Por Alejandra Mendoza
Amador Flores Aréchiga, ex rector de la Universidad Autónoma de Nuevo León, es un hombre de retos que se formó en los tiempos en que la institución sufría huelgas y los estudiantes manifestaban sus inconformidades.
Fue rector en 1979 y sólo dos meses (de septiembre a noviembre), pues suplió a Luis Eugenio Todd, quien ocuparía el cargo de secretario estatal de Salud. Amador Flores tiene 75 años y actualmente desempeña el cargo de maestro del departamento de Patología en la facultad de Medicina de su Alma Mater; el doctor afirma que en la universidad falta la confrontación de ideas.
“En la universidad de ahora, todas sus ganancias hacen que las escuelas sean tan grandes que la capacidad de manifestarse está cancelada. Si bien el choque de ideas solía ser de tipo político, ahora siento que las ideas prevalecen, éstas nunca son motivo de una discusión que las confronte.
“Confrontar ideas es la esencia de una universidad y hace falta, siento que existe comodidad ”, sentencia.
Una de las propuestas del originario de Nuevo Laredo, Tamaulipas, es crear foros adecuados donde se puedan discutir temas; por ejemplo, el cómo educar y realizar investigaciones especializadas.
“Me estuve preguntando cómo es que hablan de tanta investigación y nadie menciona sobre educación; creo que la universidad se está metiendo en áreas que no son propias como la tecnología en la industria y se aleja de la tecnología en la educación”, dice el también ex secretario de la UANL.
Amador Flores fue un alumno destacado –señala-, pues tuvo el primer lugar de la carrera de Medicina y como profesor de la misma facultad participó en una manifestación contra el entonces rector de la Máxima Casa de Estudios, Héctor Ulises Leal Flores (tuvo dos periodos como rector en el año de 1971; del 20 de febrero a 26 marzo y 31 de julio a 1 de diciembre).
Otra de las áreas que señala el también ex secretario de Salud en Nuevo León es que ha observado cierta comodidad y egoísmo en los jóvenes.
“La comodidad es muy engañosa. Está el internet como una comunicación global, donde se vuelven más ajenos (los jóvenes) a lo que sucede afuera de ellos, yo no veo que respondan, algunos sí; pero en promedio deberían ser más sensibles por el campo que abarca.
“Llamo comodidad a aquél que busca eludir el camino de esos retos para llegar a donde quiere llegar con el mínimo esfuerzo.
“Creo que el egoísmo es comodidad y un reto es lo que nos obliga a superarnos. Los que nos formamos en medio de los retos, sentimos que el camino llano, no para nada”, afirma.
A manera de anécdota, Amador Flores comenta que la universidad era muy pequeña y las oficinas se encontraban en el Colegio Civil, en una ocasión tuvieron un problema en la escuela y fueron a la casa del entonces rector Raúl Rangel Frías –quien vivía en la colonia El Obispado- y recuerda cómo los recibió en su hogar y les resolvió el problema sin molestia alguna.
JUSTICIA
El escritorio del doctor Amador Flores está cubierto de legajos con documentos que no dejan ningún espacio libre, a un lado tiene su computadora y unas fotografías de sus padres y su abuela.
Su aspecto es serio y su forma de responder no es pronta, pues analiza las preguntas y su mirada viaja en el pasado. Confiesa que aunque deseaba ser cardiólogo porque admiraba al doctor Ignacio Chávez, no quiso ejercer esta especialidad porque cuando operaba a alguien y moría, se deprimía hasta por cuatro meses, razón por la que eligió la especialidad de Patología Clínica.
Como profesor tuvo una participación muy activa en conflictos, pues no estaba de acuerdo con algunas acciones del rector Héctor Ulises Leal.
“Me involucré de manera muy decidida en los conflictos de Medicina, con los doctores y profesores Alfredo Piñeyro (ex rector), con el doctor Roberto Moreira y Eugenio Todd (ex rector), y nos bautizaron con el nombre de la bata blanca.
