Contra todo pronóstico y gracias a su esfuerzo, dos estudiantes del Conalep no sólo obtuvieron el primer lugar en el Doceavo Congreso Institucional de Mini Robótica Regional UVM en la categoría Robot Hero, también se hicieron acreedores a un lugar en un curso impartido por ingenieros mexicanos colaboradores de la NASA.
Cuando Emiliano Corona Romero y Oscar Daniel Ríos Mercado, estudiantes de cuarto semestre de preparatoria del Conalep, decidieron entrar a un concurso de robótica organizado por una universidad privada, no se imaginaban que lograrían ganar, y mucho menos que su victoria los llevaría a trabajar con ingenieros de la NASA.
Pero contra todo pronóstico y gracias a su esfuerzo, los jóvenes no sólo obtuvieron el primer lugar en el Doceavo Congreso Institucional de Mini Robótica Regional UVM en la categoría Robot Hero, también se hicieron acreedores a un lugar en un curso impartido por ingenieros mexicanos colaboradores de la NASA.
Uno de los especialistas que participará en el curso es Eduardo Guízar Sáinz, ingeniero que colaboró con la NASA en el proyecto “Curiosity” que se envió a Marte. El asesorará a los jóvenes, junto con otros 18 estudiantes de diferentes partes del país, en la construcción y lanzamiento de una cápsula-satélite.
Los estudiantes fueron invitados por la empresa Woznic’s, quien organiza el evento en colaboración con la Agencia Espacial Mexicana y Revolution Education.
Con amplias sonrisas en sus rostros, Emiliano y Oscar, de 16 y 17 años respectivamente, confesaron que aún no se la creen que hayan obtenido tan importante logro.
Y es que a pesar de que ganaron el concurso hace casi un año, fue hasta hace un par de semanas que se les informó que trabajarían con gente de la Administración Nacional de la Aeronáutica y el Espacio.
“Entramos al concurso con las manos vacías y salimos con un robot”, recordó Emiliano, “fue mucho trabajo tanto para mi compañero como para mí. Yo no dormí tres días seguidos tratando de mejorar la programación o entenderle, mi compañero hizo muchos diseños del LadyBot”, señaló Emiliano.
Ambos dan el máximo crédito de sus logros al maestro Leonel Molina, quién desde un principio los apoyó en su proyecto, les brindó asesoría y hasta apoyo moral a los estudiantes de Electromecánica Industrial.
“El profe Leonel siempre estuvo con nosotros”, indicó Óscar, “nos prestó su laptop, nos apoyó mucho con comunicación con el Ingeniero Lander y siempre nos estuvo avisando sobre lo que se necesitaba”.
Para el profesor, que imparte la materia de Medición de Variables Físicas en el Conalep Plantel San Nicolás I, el logro que han alcanzado sus pupilos es razón de orgullo.
“Me siento orgulloso, uno va de paso y ellos son los que se quedan, y eso es lo que me motiva mucho, que ellos ven a futuro. Lo tomamos como un juego el concurso para ver que sucedía, no perdían nada por ir y ahora irán a tomar un curso con gente de la NASA”, indicó.
Y quién también comparte el sentimiento de orgullo es el director del plantel San Nicolás I, Ricardo González. Señaló que la hazaña de los jóvenes motiva tanto al resto de los alumnos como al propio personal docente a salir adelante.
DE RECICLABLES
A UN “ROBOT HERO”
Su historia camino a la NASA comenzó un día que se lanzó la convocatoria de un concurso de robótica en la UVM, dirigido a personas que ya tuvieran conocimiento en el tema. Dicho concurso se realizaría el 6, 7 y 8 de abril del 2016.
A pesar que ese día Oscar no asistió a clases, Emiliano se inscribió al concurso con otros compañeros.
Con él, se inscribieron ocho equipos más, los cuales con el paso de los días abandonaron la competencia, incluidos los compañeros de Emiliano. Fue ahí donde Oscar entró “al quite”.
Tras hablar con la directora del plantel, se les permitió formar un equipo nuevo para participar en el concurso.
Emiliano toda su vida ha sido aficionado de la robótica y la programación; por otro lado, Óscar no tenía conocimientos en lo más mínimo. Pero ambos se “echaron la mano” para poder crear su robot.
Una vez dentro del concurso, la categoría en la que entraron los jóvenes fue “Robot Hero”.
“Era un robot héroe, la pista estaba calculada y nosotros lo que hicimos, aparte del diseño y de comprar los componentes, lo programamos para que siguiera dichas coordenadas, siga su patrón y los algoritmos”, relató Emiliano.
