En el centro de Monterrey, dentro del cuadro conformado por las calles Zaragoza, Juárez, Matamoros y Colón, existen alrededor de 16 hoteles de paso, muchos de reciente creación, y que se ubican a unos cuantos metros de escuelas.
Los lineamientos de construcción que el municipio de Monterrey maneja en el primer cuadro de la ciudad no impiden que moteles y escuelas convivan en una relación poco adecuada.
Y es que a partir de 2002, el ayuntamiento, por medio del Plan de Desarrollo Urbano, estableció lineamientos libres para construir en la zona centro con el fin de revivir la inversión y reactivar el flujo económico del corazón de la ciudad.
“El hecho que en el 2002 se eliminaran los lineamientos para los predios que conforman el centro de Monterrey, con el objetivo de que promoviera el resurgimiento del primer cuadro, trajo beneficios en ciertas zonas, pero también trajo consigo la imposibilidad de regular el tipo de giros que se quisieran establecer (giros negros como bares y salas de masajes), también la falta de estacionamientos, entre otros”, indicó Norma Idalia Contreras Montes de Oca, secretaria de Desarrollo Urbano y Ecología de Monterrey.
“Se espera que con el nuevo Plan de Desarrollo y el Reglamento de Zonificación, los nuevos proyectos que se instalen en la zona no incrementen el problema vial, ya que actualmente no se les puede exigir que cumplan con los cajones de estacionamiento que las edificaciones demandan y en muchos casos terminan usando a la vía pública como estacionamiento, así también se restrinjan los giros negros”, informó la secretaria.
La llegada y ampliación de algunas escuelas como la Universidad Metropolitana de Monterrey propiciaron el “boom” de la construcción de hoteles a bajo costo de la zona, ya que de acuerdo a documentos expuestos por la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología del municipio de Monterrey, algunos moteles como el Diro, Rubí, Diamante, Cascada y Plaza Zuazua obtuvieron su licencias a partir de la fecha mencionada.
En lo que va de la presente administración sólo un negocio de este tipo ha solicitado y obtenido su licencia para establecerse en 2010.
Y aunque en efecto, el lineamiento libre llegó a impulsar el dinamismo de la zona, para el diputado Héctor Morales Rivera, dicho debilitamiento de las normas propiciaron el incremento de los hoteles de paso y otro tipo de establecimientos lucrativos en el área.
“Esta situación que estamos viviendo en el centro de Monterrey, la proliferación de moteles y una serie de establecimientos que fomentan el vicio y la degradación, estimo que es consecuencia de la falta de acción y de responsabilidad de las autoridades municipales.
“En los últimos 20 años, este tipo de giros han sentado sus redes en la ciudad de Monterrey con la consecuente pérdida de tranquilidad y de seguridad y armonía en los lugares donde han sido colocados.
“En el caso de Monterrey y otros municipios como Santa Catarina, vemos una enorme preocupación que todos los días surgen nuevos hoteles, cantinas, centros de vicio, sin que haya por medio de la autoridad una acción no solamente correctiva, sino preventiva”, indicó el diputado priista.
Según Morales, la ley dispone que los moteles de paso, al igual que otro tipo de negocios como cantinas y casas de apuestas, no pueden estar instalados a menos de 200 metros de instituciones religiosas o educativas; sin embargo, esto no sucede en la zona centro en donde a tan sólo pasos los hoteles conviven con las preparatorias y universidades.
“La ley dispone que ese tipo de giros, como cantinas, casas de apuestas y demás centros de vicio no deben de estar instalados a menos de 200 metros de donde están los establecimientos religiosos, educativos y de desarrollo social, pero vemos que eso es prácticamente letra muerta, que no existe una situación de control y que vemos también que hay mucha simulación política, hacen como que combaten a los giros, pero realmente son peleas arregladas en que la autoridad casualmente siempre pierde y siempre ganan los promotores del vicio y de la degradación”, mencionó Morales Rivera.
Debido a su naturaleza, este tipo de establecimiento pueden convertirse en un foco de intranquilidad para las personas que habitan en las zonas aledañas, así como también fomentar las conductas antisociales de los jóvenes, de acuerdo al funcionario.
