por Emanuel Suárez
Hay acontecimientos que dejan huellas imborrables en la mente y el corazón de las personas, marcando un antes y un después en la vida. Sin duda, la muerte de un hijo es el mayor golpe que puede recibir un padre, especialmente cuando la existencia del ser querido fue arrebatado violentamente.
Cuando la tragedia llega, con ella también arriba el dolor, la impotencia y el llanto, que agotan la felicidad y secuestra pedazos de alma. Pero tras el duro golpe, sólo existen dos opciones de continuar: vivir con el dolor y lamentarse eternamente o canalizar el sufrimiento en un verdadero agente de cambio para el país.
A nivel nacional Alejandro Martí, Isabel Miranda de Wallace, Nelson Vargas y recientemente Javier Sicilia son ejemplos claros de esta transformación. Tras la muerte de sus hijos, una nueva faceta se añadió a sus vidas: la de activistas.
De sus oficinas y escritorios pasaron a las calles, dejando atrás el maletín y la pluma para sólo hacer valer la fuerza de su voz, que por medio de frases como el ¡Ya basta!, ¡Estamos hasta la madre! y Si no pueden… ¡renuncien!, exigen a las autoridades un cambio de estrategia en el combate a la inseguridad con el fin de que la paz regrese a los hogares mexicanos.
Nuevo León no es la excepción, el reclamo de Gerardo Pineda Ornelas, padre que se suma a este desafortunado grupo, se ha hecho escuchar en las recientes protestas contra la violencia.
Pero ahora no sólo se trata de recorrer las calles portando trajes blancos y lanzando consignas. Lo que se busca es un nuevo movimiento que intente cambiar la mentalidad de las autoridades y ciudadanía, olvidando el individualismo y cooperando como sociedad.
EL GOLPE QUE LO CONVIRTIÓ
El 5 de abril del presente año la familia Pineda Aguilar recibió una noticia que los golpeó sin clemencia y arrancó de golpe la tranquilidad de sus integrantes: Gabriela Pineda, su hija de 22 años, murió atropellada por la patrulla 383 de la Policía Regia a las afueras de su escuela, en la unidad médica de la Universidad Autónoma de Nuevo León, ya que momentos antes el tripulante de la unidad había sido asesinado por pistoleros y el vehículo continuó sin control.
Aquel día, Gerardo Pineda perdió parte de su vida, la noticia lo arrastró a una corriente de emociones en donde la tristeza, impotencia, cólera y hastío estaban presentes.
“Yo los primeros días no hice declaraciones porque el dolor me embargaba y lo único que iban a tener de mí eran mentadas de madre a las autoridades; hoy yo quiero que esas autoridades se muevan. Desde ese día no tengo vida, esa es la verdad. El día 5 fue un día para olvidar”, comentó mientras un nudo en la garganta cortaba sus palabras.
Sin duda, los días posteriores al deceso de Gaby fueron complicados. El dolor de haber perdido a su hija tenía que compartir espacio con el sentimiento de desespero y desconsuelo, cortesía de la tortuosa burocracia que tuvo que enfrentar al reclamar el cuerpo y la insensibilidad la que han caído las autoridades y la sociedad en general.
“Se enfrenta uno con autoridades que son insensibles, en el Semefo no me dejaban verla, me decían ellos que así es la ley, que yo no puedo tocar un cadáver que porque es una evidencia. Todo lo que está pasando ya se acostumbraron, ya preguntan cuántos muertos son el día de hoy. En el Semefo están hablando como si se tratara de bloques que pegar, no personas. Las autoridades se han hecho insensibles porque ya se acostumbraron, somos sólo números”, dijo en tono reflexivo el padre de Gaby.
En ese momento don Gerardo Pineda se dio cuenta de que el problema mayor no era la inseguridad, si no la manera en la que las autoridades y sociedad conviven con ella, por lo que inmediatamente la muerte de su hija tomó un significado diferente: su duelo se convirtió en fortaleza y el lamento fue enterrado para ahora unirse a las filas del activismo, junto al resto de padres que como a él la desgracia les llegó sin anuncio.
