Las redes sociales no sólo han llegado a transformar la forma en que las personas se comunican, también la manera en la que establecen sus relaciones personales.
Y es que ahora gracias a la tecnología es más fácil mantenerse en contacto con gente de todas partes del mundo, e incluso mantener relaciones amorosas a distancia, apoyados en las diferentes plataformas que ofrece la red, como Facebook, Instagram, Skype y Snapchat.
Tal es el caso de Saúl Ayala y Guilherme Collabardini, que pese a vivir a más de 7 mil kilómetros de distancia, se conocieron gracias a las redes sociales y ahora ya tienen un año y cinco meses de casados.
Saúl es de Guadalupe, Nuevo León; Guilherme es originario de Sao Paulo, Brasil, y en enero de 2013 se agregaron a Facebook.
“No nos acordamos si yo lo agregué a él, o él me agregó a mí, es el único detalle del que no recordamos”, confesó Guilherme.
Sus pláticas comenzaron como saludos informales vía chat, porque de acuerdo a Saúl, le llamó mucho la atención el físico de Guilherme, y aunque la barrera del lenguaje fue un problema para ellos, a la medida de sus posibilidades entablaban conversación.
“Empezamos a hablar y medio le entendí a ‘Gui’ que había terminado una relación amorosa, y pues le mandé la canción de Daniela Romo, ‘Adelante Corazón’ y así fue que comenzamos a platicar poco a poco por chat”, relató Saúl.
Su relación al principio fue amigable: vía chat, aprovechaban el tiempo hablando de ellos, de sus vidas en sus respectivos países. Con el paso de las conversaciones, las pláticas se convirtieron en videollamadas y los sentimientos florecieron.
Ambos se dieron cuenta que necesitaban el uno del otro, y que querían dejar los juegos de lado y tener una relación seria, por lo que se hicieron novios vía Skype a los tres meses de conocerse.
“Tú me dijiste que si quería ser tu novio”, dijo entre risas Saúl. “¿Yo? (ríe) Bueno, yo le dije que si quería ser mi novio y aceptó y fue cuando empezó todo a ser formal”, contó Guilherme.
Ambos definen que su relación al principio fue un poco “ruda” por los horarios exhaustivos a los que platicaban, pues la diferencia horaria entre México y Brasil era a veces de dos, tres y hasta cuatro horas.
“A veces eran las 5 de la mañana y mi papá se iba a trabajar y yo hablando con Saúl por Skype”, recordó el brasileño.
En videollamadas, la pareja aprendió a hablar el lenguaje del otro simultáneamente, compartían su tiempo, sus vidas y sus historias.
Su experiencia de relación a distancia la describen como algo padre y divertido, pero también muy difícil porque para Guilherme “era como tener una pareja y al mismo tiempo no tenerla”.
“Tenía la necesidad de estar con él, de tener una relación bien”, indicó Saúl.
Fue así que ambos empezaron a planear una situación ideal: Saúl viajaría unos días a Brasil para conocerse y ver si “encajaban o no” y regresaba a México; tiempo después, Guilherme visitaría México unos días para ver cómo se sentiría y regresaría a Brasil.
Después de que ambos viajaran a la ciudad natal del otro, se tomaría la decisión de seguir juntos, vivir en Brasil o México.
Es así que tras ocho meses de conocerse vía internet y seis meses de noviazgo a distancia, Saúl viajó a Brasil por 10 días para conocer a Guilherme, en agosto del 2013.
Sin embargo, el plan original tuvo algunos cambios, pues Saúl regresó a México con más que su equipaje: regresó con Guilherme.
“Pensamos ‘Si tiene que ser, va a ser’, y yo ya estaba harto de vivir lejos por la dificultad, y ya lo que queríamos era estar juntos, entonces decidimos que yo iba a regresar junto con él en el mismo vuelo”, contó el brasileño.
Para Guilherme, lo más difícil de dejar su natal Brasil fue separarse de su familia y amigos para iniciar su vida en México al lado de Saúl.
“No fue fácil, no sabía cómo despedirme de ellos, me dolía mucho y me vine con mucho miedo. Todos lloraron, no querían que viniera a México porque me querían tener cerca”, mencionó.
La familia del brasileño tardó en asimilar la situación porque, de acuerdo a la pareja, pensaban que Saúl era un traficante.
“Es que cuando conoces a alguien en internet no sabes con quién estás realmente, y mi papá estaba enterado de todo lo que pasaba en México”, indicó Guilherme.
‘FUE UN SHOCK’
Para la pareja, uno de los grandes problemas de tener una relación por internet, es el brincarse una de las etapas de la relación, por lo que tuvieron que empezar desde cero viviendo juntos.
