrás una vez que se hace la intervención.
El “cambio de sexo”, recalcó el médico, no consiste únicamente en quitar o poner genitales, es un proceso complejo que para para poder efectuarlo al o a la paciente, se extiende una serie de requisitos.
“Hay que hacer la valoración física y con antelación, por el hecho de sentirse mujer, la persona ya debe de haberse adentrado a la Terapia de Reemplazo Hormonal- suministro de hormonas al cuerpo para transformar el aspecto externo del cuerpo- y adaptarse a él”, enlistó.
Seguido de ello se hará una evaluación psiquiátrica y se analizará la orientación psicológica del entorno que lo envuelve para verificar que está consciente de lo que hará.
“Principalmente, se requerirá el consentimiento informado-escrito del paciente y la presencia de dos testigos para cerciorar la decisión del involucrado”, recalcó el cirujano urólogo.
REASIGNACIÓN SEXUAL: HOMBRE- MUJER
El experto señaló que aunque la demanda para la realización de una resignación sexual es mínima, es el hombre quien mayoritariamente la solicita para ser una mujer transexual.
En caso del hombre que desea ser mujer, la cirugía consiste en quitar el pene y la uretra para formar la cavidad- neovagina, entre el perineo y el glande, mientras que la cabeza del pene sirve para formar el clítoris”, detalló Soriano.
La fase anterior, añadió, tiene una duración de entre 7 u 8 horas y la recuperación se extiende en un tiempo de entre 15 ó 20 días en que la paciente tendrá que implementar una serie de medidas para evitar riesgos.
“Se necesita tener frecuencia con el aseo personal para evitar infecciones y se tendrá que mantener la cavidad dilatada para que no se cierre o cause estragos mayores”, declaró.
Esa primer cirugía, aclaró el médico, no es el único proceso para dar al paciente el aspecto físico de genitales característicos de mujer. Posteriormente si el paciente lo desea, se someterá a otras operaciones.
“Habrá de efectuarse la vaginolastía, labioplastía, entre otras, en las cuales no se modifican los caracteres sexuales internos, sólo los externos con el objetivo de lograr una apariencia real a la que tiene el aparato reproductor femenino”, comentó.
MUJER- HOMBRE: RECONSTRUCCIÓN FÁLICA
Las mujeres que quieren ser un hombre transexual no están exentas de cambiar sus genitales físicamente. Se les puede efectuar la reconstrucción fálica, pero “es casi nula la solicitud de esta modalidad”, dijo el especialista.
“A la mujer poco le interesa el falo, ya que en el mercado sexual existe la disponibilidad de artilugios que se adaptan al cuerpo de la fémina para darle aspecto de un hombre”, fundamentó el urólogo.
El experto destacó que tanto al hombre como a la mujer, más allá de querer tener un cuerpo acorde a su forma de ser o vestir, deben tener la seguridad de renovar su “sexo”.
“Deben cumplir con los requisitos señalados, contar con los recursos económicos necesarios, así también deberán asesorarse por expertos en la materia por ser una intervención irreversible a la que accederían”, insistió.
El médico certificado y que en la práctica hace ese tipo de procedimientos clínicos en Monterrey, puntualizó que la reasignación sexual es una cirugía elevada en costos, por tener un cotización aproximada de 120 mil pesos o más.
Reiteró que dependerá de la situación económica que el paciente tenga para poder finiquitar una intervención quirúrgica como de la que se habla en este apartado.
Como experto en el área, Félix Soriano aseguró no anteponer la salud del o la paciente, por lo que cuida su ética y profesionalismo.
“Se tiene que estar convencido para querer hacerse la resignación sexual: es irreversible”.
Una historia de
la vida real
Dejar su lado masculino no ha sido camino fácil para Aruba Ortiz Nájera, quien se ha practicado cirugías estéticas para aumentar el busto y los glúteos, pero ha descartado una operación de cambio de sexo. Ella ha pasado una serie de acontecimientos de discriminación desde el seno familiar y social, así como de riesgos a la salud, que a sus 36 años la han llevado a reafirmar cada vez más su feminidad.
“Yo me sentí y quise ser niña desde los 5 años pero de los 6 a los 12 años viví tiempo de tortura. Mi padre me daba golpes por no querer ser hombre y mi familia me dio la espalda cuando vieron que no me comportaba como niño. Desde entonces, mi vida cambió y estoy satisfecha con lo que soy”, expresó Aruba.
Ante ese panorama desalentador y de rechazo por parte de sus allegados, la chica recuerda que decidió salir de su hogar para hacer su vida cuando era una adolescente. Vivió en la calle, trabajó en diversos oficios que al menos le dieron sustento para sobrevivir y partir a Acapulco al paso de un tiempo.
“Ahí encontré un mundo nuevo donde conocí a chicas de mi edad con un cuerpazo. Tenían bubis grandes, nalgas y pompis, que yo quería ser como ellas pero fue tanta mi desesperación que a los 19 años me hice una barbie”, narró la mujer transexual.
Comenzó la transformación. Aruba nunca recurrió al tratamiento hormonal para modificar su apariencia pero lo primero que hizo fue auto inyectarse aceite en los glúteos y aunque la primera vez no hubo consecuencias, en la segunda dosis de aceite que suministró a sus pompis, tuvo reacciones por las que casi le amputaban un pierna.
“Gracias a Dios sólo fue un absceso y me curaron, luego de un proceso largo de cuidados”. dijo aliviada Ortiz Nájera. Sin embargo, su insistencia en verse más mujer la llevó a inyectarse polímero para incrementar el tamaño de sus pompis aunque en este caso ya lo hizo con la orientación de un experto.
El aumento de glúteos fue uno de los primeros cambios de Aruba, luego continuó con el busto. La transexual contó que trabajó arduamente para juntar dinero e implantarse busto, intervención quirúrgica en la que corrió riesgos puesto que por segunda ocasión tuvo estragos al haberse abiertos los implantes y quedado dañado sus tejido mamario.
“Me hicieron un mal trabajo del cual me recuperé y salí con otras bubis pero debo reconocer que me he salvado de muchas porque he pasado tremendos sustos porque lo que traemos inyectado o implantado es una bomba de tiempo, además de ser muy caro”, recalcó.
La joven trans, originaria de Monterrey, detalló que ha invertido hasta 300 mil pesos en total, entre las operaciones, recuperaciones, hospitalización, medicamento y demás con tal de mejorar su aspecto físico como mujer pese a poner en riesgo su propia vida. No obstante, descarta efectuarse la reasignación sexual.
“Decidí quedarme con mi pene, disfrutarlo porque es mi cuerpo y con la operación, según me han dicho, se pierde la sensibilidad. Más allá de tener pene o vagina, me siento una mujer transexual que no necesito quitarme el pantalón para enseñarles mis partes: me acepto como estoy y como soy”, concluyó.