Los pronósticos advierten que lloverá y Federico Cruz Martínez se apresura a reunir a sus hijos en casa ubicada sobre Juan B. Vargas en la colonia Francisco Villa, en Monterrey. Y es que sea cual sea la cantidad de precipitación una cosa está segura: necesitará de muchas manos para rescatar la mayor cantidad de pertenencias.
La familia Cruz del Ángel se dedica a la costura, en su hogar cuentan con una enorme mesa de 10 metros por 1.80 que utilizan para realizar sus labores; sin embargo, en época de lluvia ésta se convierte en su salvación, ya que ahí resguardan tantas pertenencias como quepan para que no las alcance el agua que deja la precipitación.
“Cada que empiezan las lluvias uno tiene que ponerse abusado, por eso tenemos una mesa grandota en donde subimos todo, esperando a ver a qué hora se derrumba la casa, nada más”, explica el padre de familia.
“No sabe uno a qué hora va a llegar el agua, si en el día o en la noche, y si llega en la noche no duerme uno porque tenemos que estar a la expectativa de qué va a pasar”.
Con seis años de residir en este barrio, recuerdan que recién llegados los vecinos les advertían de los chubascos, aunque reconocen que nunca imaginaron que el problema se convertiría en una pesadilla cada temporada de lluvias, explicó Joel del Ángel Cruz, hijo de don Federico.
“Teníamos nociones, nos platicaban, pero pensábamos que era un agua mínima, ya cuando realmente vimos las dimensiones, fue cuando empezamos a implementar todo lo que hacían los demás vecinos, de hecho lo que hicimos nosotros fue repetición porque la banqueta era la única protección que teníamos”, recuerda.
Su casa, ubicada muy cerca de la avenida Manuel Belgrano, misma que se convierte en el principal cauce de la corriente del Topo Chico, parece ser una pequeña fortaleza, la banqueta se eleva 70 centímetros del concreto que hay en la calle, sus ventanas son muy pequeñas y cubiertas por una enorme lámina que apenas deja entrar la luz del día; además la puerta tiene dos rieles a los lados que ayudados con una madera sellan el cauce del agua.
Don Federico admite que no le quedó de otra más que blindar su hogar contra el agua en la medida de lo posible, ya que la mayoría de las veces esto sólo contribuye a darles un poco más de tiempo para rescatar sus pertenencias, ya que si el agua que pasa por su calle no entra, la que seguramente sí entrará es la que proviene de los resumideros que hay en las casas, mismos que se transforman en veneros de agua sucia.
Tristemente reconoce que el blindaje en el que ya ha invertido más de 10 mil pesos resulta insuficiente, ya que en ocasiones el agua rebasa el el metro 80 y en los casos mas críticos ha llegado a cubrir su casa por completo, ya que al vivir en una esquina la fuerza del agua rompe en su construcción.
“El problema es que el drenaje no está bien, brota por dentro, al momento de que se saturan de agua brotan como si fueran fuentes, inclusive con lluvias mínimas, por eso estamos pidiendo que sea el pluvial profundo para solucionar esas broncas, aparte del agua de afuera, también el agua que brota por dentro”, señaló don Federico.
Ropa, zapatos, colchones y hasta automóviles son destruidos por el vital líquido, que a ellos sólo les ha venido a modificar su día a día cuando aparece entre las colonias. Ambos, señalan que por más que quisieran resguardar todas sus pertenencias es imposible, ya que el agua llena las calles en cuestión de minutos; desgraciadamente, además de los daños materiales también les deja los físicos.
“Imagínese 30 centímetros de agua contaminada adentro de la casa es foco de infección de tifoidea y hepatitis. En nuestra familia hemos tenido enfermedades, de piel, de ojos y las personas que sufren diabetes han tenido amputaciones por las mismas infecciones que les dan muy fuertes”, señala Joel.
Dice el dicho que después de la tormenta llega la calma, pero este no aplica para ellos, y es que los días posteriores a la lluvia, deben olvidarse de sus trabajos y no porque quieran, sino por que los caminos inundados les impiden salir, mientras emplean el tiempo en tratar de regresar el orden a su hogar.
“Días después de que se inunda aquí a los carretoneros les sobra trabajo, porque hay afuera de las casas muebles, refrigeradores, estufas, ropa, colchones, y pues de todo van cargados.
