
Rogelio Fuentes tiene 62 años de edad y 16 de trabajar en un taller de calzado. Cuando creía que lo había visto todo, un día se topó con una gran sorpresa.
Una niña le pidió que le hiciera una mariposa de juguete y al no encontrar otro material, utilizó una botella de plástico.
En ese momento, su vida cambió y decidió poner un granito de arena para beneficio de próximas generaciones.
Rogelio descubrió que tenía habilidad para los trabajos manuales y, sobre todo, que con material reciclable podría lograr piezas artesanales que luego podría utilizar para dar a conocer su proyecto.
“Todo comenzó la vez que estaba trabajando en el taller de calzado, cuando la vecina de la frutería me pidió de favor que le recogiera a su pequeña de 6 años al jardín de niños” relató.
Mientras platica al lado de su baúl de recuerdos, Rogelio sonríe y continúa:
“Veníamos de camino a la frutería y cerca de ahí se encuentra una placita, la niña quiso que la acompañara un momento y fue entonces que vimos una parvada de mariposas amarillas”.
Era el mes de junio de 2002. Tras llegar al taller, Ana Karen, la pequeña que le inspiró seguir este camino, pidió que le hiciera unas mariposas y fue entonces que comenzó a practicar con botellas y latas de refresco.
Posteriormente, en el mismo taller, se dedicó a enseñar a los niños de la colonia. Mientras se ocupaba en su trabajo también supervisaba a los niños que gustosos iban a fabricar sus propias mariposas de material reciclado.
Botellas de plástico, latas y radiografías son la materia prima que usa Rogelio para elaborar verdaderas obras de arte que exhibe, vende y sobre todo enseña a fabricar con el único fin de utilizar la creatividad protegiendo al medio ambiente.
“Fue la primera satisfacción para mí, ver contentos a todos esos niños, y saber que estaban contribuyendo al medio ambiente” aseveró con amable sonrisa, “gracias a Dios, lo que cae en mis manos lo puedo aplicar en algo y darle uso”, agregó en actitud humilde.
La oportunidad de fomentar la cultura del reciclado con las personas de su misma colonia le abrió la posibilidad de ver más allá, para dar a conocer este proyecto que se ha convertido en un ejemplo para sus vecinos, quienes han aprendido a dar uso artístico a la basura.
Rogelio es integrante del Comité del Reciclado y participante en coordinación con la Secretaría del Medio Ambiente en las exposiciones que se realizan en el Tec de Monterrey, en diferentes facultades de la UANL y las escuelas o dependencias que lo invitan a impartir talleres.
“Ha habido gente que me dice ‘¿Por qué desperdicias tu tiempo?’. Gracias a Dios el me lo da y yo puedo disponer de ese tiempo y siento que no lo estoy perdiendo. Es más la gente que pregunta y quiere aprender, eso me da motivos para seguir adelante”.
Pese que al inicio se encontró con algunas dificultades, también recuerda con mucho agrado el día que fue elegido para elaborar el mariposario del Parque Ecológico Chipinque, que consta de las 21 especies que existen en el Estado, todo realizado a base de radiografías clínicas.
“Después de las mariposas, nada se desperdicia, del fondo de las botellas salen flores, tallos o estrellas, también de tapas y cucharas, todo sirve, nada se desperdicia. De cada botella sale algo diferente, veo la fisonomía de la botella e imagino inmediatamente qué es lo que puede salir de ahí”, explicó.
Para limpiar el material después de recortar la forma de cada figura que sale de la radiografía, se lava en cloro doméstico para quitarle el nitrato de plata, el cual se acumula en el fondo del recipiente pudiendo reutilizar el mismo cloro para lavar o desinfectas pisos.
“Cuando se junta una cantidad considerable (nitrato de plata) se lo regalo a un amigo que tiene una joyería, lo utiliza para soldar piezas de plata, se lo regalamos porque el material nos lo regala la gente, no tenemos por qué andar haciendo negocio con él, lo importante aquí es enseñar y no lucrar”, enfatizó.
Rogelio no deja de trabajar en el taller de calzado en el transcurso de la semana pues tiene la idea de poner una exposición permanente junto al taller.
“Entre zapato y zapato me llega una idea y voy corriendo a hacerla, y es lo que les digo, no se queden con la idea vayan y háganla, de nada sirve que quede sólo como una idea”.
Preocupado por el daño que se le está causando al planeta a través de la contaminación, ve en los niños la oportunidad de fomentar la cultura del reciclado.
Cada vez que las personas se acercan a observar su trabajo se sorprenden al saber que todo es elaborado con la basura que se produce en las casas comunes.
Rogelio explica el procedimiento de elaboración de artesanías a base de plástico reciclado con el mismo entusiasmo de contribuir.
“Por medio de la basura que generamos en casa, de ahí sacar provecho, si no artísticamente por lo menos separarla y con eso estamos participando en cuidar el medio ambiente”.
Preocupado por la carente cultura ambiental y ante la contaminación que día tras día consume al planeta, Rogelio pone su granito de arena y contribuye a la protección del medio ambiente a través de su arte ecológico.