Hace cuatro años, un anuncio en la vía pública cambió la vida de José Rangel Torres, un comerciante en pequeño del municipio de Santa Catarina.
Aquella llamativa publicidad de la compañía Autofin Auto Monterrey, le hizo pensar que su tan anhelado sueño de obtener un patrimonio por fin podría convertirse en realidad, pues el anuncio le indicaba que a través de un excelente plan de financiamiento podía adquirir una casa.
Entusiasmado, Rangel acudió a una de las oficinas de la empresa, en donde comenzó la historia de ilusiones y desilusiones.
El trato perecía simple: José tenía que dar una cantidad superior a los 3 mil pesos como enganche y en un plazo de una semana debía de finiquitar la primera mensualidad. Al momento de hacerlo Autofin inmediatamente le daría las llaves de su nueva casa, o por lo menos eso fue lo que el vendedor le explicó.
Con dinero prestado y usando parte de sus escasos ahorros este nuevo cliente cubrió el enganche y la primera mensualidad de su préstamo, pero las llaves nunca llegaron.
Lo que se suponía sería una entrega “inmediata” se prolongó incluso por días y semanas. Fue ahí cuando José descubrió que su sueño se convertiría en una pesadilla.
“Me creí de lo que me dijo la señora. Le firmé y pasó como un mes más o menos cuando fui y les dije que yo ya había pagado el dinero y pues estaba ahí para saber si ya habían llegado los papeles para que nos entregaran las copias, las llaves, nos dieran la ubicación y nosotros seguir pagando. Ahí fue cuando me dijeron que no, que no era así, que yo había malentendido, es decir, me cambiaron la historia”, dijo el afectado.
La historia con la que en su momento convencieron a Rangel Torres para que financiara su casa cambió por completo: el inmueble no se le podía entregar, ya que éste se somete a sorteo y la persona que resulte ganadora es la acreedora de la propiedad. Lamentablemente, esta información jamás fue mencionada por el vendedor, indicó José.
“A mí nunca me mencionaron nada del sorteo. A mí nada más me dijeron que dando el dinero de la casa me daban las llaves y la ubicación, nunca me mencionaron un sorteo”, comentó.
La noticia le cayó como un balde de agua fría. El poco dinero con el que contaba lo invirtió en una propiedad que tal vez su familia nunca disfrutaría, pues de acuerdo a la explicación que le dieron, las posibilidades de salir seleccionado en el primer sorteo es de 1 en 500.
Por si fuera poco, en la financiera intentaban hacerle creer que había sido su error, que había mal interpretado la información, pero para José estaba más que claro que su única equivocación fue confiar en las promesas de la compañía y no haber leído el contrato antes de firmarlo.
“Lo que pasa es que me confié, la señora me lo pintó muy bonito y como le digo yo no sabía nada. A lo mejor si un abogado me hubiera orientado tal vez me hubiera ido mejor, pero la verdad es que yo nunca pensé que me fueran a hacer eso, ni por aquí me pasó”, dijo el comerciante.
Tras conocer la postura de Autofin, Rangel Torres optó por desistir del préstamo y pidió un reembolso de su dinero, pero fue ahí cuando se llevó el mayor de los asombros, pues descubrió que la empresa no sólo se quedaría con los poco más de 4 mil pesos del enganche y mensualidad, sino que además el contrato estipula la aplicación de una penalización a la persona que lo abandone.
Acorralado, el afectado acudió a la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), en donde presentó una queja en contra de la financiera, pero poco se pudo hacer para ayudarlo, ya que legalmente la financiera está en todo su derecho de penalizarlo. El único convenio al que se llegó fue que José declinara la denuncia.
En un abrir y cerrar de ojos, Rangel Torres perdió más que sus ahorros, la esperanza de ofrecer un hogar digno a su familia se marchó junto con las promesas de Autofin.
Sin embargo, la esperanza de algún día contar con un patrimonio para sus hijos aún vive en la mente de este comerciante, a pesar de que el trago amargo que le hizo pasar la empresa financiera todavía está presente en su memoria.
“Era mi ilusión hacerme de una casa porque tengo mi familia y pues vivimos con mis papás. Hay mucha gente necesita una casa, un carro, es por necesidad no por lujo y luego para que te hagan eso, pues no se vale que Autofin nos haga esto y menos ahorita que el dinero no te lo regalan pero me deja la lección de ya no confiar en nada, ya no confiar en nadie y ya no creerse de nada, yo ya estoy escamado, ahora ya no firmo nada”, comentó. v