Su robot, llamado LadyBot, estaba equipado con un sensor de llamas y un ventilador con buena potencia con el cual apagaría un incendio, simulado por una vela dentro del circuito.
“Había tres tipos, la podíamos apagar con aire, agua o tierra, y nosotros elegimos aire. Algo más sencillo y rápido”, señaló.
Para comenzar la construcción del robot, los jóvenes tuvieron que conseguir por su cuenta las piezas en tiendas de electrónica y algunas otras eran recicladas, por ejemplo discos, silicón, fomi, un beyblade y una canica.
“Más que nada por la economía que tampoco nos ayudaba mucho, estaban muy caros los componentes, como el chasis”, coincidieron los jóvenes.
Los estudiantes realizaron una inversión aproximada de mil 500 pesos para la construcción de su robot.
CONTRA VIENTO, MAREA
Y PREJUICIOS
Conforme la fecha del concurso se acercaba, recordó el equipo, los nervios se iban incrementando cada vez más, lo que entorpeció en varias ocasiones su labor.
“Tuvimos muchas fallas en cuestión de que algunas piezas no podían jalar, e intentábamos usar el ingenio para que pudieran funcionar”, indicó Óscar.
Y el día del concurso la situación no fue más sencilla. De acuerdo con el grupo, todo el ambiente que rodeaba el concurso los ponía de nervios, desde estar en una escuela como la UVM hasta la actitud de algunos participantes.
De acuerdo con Óscar, “los alumnos nos veían con una cara de que no nos querían ahí, y nosotros nos sentíamos mal porque ellos tenían todo el equipo, todo el ingenio y dispositivos los tenían a su disposición, y eso es algo que nosotros no teníamos”.
La situación no mejoró cuando se percataron de un error en la programación del robot, tan sólo media hora antes de que iniciara el concurso.
“No jalaban los sensores”, platicó, “los tuvimos que hacer a cálculo para poder llegar a los puntos donde estaba la vela”.
Gracias al apoyo y motivación que su maestro les brindó, los jóvenes pudieron ingeniárselas para salir adelante y, contra todo pronóstico, lograr el primer lugar.
“Fue una sorprendente emoción y felicidad, no me lo imaginaba”, dijo Óscar, “me decía que cómo yo del Conalep, vengo a una universidad privada y voy a ganar… fue algo muy revuelto”.
“Valió la pena todo el esfuerzo, las desveladas, malpasadas y las faltas a clase”, agregó Emiliano, “lo primero que hice fue agradecer a Dios; me sentí muy feliz y celebramos todos los del salón”.
Además de ganarse un lugar en el curso, los jóvenes fueron premiados con un kit para hacer otro robot, integrado por componentes, tarjetas electrónicas, herramientas, entre otras cosas.
Pero su reto no quedó ahí, pues este 25 de febrero de nueva cuenta participarán en el Robot Hero, pero ahora a nivel nacional. El evento será realizado en el Centro Escolar el Lago, ubicado en Cuautitlán Izcalli, en el Estado de México.
Será durante este festival que se les dará fecha y forma del curso programado con Guízar.
“QUEREMOS SER INSPIRACIÓN PARA OTROS”
Oscar y Emiliano tienen una gran oportunidad en sus manos al trabajar de cerca con colaboradores de la NASA, pero eso no significa que no sean como cualquier otro joven de su misma edad.
Además de compartir el gusto por los videojuegos, la música y salir de paseo, ambos son aficionados a los vehículos, Óscar de los autos y Emiliano a las motocicletas, y esperan algún día ser “cracks” en la mecánica de sus respectivas ramas.
“De grande quiero ser un gran mecánico automotriz”, mencionó Óscar, “me encantan los carros antiguos y me gustaría tener mi propio taller”.
“Yo aparte de tener un taller de motocicletas”, indicó Emiliano, “tengo el sueño de abrir un negocio, ser un empresario y llevar en alto el nombre del Conalep, mi nombre, el de mi compañero y el del profesor… Es mi sueño ser una inspiración para los demás”.
El par planea seguir con sus estudios a nivel superior. Óscar se plantea conseguir un trabajo para ahorrar y poder entrar a la facultad, mientras que Emiliano busca la oportunidad de ir a estudiar a la UNAM.
Entre tanto, lo que buscan es ser un ejemplo para todos sus compañeros de clase, y una inspiración para futuras generaciones. Y para predicar con el ejemplo, buscarán compartir sus conocimientos en el curso que tomarán con sus compañeros de clase.
“Quiero que vean que si nosotros pudimos, ellos también podrán”, coincidieron.