“Existía una injusticia y mi naturaleza era evitarla. La universidad iba por buen camino y Héctor Ulises Leal la llevaba por un sendero absurdo y necesitaba enfrentar esa situación”, recuerda.
Menciona que como resultado de los enfrentamientos un hombre quedó parapléjico a consecuencia de un balazo en la columna vertebral. Caminaba por la avenida Madero a la altura del Hospital Universitario y escuchó disparos dirigidos hacia él; corrió y no tenía dónde cubrirse y después escuchó que alguien gritó “le pegaron a uno” y se dio cuenta que un ingeniero estaba herido.
“Vino una ambulancia de la Cruz Verde, levantaron al joven y me dijo que no sentía las piernas; fue internado en el hospital Muguerza.
“Después vi que mi pantalón estaba roto por una bala que lo atravesó sin herirme. Hubo alumnos que se jugaron hasta la vida y también hubo maestros oportunistas”, explica.
Amador Flores apunta que no estaban de acuerdo con el rector Héctor Ulises Leal porque había aprobado las aulas anexas, que consistían en el pase automático de todos los alumnos egresados de las preparatorias de la UANL a la facultad de Medicina.
“La facultad tenía un ingreso de alrededor de 300 alumnos, de manera que el pase automático representaba recibir casi 4 mil alumnos. Era absurdo, nos opusimos y Héctor Ulises utilizó ataques con armas de fuego contra el hospital.
“A los profesores que estábamos en contra nos expulsó de la universidad. Nosotros sabíamos que él tenía el respaldo del entonces presidente de México, Luis Echeverría”, dice.
Amador Flores y otros profesores acudieron al noticiero de Jacobo Zabluvsky en la ciudad de México, para dar a conocer lo que estaba sucediendo en la UANL. Poco tiempo después el rector fue expulsado y los catedráticos fueron reincorporados a la universidad.
DOS MESES COMO RECTOR
Amador Flores estuvo al frente de la Máxima Casa de Estudios en 1979, cuando ocupó el lugar de Luis Eugenio Todd mientras éste ocuparía la Secretaría estatal de Salud –entonces llamada Servicios Coordinados de Salud Pública-.
Algunas personas lo ubican como un rector interino; sin embargo, señala que de acuerdo a la Ley Orgánica no existe ese título. Menciona que en sus primeras horas como dirigiente de la Máxima Casa de Estudios, un grupo de estudiantes quería tomar la torre de rectoría.
“En estos dos meses pasó poco y mucho; un grupo de 25 alumnos venían a tomar la rectoría, no tenía 24 horas de asumir el cargo y les dije: ´miren, yo tengo mucho trabajo y no tengo tiempo para tomas de rectoría´. Ellos no supieron qué hacer y se fueron”, dice.
En su periodo tomó dos decisiones trascendentes, como la edificación de la facultad de Medicina, Veterinaria y Zootecnia en la Unidad Mederos y la reubicación de la facultad de Enfermería.
“Lo primero que se construyó en la Unidad Mederos fue la facultad (Medicina Veterinaria y Zootecnia); eran tiempos en que los terrenos se tomaban por posesionaros y sentía temor que se perdiera ese lugar, por eso consideré que una escuela defendería la propiedad y desanimaría a los posesionaros”, argumenta el entrevistado.
La actual Unidad Mederos era una hacienda del mismo nombre que fue donada a la universidad, pues no había familiares que la reclamaran y el gobierno la cedió. La segunda decisión que tomó fue la reubicación de la facultad de Enfermería.
“Antes la escuela (Enfermería) estaba en un edificio donde ahora hay consultas; era un edificio oscuro, totalmente inadecuado para los estudiantes que en su mayoría eran mujeres.
“Ellas podían hacer las prácticas en el Hospital Universitario, así que el hospital se beneficiaba”, señala.
