“Al principio la situación fue difícil; ahorita, para mí y la familia, es un honor que ellas hayan llegado a su cuarto aniversario. Nunca nos lo imaginamos porque sabíamos que su caso era difícil pero Dios es muy grande”, expresó Apolinar Sánchez.
El lunes 2 de septiembre las pequeñas “Lupitas” celebraron su cuarto aniversario con una fiesta que les organizaron en el municipio donde residen junto a sus padres Apolinar Sánchez, Facunda Flores y sus hermanas mayores.
Estar unidas por la parte baja del tórax, abdomen y pelvis, entre otras extremidades inferiores, no les ha imposibilitado, desde su nacimiento, mantenerse firmes en el ánimo de vivir su infancia a su manera.
Ellas son muy inquietas y listas; juegan, conviven con las personas alrededor y se desenvuelven en su entorno. “Poco a poco se han adaptan y van muy bien”, dijo la madre, quien a diario cuida de ellas mientas su esposo sale a trabajar.
Aunque corren el riesgo de enfermarse de los bronquios o adquirir alguna infección por el polvo u otros elementos, durante los últimos dos años no han enfermado tanto. Con ese estado de salud, óptimo, festejaron su cumpleaños.
Coquetas, portaron sus vestidos y peinado de coletas. La tonalidad rosa pastel en la parte de arriba del vestido y azul en el faldón, fueron los colores que proliferaron con elegancia en la vestimenta. La ocasión lo ameritaba.
Aunque se asustaron cuando arribaron al lugar del festejo, debido a la aglomeración de personas y el ruido de la música, las siamesas no perdieron la oportunidad de divertirse durante su cumpleaños.
Elsa y María Guadalupe, disfrutaron de la compañía de sus amiguitos, y sobre todo, del show de Dora la Exploradora, entre otros personajes animados, que con gusto ofrecieron dosis de alegría a las pequeñas e invitados.
El padre estuvo siempre al pendiente de ellas. Las bajó del auto, las subió a la carriola, las acomodó y presentó ante los invitados a quienes les agradeció su asistencia al evento.
LE SONRÍEN AL PRESENTE
Durante la fiesta, sus rostros de emoción se dejaron ver; tener de frente a sus personajes favoritos; sentir la presencia de sus amiguitas; estar junto a sus padres y demás, les motivó.
Se les cuestionó si estaban contentas y respondieron: ¡Sí! La expresión y asombro en sus caras fue suficiente para interpretar la felicidad que sentían.
Aquella ilusión que plantearon en algún momento a sus padres respecto a una gran fiesta, se hizo realidad.
La inconciencia que ellas tienen de su unión física-corporal y que las hace diferentes de otras niñas de su edad, no representó un obstáculo para sentirse y desenvolverse con normalidad.
Con apoyo de su padre, posaron para la foto familiar, recibieron algunos regalos, degustaron su pastel, jugaron con los invitados, entre otras actividades de las que fueron partícipes.
Pero tiempo previo al festejo ellas tuvieron un día de rutina al que hacen frente en una nueva etapa de sus vidas; ir al kínder e incorporarse a sus deberes como estudiantes en una escuela regular, pese a su condición física.
Desde hace 15 días, de lunes a viernes, las Lupitas se levantan temprano para ir a la escuela. La madre les ayuda a bañarse, las viste y les hace unos coquetos chongos.
“Se despiertan emocionadas porque quieren ver a sus compañeros y pintar: les gusta mucho la escuela”, expresó Facunda Flores.
Aunque al principio rompieron en llanto durante el inicio del ciclo escolar, poco a poco se han adaptado a su nueva vida escolar.
“Lloraban cuando las dejé en el salón pero ya no. Aparte yo me quedo con ellas, ya que las llevo al baño, las saco al recreo y estoy atenta a sus necesidades”, añadió.
Durante la mañana las niñas escuchan atentas las indicaciones de su maestra, aprovechan su estancia en el Jardín de Niños Giovanni Pascoli, donde cursan el segundo grado y se divierten con sus nuevos amigos.
“Son muy inquietas”, dijo Facunda. Y ahora con la escuela, se les va el tiempo más rápido: “se cansan”, agregó.
Un día normal, sin ser el cumpleaños, las siamesas regresan de clases, comen, las baña y duermen siesta. Por la tarde se despiertan, hacen la tarea, cenan o meriendan algo y duermen por la noche.
“Ya se acuestan temprano porque terminan un poco cansadas pero durante el día conviven con sus hermanas y su papá, mientras hacen la tarea o juegan un poco”, manifestó.
LOS OBSTÁCULOS…
SON SUPERADOS
Entre más han crecido las Lupitas, mayor peso ganan. Y aunque es difícil moverlas de un lugar a otro, eso no ha sido una piedra en el camino para que no vayan a la escuela.
