
De entrada se pudiera pensar que Eugenia Ramos Acosta y Gabino Aguilar Gutiérrez no tienen otra cosa en común más que el impartir cátedra en una escuela secundaria; sin embargo sus historias parecen haber sido bordadas por la misma mano: ambos truncaron sus estudios a temprana edad para dedicarse al cuidado de su familia.
Con la primaria como único grado de escolaridad, ninguno de los dos tuvieron más remedio que dedicarse a la limpieza de escuelas para ganarse la vida, aunque ni durante este tiempo quitaron el dedo del renglón en sus objetivos.
Eugenia siempre quiso ser maestra, y el trabajar tan cerca de las aulas le hizo reafirmar su pasión. Gabino prefería la contaduría, pero el contacto diario con alumnos y catedráticos lo hizo amar la docencia, por lo que finalmente decidió hacer de esta su profesión.
Actualmente Eugenia tiene en su haber 3 títulos de licenciatura y uno más de maestría a Nivel Superior, por su parte Gabino terminó la licenciatura y ahora estudia la maestría, mientras continúa dando clases a nivel secundaria.
Para los dos el paso fue grande, ya que dejaron de ser los intendentes de secundaria para ahora impartir cátedra en los salones que antes barrían.
“HABÍA UN ESPACIO PARA LOS TÍTULOS”
Como cualquier otra joven, los deseos de Eugenia Ramos Acosta apuntaban a ser alguien en la vida con la ayuda de una ca-rrera profesional.
Aunque las circunstancias la orillaron a desarrollarse primero como esposa y madre, finalmente alcanzó su objetivo juvenil de ser maestra, pero su historia fue mucho más complicada de lo normal.
Con un matrimonio a los 14 años de edad que terminó en divorcio y cuatro hijos por mantener, la residente de Apodaca no tuvo más opción que aceptar cualquier empleo para ganarse honradamente la vida.
Debido a que su escolaridad apenas llegaba a nivel primaria, la mejor oportunidad que encontró fue poner una papelería junto con sus hijos y, para completar el gasto, realizaba labores de intendencia en una escuela secundaria.
“Mi trabajo era de intendente, trabajé 20 años y monté una papelería con la ayuda de mis hijas; y pues en ese entonces vivíamos en Tres Caminos y le pusimos el nombre de 3 hermanas porque eran las que la atendían y pues así es como me ayudé para salir adelante”, mencionó con tímida voz.
Fue en la secundaria técnica 32 en donde por primera vez Eugenia tomó la escoba para ganarse la vida, por 13 años estuvo desempeñando esta función en diversos planteles con la esperanza de que sus hijos pudieran concretar su anisado sueño: hacer una carrera profesional.
Incluso, recuerda que uno de los espacios de su casa lo reservó exclusivamente para que ahí se albergaran los reconocimientos educativos que llegaran al hogar, y luego de ver que sus hijos hicieron sus vidas sin cumplir este sueño, decidió ser ella quien finalmente obtuviera ese título, retomando así sus deseos de juventud.
“En mi casa donde estaba la sala deje un espacio y les decía a las muchachas que a ver quién era la primera de ellas que traía su certificado, porque todas tuvieron su oportunidad, desgraciadamente ninguna terminó y pues el mío fue el primero que llegó ahí.
“Yo empecé a estudiar en 1995, tenía 40 años, mi meta fueron 10 años, a los 40 inicié y a los 50 pues lo que pueda estudiar, lo que siempre quise y me di esa oportunidad y pues sí, logré tres licenciaturas y una maestría”, comenta, firmando su dicho con una sonrisa de satisfacción.
Con un esfuerzo supremo y aprovechando las ventajas del sistema abierto en secundaria y preparatoria, obtuvo en 13 meses ambos títulos y posteriormente buscó graduarse en tres carreras y, además, estudiar una maestría.
Licenciada en Actividades Tecnológicas, en Biología y en Carrera Magisterial, así como una Maestría a nivel Superior, es lo que actualmente ostenta el curriculum de Eugenia, quien apenas una década antes realizaba labores de limpieza en las aulas.
Con su ejemplo, esta introvertida mujer pudo convencer a una de sus hijas de volver a los estudios, por lo que ambas llegaron a ser compañeras de generación.
“Una de mis hijas empezó a estudiar la Normal y por una materia la dejó… pues yo me vi como quien dice obligada a inscribirme a la segunda especialidad para poder arrastrarla a ella para que ella estuviera conmigo también y terminara.
“Ella decía que iba a ser muy ridículo estar conmigo en la Normal y pues yo le decía que no era ningún ridículo porque no estábamos haciendo nada malo, pero bendito Dios ella terminó en la generación que yo terminé”, señaló la actual docente de la escuela secundaria Técnica 70, ubicada en el municipio de Apodaca.
Eugenia siempre tuvo su meta bien clara, pero admite que fue difícil su primer día frente al grupo. En ese momento por fin entendió el gran paso que había dado: dejar de ser intendente de una secundaria para impartir cátedra en los salones que antes barría.
Al mirar hacia atrás, la maestra no puede más que sentirse satisfecha de lo logrado. Admite que perdió mucho tiempo y le hubiera gustado darse la oportunidad de llenar su curriculum siendo más joven, pero todo vale por la alegría de ver sus sueños realizados y convertirse en ejemplo para sus hijos.