Después de su periodo el rector que le sucedió fue Alfredo Piñeyro. El doctor dice que no tuvo interés de continuar con la rectoría y se dedicó a la docencia.
PIES DESCALZOS
Amador Flores aprendió a enfrentar retos desde pequeño, pues uno de los más grandes a su edad era caminar descalzo por las calles de Nuevo Laredo.
“Los zapatos eran para la escuela nada más y cuando llegaba me quedaba descalzo.
“Era canícula y la calle estaba muy caliente, sabía que la línea cercana a hacer un mandado a la tienda era caminar por todas las sombritas, descansaba y después brincaba a la otra. Me recuerdo muy feliz”, evoca con nostalgia.
Su padre, Amador Flores, falleció dos meses antes de que el doctor naciera y creció al lado de su mamá, Celia Aréchiga, y sus abuelos maternos: Martín Aréchiga y Enriqueta Cantú.
El profesor señala que su nombre es en honor a su padre, pues aunque su hermano mayor ya se llamaba Amador, nadie lo llamaba así porque preferían decir su primer nombre: Martín. Su madre quiso que lo llamaran como su esposo.
“Mi papá falleció de lo que nadie moriría hoy: tenía un lunar en el cuello y le decía al peluquero que tuviera cuidado con el lunar; en esa ocasión le cortó y después tuvo una infección.
“En ese tiempo no había antibióticos y pienso que era diabético porque no pudo parar la infección”, menciona con tristeza.
Recuerda que su infancia la vivió al lado de sus abuelos maternos, de quienes tiene cálidos recuerdos.
Menciona que a través de ellos conoció a su padre, pues le decían que se parecía a su papá.
Este catedrático tuvo siete hermanos (una hermana falleció a la edad de 10 años). Su madre fue maestra normalista y al igual que ella también vino a estudiar en Nuevo León cuando tenía 15 años.
“En ese tiempo las mujeres ni siquiera estudiaban y eso a mí me revela la capacidad de mis abuelos al dejarla estudiar a esa edad, algo que no era fácil de ver.
“Fui híbrido de la preferencia de mi padre, que fue mecánico, y heredé el interés por hacer las cosas manualmente, y de mi madre tuve el gusto por la docencia”, señala el ex rector de la UANL.
Una de las más grandes experiencias como universitario –confiesa Amador Flores- fue el ser estudiante a los 70 años en la facultad de Salud Pública y Nutrición y tener como maestro a uno de sus alumnos.
“Me encantó ser estudiante y mi experiencia más maravillosa que he tenido en mi vida universitaria es el poder haber tenido la oportunidad de aprender de mis estudiantes.
“Aprendí mucho de ellos, de manera que sentí que esto era una manifestación de lo que era la universidad en su esencia.
“Se tiene que buscar que los egresados sean mejor que usted, porque si no son mejor que usted está mal.
“Es como los padres que quieren que sus hijos estén en mejores condiciones que ellos”, concluye Amador Flores, maestro de la facultad de Medicina.
Algunos datos del doctor Amador Flores Aréchiga
::Nació en: Nuevo Laredo, Tamaulipas.
::Fecha: 27 de noviembre de 1933.
::Estudió en la facultad de Medicina, UANL de 1951 a 1957.
::Maestro de la facultad de Medicina, UANL de 1957 a la fecha.
::Jefe del departamento de Patología Clínica,
facultad de Medicina, UANL, 1963 – 2003.
::Responsable del Laboratorio de Análisis Clínicos
Hospital Universitario Dr. José Eleuterio González (1981 a la fecha).
::Secretario General de la UANL, 1979.
::Rector de la Universidad Autónoma de Nuevo León (septiembre-noviembre 1979).
::Director del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia de Nuevo León (1981-1983).
::Jefe de los Servicios Coordinados de Salud Pública en el Estado de Nuevo León (1983-1985).
::Asesor del C. Secretario de Educación Dr. Reyes S. Tamez Guerra (2001–2006).