“Te brincas la parte del noviazgo. Implica obviamente que no te conoces exactamente como amigo, las aficiones, cómo te sientes, cómo comes…”.
Afirmaron que al llegar a México fue un “shock” porque tenían muchas cosas que debían superar: cultura, lenguaje, conocer sus hábitos, los 16 años de diferencia que hay en edad (Saúl tiene 41, Guilherme 25), además del sentimentalismo de Guilherme por estar en un lugar lejos de su familia.
“No fue difícil, pero sí un shock. A veces encontraba a ‘Gui’ llorando por desesperación, porque su forma de comer era diferente, y pues yo tratando de darle lo mejor y me preocupaba mucho”, comentó Saúl.
Y Guilherme agregó “es que todo cuando empieza es bien difícil: yo lloraba mucho porque quería escuchar la tele y no entendía, quería comer algo y no podía porque no me gustaba la comida; quería hablar y no podía… llegaba a la casa y sentía un vacío bien feo y lloraba al pensar en mi familia”.
Por esta situación, Saúl le ofreció a su pareja un vuelo de regreso con fecha a tres meses desde su llegada. Si no le gustaba México, se regresaría a su tierra natal. El vuelo se perdió.
La pareja se fue a vivir a un pequeño departamento al lado de casa de los papás de Saúl, en la colonia Linda Vista, el cual se tuvo que remodelar lo más rápido que se pudo para poder vivir ahí.
Pero tras superar todas las dificultades que tuvieron al principio de su relación, todavía les quedaba una más por afrontar: el status migratorio de Guilherme en México.
Como estaba en el país como turista, el brasileño sólo tenía permiso para estar en el país por seis meses y de quedarse más tiempo, corría el riesgo de ser deportado en cualquier momento; así que cada 180 días tenía que viajar a su natal Sao Paulo para no tener problemas con las leyes mexicanas.
Por esta razón pusieron las cartas sobre la mesa y decidieron casarse “por conveniencia”.
“No necesitábamos el papel”, aseguró Saúl, “los dos queríamos estar juntos, pero el papel fue para asegurarnos que nuestra relación iba a continuar legalmente hablando en materia de migración e hicimos circo, maroma y teatro para casarnos”.
Se casaron en una sencilla ceremonia por lo civil en la Ciudad de México el 15 de mayo del 2014.
Como recepción, hicieron una pequeña reunión con sus amigos más cercanos en un restaurante brasileño para hacer sentir a Guilherme en casa.
Saúl recordó que previo a la boda “todo un show, porque tuvimos que casarnos y hacer los trámites en la Ciudad de México, hacer traducción de acta de nacimiento, tener que legalizarla desde Brasil.
“Viajamos a la ciudad de México para realizar puros trámites muchas veces; o sea que no hicimos una gran recepción pero como si la hubiéramos hecho en cuanto al gasto”, indicó.
‘TODO VALIÓ LA PENA’
Han pasado poco más de dos años desde que Guilherme y Saúl se fueron a vivir juntos, y viendo en retrospectiva su vida, aseguran que todas las dificultades que enfrentaron al principio “valió la pena”.
“Yo creo que basta con querer, porque cuando alguien quiere hacer algo, no hay fronteras, no hay barreras, y yo creo que nosotros somos la prueba de eso, a pesar de todo eso estamos juntos y felices.
Cuando realmente dos personas quieren estar juntas no hay nada que lo impida”, consideró el brasileño.
Ahora, la pareja vive en su casa propia en Guadalupe, donde Guilherme tiene su propio negocio: una estética, además se encarga de los quehaceres del hogar; mientras que Saúl desde hace 20 años se dedica a la abogacía.
Tienen cuatro mascotas, dos gatos llamados Sasha y Benny, y dos perros, Érik y Fany.
“Después de dos años hemos superado muchas cosas que si es difícil para personas superarlas, yo creo que nosotros nos ganamos la medalla al mérito, porque a pesar de muchas dificultades aquí estamos”, comentó Saúl.
Y aunque aseguró que le hace falta su familia y hablar portugués, para Guilherme “todo vale la pena”.
Guilherme espera que su familia los visite pronto de vacaciones, y si no, la pareja ya tiene planeado irse a vivir por un año a Brasil.
Tienen muchos planes para el futuro: viajar, comprar un auto, cambiarse de casa, vivir un rato en Brasil.
“Nuestra mente no se detiene”.
Volkan y Marcela: Dos años y 11,400 kms después…
El 28 de enero del 2011, Volkan Cilek estaba en su casa en Estambul, Turquía, jugando billar vía Facebook. Su racha de juego probablemente no era favorable, pues necesitó pedir vidas a otros usuarios, fue ahí donde la fotografía de Marcela García apareció.
