Para Hermelinda Leal Treviño, catedrática de Evaluación Clínica de la Universidad de Monterrey, las adicciones de esta época son efecto de los cambios sociales, culturales, contextual y temporal.
Y es que debido al desarrollo de la tecnología las personas han hecho que su vida gire en torno a ella, situación que colateralmente ha traído dependencia, ansiedad y ha llegado a impedir que el individuo se relacione más que a través de ellas.
Por ejemplo, el uso de aparatos de telefonía como el Blackberry genera adicción. Leal Treviño ha desarrollado una investigación en torno al uso de este sistema de comunicación.
“Son estímulos externos que están impulsando a la persona a depender de ellos, pero sí hay el riesgo que esa dependencia sea anormal, y depende mucho ya de la persona; una persona con trastornos de personalidad, que tiende a la depresión, es más vulnerables a este tipo de interacción”, dijo.
La catedrática aseguró que ya se están viviendo las consecuencias de esta situación, sobre todo en los adolescentes en donde el límite entre el hábito y la costumbre es muy frágil.
“Aunque saben que muchas cosas de estas son anónimas, para ellos es como si se metieran y ahí actuaran situaciones que fuera de este ámbito no son capaces de realizar. Hay cambios conductuales y eso también implica lo cognitivo, ya no necesita formular estrategias en su vida cotidiana para interactuar con los demás.
“Hay problemas en el comportamiento de los muchachos cuando no pueden estar con este aparato, sienten una inquietud y es donde uno puede ver que ya es una adicción”, señaló.
La docente aseguró que al igual que el resto de las adicciones los neurotrasmisores cambian, además de que la persona se hace un ideal de lo que pudieran ser y rompen con la comunicación real.
El entorno familiar, admite, es factor para que los jóvenes caigan en esta situación, ya que en ocasiones no se dan tiempo para tener momentos de convivencia, y al sentirse solos se refugian en estos aditamentos.
Incluso, agregó, la comunicación entre los mismos integrantes de la familia puede darse de manera virtual, por lo que en consecuencia se puede caer en la adicción, si no se atiende cualquier indicio en el cambio del comportamiento de uno de los integrantes; o bien, no se combina con la comunicación cara a cara.