Durante tres años, Lizett Serna y su esposo David Gerardo Martínez decidieron esperar tener un bebé, como recién casados deseaban disfrutar de la vida y con el tiempo forjar un patrimonio. Pero llegó el tiempo en que buscaron ser padres y su sorpresa no fue nada grata.
La vecina del municipio de Monterrey, duró 44 meses buscando ser mamá y los resultados eran desalentadores. Al menos visitó a tres ginecólogos en busca de respuestas, pero el resultado era negativo.
En el mes de febrero su médico Pablo Díaz Spinola, le dio la noticia de una nueva técnica que le cambiaría la vida: la maduración de óvulos in vitro que el Instituto para el Estudio de la Concepción Humana (IECH) del Ginequito.
Lizett y otras nueve pacientes fueron seleccionada y logró quedar embarazada y, por ser uno de los tres primeros casos a nivel nacional el procedimiento será totalmente gratuito.
“Estoy muy contenta, porque estuvimos buscándolo tanto tiempo. Es importante empezar de lo más sencillo, porque cada cuerpo es diferente. El mismo médico dice que puede ser una sola ocasión la que se realice un in vitro y a la siguiente vez ya puede ser natural, dependiendo del cuerpo de la persona, porque la matriz ya puede ser receptivo”, dijo la licenciada en comercio exterior.
El problema de la mujer de 32 años de edad, se debía a que tenía pólipos en la matriz.
“Le hicimos una cirugía para quitarle los pólipos, le ayudamos con un problema de ovulación que de repente no ovulaba como nosotros queríamos, tuvo cuatro tratamientos de inseminación, donde el resultado no fue el que nosotros quisimos y aparte de los pólipos que se quitaron y se analizaron no se dio el embarazo”, dijo Díaz Spindola.
“Todo 2009, 2010 estuvimos en evaluación y tratamiento, pasaron dos años para que en enero del 2011 entrara a este programa y se diera el embarazo de esta forma. Es muy importante la guía que te pueda dar un médico, primeramente hacerte un plan, desde la primera consulta ya sabíamos hacia dónde íbamos y se dio el embarazo en este primer intento, porque de todas las 10 pacientes, cuatro salieron positivas, desafortunadamente una no continuó y la señora Lizett tuvo éxito, al igual que otras tres”, dijo contento.
Luego de pasar por todo un proceso de evaluación y tratamientos donde desgraciadamente no hubo éxitos, encontraron la nueva técnica donde no se requiere de preparación previa de la mujer, ni medicamentos para estimular el ovario, ya que el ovulo se extrae y se madura en el laboratorio.
“La extracción de los óvulos no duró más de 15 minutos y los resultados fueron entregados en cuatro días. Es un poco difícil de digerir el resultado, se te quiere salir el corazón antes de que te den la noticia, de la incertidumbre de no saber cuál es, cuando nos dieron la noticia no lo podía creer, pero cuando ya vi el ultrasonido y escuché el corazón del bebé me emocioné mucho.
“Esto se lleva como cualquier embarazo, los doctores te piden que intentes quedar embarazada un año sin tomar medicamentos para después comenzar a hacer estudios de qué es lo que está sucediendo, me mandaron hacer un estudio para ver que las trompas de falopio no estuvieran obstruidas, que estuviera bien mi matriz. Desagraciadamente el estar tomando medicamentos te provoca que batalles para tener hijo”, contó Lizett quien espera con ansias a su primer hijo.
Cada vez que les daban el resultado de pruebas de embarazo y éstas eran negativos, no caía en depresión, pero sí tenía la esperanza de poder conseguirlo por lo que no quitó nunca el dedo del renglón.
“No puedes quitar el dedo del renglón, quizá suene trillado el decir que ya lo logré y que le sigan las mujeres que aún no pueden, pero muchas veces pasa un año, se desesperan, o piden medicamento porque lo que ya quieren es embarazarse”, contó.
En su caso no podía tomar medicamentos, porque le podrían provocar embarazo múltiple, dado que en su familia hay antecedentes de gemelos y cuates.
Para poder seguir en pie, la familia Martínez Serna siempre tenía que tener presente tres cosas: ser positiva, tener perseverancia y paciencia, de lo contrario no funcionaría.
“Lo del positivismo y la perseverancia, siempre ha sido la naturaleza de ambos, obviamente sí sentías un poco de tristeza cada vez que era un procedimiento porque te daba la ilusión, en mi caso siempre pensaba a futuro buscando todos los escenarios posibles, si no se podía seguir intentándolo otra vez”, platicó su esposo David, de 32 años de edad.
El IECH ofrece servicio de psicología, por fortuna la familia Martínez Serna no la necesitó.
“Muchas personas se pone a pensar que qué va a decir la gente, si lo van a señalar porque es un in vitro y nosotros lo vemos como un logro, no sólo de tres o cuatro personas, sino de muchas. Porque te das cuenta que mucha gente no se acerca por miedo a preguntar y prefieren no tener hijos”, dijo Lizett quien siempre tuvo la seguridad de que podría tener un hijo.
“Por fortuna nos tocó ser parte de este protocolo, aprendes mucho, todas las partes del cuerpo, medicamentos, de por qué pasan las cosas y no se padece, hay que tener paciencia”, recomendó.
El embarazo se lleva como cualquier otro, durante los primeros tres meses se administran medicamentos como progesterona, aspirina, esteroide y otros con el fin de evitar que el producto salga.
“A partir del tercer mes todo por arte de magia se desaparece, la verdad no me puedo quejar, me ha ido muy bien, ni vómito, ni mareo, nada”, comentó Lizett.
Su bebé nacerá en la segunda semana del mes de noviembre y llevará por nombre Mateo, pues significa “Don de Dios”, y así lo consideran, como un regalo que Dios les hace.
La intención es en un futuro poder tener otro hijo, pero por lo pronto esperarán la llegada del niño que con tanto amor han buscado durante cuatro años.
“Es un mundo totalmente nuevo para nosotros y queremos tenerlo y darle lo mejor a nuestro bebé. Cuando pasas por un procedimiento como éste el estar pensando tantos o no tantos , lo que deseas es poder brindar todo y que no falte nada”, comentó la mujer mientras tocaba si vientre.
“Ojalá que mucha gente logre conocer este tipo de procedimientos y se puedan dar la oportunidad de ser padres, no tener miedo a los exámenes y luchar siempre por dar lo mejor a este mundo”, dijo David.
La historia de la familia Martínez Serna es una de las primeras que se escriben en México, y se espera que muy pronto se sumen otras gracias a la nueva técnica.