por Marilú Oviedo
Mientras jugaba futbol la tarde del 19 de mayo de 1997, Gabriel Torres Ruelas empezó a sentir fatiga. Aunque al principio pensó que era por la actividad física que realizaba, estaba a pocas horas de recibir una noticia que cambiaría su vida… el diagnóstico sería una insuficiencia cardiaca. El corazón estaba creciendo.
“Andaba normal, jugando futbol, me empecé a sentir mal, agitado y al día siguiente desayuné y fui a la tienda, pero a media cuadra me sentí más agitado, cansado, así anduve todo el día y al día siguiente amanecí peor”, recuerda el hombre de 41 años, originario de Calera de Víctor Rosales, Zacatecas.
Su esposa lo acompañó a una clínica del IMSS donde le hicieron estudios y le dieron la mala noticia:
“Lo voy a mandar a Zacatecas; usted está muy mal, pero vamos a esperar la ambulancia para que los traslade”, le dijo la doctora que lo atendió.
Los resultados fueron contundentes: miocardipatía dilatada, una enfermedad que lo ponía al borde de la muerte.
“El corazón empezaba a crecer y los especialistas me dijeron que me iban a atender con medicamento, pero más adelante iba a requerir de un trasplante, en ese momento me faltaba el aire y con esa noticia que recibí, antes no azoté”, dijo Torres Ruelas.
Durante tres años estuvo bajo tratamiento; pasaba tres días en su casa y el resto en Zacatecas.
Un día los especialistas le comentaron que el medicamento ya no funcionaba en su organismo, por lo que lo enviaron a Monterrey.
“Me dijeron que ya no me podían controlar y que me iban a mandar a Monterrey, me preguntaron que si me quería ir, y les dijo ´¡claro, que sea lo que Dios quiera!´”, dijo el zacatecano.
“Vine a Monterrey a una consulta el 21 de julio de 2000 y para el 21 de septiembre me dieron la noticia que ya había donador, afortunadamente fui compatible y me operaron casi inmediatamente”, comentó tranquilo.
Con la enfermedad a cuestas y poco dinero, la familia Torres tocó puertas para poder emigrar a una de las ciudades más caras del país. Gabriel es fabricante de tarimas y los ingresos eran mínimos.
“Acudí a la Presidencia municipal de Calera a pedir a poyo al alcalde, quien nos ayudó a pagar la renta de la vivienda durante casi cinco meses, tuve que dejar de trabajar para venirme a curar. Las autoridades del pueblo se portaron bien, nos ayudaban con 2 mil pesos mensuales”, explicó Torres Ruelas.
OTRAS ENFERMEDADES
A diferencia de la mayoría de los pacientes, Gabriel no salió del hospital a los pocos días de ser intervenido, ya que a 92 horas del trasplante le dio un derrame cerebral que lo mantuvo hospitalizado dos meses.
“Gracias a Dios no me quedaron secuelas; duré dos meses internado y por fortuna ya tenía el corazón bueno, porque si me hubiera dado con el anterior estaría muerto, ahí hubiera quedado”, dijo asombrado.
Asimismo, comentó que en el 2003 fue operado del apéndice. Posteriormente fue hospitalizado en tres ocasiones a consecuencia de una neumonía.
“Pero afortunadamente he salido bien librado. Soy una enciclopedia de enfermedades y aquí sigo todavía”, dijo sonriendo.
En su natal Calera de Víctor Rosales, Zacatecas, trata de hacer ejercicio y sale a caminar para mantener activo el organismo y poder vivir más años y ver crecer a sus descendientes.
Por lo pronto, Gabriel es uno de los trasplantados más longevos, ya que suma 10 años con un nuevo corazón.
SU HIJA LO MOTIVÓ
Uno de los temores que tenía Torres Ruelas cuando le informaron por primera vez del problema de salud era no poder conocer a la menor de sus hijas, ya que su esposa estaba a escasos días de dar a luz.
“Lo que me preocupaba era la salud de mi esposa y la bebé; yo nada más le pedía a Dios que me diera licencia de saber si era niño o niña y conocerla, y ya si quería recogerme más adelante”, dijo.
Ahora, su hija Karla y él conviven armoniosamente. Ella le comenta que de grande estudiará para ser médico y salvar vidas.
“Me dice que lo hará para apoyar a la gente que esté enferma y se cure, como los doctores lo hicieron conmigo”, manifestó el zacatecano, quien tiene tres hijos en total: un hombre y dos mujeres.
YA TIENEN GRUPO
A petición de los doctores, Torres Ruelas viaja cada dos meses durante cinco horas para acudir a la cita grupal que tienen los traspantados de la Clínica 34 del IMSS.
El pasado 10 de junio, cargando un suéter y una revista en mano, estuvo por tierras regias y dijo sentirse feliz física y emocionalmente.
“Me siento súper, empecé a realizar mi vida normal y sigo al pie de la letra con los medicamentos porque esta oportunidad de vida es un regalo de Dios -aunque ahora por la edad ya no juego futbol (dijo en tono de broma)-, sigo en mi trabajo estamos echándole ganas.
“En la reunión nos hablan de cómo tratar de decirle a los demás por todo lo que pasamos y apoyarnos, y cultivar en los demás la cultura de la donación”, dijo.
Torres Ruelas aseguró que la atención en el hospital ha sido muy buena.
“Si aparece un rechazo en el organismo los médicos me dicen y me aumentan o bajan la dosis para controlarlo, aparte la dieta, medicamentos y cuidándose uno mismo, nos siguen atendiendo bien”, comentó.
Para poder mantener el nuevo corazón dijo que consume 11 pastillas diarias y así lo hará el resto de vida.
También sus hábitos alimenticios cambiaron radicalmente. Ahora la dieta incluye vegetales, pollo cocido sin sal, frutas y avena, entre otros alimentos.
Hay que señalar que los gastos de cada viaje superan los mil pesos, pero corren por cuenta del IMSS y Gabriel viene a la ciudad de entrada por salida, pues tiene una familia y un trabajo que cumplir en Zacatecas.
Durante la visita médica aprovecha para consultar y anualmente se realiza estudios para ver cómo está el nuevo corazón.
EL DONADOR ´SIGUE VIVO´
Sentado dentro de una de las salas de la Clínica 34, agradeció a la familia del donador por haberle permitido una nueva oportunidad.
“Yo les digo que su hijo no ha muerto, parte de él sigue vivo en mí. La gente no debe ser egoísta porque uno nunca sabe; quién sabe igual y en un día no muy lejano alguno de ellos puede padecer un problema igual que el mío y no saben lo que es sufrir en espera de un órgano, estoy muy agradecido”, exclamó.
“Hoy puedo decir que Dios es muy grande, me dio la oportunidad de vivir y el apoyo de mi esposa ha sido fundamental, hay que seguir echándole ganas”,concluyó.