“Además de la anarquía urbana, de la proliferación de este tipo de giros, también se da una ausencia muy importante, que es la de acciones que permitan fomentar los aspectos preventivos y conductas antisociales particularmente en los niños y jóvenes de zona de riesgo que existen en nuestra entidad, y vemos la ausencia de la autoridad en ese tipo de acciones”, mencionó el diputado.
Morales Rivera también mencionó que para evitar que proliferen los moteles y otros negocios de este giro en Nuevo León se requiere que el Congreso del Estado blinde de una manera más efectiva las bases de desarrollo urbano en la entidad, mismas que se otorgan a los municipios.
“Todos esos tipos de autorizaciones para uso de suelo son facultades exclusivas de los municipios, por lo tanto en esa esfera de autoridad les compete su autorización y vigilancia; sin embargo, en el Congreso haremos lo necesario para en términos de Desarrollo Urbano estatal, hacer un análisis y una revisión muy minuciosa para el efecto de que si fuera procedente hacer alguna reforma tendremos que hacerla con todo cuidado”, puntualizó.
Por su parte, el municipio de Monterrey parece haber comprendido la mencionada situación, ya que recientemente ideó un nuevo Plan de Desarrollo Urbano que contempla prohibir los giros negros en la zona centro de la ciudad, entre los que se incluyen los moteles. Dicho reglamento entraría en vigor dentro de uno o dos meses.
un dÍa en la escuela
Es un viernes por la tarde en la universidad, son las 13:00 horas y el timbre de salida finalmente suena. Una joven pareja se toma de la mano y se dispone a partir, pero no precisamente a casa. Caminan tan sólo unos metros e inmediatamente llegan a la puerta de un edificio pequeño y deteriorado cuya leyenda en el exterior indica “hotel”.
Al fondo un chico lanza un grito tentador: “pásele joven, pásele. Nada más 100 pesos por tres horas”. La pareja se mira con complicidad y decide darle rienda suelta a sus instintos.
Y es que así como en años anteriores las cantinas y centros nocturnos propiciaron la formación de hoteles y/o moteles en sus alrededores, actualmente las universidades y preparatorias del centro de Monterrey están reviviendo este fenómeno.
Quedaron atrás aquellos años en los que asistir a la escuela se resumía a sentarse en un pupitre, escuchar al maestro, tomar notas y hacer tareas; salir de sus instalaciones a comprar un lápiz o una pluma a la papelería de enfrente, o simplemente ir por un refrigerio en algún puesto callejero mientras convivías con los compañeros.
Ahora los tiempos son diferentes, los estudiantes han cambiado su comportamiento y otro tipo de negocios se han visto florecer. Este es el caso de los hoteles de paso en el primer cuadro de la capital de Nuevo León, a donde diariamente llegan parejas de estudiantes a alquilar sus habitaciones.
La razón es bastante simple: un alto porcentaje de jóvenes en esta etapa de estudios ya inició su vida sexual, pero aún tratan de ocultarla a sus padres, por lo que el hogar no es una opción para intimar. Además, el estudiante no tiene una economía saludable, por eso recurren a lugares baratos.
MARÍA SE CONFIESA
“María” es una estudiante de Diseño Gráfico que se ha convertido junto a su novio, en cliente frecuente de estos negocios desde hace 10 meses, cuando inició su carrera en la universidad ubicada en el centro de la ciudad.
“Bueno, pues primero que nada yo tenía muchas ganas de conocer un motel y desde ahí como que nos gustó. Más que nada porque yo sentía que era más seguro tanto como en mi casa y en su casa nada más estábamos con el miedo de que iba a llegar su mamá, mi mamá y como que ya en un hotel ya era algo más tranquilo”, comentó la joven de 19 años.
El costo de su encuentro fue de 450 pesos. Y aunque es una cantidad accesible, el precio resultó elevado si se compara con los 100 ó 120 pesos que cuesta el acceso a otros moteles del sector.
“María” y su novio llegaron a un hotel en el que además de la habitación, se ofrecieron servicios extras como venta de condones, bebidas, fragancias, entre otros productos.