Su madre las carga. Aunque juntas pesan 27 kilos, las coloca en una silla de ruedas especial para recorrer la casa o que suban el vehículo del DIF Santa Catarina que las transporta a la escuela.
Debido a ese tipo de apoyos e infraestructura que han incorporado en el hogar, las Lupitas tienen una vida normal y sin límites.
Sus padres se dijeron contentos por verlas crecer y salir adelante aunque esto represente mayor responsabilidad en muchos aspectos.
Ese caminar no ha sido fácil, señaló doña Facunda, pues al no tener un empleo seguro, su esposo tiene que buscar quien necesite trabajo de mármol o granito y sacar la comida del día.
Además tienen dos hijas mayores, Karla Patricia quien acaba de pasar a tercero de primaria y María Fernanda que inició su segundo año. La tarea como padres es ardua al tener a cuatro hijas a su cargo.
En el caso de las siamesas, la madre coincidió con su marido al manifestar: “no me imaginé que llegaran a los cuatro años pero esperemos que sean muchos más, es una gran bendición”.
MÁS UNIDAS QUE NUNCA
Más allá de contar o no con los recursos económicos para cubrir las necesidades familiares, Facunda y Apolinar han puesto todo su amor y dedicación con sus hijas.
Ya no quieren desafiar a la naturaleza al someterlas a cirugía para separarlas. Ellas han superado su condición física y se han aferrado a vivir unidas pese a los riesgos.
“Si Dios las ha mandado así, pues que así sea. Ya hemos luchado mucho y gracias a Dios están sanas en medida de lo posible”, dijo, mientras tomó de las manos a sus retoños.
Señaló que desde hace un año el doctor Manuel de la O, quien las atendió desde su nacimiento, no ha vuelto a tocar el tema de una posible separación de las niñas, por medio de la intervención quirúrgica.
Recordó que la última vez que acudieron a consulta el médico les explicó que ya era peligroso separarlas porque alguna de las dos podría perder la vida.
“Cuando se enferman las ve un médico particular y regularmente es para atenderla de los bronquios. Con el doctor de la O, ya no se tocó el tema de separarlas”, dijo la madre.
Desde hace dos meses, la terapia física en la cintura y piernas se ha convertido en una esperanza para incrementar la calidad de vida de las siamesas.
“Ha sido muy buena para ellas porque ya caminan solas, mientras se sostienen de lo que hay alrededor y son un poco más independientes dentro de la casa y en el kínder”, señaló.
Aquella historia de desaliento o dificultades que empezó hace cuatro años para Facunda y Apolinar ha valido la pena.
“Han sido años de trabajo, esfuerzo y dedicación que han valido la pena, las hemos sacado adelante y ellas han luchado consigo mismas que le damos gracia a Dios, a la Virgencita de Guadalupe y a quienes nos han apoyado”, reiteraron los padres.
En ese sentido, durante el desarrollo y crecimiento de las Lupitas, en la enfermedad y buenos momentos, distintas personalidades les han brindado su apoyo.
Y en el cuarto aniversario de las niñas, el ayuntamiento de Santa Catarina, el DIF Municipal pusieron su granito de arena para la gran celebración de cumpleaños de las siamesas Sánchez Flores.
“Preguntándoles qué deseaban para sus cumpleaños, nos dijeron que querían una fiesta con sus amiguitos, con los personajes animados de Dora la Exploradora, entre otros ídolos; les hicimos el sueño realidad”, expresó Angélica García de Pérez, presidenta del DIF en Santa Catarina.
Aunado a esta aportación, la dependencia municipal les proporciona mensualmente el medicamento y alimentos especiales que ellas requieren y a diario les facilitan el transporte a la escuela.
Las siamesas Elsa y María Guadalupe no están solas. Tanto sus padres como quienes conocen su caso ponen su granito de arena para encaminarlas a una mejor calidad de vida.
Apolinar labora duro en la marmolería y Facunda es una mujer que realiza el trabajo más duro y satisfactorio en el hogar.
“Agradezco a todos pero también a mi esposa porque ella tiene un trabajo de 24 horas con ellas; no tiene descanso y realmente es difícil”, reconoció Apolinar. “Gracias a Dios ha sacado la fuerza y valor para enfrentar su papel de madre”.
Entérate
:: El lunes 2 de septiembre las pequeñas “Lupitas” celebraron su cuarto aniversario con una fiesta que les organizaron en el municipio donde residen junto a sus padres Apolinar Sánchez, Facunda Flores y sus hermanas mayores.
:: Las siamesas Elsa y María Guadalupe no están solas. Tanto sus padres como quienes conocen su caso ponen su granito de arena para encaminarlas a una mejor calidad de vida.