“Lo peor es que se queda el lodo adentro y nos tardamos cinco o seis días para limpiar, dedicándonos nada más a eso, tenemos que dormir a veces parados, aunque pues ni duermes, nada más para descansar un rato”, señala don Federico con resignación.
UN CUARTO DE SIGLO VIVIENDO ASÍ
Casos como el de la familia Cruz del Ángel son el común denominador en cada calle de las colonias San Martín, Francisco Villa, Valle de Santa Lucía, Granja Sanitaria, Lucio Blanco, Carmen Serdán y Moctezuma. Desde hace 26 años comenzaron su lucha por conseguir que las autoridades volteen a ver su problemática.
José Luis Marroquín es uno de los integrantes del Consejo Ciudadano de estas colonias, quienes han llevado a todas las esferas de gobierno su problemática a fin de encontrar una pronta solución, misma que hasta el momento ya se ha demorado más de un cuarto de siglo.
“Hace un año se hizo el compromiso, nosotros buscamos que se reuniera Comisión Nacional del Agua, Municipio de Monterrey y Agua y Drenaje, el 13 de marzo del año pasado se convino que Agua y Drenaje y municipio se encargarían de aportar toda la información para integrar este proyecto que no lo había y Conagua se encargaría de recibir el proyecto y buscar los recursos para solucionar el problema”, dijo.
En ese momento el municipio lidereado por Adalberto Madero Quiróga, prometió 200 millones de pesos si gobierno estatal y la federación también aportaban. A pesar de que el proyecto quedó terminado en el mes de julio, no fue hasta el 11 de septiembre de 2008 cuando los vecinos lo pudieron tener en sus manos para entregarlo a la Comisión Nacional del Agua.
“A ellos les corresponde el gestionar recursos ya con el proyecto en sus manos, pero los recursos ya están gestionados desde el año pasado, lo que falta es meter la llave para ya meter el dinero al proyecto, es una obra de Gobierno Federal y pues Pedro Treviño es delegado de Conagua.
“En una ocasión dijo (Treviño) que acababa de entregarle a (Adalberto) Madero 80 millones de pesos para una obra en otra parte, entonces si es así él tiene la llave para liberar esos recursos, nosotros estamos esperando información de ellos a ver qué nos tienen”, explicó.
Marroquín argumentó que mientras se realizaba el proyecto, trataron de amedrentarlos diciendo que era necesario derribar casas aún y cuando el compromiso era no tocar las viviendas; sin embargo, posteriormente otra persona proveniente de México les dijo que no era necesario.
Actualmente el proyecto denominado Drenaje Pluvial Luis Echeverría ya ha sido incluido dentro de las participaciones federales el año anterior con la cantidad de 120 de los 436 millones de pesos que se necesitan para realizar la obra en su primera etapa, mismos que no se ejercieron y a pesar de que este año vuelven a ser incluidos, aún no hay fecha para que comience esta obra que beneficiaría al menos a 20 mil familias de manera directa.
El vecino de la colonia Valles de Santa Lucía también conocida como Granja Sanitaria, recuerda que cuando comenzó la lucha en pro de esta obra de 3 kilómetros, algunos de sus compañeros perecieron en el intento; sin embargo, asegura que ni esto los hace quitar el dedo del renglón.
“A mí me mataron a un compañero, al líder de nosotros lo balearon, pero aquí el pellejo está en juego cada vez que llueve y no nada más el mío, sino el de todas las familias por que se sale la gasolina de los coches y es un enorme peligro. Hay dinero, hay proyecto que no había, lo que ahora no hay es la intención de avanzar”, subrayó.
Los pronósticos vaticinan lluvias, los escurrimientos de agua provenientes del cerro del Topo Chico comienzan a aparecer en las calles, el miedo comienza a sentirse entre los vecinos y los Cruz del Ángel ya limpian su enorme mesa para llenarla de sus pertenencias.
En seis años ellos ya han perdido dos refrigeradores, 10 coches que terminan como desperdicio vendidos en el kilo, sin contar las vidas que también se ha llevado el agua; por ello, mientras se definen para arrancar la obra no harán el intento por recuperar nada.
“Después de cada lluvia simplemente compramos lo esencial, ya uno no se puede dar el lujo de tener una buena televisión o un buen auto por que pues en la lluvia siguiente va a pasar lo mismo, siempre nos gana el tiempo”, asegura afligido don Federico.