Los ojos de la mujer desviaron su atención y el turco no dudó en inmediatamente enviarle una solicitud de amistad.
“Su cara me gusta, después yo mando una amistad, ella aceptar”, comentó Volkan con un peculiar español del que resalta su acento.
Al recibir la solicitud, ella notó que tenían un amigo en común que ella no conocía, pero no dudó en aceptar. El perfil de Volkan no tenía fotografías, así que Marcela decidió hablarle para saber quién era su más reciente amigo virtual.
“Le mandé un mensaje y él solo me dijo ‘hola’ y así quedó, le mandaba mensajes pero nunca me respondía nada y yo ni en cuenta por qué; a los tres días me dijo que no sabía nada de español y por eso me dejaba en visto”, mencionó.
Sus primeras conversaciones eran sobre la distancia entre ellos, la dificultad del español y muchos halagos para la jalisciense.
Para comunicarse, el turco comenzó a utilizar un traductor web, lo cual lo metió en algunos aprietos con Marcela por las malas traducciones.
“Me escribía puras cosas bien extrañas que tenía que descifrar. Cuando ya casi era mi cumpleaños, quería felicitarme y me dijo: ‘en dos días más va a explotar un ángel’ y dije ¡ay Dios, es terrorista! ¿Qué quiere decir con eso? Y ya después aclaró que había querido decir que iba a nacer un ángel”, recordó Marcela.
Cuando la confianza entre ambos comenzó a crecer, se intercambiaron teléfonos. Su primera llamada, comentó la jalisciense, fueron sólo risas de ambos, tanto por los nervios, como por la imposibilidad de Volkan de hilar una sola frase en español.
Seis meses después de tratarse, Marcela se dio cuenta que sentía algo más por su lejano amigo, mientras que para él, fue amor a primera vista.
“No le creo”, dijo entre risas ella.
Fue así como su relación a distancia comenzó.
Facebook y la app para videollamadas Tango fueron sus principales aliados durante sus dos años de noviazgo.
Donde reside no llega la señal de internet, así que tenía que esperar a la oficina donde en ese entonces trabajaba la mujer para poder comunicarse con Volkan hasta Turquía.
“Él me decía que quería casarse conmigo, que nuestra relación no era un juego ni de un ratito y que quería que nuestra vida fuera en México porque no quería separarme de mi familia”, comentó.
Los seres queridos de ella no estaban del todo de acuerdo con la relación, y constantemente le advertían de los riesgos de conocer gente por internet, y sobre todo, el tabú de la religión de Volkan: el Islam.
“Todo el mundo me decía: ‘eso es muy peligroso, como se está viendo en las redes sociales’, ‘es alguien que no conoces y luego del lugar de donde es’, ‘¿por qué demuestra tanto interés en conocerte en persona?’”, dijo.
Desde que se conocieron, Volkan le hizo la promesa que en un año la visitaría en su tierra natal, pues no quería que ella se expusiera a los peligros de Turquía; pero por diferentes infortunios, ese viaje tuvo que esperar dos años.
Esto reforzó la teoría de sus amigos y familiares que Volkan sólo jugaba con ella, pero Marcela no le dio importancia a sus palabras y continuó con su relación a distancia.
Los comentarios fueron nada comparados con otro de los temores de ambos: la distancia comenzó a pesar y los celos se hicieron presentes de ambas partes.
“Me preocupaba que él estuviera con alguien allá, leía que los turcos engatusaban muy fácil a una mujer y yo pensaba si eso era o no cierto, si habría algo más detrás de todo y Volkan también tenía sus dudas si yo andaba con alguien más… había celos de por medio”, confesó.
La pareja no dejó que las adversidades los derrotaran y lucharon por seguir juntos, hasta el día que ambos cristalizaron su sueño de conocerse en persona, en octubre del 2013.
Volkan vino a México con la firme intención de casarse con Marcela, algo que no le pareció del todo a su padre.
“Mi papá quería que viniera a México, me conociera y se regresara a su tierra, tenía miedo de lo que pudiera pasar, pero le expliqué que ya teníamos mucho tiempo como novios a distancia y no quería que Volkan se me fuera, así que terminó por aceptarlo”, relató.
El viaje a México fue una odisea para el turco, pues además de viajar por 23 horas, fue detenido en Holanda para interrogarlo y su equipaje se extravió al llegar a Guadalajara.
Eran las 11 de la noche del 31 de octubre cuando Marcela y Volkan se vieron por primera vez en persona.
