Aunque los movimientos telúricos en la entidad no representan un riesgo para la población de la zona conurbada de Monterrey, es necesario adoptar medidas de seguridad para estar preparados si ocurriera un evento catastrófico.
Expertos en la materia revelaron que siempre han existido movimientos sísmicos en la región noreste del territorio mexicano, especialmente en Nuevo León; sin embargo, por la falta de despliegue de instrumentación, anteriormente eran imperceptibles para los habitantes de la zona.
Con el equipo que se ha instalado recientemente, en lo que va del año se han registrado 14 movimientos en diferentes municipios de Nuevo León; no obstante, los temblores no son de alto riesgo para las personas.
El sismo de mayor magnitud en la entidad se presentó el pasado 21 de mayo a 65 kilómetros al este de Cadereyta Jiménez, con 3.9 grados de intensidad y con profundidad de cinco kilómetros.
En el mes de enero se registraron cinco movimientos telúricos, dos en Montemorelos de 3.6 y 3.7 grados, dos en Ciénega de Flores de 3.6 y 3.8 grados, y el otro en Sabinas Hidalgo de 3.8 grados en la escala de Richter.
El 25 de febrero se movió la tierra a 11 kilómetros al sur de Hidalgo, con intensidad de 3.7 grados.
Mientras que en el mes de marzo se registraron tres temblores de entre 3.6 y 3.7 grados, uno el día 9 y dos el 13, con epicentros en García y Linares, respectivamente.
El movimiento tectónico más cercano a la zona metropolitana ocurrió el pasado 6 de abril, a 18 kilómetros al sur de Santa Catarina, con una intensidad de 3.7 grados.
En el mes de mayo ocurrieron dos temblores los días 21 y 29, uno a 65 kilómetros al este de Cadereyta de 3.9 grados -siendo el de mayor intensidad en lo que va del año-, y otro a 13 kilómetros al noreste de Montemorelos de 3.5 grados.
El 5 y 9 de agosto pasados, se contabilizaron los últimos dos temblores en lo que va del 2017 de 3.6 grados, con epicentros a 80 kilómetros del suroeste de Linares y 11 kilómetros al sureste de Montemorelos
Montemorelos -con cuatro sismos- es el municipio en donde más movimientos se han presentado en lo que va del año.
Durante el 2016 se registraron 22 sismos, de los cuales seis ocurrieron en Cadereyta Jiménez, mientras que el resto en los municipios de Linares, Allende, García, Santiago y Montemorelos.
El temblor de mayor magnitud durante el 2016, ocurrió a 47 kilómetros al suroeste de Santiago, con una intensidad de 4.2 grados y profundidad de cinco kilómetros.
¿POR QUÉ OCURREN?
Aunque hay controversia por parte de algunos especialistas que aseguran que el fracking ocasiona los movimientos telúricos en la entidad y otras zonas de la región noreste, Óscar Mario Romero, doctor en Geofísica por la Universidad de Texas e investigador de la Universidad Autónoma de Nuevo León, aclaró que aún se hacen estudios para revelar las causas.
“Ahorita estamos en proceso de investigación para determinar el tipo de mecanismos que producen esos eventos; no está completamente comprobado que sea esa parte de la extracción de gases”, explicó.
En cambio en la zona del altiplano, específicamente en regiones como Galeana, Pablillo, San Roberto y el sur de Coahuila, sí ocurren sismos -de baja intensidad- debido a la reactivación de fallas geológicas.
Otro de los motivos de la actividad sísmica en territorios poco comunes podría ser la intervención de las personas en algunos puntos de la tierra, como la explotación de minas, aunque generalmente esos sitios sólo terminan en derrumbes, si es que no se cuenta con las medidas preventivas necesarias.
“Los eventos que ocurren en esta parte del territorio mexicano son de muy baja intensidad; sin embargo, siempre han estado presentes.
“Si antes no teníamos información sísmica es porque no contábamos con instrumentación desplegada en la región que detectara los movimientos, mismos que son imperceptibles para las personas”, explicó el especialista.
El sismómetro está diseñado para percibir movimientos del terreno que para el hombre son imperceptibles, por ese motivo hoy en día se contabilizan gran cantidad de movimientos que para muchas personas son nuevos en la entidad.
Aunque la actividad sísmica está presente en la zona, el riesgo de que suceda una catástrofe como lo ocurrido recientemente en Ciudad de México Oaxaca, Morelos y Puebla es casi imposible, pues el centro y sur de México se ubican en un territorio blando, que se fue formando sobre lagos con cenizas volcánicas derivado de la actividad que se suscitaba en la zona, mientras que en el noreste hay tierra ‘firme’.
Aunque el peligro no es latente, en la región hay instalados varios dispositivos para detectar movilidad y avanzar en las investigaciones.
“Lo que está pasando en el centro y sur del país nos pone inquietos, por la actividad que se presenta con baja intensidad en nuestro estado.
“Ahorita todavía estamos en investigación, de hecho en diferentes partes de la región hay instalación de instrumentación sísmica, unos al lado este de la sierra madre oriental, Monterrey, General Terán, Montemorelos, y otros más al sur del estado”, detalló.
Para el especialista aún falta equipo adecuado para continuar con las investigaciones, además de adoptar medidas preventivas para saber reaccionar ante un fenómeno de esa naturaleza.
“Se podría decir que apenas empezamos con esta actividad en el noreste de México y falta equipo para poder afirmar las causas de lo que provoca los movimientos sísmicos”, apuntó.
“También deberíamos adoptar algunas medidas de seguridad, pues nos falta conciencia para estar preparados sobre qué hacer cuando se presenta un evento de la naturaleza de ese tipo”, dijo.