Hay quienes afirman que la vida es como un circo porque está impregnada de emociones y retos; sin embargo, para otros, ese espectáculo es su manera de ganarse la vida.
Son artistas urbanos que no necesitan de anuncios gigantescos ni luces llamativas. Su talento es suficiente para cautivar al público y ganarse, además de los aplausos, unas cuantas monedas que los ayuden a subsistir.
Los protagonistas de este otro circo no tienen pistas ni carpas, sólo el asfalto y el cobijo del cielo del área metropolitana de Monterrey, donde replican escenas de malabarismo, música, canto y comicidad.
Ya sea usando maquillaje sobre sus caras o al natural, contando un chiste, haciendo malabares o interpretando éxitos de antaño, payasos y cantantes dibujan una sonrisa en el rostro de los conductores y pasajeros de las principales avenidas de la ciudad.
Guillermo, Omar y Ángel, mejor conocidos como “Aja baraja”, “Ostioncito” y “Cocolín”, respectivamente, son un ejemplo del espectáculo urbano. Disfrazados de payasos, sus miradas aún evidencian la juventud que ni el maquillaje es capaz de cubrir.
Armados con pelucas rubias y negras, narices rojas y zapatos grandes, el trío interpreta, de manera individual y en equipo, sus mejores actos en la avenida Sendero, del municipio de Apodaca, al norte de la ciudad.
“Pues aquí hacemos malabares de todo tipo, a veces también actos de monociclos y espectáculos con fuego”, explicó “Aja baraja”, quien tiene 18 años de edad y 5 siendo payaso.
Sus compañeros, con tan sólo 16 y 17 años, son los encargados de diseñar el vestuario, seleccionar la tela y finalmente enviar al sastre el material para que diseñe los singulares trajes de tela a cuadros rojos y celestes que portan.
Sin embargo, los payasitos malabaristas no son los únicos que disfrutan de arrancar carcajadas a los automovilistas. En otro punto de la ciudad están Christofer Rincón, mejor co-nocido como “Manos negras” y Héctor Chavarría, cuyo nombre artístico es “Bachita”. Esta pareja de payasos espera que el cambio de luz verde a roja en el semáforo les de la pauta para comenzar su cómica participación.
Utilizando una gigantesca nariz roja, maquillaje colorido y sombreros en la cabeza, la intrépida pareja no pierde la oportunidad de entretener unos cuantos segundos a su público con una exquisita demostración que en ocasiones, también se disfruta a bordo de un camión de pasajeros.
“La rutina consta de hacer que la gente se ría, que no se aburra en los camiones y pues también para traer dinero… en los cruceros hacemos shows de performance con fuego, malabares, monociclos y cosas así”, mencionó “Bachita”.
“Manos Negras” interpreta a un vagabundo que tiene dos años trabajando de payaso en eventos privados y seis meses en los cruceros, tiempo que le ha dado la oportunidad de aprender cosas nuevas y capacitarse para todo tipo de presentaciones.
No obstante, para los dos jóvenes de 16 años, no fue tarea sencilla dominar su espectáculo, pues durante un año y medio tuvieron que sobreponerse a los golpes y a las caídas. El resultado final fue la creación de un complejo espectáculo que, hoy en día, dominan a su corta edad.
La pasión por el oficio es compartida por los payasos “Carín carita” y “Flamita de fuego apagado”, una pareja de esposos que desde hace cuatro años ofrece diversión a los fugaces espectadores de la avenida Gustavo Díaz Ordaz, del municipio de Santa Catarina.
“Nos gusta hacer reír a la gente y que se diviertan” expresó “Flamita”, quien labora como payaso desde hace 4 años y medio.
Además de su interpretación sobre la pista urbana, este dúo cautiva a los espectadores con sus vestuarios multicolores, además del perfecto maquillaje que pincela sus rostros.
“Sabemos interactuar con la gente, y también pedir cooperación amablemente”, aseguró Flamita.
MÚSICOS Y POETAS
Pero el circo de la calle no sólo cuenta con payasos, en su repertorio también incluye artistas musicales. Esto bien lo sabe Raúl Garza, quien a sus 60 años continúa ofreciendo su canto y poesía a los espectadores de las avenidas Churubusco, Las Américas, Fleteros y Madero de Monterrey.
Apoyado sólo por un altavoz, desde hace cinco años don Raúl cautiva a su público interpretando éxitos del ayer. Ya se ha convertido en todo un personaje, conocido y admirado por muchos debido a su carácter humilde y la pizca de picardía que añade como sello personal en cada nota.
“A nadie robo, a nadie le digo majaderías; estoy cantando y relajando a la gente” mencionó don Raúl, también conocido como El elotero cantador, pues anteriormente vendía estos productos por las calles..
Por medio de la música y el canto, don Raúl ha podido superar el abandono de sus hijos y el fallecimiento de su esposa. Esa misma fórmula utiliza para alegrar el corazón de conductores y peatones, regalándoles instantes llenos de romanticismo.