“Siento que el Gobierno Federal ya se ha quedado solo en esta lucha y siento que nosotros como sociedad somos los que deberíamos ayudarle. Siento que la muerte de mi hija es como una misión en la vida de mover conciencias. Yo invito a la gente a que no tenga temor. Hoy yo quiero que las autoridades se muevan”, comentó Pineda Ornelas.
“A MÍ NUNCA ME VA A PASAR”
Existe quienes cuestionan ¿en dónde estaba Javier Sicilia antes de que asesinaran a su hijo?, ¿en dónde estaba Gerardo Pineda antes de que asesinaran a su hija?, ¿por qué tuvieron que esperar hasta que sus familias fueran víctimas de la delincuencia para actuar?, pero para dichas interrogantes don Gerardo tiene una respuesta sencilla: vivían bajo la filosofía de “a mí nunca me va a pasar”.
La sociedad ha cerrado los ojos y oídos ante la cruda realidad que los rodea. La población se volvió tolerante a los hechos violentos y egoísta, pues sólo se ocupa del bien personal, pensando que está exento de ser presa de la inseguridad.
“Nadie hace nada por ayudar a nadie, por el contrario, vivíamos al día. Ya la libraste si no te tocó”, mencionó Pineda, cuyo principal objetivo es cambiar precisamente esa mentalidad, dejar de espera a que un ser querido sufra un asalto, secuestro o asesinato para comenzar a buscar un cambio.
Y es que los números son contundentes, las cifras de muertos por la inseguridad se ha encargado de demostrar que ya nadie es inmune a ser víctima de la delincuencia.
“Mira, el día de la marcha alguien dijo ahí una poesía, que explica que la indolencia de las autoridades es por la falta de presión de la sociedad. Nosotros somos como borregos, que vemos que el coyote ataca a uno y nos echamos a correr, pero si los borregos le dieron un tope al coyote lo podrían fracturar y él ya no regresaría, así somos nosotros, vemos que atacan al vecino y pensamos que ya libramos ese día, entonces, por eso es que yo creo que la muerte de mi hija no quede en vano, si podemos lograr un cambio de conciencia”, indicó con voz enérgica Pineda Ornelas.
Por lo que en sus palabras es necesario que el pueblo unifique su voz en un grito sólido de hartazgo con el que se les pida a las autoridades que actúen de manera inmediata para acabar con el flagelo de la delincuencia o que se retiren de sus cargos públicos si no pueden cumplir las demandas.
“Hay que ver qué hacemos para adelante y a mí sí me gustaría que otra gente se uniera a las marchas, que en las marchas nos conociéramos y formáramos un grupo fuerte de personas que nos une el dolor para exigir al gobierno que se ponga a trabajar si no que renuncien, así de sencillo”, comentó el padre de Gaby.
Un reto casi imposible cuando junto a la autoridad gobierna la impunidad.
IMPUNIDAD ELEVA DELINCUENCIA
La muerte de su hija Gaby sólo llegó para confirmarle un secreto a voces: la impunidad es el principal operador de la justicia, haciendo más difícil aún el dolor de la pérdida.
“Los servidores público se empezaron a mover, hasta ahorita que me vieron en la marcha y que le dije a un funcionario que trabaja en el gobierno de Larrazábal y que es amigo mío, le dije que eran un gobierno de mierda. En un día, me estaban hablando de que ya estaba todo listo, que fuera para allá para solucionarme el detalle. ¿Hay necesidad de eso? No, no todos los ciudadanos tienen un conocido en gobierno, es de vueltas y vueltas y con gente que cobra por no hacer nada”, dijo Pineda Ordelas.
Aunado a la lentitud de los procesos, la falta de capacitación de los servidores públicos para realizar su labor, es un factor determinante en la lucha que algunos llamaría “fallida” en contra de la inseguridad.
“La policía no tiene nada de disciplina, mucho menos van a tener una capacitación para enfrentar a la delincuencia. Se requiere de una policía mejor capacitada y a lo mejor no los 10 mil policías que dicen que se necesita sino mucho menos, pero de más calidad, que investiguen”, mencionó don Gerardo.