“Nos preguntaban que si no nos hacía falta nada, que si queríamos algo de tomar porque era una de esos en los que te ofrecen bebidas y todo eso. También fui a otro en donde me cobraron 290 por cuatro horas. Entramos y nos pusieron como una carta menú de todo lo que venden”.
Desde aquella primera vez, esta joven pareja acostumbró a visitar los modestos hoteles una vez al mes, siempre saliendo de clase. Sin embargo, en una ocasión el aula pareció no ser lo suficientemente atractiva para quedarse, por lo que prefirió irse de “pinta” con su novio a uno de los moteles del área.
“Una vez sí, una vez me fui de pinta con mi novio en la mañana, pero nada más una vez”, platicó la joven.
Y es que aunque para ella los moteles de bajo costo no son tan seguros, al final de cuentas siempre existe una situación por la cual conviene utilizarlos.
“De los que están cerca de la facultad, la verdad no se me hacen seguros ni confiables”.
El caso de “María” no es aislado, pues no es la única estudiante que aprovecha la distancia y precios de los moteles de la zona para tener privacidad con su pareja. Algunas de sus amigas también acostumbran a hacer lo mismo.
El uso de los hoteles cercanos a la universidad es una historia que se comenta a murmullos en los pasillos de las escuelas, sobre todo las mujeres, a quienes no les gusta que se les relacione con ese tipo de lugares. Los hombres, por su parte, son un poco más abiertos, pero aún así procuran ser discretos.
expEriencia PERSONAL
Con el fin de corroborar la facilidad con la que se tiene acceso a este tipo de establecimientos y las condiciones en las que se encuentran, decidimos llevar a cabo una investigación en la que una compañera y su servidor, haciéndose pasar por una pareja de estudiantes, acudimos a uno de los tantos hoteles de bajo costo cercanos a la Universidad Metropolitana de Monterrey.
Con una inseguridad fingida nos acercamos a la entrada de un hotel, ubicado sobre la calle Galeana, y en su exterior comenzamos a discutir sobre si entrar o no, cuando de pronto un joven se acercó y con un “pásale amigo” nos invitó a entrar.
Se colocó detrás de una ventanilla en donde nos ofreció una habitación durante tres horas por tan sólo 100 pesos, mientras que a su espalda una tira de preservativos colgaba en la pared.
Accedimos a su oferta e inmediatamente se nos dio el número de cuarto, toalla, jabón, rollo de papel, control de televisión y se nos indicó hacia dónde dirigirnos.
Subimos varios escalones y llegamos a la habitación, cuya puerta estaba abierta, a diferencia de las otras tres del piso, en donde sólo se escuchaba la televisión y murmullos.
En la puerta un letrero indicaba “verificar que el candado de la puerta esté puesto”, con el fin de evitar interrupciones durante las tres horas de privacidad.
Las habitaciones son pequeños espacios de 2.5 metros por 3 aproximadamente, con una cama al centro, colocada sobre una base de cemento, una televisión con cable al frente y a los lados dos diminutos burós también de concreto.
A un costado de la cama se ubica el baño, que tiene retrete, lavabo y regadera en un área no mayor al metro cuadrado. Las paredes están deterioradas y la limpieza de las sábanas y toallas no es la mejor, pero finalmente no se puede exigir mucho cuando el monto que se pagó fue de 100 pesos y no se piensa permanecer por mucho tiempo en el lugar.
Después de un lapso aproximado de hora y media decidimos retirarnos del lugar y mientras partíamos una nueva pareja entró al hotel, quienes apresurados y sonrientes subieron a la habitación asignada; sin duda, una escena que se repite constantemente en los hoteles de la zona centro.
Y es que actualmente al salir de la escuela, los jóvenes ya no sólo se dirigen a casa o en su defecto se entretienen con los amigos en los comercios cercanos a la institución.
Los escándalos recientes en torneo al alcalde de Monterrey quizás han retrasado la entrada en vigo del nuevo Plan de Desarrollo Urbano, pero los habitantes del centro de la ciudad esperan que de un momento a otro exista la voluntad de ponerlo en marcha para terminar con este fenómeno que -al igual que todos los giros negros- se basa en la corrupción de funcionarios para mantenerse con vida. v