Cubriendo necesidades
En este circo no hay temporadas pues el hambre es permanente; la mayoría de los protagonistas del asfalto busca obtener con su talento el sustento económico del hogar. Para ellos es preferible trabajar dignamente en un crucero que delinquir.
Además de las monedas, estos niños, jóvenes y adultos buscan saciar su sed de arte, que en algunos casos es la principal razón por la que están en las calles.
“Una filosofía del payaso no sé si exista, nosotros lo hacemos por amor al arte, por brindarles una sonrisa”, aseguró el pintoresco payaso “Carín carita”.
Al respecto, “Aja baraja” comentó que “nosotros no tenemos mucho dinero pero tampoco somos pobres, hacemos esto más que nada por amor al arte”.
Y es precisamente esta pasión la que los mantiene de pie, siempre firmes bajo las inclemencias del cambiante clima y los peligros que acechan en la metrópoli.
Para el corazón de los artistas no hay miedos, las ganas de hacer lo que les gusta desvanecen el temor y lo convierte en valor.
“La verdad sí es muy peligroso esto, no recomiendo que lo hagan, pero pues es por amor al arte”, declaró “Flamita”. “Ostioncito”, consideró que aunque se toman las precauciones necesarias, el riesgo de ser atropellados está latente.
En ocasiones, las propias herramientas de trabajo son las causantes de los percances. “Bachita” considera que el verdadero riesgo es trabajar con fuego, pues podría sufrir quemaduras o provocar un incendio.
Menores en condición de calle
Con anterioridad, el protagonismo en la pista de espectáculo era comúnmente compartido con la inocencia de los menores, aquellos que a pesar de la edad buscaban aliviar el hambre explotando su talento.
Las cosas han cambiado desde que el DIF Nuevo León implementó una serie de programas que protegen la niñez y la rescata de las calles. Por ello, la incidencia de infantes trabajando en la vía pública va a la baja, pues mientras en 1992 había casi 2 mil menores registrados, en 2008 la cifra bajó a 386 niños trabajando en la calle.
“Cada año hacemos un conteo, es la forma en la que vamos midiendo cómo está la situación. Vamos bien, afortunadamente, a través de los años, casi siempre ha habido una tendencia a la baja.
“Ahorita, haciendo un balance, se ha bajado un 28 por ciento (el número de menores trabajando en la calle). A pesar de la situación económica, que pudiera haber sido algo que incrementara la presencia de niños en la calle”, explicó Federico Requenes, Director de Integración Social del DIF Nuevo León
En cuanto a los infantes que viven en la calle, el programa Mejores Menores logró disminuir a cero la cifra, explicó el funcionario estatal.
Por otro lado, el DIF Nuevo León también incluye programas a favor del adulto mayor en situación de calle, utilizando una estrategia similar a la de los menores y con resultados igual de satisfactorios, aunque reconoce que el problema con el adulto es más complejo de erradicar.
El precio de la actuación
A pesar de que el aplauso de la gente es importante, lo básico es la ayuda económica. En promedio, estos artistas ganan de la calle alrededor de 200 pesos diarios.
“Trabajando unas cuatro horas, sacas mínimo 150 pesos”, declaró “Manos Negras”, una cantidad similar a lo que perciben “Flamita del fuego apagado” y “Carín carita”, que laboran dos o tres horas, dependiendo del día y la temperatura.
“Mira, pues no ganas una fortuna pero sí lo suficiente para pagar los recibos de luz, de agua, lo básico. Tampoco te puedes comprar una camioneta o un carro”, mencionó don Raúl Garza, el cantante romántico.
La mayoría de los actores de la vía pública combinan su faceta callejera con la privada, pues también laboran en eventos sociales como bodas, XV años y cumpleaños.
Y aunque trabajar en un evento de este tipo resulta más placentero, la suma total que se percibe en las calles es mucho mayor, sobretodo los fines de semana.
“En donde quiera sale, echándole muchas ganas, sí sale para comer y para todo lo demás… somos muy ricos al tener este don que nos dio Diosito”, mencionó “Carín carita”.
Reacciones ENCONTRADAS
El circo es un espectáculo de entretenimiento y su principal objetivo es ofrecer al público un momento de distracción.
“El otro día se me acercó una mujer y me dijo: usted me alegró el día, yo venía enojada pero al oírlo cantar, me alegró el día”, comentó el poeta don Raúl Garza.
Cada uno percibe el agradecimiento de manera diferente pero todos coinciden en que ver a un público feliz por su actuación, es la mayor satisfacción que se puede obtener.
El compromiso con el trabajo es tal para “Manos Negras”, que ya se encuentra entrenando a un grupo de aprendices, en quienes sembró la semilla del arte circense.
Día a día, las calles de la ciudad son engalanadas con un espectáculo único, que no tiene costo de entrada pero es tan sorprendente como cualquiera.
Al amanecer, el sol colorea de dorado el asfalto y la pista espera impaciente la llegada de los artistas improvisados, aquellos que aprendieron empíricamente los trucos pero, como todo artista, buscan ser admirados y recibir una recompensa por su esfuerzo y su talento.