Por eso, hay que exigir a las autoridades un mayor compromiso en esta lucha y siempre recordárselos, pues a su parecer, los gobiernos le apuestan a la falta de memoria de los ciudadanos, lo que ya no debe de suceder.
De acuerdo a Gerardo Pineda, la población puede y debe castigar el olvido de los gobernantes, por medio del voto, por lo que en las próximas elecciones es importante cuestionar y hacer valer nuestra decisión, pero más indispensable aún es elegir a un candidato y no a un partido político.
“Es una incongruencia que estemos votando sin saber por qué votamos, la mayoría de las personas no saben las funciones de un alcalde, las funciones de un regidor, de un síndico. Debemos de aprender a votar por el candidato, no por un partido político”, mencionó Pineda Ornelas.
EN BUSCA DE JAVIER SICILIA
El nombre del poeta y escritor Javier Sicilia acaparó los principales medios de comunicación después de que el pasado 28 de marzo su hijo fue encontrado muerto junto a otras seis personas en Cuernavaca, Morelos.
Desde esa fatídica fecha, el ahora activista ha encabezada dos marchas masivas, alrededor del país, denominadas marcha por la paz y la dignidad, con las que busca reconstruir el tejido social, idea con la que concuerda Gerardo Pineda.
En Nuevo León aunque el eco de su llamado fue escuchado para Pineda Ornelas no existe un objetivo claro en la entidad, por lo que pretende contactar a Javier Sicilia para formar parte de su movimiento, al que clasifica como auténtico.
“Sí me gustaría contactarlo porque creo que el movimiento de él es de más conciencia, de despertar a la gente, a los ciudadanos, que dejemos de votar por partidos y votemos por personas. Hacer un gran movimiento en el cual podamos exigirle a los políticos la renuncia, podamos revocarles el mandato, exigirles a los diputados trabajo”, dijo entusiasmado don Gerardo.
Recientemente este padre, aún con la herida abierta, habló al resto de las familias que corrieron con su misma fortuna para indicarles que la dirección a la que van sus acciones es el incorrecto, pues ha sido la misma dese hace 20 años.
“Yo acudí con los coordinadores de la marcha, pero ellos quieren seguir igual, como han estado los 20 años, yo les dije que acciones iguales son resultados iguales, que dentro de 20 años los voy a ver marchando con bastón y eso no. Se requiere de un trabajo más fino, trabajar con tus conocidos, enseñarlos para que ellos a su vez enseñen a sus conocidos. Esto tiene que ser como la lluvia, la lluvia son gotas de agua que caen, se junta una gota con otra y ya ves lo del huracán Álex, el río Santa Catarina no lo pudo contener, siendo que todo partió de muchas gotas de agua”, comentó.
Y parece que sus palabras realmente están empezando a abrir los ojos de algunos ciudadanos, por lo que ya ha tenido acercamiento con otros padres, quienes le han expresado que comparten sus ideales.
Lograr movilizar masas y sobre todo cambiar la mentalidad de la gente es un trabajo complejo, pero que Gerardo Pineda, al igual que otras víctimas indirectas de la violencia, creen poder llevar a cabo.
No se conoce la fecha de cuándo se pueda lograr la transformación, de lo que sí se tiene completa seguridad es de la urgencia que requiere, pues de eso dependerá el país que se deje a las nuevas generaciones.
Lo principal es no tener miedo, dice Gerardo Pineda, “porque somos más los buenos que los malos”, o por lo menos hay que intentarlo.
No hay acción alguna que pueda regresarle a su hija, pero en honor a su memoria luchará para que nadie más padezca su dolor de padre, o por lo menos lo intentará.
“El dolor de padre no se compara, es un dolor que sé que hay que aprender a vivir con él y sé que va a terminar hasta que muera, de eso estoy seguro, ese no sale. Dolor de ciudadano no, es asco el que tengo, me da asco vivir en este país, me da asco tener esas autoridades, estoy empezando a moverme para empezar a cambiar algo, si no lo puedo cambiar por lo menos lo intenté”, puntualizó Gerardo Pineda.