Ahora, luego de 29 años de servicio, la profesora y madre de familia sólo espera que pronto tomen en cuenta su trayectoria para obtener su merecida jubilación, para disfrutar a sus nietos y los títulos que finalmente pudo colgar en ese rincón especial de su hogar.
“Es muy satisfactorio llenar un curriculum en donde tienes varias licenciaturas a uno en donde solamente tienes primaria es muy penoso. Hay muchachas que no se dan el permiso de seguirse superando que piensan que ya es demasiado tarde y que no pueden, que se den el permiso por el bien de los hijos que tienen y para que arrastren a los que se quedan a medio camino”, puntualizó la docente de 55 años de edad.
“NUNCA PENSÉ SER MAESTRO”
En el rancho El Chapotal, municipio de General Bravo, Nuevo León, no había más oportunidad de crecimiento que estudiar el kinder, la primaria y dedicarse después al cuidado de las chivas y la tierra; por ello Gabino Aguilar Guitérrez decidó emigrar a la capital del estado con su esposa e hija de cuatro años, con el único objetivo de que su primogénita tuviera mejores oportunidades en la vida de las que tuvo él.
Con 30 años de edad y un escaso nivel de estudios, la única oferta de trabajo que encontró fue como intendente en una secundaria, mismo que tomó apenas llegó en 1989. Con sonrisa tímida, Gabino admite que su anhelo era seguir estudiando y trabajar como contador, por lo que apenas se estableció en la ciudad buscó continuar con sus estudios.
Ayudado por el sistema abierto pudo terminar la secundaria en únicamente tres meses; recuerda que al obtener su título recibió también a su segundo hijo. El siguiente paso era inminente, por lo que no dudó en seguir con la preparatoria.
“Había mucha gente muy buena que quería mucho apoyar y había gente que te ponía trabas y obstáculos como siempre los ha habido, pero pues desgraciadamente uno viene del campo y no sabes a lo que te enfrentas, me tocó mucho batallar, me tocó la desgracia de tener una directora que nunca me comprendió, ni valoró las ganas que tenía de salir adelante y me estuvo obstaculizando con horarios incómodos, difíciles que a veces en sábado o en domingo”, recuerda.
A pesar de los altibajos explica que no perdió la esperanza de concluir sus estudios medio superior, aunque estos le tomaron ocho años de manera abierta. Sin embargo, señala sonriente que esta situación lo hizo más fuerte, y considera que de haber recibido apoyo tal vez aún estaría ganándose la vida en aquella secundaria como intendente.
En 1998 ingresó a la Normal Superior Moisés Sáenz Garza y para 2002 ya había concluido su carrera con especialidad en Ciencias Sociales, por obra del destino en ese momento apareció el apoyo que lo hizo ejercer la docencia de manera rápida.
“Cuando yo estaba en esa secundaria también estaba como sub director un muy buen amigo que era el que me decía que estudiara, yo le decía andele consigame un certificado y el me decía no señor, estudie y el día que lo logre yo lo voy a ayudar.
“El se jubila y se va a México como secretario de preparatorias a nivel nacional, cuando yo termino viene a la escuela a visitar a los compañeros y me pregunta que si terminé la prepa y le comenté que acaba de terminar la Normal, me hizo una tarjeta para que me presentara con José Martínez, cuando era secretario de Educación, y fue la que me abrió la puerta”, recuerda orgulloso.
Trece años después de ingresar a un aula de secundaria para hacer el aseo, nuevamente lo hizo pero ahora para impartir cátedra. De manera especial el maestro aún guarda este recuerdo como si apenas hubiese ocurrido.
“Cuando yo llego a la secundaria el director me recibe, pero me dice que no tiene espacios para mí y hago funciones de prefecto, y pues para mí muy bien por que mientras me ubico no voy a tener directamente el compromisote del grupo, eso fue un 18 de agosto, al día siguiente me dice aquí esta tu horario vas frente al grupo.
“La verdad me armé de valor y pues lo que ha de ser será, si me puse nervioso, pero siempre me pongo nervioso creo que nunca estas preparado al 100 por ciento para una multitud, así seas joven o adulto, si fue impactante pero gracias a Dios me fue muy bien”, explica emocionado.
Sus años de sacrificio escolar representaron también un esfuerzo para su esposa, quien debió sortear con la educación de los hijos y multiplicar los ingresos que hasta ella llegaban producto del trabajo de Gabino, que en ocasiones tuvo que hacerla además de vendedor de alfombras y persianas para completar con el gasto.
Hoy, señala orgulloso que ve como sus metas se siguen cumpliendo, pues aún continúa preparándose con una Maestría en Educación y pudo darle a sus hijos el ejemplo de que con esfuerzo y estudio pueden conseguir sus sueños.
“Cuando mi hija se graduó hace dos años como maestra, me puso en su tesis algo muy bonito, que yo era su ejemplo a seguir, que yo era lo máximo y eso me motivó para seguir haciendo las cosas con lealtad, con respeto, con disciplina y con empeño de no pisar a alguien para crecer, cuando pisamos para crecer yo creo que tarde o temprano se nos viene abajo”, mencionó.
El catedrático explica que ahora sus hijos están obligados a superarlo, mientras tanto el continuará trabajando como hasta ahora en la escuela Secundaria Técnica 93, en Apodaca, donde admite que ya no se avergüenza de contar a sus alumnos o compañeros que el comenzó su carrera trabajando como intendente.