Abrazos, besos y risas marcaron su primer encuentro.
“Hermosísimo cuando vi que iba saliendo… las lágrimas de la emoción, después de dos años era real lo que tanto había soñado”, dijo con emoción.
Desde ese día, Volkan no regresó a Turquía.
“YA ME SIENTO MEXICANO”
Al llegar, Marcela y su familia buscaron una casa de renta para que Volkan viviera mientras hacían los preparativos de su boda. Vivió sólo durante un mes.
“Yo trabajaba y mi mamá se encargaba de darle de almorzar y comer”, comentó la jalisciense.
La pareja tuvo que realizar un sinfín de trámites para poder casarse, tanto legales como religiosos, como el acuerdo que tuvo que firmar el turco para poder unir su vida a la de su novia en una ceremonia católica.
“Como él es musulmán, tuvo que firmar un papel de que estaba de acuerdo que nuestros hijos fruto de nuestro matrimonio tenían que ser católicos”, contó.
Marcela y Volkan se casaron el 7 de diciembre del 2013, y según comentaron, fue una boda muy a la mexicana.
La adaptación del extranjero a la cultura mexicana ha sido sencilla, afirmó su esposa, pues es gran fan de los tacos y las micheladas, pero de vez en cuando sí extraña la comida de su país natal. Lo único a lo que no termina de acostumbrarse es al clima.
“El tiempo es difícil, siempre hay calor, 12 meses calor; Turquía es frío, hay nieve, aquí nada, puro sol”, comentó Volkan.
Su español ha mejorado tanto que ahora él sólo atiende su tienda de abarrotes y renta de computadoras mientras Marcela sale a trabajar a una mueblería de la localidad.
“Hace dos años yo llegué a México, todo difícil, extrañaba a mi familia. Ahora casi dos años que estoy aquí, yo me siento mexicano”, aseguró el extranjero.
Ahora la pareja espera que el dólar les “haga el favor” para poder ir a Turquía pronto y así Marcela pueda conocer a la familia de Volkan.
Nataly y Alejandro: A través del chat
Nataly y Alejandro siempre han vivido en la misma ciudad, pero si no fuera por un portal de internet, jamás se hubiesen conocido.
Su historia de amor comenzó hace 10 años, cuando no existían tantas redes sociales como ahora, pero si páginas de chat, mismas que Nataly utilizaba para conocer gente y entablar amistades en línea.
“Antes se acostumbraba hacías amistades en chats públicos; conocí mucha gente y entre ellos estaba mi ahora esposo”, comentó.
La pareja hizo conexión en una sala llamada “Regios” de la página de chat Terra, que era destinada para personas originarias de la localidad.
Alejandro fue quien “rompió el hielo” vía chat privado con un “Hola ¿Cómo estás?” y estuvieron platicando un rato hasta que intercambiaron correos para continuar su trato en el ahora extinto Messenger.
Ella tenía 19, él 25 y aprovechaban sus pláticas para conocerse cada vez más y en algunas ocasiones se enviaban fotografías vía correo electrónico y al poco tiempo comenzaron las llamadas telefónicas.
Tres meses después de amistad online, decidieron pasar del mundo virtual al real y pactaron una cita para conocerse.
Aunque tenían tiempo hablando, a ella le daba desconfianza porque no se conocían, así que su primer encuentro fue en la banqueta de la casa de Nataly.
“A mí me daba desconfianza ir a conocerlo a un lugar donde me sintiera desprotegida, así que me pidió mi dirección y vino directo a mi casa a conocerme; si algo llegaba a pasar, pues ahí estaba mi gente, les echo un grito y ya no pasa nada”, relató.
Esta reunión funcionó para darse cuenta que el click era más allá de la computadora, así que Alejandro se animó e invitó a salir a Nataly formalmente.
Su primera cita fue a un antro de la localidad, y aunque ya se conocían en persona, ella aún tenía sus reservas en cuanto a los riesgos de salir con alguien que había conocido en línea.
“Cuando íbamos a salir, estaba en la casa toda mi familia y les pedí que por favor salieran conmigo para que lo conocieran, por si algo me llegaba a pasar ya supieran quién es”, recordó entre risas, “todos salieron atrás de mí a conocerlo”.
Su relación prosperó y pronto se convirtió en noviazgo, el cual duró cinco años.
El 18 de septiembre del 2009 unieron sus vidas en matrimonio, y como fruto de su amor ya tienen dos hijos: una nena de 4 y un bebé de 9 meses.
Al mirar en retrospectiva su relación, afirmó que “Sí, fue arriesgado, pero no me arrepiento de que haya pasado así”.